martes

PETER BROOK - EL ESPACIO VACÍO (61) Arte y técnica escénica


EL TEATRO INMEDIATO (12)

El intérprete verdaderamente creador llega al estreno con un pánico distinto y más acusado. Durante los ensayos ha explorado aspectos de un personaje y dichos aspectos siempre le parecen parciales; la honestidad de su búsqueda le obliga a un constante rechazo y vuelta a empezar. Este actor se halla siempre sumamente dispuesto a descartar en el último ensayo su labor previa, ya que, ante la proximidad del estreno, su creación se ilumina y comprende su lastimosa insuficiencia. Anhela también agarrarse a todo lo que encuentra, a toda costa desea evitar el trauma de presentarse ante el público sin defensa y desprevenido; sin embargo, eso es exactamente lo que debe hacer. Ha de destruir y abandonar sus resultados incluso si lo que va aprendiendo parece casi lo mismo. Esto resulta más fácil a los actores franceses que a los ingleses, ya que por temperamento están más abiertos a la idea de que nada vale nada. Y esta es la única manera de que un papel nazca en lugar de construirlo. El que ha sido construido es el mismo todas las noches, claro está que lentamente erosionado. El papel que ha nacido para ser el mismo hay que hacerlo renacer continuamente, lo que le hace siempre distinto. Cierto es que a la larga el diario esfuerzo de recreación se hace insoportable, momento en que el artista creador y experimentado ha de recurrir a un segundo nivel llamado técnica que le mantendrá hasta el final.

En cierta ocasión trabajé con este actor detallista llamado Alfred Lunt. En el primer acto tenía una escena sentado en un banco. Durante el ensayo sugirió quitarse un zapato y frotarse el pie. Luego lo sacudió para vaciarlo antes de ponérselo de nuevo. Cierta noche en Boston, durante nuestra gira, pasé ante su camerino. La puerta estaba entreabierta y, al verme, me hizo señas para que entrara. Cerró la puerta y me pidió que me sentara. “Siempre que usted esté de acuerdo, me gustaría hacer una prueba esta noche. Por la tarde he dado un paseo por Boston Common y he encontrado esto”. Abrió la mano y me mostró dos piedrecitas. “Me preocupa que en la escena en que sacudo el zapato no caiga nada. He pensado poner las piedrecitas. El público las verá caer y oirá el ruido que producen contra el suelo. ¿Qué le parece?”. Le dije que era una excelente idea y su cara se iluminó. Observó complacido las dos piedrecitas, me miró y de repente su expresión cambió. Observó de nuevo las piedrecitas con ansiedad. “¿No cree que será mejor poner una sola?”.

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