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“LA CAMISA DE FLECHAS”:
ELLA ENSEÑA A PROTEGER A LOS VULNERABLES
SIN EXCEPCIÓN
¡EL MEMORARE, RECUERDA! (3)
La oración ancestral
Escrita en latín antiguo, la intención de esta oración era romper el corazón…
para abrirlo. Es un grito de ayuda, en alabanza a nuestra Madre ejemplar: un acto
de fe para que podamos pertenecer vivos en lo mundanal y en el misterio, en
ambos. La oración llama a todos a despertar para comportarse, pensar y amar
como lo hace la Santa Madre: con la conciencia más plena, una voluntad mucho más
plena de actuar para ayudar al alma, en la proporción humana más brillante y
efectiva que podamos lograr. Tener mucha menos frialdad, mucha más calidez
hacia uno mismo y los demás; mucha más intuición, mucha menos ceguera hacia lo
que realmente importa en el Cielo. La oración se llama Memorare, que
significa “¡Recuerda!”, y dice así:
Memorare
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María, que
jamás se ha oído decir que ninguno de los que han
acudido a vuestra protección, implorado vuestra
asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido
desamparado. Animado por esta confianza, a Vos
también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a
comparecer antes vuestra presencia soberana. ¡Oh,
Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes
bien escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.
Esta palabra, Memorare, escogida como la primera palabra en la
primera línea de la oración, no significa vuélvete atrás y busca algún insulso
recuerdo, sé de parecer liviano. No es un esfuerzo débil por recordar.
No, este Memorare significa: ¡Recuerda! ¡Despierta! Es una orden
desde el alma para que recuerdes quién eres t qué poderes nacieron dentro de
ti; que tú eres el hijo, la hija de la Madre Santísima. Este Memorare es
una oración para acudir a Ella que daría su vida por un niño; Ella que enseña,
ayuda, intercede por el espíritu-niño; Ella que claramente llama a los que tienen
oídos para escuchar y ojos para ver la necesidad del niño y sus dones, y las
tribulaciones del niño; y las intervenciones necesarias de los poderes mayores
de forma tanto humana como angélica, en nombre del niño, ambas lo antes posible
y para el largo plazo.
Incluso cuando la Gran Mujer lleva la “camisa de flechas” que le fue
impuesta violentamente por la ridiculización, el desdén, el oprobio de la
cultura dominante por su postura sin tregua de proteger a todas las almas
vulnerables de la tierra, Ella sigue a pesar de todo protegiendo e
intercediendo por el espíritu del niño en todas las almas, de todas las edades.
A Ella no se le puede hacer daño. Lo que representa no puede ser dañado.
Las enseñanzas de su Divino Niño no pueden ser afectadas. Es un orzuelo en el
ojo de los que creen que deben actuar en contra de este o aquel para
protegerla. Ella no necesita protección. Ella es eterna.
Quienes necesitan protección, quienes siempre requieren protección y
justicia, son las almas de sus hijos terrenales y vulnerables, sin importar su
edad. El Hijo mismo de la Gran Mujer lo dijo sin rodeos: Lo que hagas al más
pequeño de nosotros, me lo hacéis a Mí.
De esa manera, la Madre que usa la “camisa de flechas” nos enseña que el
lugar para todas las almas es bajo la armadura de su manto estrellado, acunados
junto a su precioso Niñito. Ella asume la protección de todos.
Así que, a pesar de los defectos humanos, los propios y / o de los demás,
seguimos entonando el Memorare para que todos, los que ven, los que ven
a medias y los que aun no ven, los que escuchan y los que no, los de corazón
pleno y los que no son exactamente despiadados sino, quizás más precisamente,
los-que-no-tienen-aun-el-corazón-pleno, tengan todos apoyo de formas que puedan
ayudarlos y, a nosotros, a estar enteros de nuevo. A todos se nos entiende como
dignos de comprensión y misericordia. Con la Madre Santísima, nadie queda
fuera.
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