(Crónica
ficcionada del golpe de estado y de la Huelga General)
A la memoria de María
Cristina Díaz Marrero
Juan José, eufórico, no para de hablar.
Cristina lo escucha con atención. Ni bien se encuentran en una perdida
plazoleta del barrio Goes, le dice sin poder contenerse:
-¡La huelga es todo un éxito! ¡A las diez
de la mañana 220 empresas metalúrgicas ya estaban ocupadas!
Desde la madrugada que no se veían, del
sindicato lo habían pasado a buscar por la pensión para que colaborara en la
organización de la medida sindical, Cristina se había quedado prendida a la
radio hasta que escuchó el comunicado oficial e inmediatamente salió a
colaborar en la organización de la resistencia en la Facultad de Arquitectura.
Hace frío y lo soportan apretando los cuerpos, mientras comen unos refuerzos
que ella hizo a las apuradas, antes de salir para el encuentro. Ni bien lo ve,
atosiga a su compañero a preguntas, quiere que le cuente con lujo de detalles
cuál es el ánimo de la clase obrera, los niveles de aceptación de la medida,
todo lo que recuerde, entre otras cosas para poderlo retransmitir al gremio de
estudiantes. Juan José toma sus manos, el viento congela a esa hora de la
tarde-noche y además apeligran llamar la atención, por lo que deciden caminar
por Arenal Grande hacia el Centro, abrazados, como una pareja cualquiera que
retorna a su hogar. En el oído casi, sintiendo que lo anega el perfume de la
piel de su mujer, comienza a relatar.
-Ni bien terminamos de organizar la
ocupación en las fábricas metalúrgicas, el sindicato me pidió que fuera hasta
la Estación de AMDET a coordinar formas de intercambio de información para que
las noticias lleguen rápidamente a los lugares más apartados. Ya estaba ocupada
cuando llegué a la Terminal que queda frente al Cementerio del Buceo, por
Avenida Rivera. Lo mismo Cristalerías del Uruguay, en Comercio y Rivera… ¡Qué
te puedo contar! El clima en todos lados es de combate. En muchos lugares los
trabajadores no llegan solos a sus lugares de trabajo, sino acompañados de sus
esposas y sus hijos, que los ayudan a cargar colchones, comida, frazadas… Las
familias prevén que la ocupación va a ser larga y se preparan, lo que está
diciendo cuál es el estado de ánimo de la gente. En todos los lugares han
colgado carteles para informar a cada barrio de las razones de la huelga; los
vecinos se solidarizan con yerba, alimentos, radios, bicicletas, motos, todo lo
que pueda ser útil. He recorrido la ciudad y prácticamente no vi ómnibus en las
calles, los pocos con los que me crucé tenían cartel de expreso y trabajadores
en su interior, pero además me comentaron que no salió ningún tren, ni de carga
ni de pasajeros. Las calles están tan desiertas como ésta, incluso en los
barrios populares y a lo largo de la ciudad muchos comercios se han sumado a la
huelga… Mi amor, no te quepa la menor duda, estamos viviendo un momento
histórico. ¡La huelga general es un éxito…! Pero ahora, contáme vos…
***
Cristina respira hondamente antes de
responder. Está cansada, pero contenta por todo lo vivido el primer día de
lucha. Y con ímpetu relata, mientras aprieta el brazo de Juan José:
-Como ya sabés, enseguida de conocido el
decreto golpista, la Federación de Estudiantes decidió ocupar. Están ocupadas
las Facultades de Derecho, Ciencias Económicas, Ingeniería, Medicina, Química,
Odontología, la Estación Experimental de Paysandú y la de Arquitectura, mi
Facultad y prácticamente todos los organismos de cogobierno han llamado a
sumarse a la Huelga General. Es más, a mediodía lanzamos desde el Edificio
Central, la primera movilización contra el régimen.
Por un momento queda callada, recordaba su
intervención en la multitudinaria asamblea en Arquitectura, en la cual además
de estudiantes participaron funcionarios y docentes. Retenía casi cada palabra
de lo que había dicho y estaba segura que nunca las iba a olvidar, que si
sobrevivía algún día las repetiría a sus nietos:
-"Los trabajadores,
los estudiantes y el pueblo en general, no podemos permitir que un régimen
fascista asuma el poder sin que haya una respuesta, eso sería una claudicación,
es nuestra obligación que la dictadura sienta el contragolpe y que nazca herida
por la más amplia resistencia popular. Responder es cuestión de principios,
sobre todo porque el fascismo viene a barrer nuestros intereses, nuestras
conquistas y las libertades sindicales y democráticas. Hay que
enfrentarlo, erosionarlo, aislarlo, que quede contra las cuerdas y huérfano de
todo apoyo; en la medida de que lo logremos y que nuestra lucha vaya
creciendo hasta transformarse en avalancha de multitudes, en la medida de que
el combate consolide la más amplia unidad anti dictatorial, los días de
estos traidores estarán contados.”
En su torno bullía la indignación y el
entusiasmo y fue saludada con una ovación al terminar. Le comenta todo esto a
su compañero, que la mira entre orgulloso y embelesado. Cristina agrega:
-El Consejo Directivo Central está en sesión
permanente y ha convocado a todos los universitarios a sumarse al resto de la
población, junto a los Partidos Políticos y cualquier otra organización social,
para evitar el afianzamiento de la dictadura, es más, mañana se reúne la
Asamblea General del Claustro y seguramente hará un llamamiento a la población.
Es la hora de despedirse, pero luego del
abrazo Juan José distingue junto a una baldosa de la vereda un volante que por
algún motivo le llama la atención, está escrito en verso y lo recoge para
leerlo entre los dos. El volante dice:
El que borda, es Bordaberry
Y borda con hilo negro.
Está haciendo una mortaja
Para enterrar a su pueblo
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