martes

GARDEL: EL ALMA QUE CANTA (15) - HUGO GARCÍA ROBLES


La creación del tango cantado (2)

“Milonguera” es un tango que permite de manera muy clara, apreciar el uso que hace Gardel del color de su voz. Era evidente que en el comienzo el canto elige un color velado, oscuro, que se emplea con los versos destinados a describir el personaje “Milonguera de melena recortada” el tono se va haciendo más abierto y luminoso cuando desemboca en el pasaje “fuiste con otras mujeres / al lugar de los dolores”, que incluye un “portamento” sobre la contracción “al”. En la secuencia que alude la relación de la milonguera con su madre, al igual que “aquel novio enamorado”, los acentos se articulan en las consonantes que, como se ha dicho antes, artifician de pivotes para el fraseo. Así se produce sobre los tramos “Una noche te fugaste / del hogar que te cuidó / y a la vieja abandonaste / que en la vida te adoró”.

Cuando vuelve “Milonguera de melena recortada” la voz de Gardel recupera el volumen y el tono íntimo, velado y al cerrarse el tango sobre las palabras “De tus trenzas, en la historia / ni las hebras quedarán / que perduren tu memoria / y a los que te llorarán”. Obsérvese el juego que prolonga “llorarán” y con el regreso del estribillo, “Milonguera de melena recortada” repone el tono oscuro de la voz que va abriendo, como en los casos anteriores a partir de “que ahora te exhibes en el Pigalle”. En el cierre, realiza la disminución del volumen de la voz sobre “que soñaba con grandezas y placer”. Es muy importante en esta interpretación que consideramos magistral el plano dinámico, que pasa del “piano” al “forte” en los momentos que es sensato subrayar el sentido, como en “Acordate que tu vieja acariciaba” o “Una noche te fugaste”.

La versión que Gardel grabó en 1928, en París, del tango “Duelo criollo”, acompañado por Ricardo y Barbieri en las guitarras, es un ejemplo formidable de la comprensión del texto en un sentido que iba más allá de las palabras. En este tango el cantor desmonta la estructura de la letra en los planos que contiene, dos planos que se corresponden con las estrofas. El relato está vertido en la primera y en la última estrofa, de las tres que contiene. Estas dos estrofas se sirven del mismo tema musical, que por lo tanto abren y cierran la composición. El tramo central establece la acción, se abandona el relato, la descripción poética del barrio bañado por la luna para relatar el duelo que, bajo la luz de un farol enfrenta el payador con el “taura más mentao”.

Gardel, que advierte esto, canta la primera y la última estrofa con un tono sereno, sin énfasis mayores, afin con la tranquilidad que el texto describe, casi una pintura de “silenciosa calma” como dice la propia letra en determinado momento. En cambio, cuando en la estrofa central, se trata del enfrentamiento de los dos varones por el amor de la “piba de arrabal”, la voz se alza enfática y abandona el “piano” y el medio tono para alcanzar el “forte” con el punto culminante del verso “nació en el corazón del taura más mentao”. La voz declina hacia el desenlace “bajo su débil luz, morir los dos”.

El efecto contrastado es admirable y realmente contrapone en su calidad expresiva los dos aspectos señalados.

La versión que hace del tango “Che papusa oí”, letra de Cadícamo sobre la música de Matos Rodríguez, el autor de “La cumparsita”, es otro modelo de penetración del sentido que alberga el texto de esta obra. Comienza serena y sin énfasis, hasta que al llegar a los versos “sos la milonguerita de más chiqué” que recurre al falsete, con un texto que reitera por tres veces como un ritornelo “che papusa oí”, subrayado con discreta entonación cada vez, distinguiénolo de los versos que siguen en cada caso: “los acordes melodiosos que modula el bandoneón”, “los latidos angustiosos de tu pobre corazón” y “cómo surgen de este tango los pasajes de tu ayer”. Ello crea un crescendo expresivo que resuelve con los versos “si entre el lujo del ambiente / hoy te arrastra la corriente, / mañana te quiero ver”. Sobre la palabra “mañana” se inicia un melisma, es decir una larga tirada de la voz que borda adornos y portamento hacia “te quiero ver”. El falsete vuelve en la estrofa final cuando canta los versos “y boca pecadora color carmín”. En el remate del texto, magistralmente cifrado en “volvés otario al vivo y al rana gil”, Gardel sostiene el adjetivo “gil” con mínima acentuación que le otorga el énfasis necesario.

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