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“LA CAMISA DE FLECHAS”:
ELLA ENSEÑA A PROTEGER A LOS VULNERABLES
SIN EXCEPCIÓN
¡EL MEMORARE, RECUERDA!
Los cazadores y forjadores de arcos del viejo país en tiempos de mi padre y
mis abuelos tenían las manos toscas por el trabajo duro, y las voces ásperas y
fuertes para poder llamarse entre ellos y a los caballos al otro lado de riscos
y campos. Sus voces se templaban con los puros, los ásperos vinos caseros o las
plegarias ancestrales; con frecuencia una combinación de dos o más de ellos.
Los hombres repetían sus historias de sabiduría entre ellos y a los jóvenes,
una y otra vez. Como cazadores habilidosos, creían que había varios inmortales
que jamás podrían ser muertos por flechas, entre ellos el ciervo blanco, el Corazón
del Creador y el amor de un padre por su hijo.
Además, los ancianos tenían una expresión sobre una idea o persona que
había sido injustamente vilipendiada por los escépticos. Sobre esa persona
decían con admiración: “Lleva la camisa de flechas”.
Eso significaba que, incluso cuando alguien había sido atacado por quien
sea o por cualquier cosa, sin importar cómo o por qué, el alma eterna no podía
ser tocada. El alma seguía existiendo con vida mientras resistía, aun bajo una
camisa agujereada por astas y varas punzantes.
La “camisa de flechas” era considerada una armadura honorable, honrosa; lo
que es inmortal no puede ser dañado por mortales enclenques, sin importar su
estruendo, sin importar su persistencia, sin importar su amargura, fanatismo o
sed de poder.
Así también la Gran Mujer, que es la Protectora de todos sus hijos; ella
también escapó apenas de la ceguera, de los hostigamientos y ataques de su
tiempo, no solo en contra suya sino contra su Hijo. Ella sabe. Ella es la
que sabe. Ella también lleva la camisa de flechas.
Memorare, la plegaria ancestral a la Madre
del amor radiante: antecedentes
Se nos dio una oración, una plegaria tan ancestral que de forma
sorprendente sigue teniendo eco en las sensibilidades humanas a través de
literalmente miles de años. A diferencia de las modas, esta oración lleva tanta
comprensión de las necesidades más profundas del alma, esta oración es tan carente
del mínimo desdén por las debilidades y flaquezas humanas, es tan generosa con
su abrazo cálido para todos, que nunca podrá pasar de moda. Confío en que las
almas guerreras la seguirán manteniendo viva por miles y miles de años más.
Esta plegaria es un grito de la Madre Santísima en cualquier momento en que
las flechas del daño vuelan hacia nosotros, hacia Ella, hacia las enseñanzas y
acciones de Amor eterno que seguimos y literalmente luchamos por representar en
este mundo. Quienes aprendimos esta hermosa oración en nuestra niñez la tenemos
como nuestra señal, con todo el corazón, a la Santa Madre de que estamos
escapando de gran peligro, y que mientras huimos hacia Ella, creemos que
nuestro llamado de protección y auxilio -por medios humanos y ultramundanos-
será escuchado.
De niños entendimos que una vez que dábamos este grito mortal podíamos, con
toda confianza, esperar que de alguna manera llegara la ayuda espiritual y
humana a nosotros para restañar nuestro sangrado, arreglar nuestros corazones
asustados, protegernos incondicionalmente de maneras palpables y plantarse entre
nosotros y lo injusto.
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