4. EN EL ESPACIO: LA VIDA (2)
“Cuando
la más baja capa de la tierra se llenó de creación, el pueblo hizo una
abertura, en medio de la capa superior, para poder subir a ella y allí se
establecieron llevando con ellos las plantas y los animales de abajo. Luego
levantaron la tercera capa (para que formara un techo a la segunda)… y por
último allí también se establecieron, de modo que los seres humanos pudieron
disponer de tres superficies.
Por
encima de la tierra estaban los cielos, también superpuestos, llegando hasta
abajo y sostenidos por sus respectivos horizontes, algunos de ellos confundidos
con los de la tierra; y la gente siguió trabajando expandiendo de esta manera
un cielo por encima del otro, hasta que todos estuvieron en orden.” (29)
La
porción principal de la ilustración de Paiore muestra a la gente haciendo
crecer el mundo, de pie unos en los hombros de los otros para elevar los
cielos. En el plano más bajo de este mundo, aparecen los dos elementos
originales Te Tumu y Te Papa. A su izquierda están las plantas y los animales
originados por ellos. Arriba a su derecha se ve el primer hombre, mal formado,
y los primeros hombres y mujeres completos. En el cielo superior aparece un
fuego rodeado por cuatro figuras, que representan un temprano suceso en la
historia del mundo: “La creación del universo estabas apenas terminada cuando
Tangaora, que se deleitaba en hacer el mal, prendió fuego al cielo más alto,
tratando así de destruirlo todo. Pero afortunadamente el fuego fue visto por
Tamatua, Oru y Ruanuku, que ascendieron rápidamente de la tierra y extinguieron
las llamas.” (30)
La
imagen del huevo cósmico se conoce en muchas mitologías; aparece en la griega
órfica, en la finlandesa, en la budista y en la japonesa. “Al principio, este
mundo era puro no ser -leemos en uno de los libros sagrados de los hindúes-;
luego existió, se desarrolló, se convirtió en un huevo. Así estuvo por un
período de un año. Se rompió en dos. Una de las dos partes del cascarón se
volvió de plata y la otra de oro. La que era de plata es la tierra, la que era
de oro es el cielo. Lo que era la membrana exterior son las montañas. Los que
eran las venas son los ríos. Lo que era el fluido interior es el océano. Y lo
que nació de allí es el sol.” (31) El cascarón del huevo cósmico es el marco
del mundo en el espacio, mientras que el fértil poder seminal interior tipifica
el dinamismo inagotable de la vida de la naturaleza.
“El
espacio no tiene límites porque su forma se cierra sobre sí misma, no por su
gran extensión. Aquello que es es un cascarón que flota en la infinitud
de aquello que no es.” Esta formulación sucinta de un físico moderno,
ilustra la imagen del mundo como la vio en 1928 (32) y da precisamente el
sentido del huevo cósmico mitológico. Además, la evolución de la vida, descrita
en nuestra ciencia moderna de la biología es el tema de las primeras etapas del
ciclo cosmogónico. Finalmente, la destrucción del mundo, que los físicos nos
dicen debe venir cuando nuestro sol esté extinto y se registre una última
decadencia de todo el cosmos, (33) se presagia en la cicatriz dejada por el
fuego de Tangaroa: los efectos destructivos del mundo del creador-destructor
aumentarán gradualmente hasta que al fin, en el segundo curso del ciclo
cosmogónico, todo retorne al mar de bienaventuranza.
Notas
(29) Kenneth P. Emory, “The
Tuamotuan Creation Charts by Paiore”, Journal of the Polynesian Society,
vol. 48, Nº 1 (marzo, 1939), pp. 1-29.
(30) Ibid. p. 12
(31) Chandogya Upanishad,
3.19.1-3.
(32) A. S. Eddington, The
Nature of the Psysical World (The Macmillan Company, 2928), p. 83 (hay
traducción Española).
(33)
“La entropía siempre va en aumento.” (Ver de nuevo Eddington, op. cit., pp.
63 ss.)
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