CANCIÓN SEGUNDA (8)
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh
toque delicado.
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, vida en muerte
la has trocado.
DECLARACIÓN (17)
29
/ De la misma manera lo hace Dios con los que quiere
aventajar según la ventaja principal, que les hace y deja tentar para
levantarlos todo lo que puede ser, que es llegar a la unión con la sabiduría
divina, la cual, como dice David, es plata examinada con fuego, probada en
la tierra, es a saber, de nuestra carne y purgada siete veces (Ps.
11,7), que es lo más que puede ser. Y no hay para qué detenerse más aquí en
decir que siete purgaciones sean estas y cuál cada una de ellas para venir a
esta sabiduría, y cómo les responde siete grados de amor en esta sabiduría, la
cual todavía le es al alma como esta plata que dice David, aunque más unión en
ella tenga; más en la otra le será como oro.
30
/ Conviénele, pues, al alma estar en gran paciencia
y constancia en todas las tribulaciones y trabajos que la pusiera Dios de fuera
y de dentro, espirituales y corporales, mayores y menores, tomándolo todo como
de su mano para su bien y remedio, y no huyendo de ellos, pues son santidad
para ella, tomando en esto el consejo del Sabio, que dice: Si el espíritu
del que tiene la potestar descendiere sobre ti, no desampares tu lugar;
esto es, el lugar y puesto de tu probación, que es aquel trabajo que te envía, porque
la curación hará cesar grandes pecados (Eccl. 10,4); esto es, cortarte ha
las raíces de tus pecados e imperfecciones, que son los hábitos malos, porque
el combate de los trabajos, aprietos y tentaciones apagan los hábitos malos e
imperfectos del alma y la purifican y fortalecen. Por lo cual el alma ha de
tener en mucho cuando Dios le envía trabajos interiores y exteriores,
entendiendo que son muy pocos los que merecen ser consumados por pasiones
padeciendo a fin de tan alto estado.
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