jueves

GARDEL: EL ALMA QUE CANTA (18) - HUGO GARCÍA ROBLES


Los tangos de Discépolo (2)

El tango “¿Qué vachaché?” es casi un decálogo de la amarga filosofía discepoliana. La voz de Gardel se pliega con felicidad dócil as ese sarcasmo que hace el inventario y el elogio de las virtudes inmorales que podrían ser las del Viejo Vizcacha. El estilo acentúa ese mensaje y se siente con cada frase la íntima comprensión del intérprete con el texto. Y quizá baste detenerse en la vía que elige para decir el terrible pasaje: “el verdadero amor se ahogó en la sopa / la panza es reina y el dinero es Dios” para medir en su justo alcance la penetración del cantor con el sentido de la letra.

El hermoso vals “Sueño de juventud”, música y letra de Discépolo, es de las pocas composiciones suyas que no contiene alegatos desgarradores, sarcasmos o ironías. Es muy lírico y describe una despedida, un adiós al amor vestido con suave nostalgia y pena moderada. Gardel lo cantó con la clara comprensión de esa temperatura afectiva. Comienza a media voz y su voz se sostiene en la palabra “así”, que cierra la primera estrofa. La voz vuelve a sostenerse en su bello registro medio sobre la palabra “soledad” y clausura genialmente, sobre la palabra “adiós” que se sostiene en un “diminuendo” prolongado, que refleja el espíritu de esa despedida de matizada pena.

Pocos tangos expresan como “Esta noche me emborracho”, la decepción dramática de los que se amaron y vuelven a verse años después, cambiados por la edad, diferentes a los que fueron cuando el amor los unía. Neruda, también él, lo ha dicho: “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

Gardel canta desde el comienzo la tremenda descripción de la amada con el tono cruel de la verdad hiriente y desnuda: “Sola, fané, descangayada” que se cierra con “al verla así, rajé / pa’ no llorar”. El tono sarcástico, tan caro a Discépolo, se traduce en el timbre que emplea Gardel. Para la estrofa siguiente, que implica no solamente un cambio de tono en el texto sino otro tema musical, la voz abandona el sarcasmo para apostar a la limpia expresión de la memoria anclada en el amor pasado. Con la estrofa final que se canta sobre la melodía del comienzo, vuelve en cierto modo el sarcasmo, la ironía cruel y el clímax “Fiera venganza la del tiempo” conduce a la última transformación del tono expresivo que se refugia en la dolorida aceptación “Este encuentro me ha hecho tanto mal” y por último la fórmula del escapismo “mamao, ¡bien mamao! / pa’ no pensar” que Gardel canta con el énfasis que el texto implica, esquivando con la fórmula del alcohol y la borrachera la dramática comprobación que reduce la vida del protagonista a un lamentable error.

El tango “Malevaje” implica una admirable pintura del alma de un malevo que flechado por el amor comprueba que ha cambiado de tal modo que no se reconoce ni explica las causas de esa transformación perturbadora. El texto está compuesto en primera persona, que se entiende dirige sus palabras a la mujer que ha cambiado su vida. El discurso está expresado por Gardel en el tono coloquial que la letra pide. Desde la frontal interrogación “Decí por Dios qué me has dao” que se aminora en el tramo “No ves que estoy embretao, / vencido y maniao / en tu corazón.”

Con la estrofa siguiente que cambia de música y también el tono, que deja de ser interrogante para describir el paso de ella: “Te vi pasar tangueando altanera / con un compás tan hondo y sensual”, que Gardel marca con un fraseo muy rítmico que alude al paso altanero y calcado sobre el tango. En la estrofa final, que retorna a la melodía inicial y que narra que el malevo rehúye de los enfrentamientos por miedo a dejar de verla, preso o muerto, la voz de Gardel se carga de dramatismo y casi solloza en los versos “si yo -que nunca aflojé- / de noche angustiao / me encierro a llorar…” El tango termina sobre los versos interrogantes del comienzo en un retorno de la voz del cantor a su primera expresión.

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