Los tangos de Discépolo (1)
“Confesión” es uno de los tangos más representativos de Discépolo, aunque
comparta la autoría de la letra con Luis C. Amadori. Por su temática que
plantea todo un nudo dramático en pocas palabras, hecho habitual en el género,
lo cual hizo que Plácido Domingo afirmara que el tango le parece a veces una
ópera en miniatura, una definición que contiene varias puntas de verdad.
La letra de “Confesión” narra en esencia la decisión del amante de hacerse
odiar por la mujer amada como una manera de librarla del peso de su fracaso
personal. El recurso funcionó pero ello no impide que el amor siga latiendo en
él, a pesar del año transcurrido. No muy lejos, como se ve, del mundo del
sainete.
Gardel aborda la letra en un primer momento con tono sereno, tal como
corresponde a quien se confiesa. “Fue a conciencia pura que perdí tu amor” hasta
los versos “fue que pagase así / tu buen amor”, que se corresponden con la
primera frase melódica, repetida, para sostén de ese tramo de la letra. Los
versos “me verás siempre golpeándote / como un malvao” se escuchan con la voz
en el rango dinámico “forte” que de inmediato, con los versos “y si supieras
bien / qué generoso / fue que pagase así / tu gran amor” desciende a un “piano”.
La palabra amor origina un calderón seguido de un largo “portamento” que
desemboca en “sol de mi vida”.
La segunda frase musical que se inicia precisamente con “¡Sol de mi vida!”
hasta “sólo supe hacerme odiar” obliga al cantor a un cambio en el tono
expresivo. El relato abandona el tono sereno para cargarse de expresividad dramática:
“fui un fracasao / y en mi caída / busqué dejarte a un lao”. Junto con el mayor
calor de la voz es necesario subrayar la sutileza interpretativa con la cual
Gardel canta los versos “porque te quise tanto… ¡tanto!”. La segunda vez que
dice “tanto” es totalmente distinta a la primera, se dulcifica, baja el volumen
de la voz y parecería que tiene en cuenta los signos de admiración que la letra
tiene en su versión impresa. Por supuesto, no es esa la razón sino la comprensión
de la doliente duplicación de esa palabra clave. Se detiene en esa “t” creando
una mínima cesura, una detención microscópica del flujo melódico que opera el
milagro de la expresividad y la comprensión del sentido relatado.
Con la estrofa final y el retorno de la melodía inicial vuelve también, en
cierto modo, el tono sereno aunque los versos “hoy después de un año atroz / te
vi pasar” hasta “se paraban pa’mirarte” despiertan en la voz de Gardel el eco
emocionado justo. En este pasaje el climax recae en las palabras “me mordí”.
Cuando regresa a los versos de “Sol de mi vida” los dice con un “legato” que
comienza con el portamento a partir del pronombre del verso “lejos de mí”.
Realiza un legato admirable con todas las palabras sin intersticios ni
silencios. Con las palabras que dicen “Yo no sé si el que tiene así / se lo
merece”, en el nivel “forte” para descender luego, en el final del tango al
nivel sereno del comienzo con las palabras “hacerme odiar”. En el momento que
canta, en la segunda parte del tango “sol de mi vida” es preciso aplaudir las
frases del bandoneón que acompañan, imitándolas, las intervenciones del cantor
por tres veces.
En el tango “Chorra” Discépolo pone en juego sus magistrales recursos:
sarcasmo, ironía, humor que envuelve un contenido dramático.
Gardel lo canta respetando y subrayando esos valores. El inventario de todo
lo que perdió por la artera dama. Sigue con el tono adecuado al insulto
dolorido: “Chorra… / me robaste hasta el amor”. Sigue el tono humorístico para
declarar que “tanto me asusta una mina / que si en la calle me afila / me pongo
al lado del botón”.
En el pasaje siguiente con el cambio de melodía y tono del texto, canta
como la reflexión que es: “¡Lo que más bronca me da / es haber sido tan gil”.
El sarcasmo alcanza el climax en la estrofa que comienza “Si hace un mes me
desayuno / con lo que he sabido ayer” que culmina con el tono estupendamente
ilustrativo de los versos “Hoy me entero que tu madre / noble viuda de un
guerrero”. Particularmente es ejemplar el perfil expresivo en “ni murió ni fue
guerrero”, que ha pasado a la órbita del habla popular montevideana como sinónimo
de mentira o negación absoluta.
El sarcasmo y el humor vuelven con “Cuídense porque anda suelta / si los
cacha los da vuelta / no les da tiempo a rajar”. El auto reproche final, Gardel
lo canta con la pesadumbre del caso: “¡Lo que más bronca me da / es haber sido
tan gil!”.
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