miércoles

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (32) - MIJAIL. BAJTIN


b) (5)

Pero regresemos a la estética expresiva (por supuesto, aquí tan sólo nos referimos al valor estético espacial y por eso acentuamos el momento plástico-pictórico en la obra propiamente estética del actor, mientras que lo más importante es la creación del carácter y del ritmo interior; más adelante nos convenceremos de que también estos aspectos transgreden la vida del héroe vivida internamente, y no los crea el autor en el momento de la transformación, coincidencia con el héroe, sino que los forma desde el exterior el actor-autor-director-espectador; a veces el actor tanto vive como estéticamente empatiza consigo mismo, en tanto que autor del héroe lírico: el momento propiamente lírico de la creación del actor). Desde el punto de vista de la estética expresiva, todos los aspectos que son estéticos desde nuestro punto de vista, o se la labor del actor como autor, director y espectador, se reducen tan sólo a la creación de una forma puramente expresiva como camino de una realización más completa y diáfana de la empatía-simpatía; un valor propiamente estético se realiza sólo después de la transformación, en la vivencia de la vida del héroe como si fuera suya propia, y en este momento el espectador habría de fundirse con el actor mediante la forma expresiva. La comprensión ingenua de un hombre de pueblo que estuvo avisando al héroe sobre la trampa empleada en su contra y que estuvo a punto de lanzarse a ayudarlo durante un atraco, nos parece mucho más cercana a la postura estética real del espectador. A través de tal comprensión, un espectador ingenuo ocupaba una posición estable fuera del héroe, contaba con los momentos que transgreden la conciencia del mismo protagonista y estaba a punto de aprovechar el privilegio de su posición afuera, ayudando al héroe allí donde carecía de fuerzas en su lugar. Es una actitud correcta con respecto al héroe. Su equivocación consiste en no poder encontrar una posición igualmente firme  fuera de la totalidad del acontecimiento representado, lo cual, ciertamente, obligaría a su actividad a desarrollarse no en un sentido ético, sino estético; irrumpió en la vida como un nuevo participante y quiso ayudarla desde su interior, es decir, en un plano ético-cognoscitivo atravesó el escenario y se colocó junto al héroe en un solo plano de la vida como acontecimiento ético abierto, con lo cual destruyó el acontecimiento estético al dejar de ser espectador-autor. Pero el acontecimiento vital en su totalidad no tiene solución: desde adentro, la vida puede expresarse mediante un acto, una confesión-arrepentimiento, un grito: la absolución y la bienaventuranza descienden del Autor. La solución no es inmanente a la vida sino que desciende hacia ella como el don de la participación recíproca del otro.

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