por Pablo Dobrinin
Nunca conocí a Tarik Carson personalmente. Toda mi comunicación con él ha sido
a través de e-mails. Incluso la presente entrevista la hice mediante ese
recurso. En 1989, el argentino Luis Pestarini, editor de la revista Cuásar, lo
describía en estos términos: ..."tiene más aspecto de joyero refinado que
de escritor. Tal vez esto sea efecto de sus años dedicados a la orfebrería.
Prematuramente canoso, tiene modos delicados y hablar lento. Uno no se lo puede
imaginar violentándose por alguna situación que escape a su dominio". Esta
impresión no es muy distinta de la que me dio al observar la fotografía
publicada en su segundo libro de relatos" El Corazón Reversible". Hay
en ella lucidez, dignidad, y una cierta resignación. Esto no sería más que una
curiosidad, si no fuera por el hecho de que en sus dichos y en sus libros él
aparece así.
No le gustan las multitudes, y ama en
cambio la soledad, porque ella le permite pensar y trabajar. Sin embargo, en el
trato personal se muestra abierto al diálogo, y aún a las confidencias.
Una infancia azarosa
En algún momento decías, recordando a
Freud, que la niñez es nuestra patria. ¿Qué te dejó la ciudad de Rivera en este
sentido?
Tal vez me dejó el recuerdo de mi
abuela, quien me crió y me envió a la escuela. También recuerdo que cuando
tenía 14, fui a una laguna con un primo de mi edad y vi cómo se moría ahogado,
sin que yo pudiera hacer nada. Recuerdo que todos los días a mediodía había un
informativo radial en el que tocaban al principio y al final un himno
norteamericano. Allí todos se sentían norteamericanos, desde luego, con calles
de tierra. Debía haber un comunista cada 200 personas o más, y eran vistos como
roedores malignos. Yo no sabía nada de política, pero me extrañaba el gran odio
hacia esa gente. Me acuerdo igualmente que los niños eran terriblemente crueles
y violentos. Los mirabas, en la calle, y te rompían la nariz. Los maestros le
pegaban palizas terribles a los rebeldes, que, además, eran, es verdad,
indomables. En fin... Sobre lo de Freud, bueno, no creo que sea así en mi caso.
Según mi experiencia, la patria de uno es donde uno puede vivir con felicidad,
donde tiene tiempo libre, ocio, e ignora un poco casi todo. Yo viví eso en
Montevideo durante un tiempo joven, y como joven, ignoraba mucho, o casi todo.
A pesar de lo cual, considero a la ciudad de Montevideo como mi patria. Mi peor
error fue irme de Montevideo, porque ignoraba que ya no podría regresar.
¿Qué motivó que te fueras de Rivera a
Montevideo?
Mi madre huyó a Montevideo de un
matrimonio desde el principio destruido, y me llevó a estudiar y a ver si
iniciábamos una vida algo mejor. O sea oportunidades". Vivimos al
principio en una piecita, frente al Parque Central, cerca del Estadio
Centenario, detrás del cual estaba el ISEF, donde estudié un tiempo hasta que
tuve que trabajar, con 17, y abandonar los estudios de tiempo completo.
Los Crímenes Políticos
¿Cómo describirías el clima político de
los años previos al golpe de estado? ¿En qué medida influyó en tus cuentos? ¿El
descrédito de los políticos que se advierte en tus primeros cuentos, está en
relación con el clima político de esos años?
Montevideo era una ciudad maravillosa,
hasta que a algunos se le ocurrió que podía vencer a EEUU, en su terreno, y
hacer que bajara el paraíso a la tierra, por medio de las armas y la violencia.
Es decir, por actos de magia. Aunque, aún siendo joven y desprovisto de
sabiduría, notaba mucho la corrupción política general, el acomodo, la
corrupción, la hipocresía, el robo, etc. al estado. Siempre estuve en contacto
con mucha gente, en los trabajos, y veía podredumbre por todos lados. De todas
maneras, se vivía aún de la bonanza que habían traído las guerras en Europa, y
la ausencia, en ese entonces, de los grandes negocios competitivos de los
países de primera clase. Es decir, la situación era muchísimo mejor que la de
hoy. Después, vinieron poco a poco los crímenes políticos, de ambos bandos,
izquierdistas y reaccionarios, y empezó el miedo, y para ser corto, la ruina
general que se tiene que pagar hoy con la miseria y corrupción devastadoras que
vivimos... Pero esto no influyó en mis cuentos. Bueno, eso quiero creer. Es que
siempre tuve esa tendencia temática. Creo que es algo inconsciente, que se trae
quizá, no sé cómo, de otro lado. Lo que vale en literatura son los pormenores
de la vida íntima, la experiencia directa de las interrelaciones humanas, lo
que se siente casi en secreto, lo que uno percibe de los demás y de uno mismo,
etc. O, de otra manera, lo que uno escribe depende de lo que uno "ve"
y siente de los demás, de los grupos, de la gente, etc. De la cantidad de
empatía de pueda tener. Esto es lo que influye y moldea la visión del escritor.
Cosa que también depende de su posicionamiento económico en la vida, y esto es,
para mi, fundamental. Yo desciendo de gente de trabajo, y eso siempre fue una
senda segura hacia una vida muy cercana a un vía crucis al calvario.
"Todos los partidos están hechos
del mismo barro"
¿Cómo te definirías políticamente?
Es imposible definirse, porque para mí
lo principal es el estilo de vida de las personas. Al principio, siempre fui de
izquierda, y siempre elegía el mal menor (a los que creía abusadores de
privilegios menores), a mi modesto entender. Pero tras tanto golpe en las
bandas, digamos, entendí que todos los partidos están hechos con el mismo
barro. Una perogrullada que al parecer nadie ve, y sería tema de libros. Lo
resumiría así, los mejores sistemas son los holandeses, suecos, belgas,
dinamarqueses. Y no importan los partidos, o los conceptos izquierda, derecha,
centro, etc. Lo que importa, más que nunca, son las efectividades, la
liquidación de la corrupción y el acomodo, y un nuevo concepto de elección, por
méritos y capacidades en absolutamente todos los rubros de un país. Y la
educación fundamental para transformar a las bestias (nacemos así) en hombres.
Pero no existen partidos que hagan nada bien en países ratones, países
queseros. Puede haber un gran hombre arriba, pero después la limalla de hierro
rodea al imán, como si este fuera gruyere, y lo terminan pudriendo todo.
Retirado de las Librerías
¿Por qué El Hombre Olvidado fue
retirado de las librerías?
En un diario muy leído salió un pequeño
escrito de un crítico, que se ocultó bajo un seudónimo, comentando que había
salido ese libro, y que había un cuento (Por la Patria) que se
escarnecía sobre los signos patrios, etc. Y sugería, por supuesto, que el autor
debería ir preso. Eso fue durante la dictadura. Había un terror generalizado,
todos los días a las 20 horas había cadena de radio, y daban listas de personas
comunistas, que había que encarcelar por graves delitos, etc. Entonces, creo
que el editor se asustó, como todo el mundo aterrorizado, y tal vez algunos
libreros (si es que hojearon el libro), antes de verse en problemas, devolvieron
el libro. Ocurrió que desaparecían muchas personas que uno conocía, y que uno
pensaba que ya estaban muertos o torturados, y todo el mundo, como en los
estudios de Freud, o los cuentos de Kafka, se sentía culpable de algo, de
cualquier cosa, haber tenido un conocido comunista, o hasta por pensar en
contra de lo que ocurría, por ejemplo, o guardar un libro peligroso, etc. Al
fin, después recuperé un centenar de libros, que aún conservo.
"Sufrí dos brutos
allanamientos"
¿En algún momento sufriste
persecuciones políticas?
No directamente. Siempre las mejores
amenazas son indirectas. Y eso debían aconsejar los asesores norteamericanos
que organizaban el terror. Yo nunca estuve afiliado a nada, y creo que no estar
en las listas de partidos de izquierda me salvó, incluso de que me quisieran
aterrorizar directamente. Al principio, iban por la gente famosa, cuyos nombres
sonaran mucho. Quizá después vendrían por los chicos. Es verdad que en 1975
intentamos hacer una revista de arte, con pintores, y poetas, todos conocidos.
Iba a ser una revista estrictamente de letras y de plástica, etc., y se iba a
llamar Palabra, creo, Era un proyecto importante en ese momento en que todo
estaba congelado por el miedo. Y entonces alguien del ambiente delató a la policía
que la revista iba a salir, y que en ella había nombres de comunistas.
Detuvieron a uno del grupo (y nunca supimos a quién) y fue interrogado, y le
sacaron todos los pormenores. Después se llevaron al que iba a ser el director
responsable (el escritor Ariel Méndez), le mostraron todos los datos, para
sugerirle que lo sabían "todo", y prohibieron a la revista antes de
salir. En fin, era molesto hasta reunirse con dos o tres personas porque un
vecino te podía denunciar y te caía un allanamiento y hasta te podían llevar
por tener un libro de un comunista, o algo así. Así que ese era el tipo de
persecuciones o libertades que teníamos. Bueno, sufrí dos brutos allanamientos,
uno en Montevideo, y otro acá al poco tiempo de llegar a Buenos Aires. Por qué
causa, o quién me delató como sospechoso de algo nunca lo supe. Creo que los
vecinos, simplemente. Acá por ser uruguayo, y ahí por ser un escritorzuelo que
se reunía seguido con amigos barbudos, y esas cosas. Había tenido un revólver y
entre los libros muchos libros del Che, y cantidad de otros libros, pero tuve
la presteza de quemar, por lo menos los libros del Che sobre la guerrilla.
Menos mal. Y acá los tipos se chasquearon porque yo había traído sólo libros de
ajedrez, un montón, y unos libros de budismo tan luego.
Nunca se adaptó a la Argentina
¿Por qué te fuiste a la Argentina?
El primer motivo era que no soportaba
más la situación política. Otro motivo es que quería ganar algo más de dinero
para tener más tiempo para escribir, más tiempo para el ocio necesario para
producir o procurar producir, por ejemplo, más cuentos. Pensaba que podría
tener más oportunidades para editar, sin problemas. Calculaba que la dictadura
no se retiraría antes de diez años, o más. Además vivía en la Argentina. Y
pensé, ante todo en un pasaje por acá, y luego irme quizás a España. Porque
deseaba irme a un país de lengua española, para no perder el contacto con la
lengua española. En aquel entonces Argentina era otra cosa. Era un país
generoso con los extranjeros. La patronal estaba obligada a pagar buenos
sueldos. Se podía vivir trabajando medio día, por ejemplo. Y me fui quedando
con unos pocos familiares. Claro que no podía adivinar lo que vendría después,
y cómo me quedaría atrapado hasta hoy, sin salida, y sin adaptarme a esta otra
cultura.
¿Encontraste en Argentina lo que fuiste
a buscar?
Yo vine a buscar una sensación de
libertad (que es lo que te puede dar el capitalismo) y, como te dije, tiempo
libre para escribir y tratar de desarrollarme en el aspecto que quisiera. Sin
tiempo libre no existe literatura, ni nada se puede hacer. Pero, dado mi carácter
poco aventurero, me fui quedando, aunque no encontré la forma de ganar dinero
para tener ese tiempo libre tan buscado. Lo único, al fin, que encontré, fue un
abismo terrible, peor del que venía. Un abismo que hasta ahora no tiene fondo.
¿En qué pensás que nos parecemos y nos
diferenciamos los uruguayos y los argentinos?
Nos parecemos en las cosas rastreras de
la vida, como la adoración por el fútbol, o las cortesanas de la farándula, en
la música amanerada y de mal gusto que se escucha. Y nos diferenciamos en cosas
profundas que en este momento ni conviene mencionar. Luego de 30 años, repito,
aún no me he adaptado a esta otra idiosincrasia. La mayor parte del tiempo vivo
como en un sarcófago.
¿Por qué decís que los uruguayos
"creemos" conocer a los argentinos?
Porque uno siempre tiende a la
superficialidad. Lo esencial siempre está oculto. Y la desinformación es lo que
abunda. Un uruguayo podría creer que viendo los teleteatros o leyendo las
revistas del corazón que llenan los kioskos de Montevideo conocería la
idiosincrasia de otro pueblo. El pueblo paraguayo o boliviano, o el que fuera.
No es así. Además del hecho de que, en general, la gente mira, pero no observa
ni analiza. No basta con pensar que la contigüidad de los países sea un argumento
para una amistad auténtica (las guerras más atroces han ocurrido entre
hermanos). No, yo pienso que todos estos países podrían a llegar, por
nimiedades, como un campeonato de fútbol, a trenzarse en una guerra fratricida,
si sus gobernantes lo quisieran. Y podría ocurrir aprovechando la rivalidad
futbolística, en un contexto de tal demencia mundial por las pelotas. Además de
las cargas históricas, de creer que uno es dueño del otro por tal o cual cosa
ocurrida hace 200 años, y temas de este calibre, que siempre están presentes en
la mente de gente de mucho poder e influencia, que es la que pesa en
definitiva.
"No existe la crítica
literaria"
¿Qué significó para ti vincularte con
el círculo argentino de c.f. y la obtención de los premios Más Allá?
Cuando volvió el sistema democrático
acá, en 1983, hubo un pequeño renacimiento y esperanza en general, y eso llevó
a que también se agruparan los amantes de la c.f.. Yo tuve la suerte de
conocer, un poco por el ajedrez también, al escritor vel Hartman, y me convidó
a reunirme con otros escritores. Bueno, después esas reuniones aumentaron y se
publicaron un montón de revistas, y mucha gente escribía y publicaba sus
cuentos. Pero muy pronto empezó la conspiración, la inflación, siguieron
tremendas devaluaciones, la quiebra económica periódica y crónica, en fin. Y
todo se volvió a terminar. Ahora, sobre algunos premios no cabría decirte
mucho. Todas estas cosas, en todos los países, si no son vistas, apreciadas y
apoyadas por la cultura general y estable del país, caen en saco roto. Máxime
cuando todo lo domina el mercado, y el mercado vende lo que ya está impuesto.
Sobreviven las imágenes, los nombres hechos, en general del pasado; lo demás
muere de inanición. No existe la crítica literaria. Existen profesores cuyo
propósito es ganarse viajes a Europa, y unos euros, armando refritos de
refritos de los mismos escritores de siempre. (Tengo algunos amigos que juegan
a ser grandes literatos viviendo vergonzosamente de esas limosnas.) Ése es el
sistema que nuestros países han elegido para su cultura. Al no fructificar los
premios y los méritos en algo concreto, digamos, por lo menos, la publicación
de lo que uno escribe, todo lo demás es la muerte de la voluntad del escritor,
o pintor, o el creador que sea. Es la naturaleza de estas cosas literarias y
artísticas en países ratonescos, que no defienden a sus valores. Defienden a
los valores extranjeros, o los mercachifles ordeñan a los nombres
"consagrados", por llamarlos así.
"La literatura canónica está
atrasada casi setenta años"
Se ha dicho que tenés influencias de
Arlt, Onetti, etc. Pero me gustaría saber qué influencias reconocés vos.
Me gustan esos autores, pero en seguida
me libré de unas influencias superficiales que percibí después de editar El
Hombre Olvidado. Arlt está un poco lejos, aunque es muy interesante y
generoso con el tiempo del lector, y Onetti es excesivamente denso y anticuado
en su estilo, para mi gusto. Hace tiempo que me parece mejor un estilo más
práctico, adecuado al presente y al futuro, un estilo que viene de Chejov, Mark
Twain, Bierce. Actualmente leo con mucho gusto a Bukowski, por ejemplo. Pero,
si esto fuera posible, y no creo que lo sea dada la suerte, me gustaría seguir
un camino que abrieron Swift, Poe, Bierce, Celine, Kafka, Ballard, Quiroga,
Felisberto Hernández.
Tu obra de ciencia ficción es más que
nada una extrapolación crítica de la sociedad actual. No tan vinculada a la
tradición anglosajona de c.f., más preocupada del impacto de los cambios
científicos en la sociedad, cuando no de la mera aventura. Sin embargo, me
gustaría saber si lees o leías a autores extranjeros de c.f.
Bueno, el asunto es que la ciencia
ficción no es un descubrimiento del siglo XX. Por ejemplo, ¿Swift es o no un
autor de c.f.? Parece que sí, o algún cuento de Bierce, de Poe, y no hablemos
de Julio Verne o a Wells. Creo entender que te referís a la literatura que
floreció a partir de Hugo Gernsback. Y ahí sí la respuesta es no. No conocí
hasta 1984 a Ballard, a Dick, a Bradbury, etc. Hay que observar, con este tipo
de acontecimientos, lo difícil que es ampliar (no ya cambiar) la visión de
cierta parte de la cultura de los países. La literatura canónica, digamos así,
está atrasada casi setenta años, respecto a las joyas literarias que ha dado
ese género fantástico que los norteamericanos llamaron c.f., pero que, para mí,
lo engloba todo, aparte de la literatura realista convencional. No me importan
los cambios tecnológicos para nada, además salvo las cuestiones de la medicina,
lo demás no veo que mejore el corazón de nadie y por lo tanto la forma en que
vivimos. Y si esto no se modifica, nada más importará.
La Pintura y la Búsqueda de la Belleza
¿Qué encontraste en la pintura?
A mí siempre me gustó la pintura, e
incluso durante años, de noche, fui a la Escuela Nacional de Bellas Artes, que
estaba, en los sesenta, en Pocitos, y que después, creo, la dictadura clausuró.
Tuve muchos amigos pintores, y trabajé durante años con el pintor Washington
Ledesma, que vive ahora en EE.UU. Pero, no sé por qué, nunca tomé a la pintura
como una posible actividad seria. Eso fue entonces. Ahora hace unos años que
pinto, con una visión más completa gracias a tantos años de ver de todo en
arte. Además, dejé de escribir, de estudiar y jugar al ajedrez. Pero he seguido
con la costumbre de no detenerme nunca, habiendo tanta cosa para aprender y
hacer. Lamentablemente, el arte de la pintura fue totalmente destruido, tal vez
a principios del siglo XX, porque lo clásico y bello era considerado posesión
absoluta de la burguesía a la que había que destruir. Y entonces la pintura se
enganchó con la locura autodestructiva del siglo. Quiero decir que siempre
tengo hasta miedo de decir que pinto cuadros, porque pintar puede significar
hacer cualquier cosa, o no hacer nada. El "pintor" ruso Malevich fue
el primer individuo que fue al extremo. Pintó una tela totalmente de blanco.
Después, un americano, si no me equivoco, un tal Reinhardt, pintó otro cuadro,
pero todo negro. Desde entonces, teniendo dinero para comprar la imagen, la
fama, la trayectoria, o como quiera llamársele, cualquier cosa es arte. Lo que
importa es solamente el dinero que uno tenga para comprarse la imagen, la fama,
etc. Y hay cantidad de tipos que se las dan de críticos de arte, con muy buenos
contactos, que venden obras maestras de la retórica y el gran arte de escribir
hojas y hojas sin decir absolutamente nada, elevando a absolutos impostores a
pedestales de grandes artistas. Y es todo un fabuloso negocio en combinación
con los marchantes de turno. En fin, a pesar de todo, en los colores y las
formas siempre se encuentra la belleza en forma pura, incontaminada de lo
humano, casi. Con la literatura no puedes saltear lo humano, pero con la
pintura sí, y puedes dedicarte solamente a la belleza. Por suerte todavía es
posible apreciar y producir alguna belleza, en último caso para una pared
propia.
"La Exposición de la Maldad es el
Fundamento de toda buena Literatura"
¿Realmente tenés tan poca fe en el ser
humano como podría desprenderse de la lectura de tu obra? ¿O es más que nada
una advertencia y una forma de exponer la maldad para condenarla?
Como me considero un sobreviviente,
gracias al estoicismo, no puedo a esta altura esperar nada que no pueda comprar
a un precio altísimo. Más que nunca, sé que todas estas cosas del arte, sobre
todo la difusión de nuestra obra, es una cuestión de dinero y de influencias,
de amigos obradores y poderosos. Y si no los tenés, no podés esperar absolutamente
nada de los humanos. Eso por un lado. Por el otro lado, no podría escribir algo
como advertencia, porque no hay cosa más inútil que un buen consejo. Pero sí
pienso en la validez absoluta de la exposición de la maldad, por medios
indirectos, alusivos, y artísticos. No sé si para condenarla, porque está por
encima de todo, y se enseñorea en el mundo más que nunca. Es más, opino que la
exposición de la maldad es el fundamento de toda buena literatura.
"El Sistema es el nutriente de los
Corazones de los Hombres"
¿Es posible la felicidad? ¿Qué fue para
vos, o qué es, o cómo podría ser?
Casi no conozco a la felicidad, me
parece, porque cuando la tuve, de joven, fue demasiado breve y retaceada. Pero
creo que es posible ser feliz, y mucho, mucho tiempo, si tienes salud y
bastante dinero. Por eso es que el dinero es el rey del mundo para cualquiera.
Claro que hay distintos tipos de felicidad, de acuerdo al que la experimenta.
Un atorrante, por ejemplo, se conformaría con una mesa llena de carne y vino, o
con un poco de circo, que hoy por hoy, digamos, sería un partido de fútbol.
Otro u otra se conformaría con andar velozmente en auto. La mayoría, incluido
yo, se conforman muy bien con el acto sexual, por ejemplo (¿quién puede escapar
así nomás al imperio glandular?). Después, pienso, están las edades de la vida,
y la salud. Cuando mayor sea uno es más difícil ser feliz. Y cuanto más sepas y
más cultura tengas más difícil aún. Hasta que al fin la única felicidad podría
ser la paz, el silencio, la oscuridad. O, digamos, la muerte. Pero he notado,
además, que la felicidad es en todo efímera, y se da en pequeños sorbos, y que
siempre vuelve al problema del dinero. Salvo que uno sea un yogui, o un asceta,
o esa clase de persona que no abunda en occidente. Y como veo que tu pregunta
busca la práctica, pienso que se puede ser feliz no deseando mucho. Como me
considero un modesto budista nihilista (lo que no es contradictorio), estoy
seguro de que cuando menos se desee más alejado de las ilusiones puede estar
uno. Aunque es verdad que esto no es para todos. Y si no lo es, hay que
resignarse a ser casi feliz con pequeñas cosas, y de a tramos. En mi caso, en
estos días, soy casi todo el tiempo un infeliz (lo que alegrará a algunos).
Pero puedo ser casi feliz durante unas horas, un domingo, cuando no trabajo y
puedo recostarme a leer un buen libro, o algo que me interese. O cuando tengo
unas horas para mí, por semana, y si logro suspender el pensamiento de que
tengo que seguir guerreando el lunes con mil problemas para ganarme la vida.
También puede uno ser feliz durante un acto sexual (lo cual es una vulgaridad,
pero común al mundo entero, o casi). Pero, si la persona fuera adinerada, y
hacendosa, puede ser muy muy feliz haciendo obras, o mil cosas productivas y
enriquecedoras; puede evitar muchísimos conflictos familiares o con la mujer,
librarse de todas las presiones del mundo real, como impuestos a pagar, gastos
que hacer, etc. Este es el motivo que todos los artistas queramos vender
nuestras obras y tener dinero, porque te da la libertad para la obra, que se
nutre del ocio y la despreocupación. De todas maneras, también para resumirlo,
es muy compleja la felicidad y tan particular como seres vivos haya con cierta
conciencia. Hay que considerar también lo que sostenía Freud. Más o menos que
el hombre está hecho para el displacer y que lucha constantemente para obtener
lo contrario. Lo cual es difícil, si el ser no tiene a quien sacrificar para
ello, o lo que roba y mata es de poca monta o es inexistente. El sistema de nuestra
vida es así. No es lo mismo la felicidad si trabajas para vivir, que si cien
personas trabajan para tu felicidad. Justamente es como la ley de la selva. El
Capitalismo tiene esa esencia. Y no hay que tratar al sistema con desprecio o
ironía, porque es algo superior, es la médula del mundo conocido, el nutriente
de los corazones de los hombres. De ahí que Jesucristo o Buda niegan la vida
que conocemos, y la búsqueda de "felicidad" común, o la felicidad
material. En fin, es un tema para algunos libros.
"El Mundo es Infernal por
Naturaleza"
En algunos de tus cuentos, se advierte
que leíste libros sobre ocultismo. En algún momento creíste en lo que
planteaban o sólo los utilizaste como material para tus ficciones.
Empecé leyendo, con unos 14 años,
digamos, o antes, los libros de Krishnamurti. (Mis abuelos tenían bibliotecas
surtidas.) Me gustaban esos libros, pero no sé si entendía mucho, poco o nada,
visto el asunto desde acá. Pero este pensador era un poco vago en el momento de
llevar sus consejos a la realidad. Igualmente siempre me fascinó lo misterioso,
y lo que está detrás de la realidad, y leí de todo detrás de los misterios. Y
usé todo lo que pude en algún cuento. Por otro lado, toda esa religiosidad,
como las promesas políticas, los ovnis, y los mismos dioses, todo eso no sirve
para nada si no va acompañado con pruebas y hechos. Y las pruebas y los hechos
jamás han aparecido. Bertrand Russell dijo que una taza podía perfectamente
orbitar Marte, sin cambiar para nada nuestras vidas, y sin que fuera discutible
su existencia. Y el problema es cómo cambiar el mundo efectivamente,
imposibilidad que te deja, además, totalmente agnóstico.
En alguien que ha hecho de la ironía y
el escepticismo un estilo, cuesta pensar que tenga una visión idílica del más
allá. ¿Cómo te imaginás la muerte y después...?
Imaginar, es lo único que podemos hacer
sobre este asunto de la muerte. Pero imagino que hay dos posibilidades. Que no
haya nada. O que sea verdadera la teoría de la reencarnación. Hay algunos hechos
rarísimos que sólo se explican por la reencarnación. De todas maneras, también
en esto soy agnóstico. Da lo mismo cualquier cosa, desde el momento que se nos
niega como animales humanos el más mínimo indicio de la verdad sobre el tema.
Nacemos y morimos cegados. Opino que lo único lícito es hacer de cuenta,
ilusionarse o engañarse, con el pensamiento de que "algo" superior a
esta vida pueda existir, y que, por lo tanto, la toma de posición, o la
elección de un estilo o una ética de vida, es lo mejor que se puede hacer. Mi
elección ha sido esta. Que haya o no haya nada después me importa un rábano,
porque el mundo es infernal por naturaleza, y su cese tiene que ser por fuerza
moralmente mejor. Al fin, irse del infierno no puede ser tan malo, y más si nos
van a echar inexorablemente a todos.
"La buena literatura siempre gira
alrededor del dolor"
Un amigo que tenemos en común,
Pestarini, me repitió algo que tú le dijiste, que en literatura sólo te
interesaba lo que fuese "sórdido". Me gustaría que ampliaras un poco
más ese concepto.
Creo que Sartre dijo que la literatura
no se hace con buenas intenciones, y eso requiere cierta interpretación no muy
fácil. No sé si "sórdido" sería la palabra, porque es un concepto
limitado. Más bien parece ser que la buena literatura siempre gira alrededor
del dolor, del sufrimiento, del error, de las dudas, del llamado pecado, del
temor, de la muerte, de la tragedia, de los horrorosos dramas de cama, y demás
temas de esta índole. Por eso es aconsejable no escribir sandeces. Quiero decir
con esto que me parece que la esencia de la vida podría ser sórdida. Es sórdido
el egoísmo, el dinero, la vanidad, los placeres estúpidos, el trabajo
explotado, las guerras y torturas, las mentiras, etc., es decir, el motor de la
vida en la tierra. De otra cosa no sería interesante escribir para mí.
¿Podría ser esta sordidez un rasgo de
estilo de los escritores del Río de la Plata, como Lautréamont, Arlt,
Onetti...?
Creo que es contingente el hecho de que
en el Río de la Plata surgieran tan importantes escritores. Ocurrió en una
época, y probablemente no ocurra nuevamente jamás. Tenemos la suerte de ser de
acá, y no de otro país que a lo peor no produjo nada cultural, y estos países
son muchos. Por otro lado, si son buenos los escritores, son sórdidos (aunque
uno puede ser sórdido y no ser bueno), aunque yo no esté, repito, de acuerdo
con esta palabra limitada para describir el fenómeno. Fijate que todos los
grandes escritores son "sórdidos". Digamos, Dostoievsky, Tolstoy, Balzac,
Kafka, Celine, Swift, Flaubert, Shakespeare, Shopenhauer, Moliere, etc. Lo que
nos llevaría a pensar que la esencia es la misma en los buenos, o grandes
escritores. Hay algunos escritores, como Borges, que serían nada sórdidos, pues
hay excepciones. Otros escritores le temen mucho a la política y tratan de
escribir sin mancharse los puños. Por otro lado, como en español hubo tres
centros editoriales muy importantes, que fueron México, Argentina y sobre todo
España, podríamos pensar que fue por eso, por ser un centro cultural
importante. Pero no lo creo. Porque ni México ni España, en esas décadas del
siglo XX, dieron mucho para recordar.
"El Inconsciente da los mejores
frutos en materia de Arte"
Cuando escribís siento que jugás con el
lado oscuro, y te ponés una y otra vez el traje de "malvado", ¿a qué
conduce eso?
No, eso es una impostura, o una técnica
(palabra presuntuosa pero útil) para hacer más creíble lo que se cuenta. La
primera persona produce esa sensación, y muchos autores sólo lo hacían así. La
tercera persona presenta otras ventajas, y alguna desventaja. Dick, por
ejemplo, siempre usaba la tercera persona. Es raro, pero ocurre a veces que
determinadas cuestiones sólo se pueden narrar en tercera persona, por ejemplo.
La primera persona tiene la contra de que puede hacer creer, aun
subconscientemente, a algunos lectores, de que el autor tiene algo de esa
persona parlante. Pero no siempre hay que tomarlo así. Aprecio mucho la opinión
rigurosa de Flaubert: por lo menos conscientemente, no hay que poner nada de
uno en lo que se narra. Esto parece un contrasentido, pero hay que saber
manejar este asunto y así las cosas salen mejor, si uno es minucioso cuando
escribe. De todas maneras, nadie puede escapar a la fuerza del inconsciente, y
en verdad, siempre deberíamos escribir con la ayuda de esta potencia fenomenal
contenida en las profundidades desconocidas de nuestro ser. El inconsciente da
los mejores frutos en materia de arte, y no la cosa muy elaborada o calculada,
que pierde el atractivo de lo espontáneo, de lo natural, y el aspecto de fácil
que tiene lo difícil.
En muchos de tus relatos el sexo cobra
un papel muy importante. ¿Qué importancia le das al sexo en el andamiaje de la
sociedad?
Opino que todo el mundo sabe más
profundamente, desde Freud, Adler, y otros, que esto es lo fundamental, junto a
la voluntad de ser en vanidad, y de tener poder y cosas materiales. Supongo que
el sexo es la parte de la animalidad, del instinto más fuerte en la naturaleza,
por razones obvias, y todo lo otro es más de naturaleza mental. Podemos
imaginar a un conejo muy copulador, pero no a un conejo muy vanidoso, o muy
corredor detrás del dinero, o el poder, por ejemplo. Para contestar
precisamente a tu pregunta sería bueno ver al humano como a un gran conejo
cegato que corre atrás de cualquier vagina todo el tiempo; y cree que es un
fenómeno, o sea: tonto egoísta y orgulloso de serlo. Y para resumir, esas tres
o cuatro cosas bastante estúpidas, y con sospechoso hedor a perversidad, son
las que motivan y han motivado al hombre desde siempre. Ha hecho la humanidad
igualmente grandes obras, todas de arte, y es lo único que la justifica. Para
mí, las grandes obras son todas a su pesar, porque siempre buscó otra cosa, o
sea, en singular, ser el conejo más copulador y egoísta imaginable. Así es de
importante la vagina, cosa, por lo demás, que avergüenza mencionar por lo
obvia.
¿Qué es para vos la literatura, una
espada, un espejo, una lámpara...?
Una espada que, a veces, le estropea el
disfraz a la perversidad.
En varios de tus relatos los
protagonistas son artistas. Me gustaría repasar algunos conceptos que viertes
allí, para ver en qué medida te haces eco de los mismos. Es decir, si podemos,
a partir de esas ficciones, rescatar aquellos elementos que también forman
parte de tu manera de enfocar lo artístico.
Muchas veces he escrito sobre esa clase
de personas porque son las más ricas espiritualmente, y también en lo
intelectual y en lo sensible. Igualmente, he escrito sobre la otra parte de las
personas, el vulgo o la generalidad, que no observa nada, ni siente nada salvo
su egoísmo, su vanidad, etc. La persona culta y sensible es infinitamente más
rica en sensaciones y por lo tanto ofrece mucho más a un escritor, sobre todo
si se escribe más bien desde adentro, o más del punto de vista de la primera
persona.
"La Literatura es la Historia
Verdadera de la Humanidad"
En el relato Ogendinrof, se puede leer
"parece que escribir es una manera de desencadenarse, a veces vengarse
sutil y secretamente". ¿Así lo pensás vos? Y en ese caso, ¿de quién te
vengás?
El escribir es muchas veces darse voz,
en verdad, cuando no se tiene posibilidades de voz. No me gusta la palabra
"denuncia", pero la mejor literatura historia situaciones, y como son
situaciones sobresalientes, en general excepcionales o dolorosas, graves, etc.,
que siempre van a quedar en la nada, bueno, entonces el que escribe tiene casi
el deber de rescatarlas del olvido. He pensado siempre que la literatura es la
historia verdadera de la humanidad, porque cuenta las cosas desde adentro,
desde donde importa, desde lo práctico para la vida sensible. La otra Historia,
la de los hechos ocurridos y sus interpretaciones, no es más que una fusión de
hechos fríos, muertos, a los que se puede ver desde distintos ángulos y decir
lo que se quiere por conveniencias políticas, nacionales, etc., cosa que
sabemos de sobra. Pero la literatura es de otra materia, es verdadera,
paradójicamente, aunque sea ficción. Acerca de la venganza, eso quizá se
refiera al hecho de que la Justicia es una venganza también, pero efectiva. La
literatura, en cambio, es pasiva y, repito, más historiadora de otra manera
porque denuncia y juzga o no, simplemente narrando algo que supuestamente
ocurrió, y conlleva una verdad implícita. Y eso tiene que enriquecer
tremendamente la memoria y el caudal cultural de una sociedad que ha superado
en cierto grado el estado animal.
"Siempre me identifico con mis
protagonistas perdedores"
En "Los labios de la
Felicidad" tenemos a un artista incomprendido, que incluso hasta a veces
duda del valor de su obra, y finalmente deja de cuestionarse el valor del arte
y de la vida y se sumerge en la nada absoluta. Recién ahí, en esa negación,
encuentra la felicidad. En que medida te podés sentir identificado con el
protagonista.
Siempre me siento identificado no sólo
con "mis" protagonistas tan perdedores, sino con todos los perdedores
de la literatura, o del mundo que percibimos. Pero el cuento es una alegoría,
acerca de la muerte anticipada, que es algo que no está tratado ni en
literatura ni en ningún lado. La muerte anticipada es algo que se puede elegir
o sufrir. La mayoría absoluta lo sufre. Cree que vive, cuando en verdad está
muerta, como está muerto un animal que nace y crece exclusivamente para ser
devorado por otro más poderoso en determinado momento. Es lo que ocurre con los
trabajadores verdaderos de todo el mundo que conocemos (no de los vagos que
siempre se las rebuscan para zafar y que otro vaya al frente). Son muertos con
una ilusión, la zanahoria, que es el símbolo de sus deseos carnales que
satisfagan el egoísmo que le exige la misma naturaleza. Pero en realidad son
individuos, que, si bien construyen todo lo material que existe, no disfrutan
de su esfuerzo. Su vida verdadera tiene la finalidad de servir para que
"otro" sea el que lo goce a través de toda la historia conocida. Por
eso los grandes maestros espirituales propugnan la muerte en vida como
elección. Sería la forma más sabia de rechazar de plano el Infierno en el que
siempre ha vivido la mayoría de la humanidad. Por ejemplo: Jesucristo lo
expresó con la sencilla frase: Yo no soy de este mundo, y por ejemplo: El que
lo pierda lo ganará. Y, por lo tanto, esa entrega a Cristo que piden algunos
religiosos significa justamente "abandonar" lo infernal de la vida. Y
un maestro tan maravilloso como Buda lo expuso en sus llamadas "4 nobles
verdades", o algo así. Pero volviendo al cuento, bueno, si bien no se
menciona para nada esto de las religiones, o filosofías (cosa que haría
fracasar de plano al cuento), trata indirectamente sobre esta encrucijada de
una persona enferma de sensibilidad que está pasando a cierto estado de locura,
al no poder manejar lo que siente y que quiere a través de una cosa
comunicársela a otros.
En "Percepciones extrañas" es
quizá donde hay un corpus de ideas más explícito. Los "sopladores"
son un paradigma del artista así como los "globos" lo son de la obra
de arte. Por ejemplo, allí leemos: "Los sopladores eran vidas oscuras,
lastimeras, mezcladas con el alcohol". ¿Es mejor que un escritor haya
tenido una vida sacrificada o incluso dolorosa, eso puede favorecerlo como
artista? ¿Es eso imprescindible? ¿Tiene que haber dolor para que haya arte?
No, lo mejor o lo deseable es una vida
lo más cómoda posible, en un mundo infernal totalmente comprobable. Muy pocos
artistas logran las dos cosas, romper la infelicidad y hacer arte verdadero.
Muchísimos artistas logran la mentira, es decir, pasar por tales con obras
falsas, que, gracias a la ignorancia de la verdadera lectura, pasan por ser
individuos geniales, monstruos sagrados, elefantes blancos y esas cosas que
dicen los adulones. Con la consiguiente bolsa bien provista. Pero esto es
totalmente contingente. Porque además el mundo siempre estuvo locamente
dominado por el azar, que es el juego de lo perverso, y que automáticamente
produce una injusticia y sinrazón cósmicas. Esto impacta especialmente en el
resto inmenso de artistas que se mueren sin recibir ni una migaja de la
hiperopulenta mesa de los privilegiados. Y esta es la fuente de los grandes
sufrimientos para sensibilidades altamente desarrolladas, como la de los
artistas verdaderos. En Rusia hubo dos casos más que notorios. El de Tolstoy,
nacido conde y millonario, y el de Dostoyevsky, cuya vida tuvo padecimientos
terribles por la pobreza. Los dos son fenómenos que no se darán más. Y se puede
percibir que la contigencia de esas vidas no afectaron sus calidades
artísticas. De todas maneras, aquellas eran otras épocas. Existe, igualmente,
la impresión de que una vida desgraciada es más rica en experiencias que puedan
ser traducidas luego en arte. Tal vez esos sentimientos sean más potentes, y
así puedan ser mejor expresados. Pero, en mi opinión, es tal la influencia del
azar en la vida, que ni siquiera estos aspectos escapan a su escandaloso
capricho y a las infinitas injusticias de produce. Resumiendo, como la
literatura está apegada totalmente a los dramas humanos, el escritor que ha
sufrido mucho, por lo que sea, tiene más posibilidades y experiencias para
expresarse y complementarse de acuerdo a la naturaleza de su arte. De todas
maneras, una destacada sensibilidad siempre será necesaria, más allá de la vida
llevada o de las pedradas recibidas.
"El Maravilloso Estado de
Soledad"
¿Alguna vez sentiste que te recostabas
en la tristeza o en el dolor para escribir?
No existe otro motivo en mi caso.
Además, mentalmente, y lo repito, creo que todo lo grande y que uno quisiera
imitar, o que admira en arte, está fundado en eso, aun en el caso de artistas
tan forrados de dinero como Tolstoy, Miguel Angel, y tantos otros. Lo que
cuenta es la sensibilidad, la capacidad para ponerse en el lugar del otro (he
oído que a veces le dicen empatía, creo), o el instinto para captar lo que es
artístico de lo que no lo es.
¿Qué significa para vos la soledad?
Es el estado en el que uno es realmente
uno. Considero, sin ser médico, que una persona que no puede estar sola, es una
persona enferma. Uno nace solo, y muere solo. Siempre en lo espiritual uno está
solo. Pero más allá de lo que pudiera expresar sobre esto, vale el hecho de que
a la muerte hay que enfrentarla solo, y a una obra de arte también, y a la
percepción de cualquier cosa profunda también, etc. Además, al maravilloso
estado de soledad, yo le agregaría, hoy por hoy, el maravilloso estado del
silencio. Un manicomio siempre será más soportable en soledad y en silencio; y
si no hubiera manicomios también la soledad sería fortalecedora.
"A un Escritor Verdadero tiene que
agrandársele la Cabeza"
Los "globos de Slater"
conmueven a la gente porque parecen tener vida propia. Quiroga, en su decálogo
del perfecto cuentista, tenía sus ideas acerca de cómo conseguir la
"vida" en un cuento. Para vos, ¿qué debe hacer el escritor para
conseguir esa "vida"?
Si alguien pudiera enseñar como dar esa
vida, se acabaría el arte y la literatura, porque la comprarían los
"gordos", es decir los ricachos (está casi demás decir, que a los
ricos les encanta "pasar" por grandes cosas que no son. Aunque Scott
Fitzgerald sostenía que eran grandes cosas). El decálogo de Quiroga es muy
útil, pero demasiado resumido para tratar un asunto tan complejo. De todas
maneras, hay opiniones diversas, como siempre. Faulkner, por ejemplo, ni
hablaba del tema, como tantos y tantos artistas que creen que se nace y no se
hace. Hay otros que creen en la técnica, quizá porque ellos mismos están
enamorados de la técnica, y anteponen este amor por el amor al arte. Dalí dijo
algo así cierta vez sobre el pintor Mondrian: "Esa arquitectura es
formidable, maravillosa, impresionante, con su precisión, su concepción, su
prolijidad, sus colores, etc. Pero me pregunto: ¿dónde está la obra?"
Modestamente, en mi opinión, a pesar del azar en la naturaleza, por suerte se
puede abonar la tierra donde nace esa "vida", o esas líneas virtuosas
con verdadero talento. Eso requiere, ante todo, un trabajo interno personal. Un
chequeo sincero para ver qué tipo de personalidad y de apetito tenemos como
seres sensibles que se desarrollan en un mundo más que complicado y casual. Y
se requieren decisiones radicales. Porque es dificilísimo observarse a uno
mismo, y tomar una decisión honesta. Por ejemplo: no tengo talento, pero quiero
ser escritor. Entonces, ¿qué hago? ¿Voy por la vulgar impostura sucia, o me
decido por la honestidad y no escribo más? Otro caso: tengo talento, lo he
demostrado limpiamente, pero todo me rechaza (la mala suerte o casi siempre la
envidia de mis contemporáneos). ¿Qué hago? Sigo insistiendo, o me corrompo y
voy por la sucia. ¿O dejo de escribir porque no puedo corromperme? Bueno, estos
serían los primeros dilemas. Después habría que entendérselas con la técnica,
que sería lo más fácil. También habría que considerar el volumen de
sentimientos y de sensibilidad propios, cosa difícil de mensurar. Y, quizá lo
más importante, la imaginación. Para Bierce, por ejemplo, lo que había que
tener era imaginación, imaginación e imaginación. Yo incluiría, para cerrar un
tema demasiado extenso para tratarlo acá, el asunto de la atención perceptiva
sobre lo que nos rodea. La capacidad para captar lo máximo. O sea, la capacidad
para observar y asimilar, comparar y evaluar a la vez todo, todo lo que nos
rodea. (Entre tantos otras cosas, al principio leerse todo lo de Sherlock
Holmes.) A un escritor verdadero tiene que agrandársele la cabeza. Tiene que
tener una mirada de águila para todo. Percibir todo en el comportamiento de su
materia prima, que son los demás, los otros. En fin, después viene la cultura,
el conocimiento de muchísimos autores. Y finalmente, si uno es un genio, tipo
Lautreamont, quizá no necesite nada porque lo azaroso lo favorece ampliamente,
y chau. Es decir, y permitime está brutalidad, va al baño, lo hace, y levanta
oro. Tan complejo así, y mucho más, es el problema del talento, o sea la
capacidad de dar esa "vida" que mencionaba Quiroga.
"El único certificador serio es el
Tiempo"
El viejo soplador de "Percepciones
extrañas" sabe cuáles globos valen y cuáles no. ¿Vos sabes? O por lo
menos, ¿qué idea tenés sobre eso?
Roberto Arlt afirmaba que leía una
página de un individuo y ya sabía que tipo de escritor podría ser, o no ser.
Onetti, también sugería tener la percepción de Arlt. Creo, además, que es una
percepción que tienen muchos buenos lectores, sobre todo viejos, y además, como
en la vida, un buen ojo observa en seguida las tendencias del candidato. Son
cosas parelelas, el conocimiento humano y el conocimiento literario. (Aunque
eso, al margen, no importa mucho, porque para la sociedad y el mundo, y creo
que siempre fue así, lo que más valió fue la categoría del padrino del autor de
la página.) Aparte de esto, está el tema del desarrollo feliz de un artista, de
su destino, o su fracaso en la realización, por más talento que tenga y más se
espere de él. Uno puede hacer algo que vale (es más, casi todos los escritores
que conozco creen que valen bastante, reconocidos o no), pero que eso sea
valorado depende de los otros. Pero solamente hay un certificador serio en todo
el mundo, y es el tiempo. Y así mismo la mala suerte puede burlar al
certificador y al tiempo juntos (el genial pintor Caravaggio, por ejemplo, estuvo
varias centurias sin ser reconocido pero por nadie).
Dice el viejo soplador, siempre en
"Percepciones extrañas", qué los globos ya vienen con un tamaño
determinado. Ahora bien: ¿Es esto válido para los cuentos y las novelas? ¿Estás
de acuerdo con esa teoría que dice que al escritor es como si alguien le
dictara algo que ya está escrito?
No, porque no se puede generalizar en
este punto para llegar a la verdad. Algunas personas lo reciben del
inconsciente, supongamos, como si alguien se lo dictara, y otros lo reciben del
inconsciente y otras influencias más diversas e indefinibles, todo
entremezclado. Esto también depende del azar, de la suerte, de mandatos locos
que existen y que nunca logramos dominar, y que, además, casi siempre ni
sospechamos que pesan tanto. Y además está la posibilidad de un escritor que no
tenga talento, pero que lo compense ampliamente con una gran técnica y cultura,
y un gran trabajo de planeamiento y estructuración de la obra. Este caso es muy
común. Es más, hay quienes creen que este es el verdadero arte, un trabajo
absolutamente mental y nada subterráneo. Son simples teorías y preferencias. Lo
difícil es hacerlo bien, sin teorías ni prejuicios.
Un globo pequeño y de una belleza más
sutil suele ser mejor que uno bien grande y llamativo. He notado precisamente
que entre el primer y el segundo libro de cuentos abandonás la violencia cruda
por una mucho más sutil. La propia escritura, incluso, sugiere a veces más de
lo que dice. ¿Qué pasó después? En los cuentos tuyos que todavía están
inéditos, ¿por cuál de los dos caminos transitaste con más insistencia?
Ocurre que no se calculan bien estas
cosas. Uno actúa como mejor cree poder actuar a determinada edad. Al poco
tiempo ya se es otra persona y lo que se produce, si bien puede tener lo que se
llama sello propio, es algo distinto. Salvo que uno sea alguien que no tiene
mucho que dar y termina copiándose a sí mismo. Tragedia que le pasa a la
mayoría absoluta de los que hacen cosas interesantes. Así que, pensándolo bien,
me siento favorecido porque me ha ocurrido lo que no le ocurre a casi nadie.
Nunca releo, prácticamente, lo que ya se editó. Cuando lo he hecho, en otro
tiempo, ya estoy pensando algo distinto sobre el estilo y quizá en el cómo hay
que escribir, y en el cómo habría que desarrollar el tema o al personaje, etc.
Así que prefiero dejarlo todo como está, porque en definitiva nunca pude ser un
profesional con libertad para mejorar infinitamente un cuento (como hacen otros
y tal vez sería lo deseable). Y por supuesto, es porque no tengo la menor gana
de hacerlo, y mucho menos disposición tengo para pensar en lo que escribí, o
cómo debería escribir en el futuro o en el presente. Es más, me he olvidado de
todos los detalles de todos mis cuentos prácticamente. Si tuviera que responder
preguntas precisas, estaría en un problema con mi mala memoria. Por eso no
puedo contestar con precisión esta pregunta, salvo decirte que somos como un
río, que nunca es el mismo en ningún punto en momentos distintos.
La ausencia de referentes
En algunos de tus relatos se nota una
ausencia llamativa de referentes. Es decir, no se menciona ni fecha, ni lugar,
e inclusive voluntariamente se esconden datos que podrían ayudar a visualizar
con más precisión lo que se está contando. Parece entonces como si lo que te
interesa mostrar estuviese más allá de una anécdota específica, como si lo
importante fuera el ser humano "en abstracto". ¿Es así?
En mi primer libro usé y tal vez abusé
de muchos datos, aparentemente veraces, mezclados con hechos veraces, pero fue
por un asunto de técnica inconsciente y por ciertas influencias literarias no
del todo meditadas. Pero después, con el tiempo, fui hacia otro lado más
universal. Donde ya no importan las referencias, sino las circunstancias y los
trances, etc., que le ocurren a todo el mundo. Igualmente he huido espantado de
cualquier tipo de muleta de segunda mano con la cual trabajan tantos
prestigiosos y conocidos escritores. Porque si uno tiene cosas que expresar, no
necesita ninguna muleta, referencia, cita, caricia a cabecitas de niño, lugar
común, intersección de calles, y otras cosas tan comunes y simpáticas. Y
además, usar estas cosas para congraciarse con los malos lectores es algo de lo
más rastrero. Sí se puede concebir como "caza bobos" y efectiva
herramienta política vergonzante, pero no como literatura tolerable. Si es
necesario el dato hay que ponerlo, pero si es innecesario debe omitirse a rajatabla
(así dicen los libros).
"El Fin del Mundo es un acto
mínimo"
¿Qué tanto te importa el Hombre, el
destino de la humanidad? ¿Cómo visualizas el destino de la humanidad?
Acerca del destino de la Humanidad, o
la importancia del Hombre, bueno, solamente sé que puedo observar algo, muy
poco, y tratar de sufrir lo menos que pueda. El destino termina, por otro lado,
con la vida de uno, y entonces eso es el fin del mundo, un acto mínimo.
Horroroso, pero sencillo. Después, la Humanidad como ente no se aflige por
nadie con algo de respeto por la ética, y, en cambio, uno se aflige demasiado
todo el tiempo. Porque son tan infinitamente diminutas nuestras vidas y
nuestros tiempos de vida comparados con el Universo, que lo inconcebible es
creer que tenemos importancia, que vamos a cambiar algo en unos años, que vamos
a aprender magia, que vamos a hacer rascacielos, murales, forjar bronces, etc.,
que sobrevivan mucho tiempo, y eso sin considerar que más allá el sol va a
explotar y todo será vaporizado. Así que el destino va a seguir siendo una
copia del pasado con unas variantes gatopardistas. Los animales que piensan son
los únicos que tropiezan siempre con la misma piedra. Y quizá, quizá, si antes
la Humanidad se ha mostrado incapaz, pero totalmente incapaz de autodestruirse,
al fin, como tiene el cuero más duro de roer que las cucarachas, quizá huya,
puede ser que logre huir, más que diezmada, con el rabo entre las patas,
llevando sus taras hacia otros planetas habitables del Universo, cuando ya la
Tierra sea un estercolero inhabitable. Pero este, en todo caso, sería el más
benéfico final de película, siempre y cuando el planeta receptor esté
deshabitado, o contenga habitantes totalmente "sonados". Pero, ¿quién
lo sabe? Quizá se despierte alguien y salve a la Humanidad, y le de baja al
azar, a molestias como la enfermedad, la vejez y la muerte. En fin, el
optimismo es tan bien considerado.
(Revista Axxón / Buenos Aires)
(Revista Axxón / Buenos Aires)
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