4 / EL CRUCE DEL UMBRAL DEL REGRESO
(5)
Los
cuentos de W. Somerset Maugham describen las metamorfosis que sobrevienen a los
que llevan sobre sí las obligaciones del hombre blanco y descuidan el tabú de
ponerse el traje apropiado para comer. Muchas canciones populares dan
testimonio del peligro de romper un anillo. Y los mitos (por ejemplo los
reunidos por Ovidio en su gran compendio, las Metamorfosis) narran una y
otra vez las extraordinarias transformaciones que toman lugar cuando el
aislamiento entre un centro de fuerza altamente concentrada y el campo inferior
de fuerzas del mundo circundante es suprimido repentinamente sin tomar las
precauciones del caso. De acuerdo con el acervo de cuentos de hadas celtas y germánicos,
los gnomos y los elfos sorprendidos fuera por la luz del sol se convierten
inmediatamente en piedras o pedazos de madera.
El
héroe que regresa, para completar su aventura debe sobrevivir al impacto del
mundo. Rip van Winkle nunca supo lo que había experimentado; su regreso fue una
broma. Oisin lo sabía, pero perdió su centro y sucumbió. Kamaru-s-Semán fue el
que tuvo más suerte de todos. Experimentó despierto la bendición del sueño
profundo y volvió a la luz del día con un talismán tan convincente de su increíble
aventura, que puso conservar la seguridad en sí mismo y enfrentarse a toda
desilusión posible.
Mientras
dormía en su torre, los dos genios, Dahnasch y Maimuna, transportaron desde la
distante China a la hija del señor de las Islas y de los Mares y de los Siete
Palacios. Su nombre era princesa Budur. Y colocaron a la joven dormida junto al
príncipe persa, en su misma cama. Los genios descubrieron las dos caras y se
vio que eran como gemelos. Hasta que al fin dijo Dahnasch: “Mi novia, sin duda,
le gana en hermosura.” Pero Maimuna, espíritu femenino que amaba a
Kamaru-s-Semán, replicó: “Quita de ahí, que es mi novio el más bello, sin lugar
a dudas.” Discutieron y se enrdaron en palabras, hasta que Dahnasch propuso que
buscaran un juez imparcial.
Maimuna
dio una patada en el suelo y apareció un efrit tuerto y sarnoso, con los
ojos atravesados a lo largo de su rostro y siete cuernos en la frente y cuatro
rabos peludos que le llegaban hasta el suelo, y unas manazas disformes con unas
garras como las de los leones, y unos pies como patas de elefante, con unas
pezuñas borricales. El monstruo hizo una reverencia a Maimuna y le preguntó qué
quería. Supo que debía hacer de árbitro y decidir entre los dos jóvenes que
yacían en el lecho mutuamente abrazados. Quedose atónito y embelesado y,
volviéndose hacia Dahnasch y Maimuna, dio su veredicto:
“Por
Alá que de los dos no es posible decir cuál sea el más bello, que son entre sí
tan semejantes como nunca lo fueran dos mortales, en cuanto a hermosura y
gracia y distinción, sin que haya entre ellos otra diferencia que la de ser el
uno macho y la otra hembra; por lo cual, se me ocurre a mí otra idea y es que
los despertemos a los dos, primero al uno y luego al otro y aquel que de
muestras de enamorarse de su pareja, será el que quede por debajo en cuanto a
belleza.”
Así
se acordó. Dahnasch se convirtió en pulga y picó a Kamaru-s-Semán en el cuello.
El joven despertó y se frotó la picadura por el escozor, y advirtió que a su
lado había alguien cuyo aliento era más dulce que el almizcle y cuya piel era
más suave que la crema. Se maravilló. Se sentó, miró con más cuidado a lo que
estaba a su lado y comprobó que era una joven como una perla, como la luna o
cual torre eminente.
Kamaru-s-Semán
intentó despertarla, pero Dahnasch había intensificado su sueño. El joven la
sacudió. “¡Ye amada mía, despierta, abre los ojos y mira a quien te
ruega!”, dijo. Pero ella no se movió. Kamaru-s-Semán imaginó que Budur era la
mujer con quien su padre deseaba que se casara y se llenó de alegría. Pero
temió que su señor estuviese escondido en alguna parte del cuarto, observándolo,
de manera que se contuvo y se contentó con tomarle el anillo del dedo meñique y
deslizarlo en el suyo. Los efrits, entonces, lo volvieron a su sueño.
Contraria
a la actuación de Kamaru-s-Semán fue la de Budur. Ella no pensó ni temió que
alguien la observara. Y lo que es más, Maimuna, que la despertó, se le subió
pierna arriba y con malicia femenina, la picó fuertemente en un lugar que
ardía. La bella, la noble, la gloriosa Budur, descubriendo a su lado su afín
masculino y apercibiéndose de que él ya había tomado su anillo, incapaz de
despertarla y de imaginar lo que él le había hecho, encendida de amor, asaltada
por la abierta presencia de su carne, perdió todo dominio, y se entregó a un
climax de desenfrenada pasión, “inflamósele el corazón y diéronle un vuelco las
entrañas, porque el deseo en la mujer es más poderoso que en el hombre; y así
Budur no pudo contenerse, aunque el rubor arreboló sus mejillas y su frente… y
advirtiendo que el joven llevaba un anillo, quitóselo y se lo puso ella en
lugar del suyo. Después de lo cual besolo en la frente y en el cuello y, en fin,
que no hubo lugar de su cuerpo en que no estampara ella un beso; y a
continuación…. Se abrazó a él y puso una de sus manos debajo de su cuello y la
otra debajo de su sobaco y de esa guisa quedose, finalmente, a s lado dormida”.
Dahnasch,
por lo tanto, perdió la contienda. Budur regresó a China. A la mañana
siguiente, cuando los jóvenes despertaron con toda el Asia entre ellos, se
volvieron a derecha e izquierda, pero no descubrieron a nadie a su lado.
Reprendieron a sus respectivas servidumbres, maltrataron y mataron a quienes
los rodeaban, y se volvieron completamente locos. Kamaru-s-Semán se postró y
languideció, y el rey su padre se sentó a su cabecera llorando y lamentándose
por él, y si abandonarlo ni de día ni de noche. Pero la princesa Budur debió ser
maniatada; con una cadena de hierro alrededor del cuello, se la aseguró a la
reja de su aposento. (25)
El
encuentro y la separación, con toda su crueldad, es típico de los sufrimientos
de amor. Pues cuando un corazón insiste en su destino, resistiendo a las
lisonjas exteriores, la agonía es mayor, así como el peligro. Las fuerzas, sin
embargo, se habrán puesto en movimiento por encima del alcance los sentidos.
Secuencias de eventos desde los rincones del mundo han de acercarse
gradualmente, y milagros de coincidencia harán que suceda lo inevitable. El
anillo talismán del encuentro del alma con su otra porción en lugar debido,
prueba que el corazón estuvo allí, consciente de lo que Rip van Wincle pasó por
alto; y prueba también una convicción de la mente despierta: que la realidad de
las profundidades no ha de ser opacada por la luz del día. Esa es la señal que
existe en el héroe, de entretejer sus dos mundos.
Lo
que sigue en la larga historia de Kamaru-s-Semán es el relato de la lenta y maravillosa
operación de un destino que ha sido conjurado a la vida. No todos tiene un destino:
sólo el héroe que se ha sumergido hasta tocarlo y ha vuelto a la superficie…
con un anillo.
Notas
(25)
Adaptado de Las mil y una noches, ed. Cit. Vol. I, pp. 1084-1096.
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