23 (1)
En el instituto Justin,
la clase de biología era un embole. El profesor era el señor Stanhope, un
veterano de unos 55 años que dominábamos como queríamos. En la clase había una
chiquilina muy desarrollada que se llamaba Lilly Fischman. Tenía unas tetas
enormes y un culo divino que bamboleaba al caminar sobre sus tacos altos. Era
espectacular, y se pasaba hablando y manoseándose con todos los muchachos.
Todos los días pasaba lo
mismo. Nunca aprendíamos nada de biología. Stanhope se ponía a hablar y a los
diez minutos Lilly decía:
-¡Señor Stanhope, vamos a
hacer un número!
-¡No!
-¡Pero señor Stanhope!
Entonces se acercaba a la
tarima y se inclinaba dulcemente sobre el veterano para murmurarle algo.
-Bueno, está bien… -decía
él.
Entonces Lilly empezaba a
cantar y a moverse. Siempre empezaba con “The Lullaby of Broadway”, y después
hacía otros números. Era espectacular, ardiente, abrasadora, y nos enloquecía.
Era como una mujer mayor recalentándonos a Stanhope y a todos nosotros. Era
maravilloso. El viejo Stanhope se babeaba. Nosotros nos reíamos y azuzábamos a
Lilly. La cosa duró hasta que un día el señor Lacefield, el director, entró de
golpe en la clase.
-¿Pero qué pasa aquí?
Stanhope se quedó duro y
no pudo ni hablar.
-¡Esta clase queda
suspendida! -gritó Lacefield.
Y mientras salíamos dijo:
-¡Y en cuanto a usted,
señorita Fischman, preséntese inmediatamente en mi oficina!
Por supuesto que después
de aquello nadie se preocupó por estudiar biología. Las cosas funcionaron hasta
que el señor Stanhopen nos puso el primer examen.
-Mierda -gritó Peter
Mangalore-. ¿Y ahora qué hacemos?
Peter era el que tenía la
que medía 22 centímetros sin pararse.
-Vos nunca vas a tener
que trabajar para vivir -dijo un muchacho que se parecía a Jack Dempsey-. Esto
es un problema nuestro.
-Tendríamos que incendiar
la escuela -dijo Red Kirkpatrick.
-Carajo -gritó uno desde
el fondo de la clase-, cada vez que me encajan una suspensión mi viejo me
arranca una uña.
Entonces nos pusimos a
mirar las hojas del examen. Yo pensé en mi padre. Y después en Lilly Fischman.
Lilly Fischman, pensé, sos una puta podrida que nos vas a mandar al infierno
con tus numeritos.
Stanhope nos miraba.
-¿Por qué no nadie
contesta las preguntas? ¿Tienen lápices?
-Sí, sí, todos tenemos
lápices -dijo uno de los muchachos.
Lilly estaba sentada en
la primera fila, frente a la mesa de Stanhope. De golpe vimos cómo abría el
libro de biología y buscaba la respuesta a la primera pregunta. Había que hacer
eso. Y mientras todos abríamos los libros Stanhope seguía allí sentado,
mirándonos. No sabía qué hacer. Empezó a decir algo y a los cinco minutos se
levantó de un salto y empezó a caminar por el pasillo central.
-¿Qué están haciendo?
¡Cierren los libros! ¡Cierren los libros!
Y cuando él pasaba al
lado nuestro cerrábamos los libros y enseguida los volvíamos a abrir.
Baldy se reía al lado
mío.
-¡Qué pelotudo! ¡Qué
viejo pelotudo!
Yo sentí un poco de pena
por Stanhope, pero era él o nosotros. El viejo terminó sentándose atrás del
escritorio y gritó:
-¡O cierran los libros o
suspendo a toda la clase!
Entonces Lilly Fischman
se levantó para levantarse la pollera y ajustarse la liga de una de sus medias de
seda, dejando al descubierto la carne blanca. Después se ajustó la otra media.
Nosotros nunca habíamos visto nada igual, y Stanhope tampoco. Cuando Lilly se
sentó nos pusimos a contestar las preguntas con los libros abiertos. Stanhope quedó
completamente derrotado detrás de su escritorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario