3 / EL RESCATE DEL MUNDO EXTERIOR (1)
Pudiera
ser que el héroe necesitara ser asistido por el mundo exterior al regreso de su
aventura sobrenatural. En otras palabras, pudiera darse el caso de que el mundo
tuviera que venir y rescatarlo. Porque la felicidad de las moradas profundas no
ha de ser abandonada con ligereza, en favor de la dispersión del yo que priva
en el individuo cuando está despierto. “¿Quién haya abandonado el mundo
-leemos- desearía regresar de nuevo? Él sólo quiere estar allá.” (10)
Sin embargo, en tanto que vive, la vida lo llama. La sociedad se encela de
aquellos que permanecen fuera de ella y ha de venir a tocar su puerta. Si el
héroe -como Muchukunda- no lo desea, el que le perturba sufre un tremendo choque,
pero si el escogido sólo se ha retrasado -fascinado por el estado de ser
perfecto (que se asemeja a la muerte)- se efectúa un aparente rescate, y el
aventurero retorna.
Cuando
Cuervo, de la fábula esquimal, hubo entrado con sus teas en el vientre de la
ballena, se encontró en el umbral de un hermoso cuarto al fondo del cual ardía
una lámpara. Su sorpresa fue grande cuando vio allí sentada a una hermosa
joven. El cuarto estaba seco y limpio, la espina dorsal de la ballena sostenía
el techo y las costillas formaban las paredes. De un tubo que corría a lo largo
de la espalda goteaba lentamente el aceite dentro de la lámpara.
Cuando
Cuervo entró en el cuarto la mujer levantó la mirada y gritó: “¿Cómo entraste
aquí? Eres el primer hombre que llega a este lugar.” Cuervo le dijo lo que
había hecho y ella lo invitó a sentarse en el lado opuesto del cuarto. Esta
mujer era el alma (inua) de la ballena. Sirvió alimento al visitante, le
dio bayas y aceite y le contó, mientras tanto, cómo había cortado las bayas el
año anterior. Cuervo permaneció cuatro días como huésped de la inua en
el vientre de la ballena, y durante ese período estuvo tratando de discernir qué
clase de tubo era ese que corría por el techo. Cada vez que la mujer salía del
cuarto, le prohibía tocarlo. Pero una de tantas veces, cuando ella salió, se
acercó a la lámpara, estiró una de sus garras y tomó una gran gota, que se
limpió con la lengua. Era tan dulce que repitió la hazaña y luego procedió a
tomar gota por gota, a medida que caían. Después, su avidez encontró esto
demasiado lento, de manera que se subió, rompió un pedazo del tubo y se lo
comió. Apenas acababa de hacerlo, cuando una gran ola de aceite invadió el
cuarto, extinguió la luz y la cámara misma empezó a oscilar peligrosamente
hacia uno y otro lado. Cuervo estaba casi muerto de cansancio y agotado con el
terrible ruido que se producía a su alrededor todo el tiempo. Pero de pronto,
todo se calmó y el cuarto quedó quieto; porque Cuervo había roto una de las
arterias del corazón y la ballena había muerto. La innua nunca volvió.
El cuerpo de la ballena fue llevado a la playa por las aguas.
Ahora
Cuervo era un prisionero. Mientras meditaba en lo que era conveniente hacer oyó
que dos hombres hablaban por encima de la espalda del animal y que decidían
llamar a toda la gente del pueblo para que los ayudara a descuartizar la
ballena; en seguida hicieron un agujero en la parte superior del gran cuerpo.
(11) Cuando fue lo suficientemente grande y toda la gente se hubo llevado
pedazos de carne para ponerlos en la playa, Cuervo salió disimuladamente. Pero
tan pronto hubo alcanzado el suelo recordó que había olvidado dentro sus teas.
Se quitó su chaqueta y su máscara y muy pronto la gente vio un hombre pequeño y
negro que se aproximaba envuelto en una extraña piel de animal. Lo miraron con
curiosidad. El hombre ofreció su ayuda, se remangó y se puso a trabajar.
Poco
después, uno de los que trabajaban en el interior de la ballena gritó: “¡Mirad
lo que he encontrado! Teas en el vientre de la ballena.” Cuervo dijo: “¡Eso es
algo muy malo! ¡Mi hija me dijo una vez que cuando se encuentran teas dentro de
una ballena que se ha descuartizado, muchos de los presentes han de morir! ¡Yo
me voy!” Se bajó las mangas y empezó a alejarse. La gente se apresuró a seguir
su ejemplo. Y fue así como Cuervo, que regresó después, tuvo un gran festín para
él solo. (12)
Notas
(11)
En muchos mitos del héroe en el vientre de la ballena, este es rescatado por
pájaros que abren un lado de su prisión.
(12)
Frobenius; Das Zeitalter des Sonnengottes, pp. 85-87
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