martes

ESPACIO Y TIEMPO EN LAS PATOLOGÍAS MENTALES (13) - HÉCTOR GARBARINO


II / Psicosis

La psiquiatría psicoanalítica desde la Teoría del Ser (3)


El aparato psíquico freudiano, constituido por las instancias del ello, yo y superyó, era insuficiente para explicar estos hechos. Era necesario crear una nueva instancia que diese cuenta de los mismos.

Allí nos vino en auxilio la concepción de Groddeck del ello ilimitado. No era casual que Freud, dedicado al estudio de las neurosis, hubiese circunscripto el ello al aparato, mientras Groddeck, de formación psiquiátrica, hubiese hablado de un ello ilimitado, más allá del aparato. ¿Quién percibe entonces este ello ilimitado, si el yo es incapaz de percibirlo?

Freud, estudiando la mística, había hablado de una autopercepción del ello, más allá del yo. Habló de una autopercepción porque no había encontrado la instancia capaz de percibir el ello, lo que es una contradicción porque el ello no puede percibirse a sí mismo.

Nosotros sugerimos al Ser como la instancia que percibe al ello ilimitado cuando el yo de desmorona o cuando aun no se ha constituido.

Le llamaos Ser porque nos da el pre-sentimiento de existencia, cuando el yo ya no puede procurárnoslo.

Por consiguiente, lo que es el yo para el aparato psíquico, como sostén del mismo, lo es el Ser para un aparato psíquico abierto al espacio exterior cuando el yo ha perdido su función de soporte.

Si el yo se edifica a punto de partida del ello por acción de las percepciones sensoriales y las identificaciones primarias y secundarias, el Ser es simplemente la percepción interna de la energía narcisista del ello ilimitado. El narcisismo del yo ha sido sustituido por el narcisismo del Ser.

Se nos ha objetado que el narcisismo no puede ser otro que el narcisismo de las representaciones de sí. Sin embargo en el propio mito de Narciso existe una referencia al narcisismo del Ser.

Cuando Narciso contemple embelesado su imagen en las aguas del río Liríope que le había dado nacimiento, no puede sustraerse a la atracción de su imagen y se hunde, persiguiendo su efigie en las aguas del río. Pero renace en la flor que lleva su nombre.

El mito nos enseña, pues, que no sólo existe un narcisismo personal, que llevado a su máxima expresión, se vuelve tanático, sino también un narcisismo impersonal, que desaparecido el narcisismo de las representaciones de sí se extiende hacia el universo y se fusiona con elementos cósmicos o con elementos de la naturaleza. El narcisismo yoico, que posee un movimiento centrípeto, mediante el cual inviste las representaciones de sí y el cuerpo propio, adquiere ahora, desmoronado el yo, un movimiento centrífugo por el cual inviste el Cosmos. Es a este narcisismo que llamamos narcisismo del Ser.

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