4 “Hay que deshumanizar al arte” (Torres, 1944:85)
4.2. Justificación del arte abstracto
Es importante señalar que, a diferencia de Platón, el arte, para Torres, es
una cosa seria, no es objeto de placer y ornato. Considera que los modernos
malinterpretaron el simbolismo, cuando se copió como ornato, por eso, sostiene
que el arte debe considerar que las formas geométricas expresan el lenguaje
geométrico de la Razón y que lo simbólico y la idea gráfica se
auto-representan. También a diferencia de Platón y más cerca de Aristóteles,
para Torres, el símbolo se auto-representa, idea, forma, cosa y contenido
son uno mismo: el símbolo es idea-materia o materia-idea, por ejemplo: la
idea-mesa no es diferente de la real, son la misma cosa. Una obra de arte
abstracta se organiza mediante la: “función de elementos plásticos determinada
por una relación de equivalencias exactas “, abstracta por su visión y concreta
en su expresión. Un cuadro es un objeto entre otros, que existe por sí mismo.
Una obra que en el Tiempo fija la Vida y la eleva a lo Absoluto y Eterno.
(Torres, 1944:86-87). Torres justifica la obra de arte abstracto porque media
entre los Arquetipos y la realidad, un problema para Platón y las teorías
universalistas, y así re-escribe la metafísica de Platón, ya que por otro lado,
al no imitar a la “realidad” percibida por los sentidos, este arte no sería acusado
ni de copia ni de simulacro. Mediante la concreción, el
constructivismo contempla y expresa la “Realidad” platónica mediante el
lenguaje geométrico: “simbólicamente la perfecta unión de la idea y la materia
en el hecho plástico”. Torres, 1944:270). Si para Platón la escritura y la
pintura eran copias, meros suplementos de la voz y la mirada, para Torres su
justificación metafísica, aunque racional, le permite re-considerar desde una
perspectiva histórica y antropológica, el parentesco entre el dibujo “primirivo”,
la expresión pictográfica y la escritura; ya que en toda expresión “primitiva”
(Mito) o “neo-primitiva” (Constructivismo), lo “Ideal” y lo concreto, se
unen en la materia plástica, cualquiera sea su naturaleza. (11) (Torres,
1952:49).
En esta perspectiva, el símbolo tiene un valor mágico y concreto, en
la estructura racional de la obra, es el alma de la materia, en tanto
que, “lo imitado es falso, lo imitado no existe en la realidad”. Pero, no se
trata de realizar una “traducción” gráfica o “transposición intelectual sin
alma”, es decir sin valor estético, sino que, como afirma Torres, arte y
simbolismo con una sola cosa, y en realidad, el elemento simbólico de una obra
es interpretado mediante la intuición, no se trata de la traducción de
un lenguaje codificado. En este sentido, considera que, tanto la cruz como un
fetiche han tenido un valor sagrado y mágico. El símbolo es “la materialización
del espíritu y la idea, creando una forma, que será objeto”. (Torres,
1944:97-102). Mediante el símbolo, la Naturaleza, (=Vida), que es una figura de
un Espíritu Universal, “puede materializarse en una forma gráfica”. (Torres,
1944:177). El arte constructivo interpreta mediante sus esquemas, leyendas,
mitos y signos: “por encima de lo histórico y las verdades, busca la Verdad, lo
Eterno”. (Torres, 1947: fasc., 3,40).
Sin embargo, aunque condena la descripción y la alegoría, Torres concede,
que si bien el artista debe expresar simbólicamente, mediante elementos
geométricos, la “estructura profunda” de una obra, acepta que haya “representación”:
en general, en toda obra de arte, en cierto nivel, aunque sea descriptiva, se
puede hallar lo simbólico abstracto que será lo grande y profundo”. (Torres,
1944-46 y 888). Pero, si bien el arte de vanguardia es intelectualista, al
deformar el objeto resulta ser una práctica egotista o subjetiva, ya que no
interpreta la “estructura cósmica universal, la arquitectura ideal” de las cosas,
es decir la estructura o el arquetipo. (Torres, 1947: fasc., 2-9-10).
El artista, a partir de elementos materiales, realiza su
obra, transformándolos en materia plástica, sonidos o conceptos verbales,
símbolos que se representan a sí mismos, es decir son concretos.
Torres considera que esta concreción se da tanto en la arquitectura, la
escultura, la pintura, como en la poesía, la prosa y la música. (Torres,
1944:84). En cuanto a la Literatura menciona que Mallarmé, Rimbaud, Valéry y
Marinetti y otros que se inspiran en el Cubismo, al utilizar formas
independientes, emplear sustantivos abstractos, no metafóricos, con una
sintaxis ni figurativa ni descriptiva, dando un paso hacia lo concreto en
poesía, y afirma que: “Tales expresiones poéticas, a mi modo de ver, han
tendido todas a escapar a la descripción, queriendo en esto emular a las artes
plásticas”. (Torres, 1944:736,737).
A propósito de un libro sobre el Giotto, realiza una meta-crítica a la
interpretación literaria (o impresionista) de la pintura, ya que su lenguaje no
es traducible en conceptos “ni por medio de comparaciones, ingeniosas o sutiles”,
requiere conocimientos técnicos, ya que, por ejemplo, es difícil explicar lo
que él llama Tono. (Torres, 1944:759). Él afirma que “el hermetismo del arte
constructivo, no lo crea el artista, sino el indiferente o poco estudioso”; las
“gentes distraídas quienes sin esfuerzo ni estudio quieren entender este arte
que es de extrema sencillez”. (Torres, 1944:772).
Notas
(11) Torres, ya en 1942, entendía que el arte del “realismo socialista” se
basaba en el “concepto vulgar de que el arte debe ser representación, anécdota,
drama, etc.”, y con esto, no hacía ni arte burgués ni arte proletario.
Considera que “la más grande obra de arte es la Hoz y el Martillo” pintada en
cualquier objeto, pared, tela, con carbón o con brocha gruesa, porque, “es un
símbolo plástico” y está “escrito en el corazón”. (Torres, 1944: 933-935).
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