miércoles

JOSEPH CAMPBELL EL HÉROE DE LAS MIL CARAS (96)


4 / EL CRUCE DEL UMBRAL DEL REGRESO (5)


Los cuentos de W. Somerset Maugham describen las metamorfosis que sobrevienen a los que llevan sobre sí las obligaciones del hombre blanco y descuidan el tabú de ponerse el traje apropiado para comer. Muchas canciones populares dan testimonio del peligro de romper un anillo. Y los mitos (por ejemplo los reunidos por Ovidio en su gran compendio, las Metamorfosis) narran una y otra vez las extraordinarias transformaciones que toman lugar cuando el aislamiento entre un centro de fuerza altamente concentrada y el campo inferior de fuerzas del mundo circundante es suprimido repentinamente sin tomar las precauciones del caso. De acuerdo con el acervo de cuentos de hadas celtas y germánicos, los gnomos y los elfos sorprendidos fuera por la luz del sol se convierten inmediatamente en piedras o pedazos de madera.

El héroe que regresa, para completar su aventura debe sobrevivir al impacto del mundo. Rip van Winkle nunca supo lo que había experimentado; su regreso fue una broma. Oisin lo sabía, pero perdió su centro y sucumbió. Kamaru-s-Semán fue el que tuvo más suerte de todos. Experimentó despierto la bendición del sueño profundo y volvió a la luz del día con un talismán tan convincente de su increíble aventura, que puso conservar la seguridad en sí mismo y enfrentarse a toda desilusión posible.

Mientras dormía en su torre, los dos genios, Dahnasch y Maimuna, transportaron desde la distante China a la hija del señor de las Islas y de los Mares y de los Siete Palacios. Su nombre era princesa Budur. Y colocaron a la joven dormida junto al príncipe persa, en su misma cama. Los genios descubrieron las dos caras y se vio que eran como gemelos. Hasta que al fin dijo Dahnasch: “Mi novia, sin duda, le gana en hermosura.” Pero Maimuna, espíritu femenino que amaba a Kamaru-s-Semán, replicó: “Quita de ahí, que es mi novio el más bello, sin lugar a dudas.” Discutieron y se enrdaron en palabras, hasta que Dahnasch propuso que buscaran un juez imparcial.

Maimuna dio una patada en el suelo y apareció un efrit tuerto y sarnoso, con los ojos atravesados a lo largo de su rostro y siete cuernos en la frente y cuatro rabos peludos que le llegaban hasta el suelo, y unas manazas disformes con unas garras como las de los leones, y unos pies como patas de elefante, con unas pezuñas borricales. El monstruo hizo una reverencia a Maimuna y le preguntó qué quería. Supo que debía hacer de árbitro y decidir entre los dos jóvenes que yacían en el lecho mutuamente abrazados. Quedose atónito y embelesado y, volviéndose hacia Dahnasch y Maimuna, dio su veredicto:

“Por Alá que de los dos no es posible decir cuál sea el más bello, que son entre sí tan semejantes como nunca lo fueran dos mortales, en cuanto a hermosura y gracia y distinción, sin que haya entre ellos otra diferencia que la de ser el uno macho y la otra hembra; por lo cual, se me ocurre a mí otra idea y es que los despertemos a los dos, primero al uno y luego al otro y aquel que de muestras de enamorarse de su pareja, será el que quede por debajo en cuanto a belleza.”

Así se acordó. Dahnasch se convirtió en pulga y picó a Kamaru-s-Semán en el cuello. El joven despertó y se frotó la picadura por el escozor, y advirtió que a su lado había alguien cuyo aliento era más dulce que el almizcle y cuya piel era más suave que la crema. Se maravilló. Se sentó, miró con más cuidado a lo que estaba a su lado y comprobó que era una joven como una perla, como la luna o cual torre eminente.

Kamaru-s-Semán intentó despertarla, pero Dahnasch había intensificado su sueño. El joven la sacudió. “¡Ye amada mía, despierta, abre los ojos y mira a quien te ruega!”, dijo. Pero ella no se movió. Kamaru-s-Semán imaginó que Budur era la mujer con quien su padre deseaba que se casara y se llenó de alegría. Pero temió que su señor estuviese escondido en alguna parte del cuarto, observándolo, de manera que se contuvo y se contentó con tomarle el anillo del dedo meñique y deslizarlo en el suyo. Los efrits, entonces, lo volvieron a su sueño.

Contraria a la actuación de Kamaru-s-Semán fue la de Budur. Ella no pensó ni temió que alguien la observara. Y lo que es más, Maimuna, que la despertó, se le subió pierna arriba y con malicia femenina, la picó fuertemente en un lugar que ardía. La bella, la noble, la gloriosa Budur, descubriendo a su lado su afín masculino y apercibiéndose de que él ya había tomado su anillo, incapaz de despertarla y de imaginar lo que él le había hecho, encendida de amor, asaltada por la abierta presencia de su carne, perdió todo dominio, y se entregó a un climax de desenfrenada pasión, “inflamósele el corazón y diéronle un vuelco las entrañas, porque el deseo en la mujer es más poderoso que en el hombre; y así Budur no pudo contenerse, aunque el rubor arreboló sus mejillas y su frente… y advirtiendo que el joven llevaba un anillo, quitóselo y se lo puso ella en lugar del suyo. Después de lo cual besolo en la frente y en el cuello y, en fin, que no hubo lugar de su cuerpo en que no estampara ella un beso; y a continuación…. Se abrazó a él y puso una de sus manos debajo de su cuello y la otra debajo de su sobaco y de esa guisa quedose, finalmente, a s lado dormida”.

Dahnasch, por lo tanto, perdió la contienda. Budur regresó a China. A la mañana siguiente, cuando los jóvenes despertaron con toda el Asia entre ellos, se volvieron a derecha e izquierda, pero no descubrieron a nadie a su lado. Reprendieron a sus respectivas servidumbres, maltrataron y mataron a quienes los rodeaban, y se volvieron completamente locos. Kamaru-s-Semán se postró y languideció, y el rey su padre se sentó a su cabecera llorando y lamentándose por él, y si abandonarlo ni de día ni de noche. Pero la princesa Budur debió ser maniatada; con una cadena de hierro alrededor del cuello, se la aseguró a la reja de su aposento. (25)

El encuentro y la separación, con toda su crueldad, es típico de los sufrimientos de amor. Pues cuando un corazón insiste en su destino, resistiendo a las lisonjas exteriores, la agonía es mayor, así como el peligro. Las fuerzas, sin embargo, se habrán puesto en movimiento por encima del alcance los sentidos. Secuencias de eventos desde los rincones del mundo han de acercarse gradualmente, y milagros de coincidencia harán que suceda lo inevitable. El anillo talismán del encuentro del alma con su otra porción en lugar debido, prueba que el corazón estuvo allí, consciente de lo que Rip van Wincle pasó por alto; y prueba también una convicción de la mente despierta: que la realidad de las profundidades no ha de ser opacada por la luz del día. Esa es la señal que existe en el héroe, de entretejer sus dos mundos.

Lo que sigue en la larga historia de Kamaru-s-Semán es el relato de la lenta y maravillosa operación de un destino que ha sido conjurado a la vida. No todos tiene un destino: sólo el héroe que se ha sumergido hasta tocarlo y ha vuelto a la superficie… con un anillo.


Notas

(25) Adaptado de Las mil y una noches, ed. Cit. Vol. I, pp. 1084-1096.

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