6 / LA GRACIA ÚLTIMA (9)
Esa fuente de vida es el
corazón del individuo y dentro de sí mismo ha de encontrarla, si puede romper
las capas que la cubren. La divinidad germánica pagana Odin (Wotan) dio un ojo
para ver el velo de la luz hasta el conocimiento de esta infinita oscuridad y
luego sufrió por ella la pasión de una crucifixión.
Pensé que colgaba de un
árbol en el viento,
que colgaba ahí por
noches nueve;
Con una lanza estaba
herido, y me había ofrecido
a Odin, mi persona a mí
mismo,
En el árbol del que nadie
sabrá
Por encima de qué raíz
crece. (169)
La victoria del Buddha
bajo el Árbol Bo es el clásico ejemplo oriental de este hecho. Con la espada de
su mente rompió la burbuja del universo y la convirtió en nada. El mundo entero
de la experiencia natural, así como los continentes, los cielos y los infiernos
de las creencias tradicionales religiosas, estalló con sus dioses y sus
demonios. Pero el milagro de los milagros fue que aunque todo reventó, todo fue
sin embargo renovado, revivificado y glorificado con el brillo del verdadero
ser. Los dioses de los cielos redimidos levantaron sus voces y aclamaron armoniosamente
al hombre-héroe que había penetrado por encima de ellos al vacío que era su
vida y su fuente: “Banderas y pendones fueron erigidos en el filo del este del mundo
y flotaron hasta el borde del oeste del mundo; de la misma manera notaron los que
estaban en borde del oeste hasta el filo del este; y aquellos erigidos en el
borde del norte del mundo flotaron hasta el filo del sur del mundo, mientras
que aquellos que estaban en el borde del sur llegaron hasta el filo del norte;
mientras que aquellos que estaban al nivel de la tierra flotaron hasta alcanzar
el mundo de Brahma, y los que estaban en el mundo de Brahma colgaron hasta
llegar al nivel de la tierra. A través de los diez mil mundos los árboles
florecieron; los árboles frutales se inclinaron bajo el peso de sus frutos;
lotos florecieron en los troncos de los árboles; y lotos en las ramas de los
árboles; lotos en las enredaderas; lotos colgaban de los cielos, y plantas de
loto salieron de las rocas en grupos de siete. El sistema de los diez mil
mundos era como un ramo de flores que giraba por el aire, o como una gruesa alfombra
de flores; en los espacios entre los mundos, los infiernos de ocho mil leguas,
que no habían podido ser iluminados antes ni siquiera por la luz de siete
soles, estaban ahora inundados de fulgor; el océano de ochenta y cuatro mil
leguas de profundidad se volvió dulce al gusto; los ríos detuvieron sus
corrientes, los ciegos de nacimiento recibieron la vista; los sordos de
nacimiento el don del oído; los inválidos de nacimiento el uso de sus miembros;
y las cadenas y los grilletes de los cautivos se rompieron y cayeron al suelo.”
(170)
Notas
(169) Edda poética,
“Hovamol”, 139 (traducción de Henry Adams Bellows; The American-Scandinavian
Foundation, Nueva York, 1923).
(170) Jataka, introducción, i, p. 175
(reproducido del libro de Henry Clarke Warren, Buddhism in Translations;
Harvard Oriental Series, 3; Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1896, pp.
82-83).
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