I / Generalidades
Héctor Garbarino
La introducción del
ser en el psicoanálisis (*)
(3)
Las psicosis fronterizas constituyen otra entidad nosográfica donde la
teoría del Ser puede aportar esclarecimiento. Una muchacha de 18 años (6)
solicita tratamiento por teléfono. La terapeuta la describe de este modo: “Su
voz frágil y quebrada no pudo articular una frase, ni siquiera completar una
palabra. No podía decir su nombre ni quien la había recomendado a la terapeuta.
Sólo una palabra llegó entra y audible: “ayúdeme”. Llegó al consultorio con
muchísima anticipación, caminaba a zancadas, con dificultades para calcular las
distancias, mientras comía maníes y caramelos. Un rostro cubierto por un
cabello desordenado y una mirada de desesperación y desamparo.
Poco después se refería a su cuerpo como “una mole imposible de sostener”.
Las entrevistas transcurrieron pellizcándose los brazos, la cara, y
quemándose los vellos de los brazos con el cigarrillo, mientras desgranaba
anécdotas terribles de su historia familiar y un desamparo y soledad actuales.
Tenía dificultades de integración y comunicación con jóvenes de su edad,
estudiantes como ella, salvo con un grupo de muchachos drogadictos, aunque
también con ellos tenía dificultades, como con todos los humanos, porque “quisiera
ser como ellos pero no puedo, porque tampoco quiero dejar de estar en otro
registro que es diferente, por ejemplo, en cuanto a tiempo y espacio. Veo a la
gente pero no puedo eludirla, me choco, me estrello contra sus cuerpos. Cuando
voy a cruzar la calle calculo mal, no sé… la distancia y el tiempo me di cuenta
cuando la rueda del auto pasa sobre mi pie porque me gritaron, yo no lo había
sentido… (muestra el pie traumatizado)”.
En esta presentación clínica lo primero que nos llama la atención es que no
nos encontramos en presencia de un individuo, si atendemos por tal una persona
que tiene bien configurado su esquema corporal, con un cuerpo libidinal y bien
delimitado con una orientación témporo-espacial definida y un mundo externo que
se siente ajeno a uno mismo y un sentimiento de identidad personal bien establecido.
Por el contrario, nos encontramos con un cuerpo descentrado y abierto,
desinvestido, narcisística y sexualmente, con partes muertas, por consiguiente,
y donde el espacio imaginario trastorna el espacio real. Pero con una
particularidad que a nosotros nos parece definitoria de este tipo de pacientes
y es que son capaces de vivir en dos mundos diferentes, por un lado, el mundo
real bastante próximo al nuestro, donde se desempeña como estudiante y progresa
en sus estudios, mundo del narcisismo yoico, y otro mundo, mundo intermedio,
más próximo a la psicosis sin serlo, donde se siente en otra dimensión que no
quiere perder y que nosotros referimos al narcisismo del Ser, más impersonal, más
ligado al cosmos, con otro registro témporo-espacial y otra relación con la
muerte.
Me voy a referir ahora a la particularísima relación que tiene esta
paciente con los gatos, y que también hemos observado en otros fronterizos.
Ha formado una pareja y obliga a su partenaire a acostarse del lado de la
cama que no apoya en la pared, para iniciar su viaje “en la canastita del
espacio”, viaje cósmico, hacia lo limitado, hacia el todo, a través del “feeling
de piel” sintiendo que el otro le sirve también de límite referencial, lo cual
muestra la importancia del narcisismo del Ser en esta paciente.
“Y ha hecho con su pareja un pacto de amor: conseguir una gatita, ‘yo soy
de ellos, dice, nos criamos juntos, sus ronroneos, mi placentera forma de
dormir, su calor, su total libertad.
‘Ellos me enseñaron su religión, cuando está comunicándose con el universo,
con la fuerza de su mirada cósmica puesta en la luna. Me enseñaron a oler profundo,
a discriminarse el olor de cada planta, en cada parte, en cada comida, incorporaba
un olor, me enseñaron a andar sutilmente en cuatro patas entre las plantas, sin
dañarles una sola hoja. Ellos me enseñaron con su mirada sideral los secretos
del Todo’.
¿Le hablan?, le pregunta la terapeuta. ‘Sí, me hablan, de otra manera, en
otro registro que el humano. Te miran, te discuten y te enseñan cosas, porque
ante mis problemas diarios me decían; qué difícil es ser humano, pero a la
noche sos nuestra…
‘…el gato se parece a mí, a lo que soy y quiero ser, a las dimensiones en
las que vivo y a las que pertenezco. Ellos son seres con miradas en el espacio
cósmico, si lo supieran los científicos…’
Un día llega a la sesión con su gata. ‘Hoy venimos las dos, dice, después
le explicamos… Hoy conversando me dijo: quiero conocer a Ema, saber si ella te
entiende, si nos entiende, si nos puede ayudar’. En ese momento la gata la
mira. Y el paciente dice ‘¿Vio? Ahora me está diciendo que puedo confiar en usted.
¡Escuche!’. Y la gata salta a la falda de la terapeuta y permanece allí
dormida, hasta el final de la sesión.”
Es sorprendente la capacidad de metamorfosis de estos pacientes, su
condición humana no bien establecida, es precaria, frágil e inestable, lo que
les otorga la capacidad de transmutarse y sentirse gata, y fusionar
narcisísticamente con su gatita.
Estos pacientes, carentes de unidad yoica, para sentirse uno necesitan de
otro, sea humano, o animal, o un elemento del cosmos, como el horizonte o el
aire. (7) Es que estos pacientes expresan, de un modo vivencial y directo, la
interconexión existente entre todas las cosas del universo, según sostienen
actualmente algunos físicos de renombre. ¿Se trata de un delirio como sostienen
algunos, o se trata de la percepción de otra realidad, inaccesible a nosotros,
seres segregados del cosmos? ¿O será que llamamos delirio a lo que no
entendemos? Nosotros procuramos dar una explicación de estas experiencias
vividas por la paciente, diciendo que en ella hay un predominio franco del
narcisismo del Ser, vuelto sobre la naturaleza y el cosmos, sobre el narcisismo
yoico.
Cuando la gata aprueba a la terapeuta, ¿es obra del azar o es una
comunicación lograda entre el paciente y la gata? Jung decía con razón, que
todos aquellos fenómenos psíquicos que las teorías establecidas no alcanzan a
explicar, los dejamos fuera de la ciencia. No pretendemos con el narcisismo del
Ser una cabal explicación de estos hechos, pero sí una mejor aproximación a los
mismos. Lo que el yo separa en este caso humano y animal, el Ser une. Y la gata
es también un elemento de mediación que pone a la paciente en comunicación con
el Todo.
La paradoja es que estos pacientes de difícil y precaria adaptación a la
sociedad humana tienen por otro lado, un acercamiento mucho más próximo que
nosotros a esa otra realidad en que el Todo es anterior a las partes, y en la
cual las partes son fundamentalmente interconexiones más que objetos definidos y
autónomos.
Notas
(6) Paciente de Ema Uslenghi de Naguil.
(7) Esta paciente tuvo períodos en que se sintió brisa.
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