Los tangos de Discépolo (2)
El tango “¿Qué vachaché?” es casi un decálogo de la amarga filosofía
discepoliana. La voz de Gardel se pliega con felicidad dócil as ese sarcasmo
que hace el inventario y el elogio de las virtudes inmorales que podrían ser
las del Viejo Vizcacha. El estilo acentúa ese mensaje y se siente con cada
frase la íntima comprensión del intérprete con el texto. Y quizá baste detenerse
en la vía que elige para decir el terrible pasaje: “el verdadero amor se ahogó
en la sopa / la panza es reina y el dinero es Dios” para medir en su justo
alcance la penetración del cantor con el sentido de la letra.
El hermoso vals “Sueño de juventud”, música y letra de Discépolo, es de las
pocas composiciones suyas que no contiene alegatos desgarradores, sarcasmos o
ironías. Es muy lírico y describe una despedida, un adiós al amor vestido con
suave nostalgia y pena moderada. Gardel lo cantó con la clara comprensión de
esa temperatura afectiva. Comienza a media voz y su voz se sostiene en la
palabra “así”, que cierra la primera estrofa. La voz vuelve a sostenerse en su
bello registro medio sobre la palabra “soledad” y clausura genialmente, sobre
la palabra “adiós” que se sostiene en un “diminuendo” prolongado, que refleja
el espíritu de esa despedida de matizada pena.
Pocos tangos expresan como “Esta noche me emborracho”, la decepción
dramática de los que se amaron y vuelven a verse años después, cambiados por la
edad, diferentes a los que fueron cuando el amor los unía. Neruda, también él,
lo ha dicho: “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.
Gardel canta desde el comienzo la tremenda descripción de la amada con el
tono cruel de la verdad hiriente y desnuda: “Sola, fané, descangayada” que se
cierra con “al verla así, rajé / pa’ no llorar”. El tono sarcástico, tan caro a
Discépolo, se traduce en el timbre que emplea Gardel. Para la estrofa
siguiente, que implica no solamente un cambio de tono en el texto sino otro
tema musical, la voz abandona el sarcasmo para apostar a la limpia expresión de
la memoria anclada en el amor pasado. Con la estrofa final que se canta sobre
la melodía del comienzo, vuelve en cierto modo el sarcasmo, la ironía cruel y
el clímax “Fiera venganza la del tiempo” conduce a la última transformación del
tono expresivo que se refugia en la dolorida aceptación “Este encuentro me ha
hecho tanto mal” y por último la fórmula del escapismo “mamao, ¡bien mamao! /
pa’ no pensar” que Gardel canta con el énfasis que el texto implica, esquivando
con la fórmula del alcohol y la borrachera la dramática comprobación que reduce
la vida del protagonista a un lamentable error.
El tango “Malevaje” implica una admirable pintura del alma de un malevo que
flechado por el amor comprueba que ha cambiado de tal modo que no se reconoce
ni explica las causas de esa transformación perturbadora. El texto está
compuesto en primera persona, que se entiende dirige sus palabras a la mujer
que ha cambiado su vida. El discurso está expresado por Gardel en el tono coloquial
que la letra pide. Desde la frontal interrogación “Decí por Dios qué me has dao”
que se aminora en el tramo “No ves que estoy embretao, / vencido y maniao / en
tu corazón.”
Con la estrofa siguiente que cambia de música y también el tono, que deja
de ser interrogante para describir el paso de ella: “Te vi pasar tangueando
altanera / con un compás tan hondo y sensual”, que Gardel marca con un fraseo
muy rítmico que alude al paso altanero y calcado sobre el tango. En la estrofa
final, que retorna a la melodía inicial y que narra que el malevo rehúye de los
enfrentamientos por miedo a dejar de verla, preso o muerto, la voz de Gardel se
carga de dramatismo y casi solloza en los versos “si yo -que nunca aflojé- / de
noche angustiao / me encierro a llorar…” El tango termina sobre los versos
interrogantes del comienzo en un retorno de la voz del cantor a su primera
expresión.
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