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EL VIENTO DE LA DESGRACIA (SIDA + VIDA) - DANIEL BENTANCOURT (45)


1ª edición / Caracol al Galope 1999
1ª edición WEB / elMontevideano Laboratorio de Artes 2018

Edición y prólogo: Hugo Giovanetti Viola

PARTE 3

29

Estuvimos mucho rato contemplando las llamas que consumieron todo, hasta que la lluvia terminó de apagarlas y al verdor de las laderas empezó a distinguirse entre un amanecer repentinamente claro. Al empezar el descenso me di vuelta a observar la cumbre blanca de la montaña, recortada contra el azul brillante con la firmeza y la seguridad que nosotros nunca tuvimos y ya no alcanzaríamos jamás.

Después pensé en mis padres y en mi abuela, esperándome allá abajo. Paulo Enrique, Claudio y Joaquín se arrastraban cargando el mismo silencio culpable de los demás, y era difícil pensar en los muchachitos que fueron o fuimos hasta hace poco tiempo. La verdad era que bajábamos no sólo hacia Montesaltos sino, sobre todo, hacia el horror que no había sido destruido ni descifrado frente al cobertizo de don Agustín. Y hasta las bestias como Gregorio caminaban separados y alertas: todos tenían las escopetas abiertas sobre los hombros, pero las manos rondaban las cartucheras dispuestas a cargarlas en la primera oportunidad. Porque seguramente no podían razonar que al enemigo invisible era ya imposible enfrentarlo con tiros, pero de alguna forma aceptaban que había sido declarada una guerra de todos contra todos y que cualquiera, hasta la más intrascendente e inocua criatura podía cargar, en su sangre o en su simple hálito, aquel soplo de exterminio y envolver a su presa con el poder del Mal. Cualquiera de nosotros. Y en la reposada quietud del domingo, con el sol en la cara y escuchando el chapotear de nuestros pasos sobre la tierra que demoraría horas en endurecerse, pensé también en Miriam. Nosotros, pensé. Tan pobres que somos, tan débiles, distraídos, cobardes y flojos. No nos gusta mirarle la cara a la verdad. Por lo menos ella tiene su Dios, pensé. Y la certeza, que había acosado a Ángel en los últimos días, de que todos tenemos un alma para cuidar. El campanario de la iglesia brillaba como un farol entre las manchas verdes de los árboles, y pudimos oír la voz del cura desde lejos, amplificada por los parlantes de la plaza: “Yo testifico a todo aquel que escucha las palabras de la profecía de este libro: si alguno desoyera estas cosas, Dios traería sobre él las plagas que están narradas aquí”.

Y sin dejar de caminar tanteando los terrones di vuelta la cabeza una vez más y miré la humareda allá en lo alto, elevándose imperturbable en el aire azul de la mañana. Y no sé cómo supe, porque ni yo mismo lo entendí, que aquello era el propio Ángel, descansando por fin en paz. La columna detenida cortaba el cielo radiante del domingo como si no pudiese estar en otro lado y subía hacia un lugar donde quizás vayamos todos, con ese brillo escondido que permanece en nuestros ojos cuando se les apaga la luz.

30

Cualquiera podría haberlos confundido con un cansado grupo de cazadores, pero ellos evitaban mirarse a los ojos y apenas se percibían por el ruido acompasado de las botas, el jadeo de los cuerpos culpables y el olor a sudor, ropa mojada y humo. Y aunque alguno pensara que ahora las cosas seguirían como antes y cada uno podría volver a cargar con su parcela de rutina diaria como si no hubiese pasado nada, todos sabían que ya no serían los mismos.

Hasta que los techos de la ciudad empezaron a humear bajo el sol y escucharon la resonancia metálica, seca, fría y sin piedad de la voz del padre Antonio, multiplicada por los parlantes: “El que da testimonio de estas cosas, dice: ciertamente vengo en breve. Amén: sí, ven, Señor Jesús”.

Los hombres van arrastrando sus botas embarradas y la luz los obliga a entornar los ojos como si no quisieran ver, resbalando sobre el jugo de la aprensión que se derrite en forma de terror de toda desguarnecida carne.

Y la voz sigue llegando desde el valle en su lenta, monolítica, inflexible, inaccesible, inhumana compasión: “La gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén”.

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