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UNA ENTREVISTA A TARIK CARSON - EL ARTE Y EL INFERNAL MUNDO DE LOS HOMBRES


por Pablo Dobrinin

Nunca conocí a Tarik Carson personalmente. Toda mi comunicación con él ha sido a través de e-mails. Incluso la presente entrevista la hice mediante ese recurso. En 1989, el argentino Luis Pestarini, editor de la revista Cuásar, lo describía en estos términos: ..."tiene más aspecto de joyero refinado que de escritor. Tal vez esto sea efecto de sus años dedicados a la orfebrería. Prematuramente canoso, tiene modos delicados y hablar lento. Uno no se lo puede imaginar violentándose por alguna situación que escape a su dominio". Esta impresión no es muy distinta de la que me dio al observar la fotografía publicada en su segundo libro de relatos" El Corazón Reversible". Hay en ella lucidez, dignidad, y una cierta resignación. Esto no sería más que una curiosidad, si no fuera por el hecho de que en sus dichos y en sus libros él aparece así.

No le gustan las multitudes, y ama en cambio la soledad, porque ella le permite pensar y trabajar. Sin embargo, en el trato personal se muestra abierto al diálogo, y aún a las confidencias.

Una infancia azarosa

En algún momento decías, recordando a Freud, que la niñez es nuestra patria. ¿Qué te dejó la ciudad de Rivera en este sentido?

Tal vez me dejó el recuerdo de mi abuela, quien me crió y me envió a la escuela. También recuerdo que cuando tenía 14, fui a una laguna con un primo de mi edad y vi cómo se moría ahogado, sin que yo pudiera hacer nada. Recuerdo que todos los días a mediodía había un informativo radial en el que tocaban al principio y al final un himno norteamericano. Allí todos se sentían norteamericanos, desde luego, con calles de tierra. Debía haber un comunista cada 200 personas o más, y eran vistos como roedores malignos. Yo no sabía nada de política, pero me extrañaba el gran odio hacia esa gente. Me acuerdo igualmente que los niños eran terriblemente crueles y violentos. Los mirabas, en la calle, y te rompían la nariz. Los maestros le pegaban palizas terribles a los rebeldes, que, además, eran, es verdad, indomables. En fin... Sobre lo de Freud, bueno, no creo que sea así en mi caso. Según mi experiencia, la patria de uno es donde uno puede vivir con felicidad, donde tiene tiempo libre, ocio, e ignora un poco casi todo. Yo viví eso en Montevideo durante un tiempo joven, y como joven, ignoraba mucho, o casi todo. A pesar de lo cual, considero a la ciudad de Montevideo como mi patria. Mi peor error fue irme de Montevideo, porque ignoraba que ya no podría regresar.

¿Qué motivó que te fueras de Rivera a Montevideo?

Mi madre huyó a Montevideo de un matrimonio desde el principio destruido, y me llevó a estudiar y a ver si iniciábamos una vida algo mejor. O sea oportunidades". Vivimos al principio en una piecita, frente al Parque Central, cerca del Estadio Centenario, detrás del cual estaba el ISEF, donde estudié un tiempo hasta que tuve que trabajar, con 17, y abandonar los estudios de tiempo completo.

Los Crímenes Políticos

¿Cómo describirías el clima político de los años previos al golpe de estado? ¿En qué medida influyó en tus cuentos? ¿El descrédito de los políticos que se advierte en tus primeros cuentos, está en relación con el clima político de esos años?

Montevideo era una ciudad maravillosa, hasta que a algunos se le ocurrió que podía vencer a EEUU, en su terreno, y hacer que bajara el paraíso a la tierra, por medio de las armas y la violencia. Es decir, por actos de magia. Aunque, aún siendo joven y desprovisto de sabiduría, notaba mucho la corrupción política general, el acomodo, la corrupción, la hipocresía, el robo, etc. al estado. Siempre estuve en contacto con mucha gente, en los trabajos, y veía podredumbre por todos lados. De todas maneras, se vivía aún de la bonanza que habían traído las guerras en Europa, y la ausencia, en ese entonces, de los grandes negocios competitivos de los países de primera clase. Es decir, la situación era muchísimo mejor que la de hoy. Después, vinieron poco a poco los crímenes políticos, de ambos bandos, izquierdistas y reaccionarios, y empezó el miedo, y para ser corto, la ruina general que se tiene que pagar hoy con la miseria y corrupción devastadoras que vivimos... Pero esto no influyó en mis cuentos. Bueno, eso quiero creer. Es que siempre tuve esa tendencia temática. Creo que es algo inconsciente, que se trae quizá, no sé cómo, de otro lado. Lo que vale en literatura son los pormenores de la vida íntima, la experiencia directa de las interrelaciones humanas, lo que se siente casi en secreto, lo que uno percibe de los demás y de uno mismo, etc. O, de otra manera, lo que uno escribe depende de lo que uno "ve" y siente de los demás, de los grupos, de la gente, etc. De la cantidad de empatía de pueda tener. Esto es lo que influye y moldea la visión del escritor. Cosa que también depende de su posicionamiento económico en la vida, y esto es, para mi, fundamental. Yo desciendo de gente de trabajo, y eso siempre fue una senda segura hacia una vida muy cercana a un vía crucis al calvario.

"Todos los partidos están hechos del mismo barro"

¿Cómo te definirías políticamente?

Es imposible definirse, porque para mí lo principal es el estilo de vida de las personas. Al principio, siempre fui de izquierda, y siempre elegía el mal menor (a los que creía abusadores de privilegios menores), a mi modesto entender. Pero tras tanto golpe en las bandas, digamos, entendí que todos los partidos están hechos con el mismo barro. Una perogrullada que al parecer nadie ve, y sería tema de libros. Lo resumiría así, los mejores sistemas son los holandeses, suecos, belgas, dinamarqueses. Y no importan los partidos, o los conceptos izquierda, derecha, centro, etc. Lo que importa, más que nunca, son las efectividades, la liquidación de la corrupción y el acomodo, y un nuevo concepto de elección, por méritos y capacidades en absolutamente todos los rubros de un país. Y la educación fundamental para transformar a las bestias (nacemos así) en hombres. Pero no existen partidos que hagan nada bien en países ratones, países queseros. Puede haber un gran hombre arriba, pero después la limalla de hierro rodea al imán, como si este fuera gruyere, y lo terminan pudriendo todo.

Retirado de las Librerías

¿Por qué El Hombre Olvidado fue retirado de las librerías?

En un diario muy leído salió un pequeño escrito de un crítico, que se ocultó bajo un seudónimo, comentando que había salido ese libro, y que había un cuento (Por la Patria) que se escarnecía sobre los signos patrios, etc. Y sugería, por supuesto, que el autor debería ir preso. Eso fue durante la dictadura. Había un terror generalizado, todos los días a las 20 horas había cadena de radio, y daban listas de personas comunistas, que había que encarcelar por graves delitos, etc. Entonces, creo que el editor se asustó, como todo el mundo aterrorizado, y tal vez algunos libreros (si es que hojearon el libro), antes de verse en problemas, devolvieron el libro. Ocurrió que desaparecían muchas personas que uno conocía, y que uno pensaba que ya estaban muertos o torturados, y todo el mundo, como en los estudios de Freud, o los cuentos de Kafka, se sentía culpable de algo, de cualquier cosa, haber tenido un conocido comunista, o hasta por pensar en contra de lo que ocurría, por ejemplo, o guardar un libro peligroso, etc. Al fin, después recuperé un centenar de libros, que aún conservo.

"Sufrí dos brutos allanamientos"

¿En algún momento sufriste persecuciones políticas?

No directamente. Siempre las mejores amenazas son indirectas. Y eso debían aconsejar los asesores norteamericanos que organizaban el terror. Yo nunca estuve afiliado a nada, y creo que no estar en las listas de partidos de izquierda me salvó, incluso de que me quisieran aterrorizar directamente. Al principio, iban por la gente famosa, cuyos nombres sonaran mucho. Quizá después vendrían por los chicos. Es verdad que en 1975 intentamos hacer una revista de arte, con pintores, y poetas, todos conocidos. Iba a ser una revista estrictamente de letras y de plástica, etc., y se iba a llamar Palabra, creo, Era un proyecto importante en ese momento en que todo estaba congelado por el miedo. Y entonces alguien del ambiente delató a la policía que la revista iba a salir, y que en ella había nombres de comunistas. Detuvieron a uno del grupo (y nunca supimos a quién) y fue interrogado, y le sacaron todos los pormenores. Después se llevaron al que iba a ser el director responsable (el escritor Ariel Méndez), le mostraron todos los datos, para sugerirle que lo sabían "todo", y prohibieron a la revista antes de salir. En fin, era molesto hasta reunirse con dos o tres personas porque un vecino te podía denunciar y te caía un allanamiento y hasta te podían llevar por tener un libro de un comunista, o algo así. Así que ese era el tipo de persecuciones o libertades que teníamos. Bueno, sufrí dos brutos allanamientos, uno en Montevideo, y otro acá al poco tiempo de llegar a Buenos Aires. Por qué causa, o quién me delató como sospechoso de algo nunca lo supe. Creo que los vecinos, simplemente. Acá por ser uruguayo, y ahí por ser un escritorzuelo que se reunía seguido con amigos barbudos, y esas cosas. Había tenido un revólver y entre los libros muchos libros del Che, y cantidad de otros libros, pero tuve la presteza de quemar, por lo menos los libros del Che sobre la guerrilla. Menos mal. Y acá los tipos se chasquearon porque yo había traído sólo libros de ajedrez, un montón, y unos libros de budismo tan luego.

Nunca se adaptó a la Argentina

¿Por qué te fuiste a la Argentina?

El primer motivo era que no soportaba más la situación política. Otro motivo es que quería ganar algo más de dinero para tener más tiempo para escribir, más tiempo para el ocio necesario para producir o procurar producir, por ejemplo, más cuentos. Pensaba que podría tener más oportunidades para editar, sin problemas. Calculaba que la dictadura no se retiraría antes de diez años, o más. Además vivía en la Argentina. Y pensé, ante todo en un pasaje por acá, y luego irme quizás a España. Porque deseaba irme a un país de lengua española, para no perder el contacto con la lengua española. En aquel entonces Argentina era otra cosa. Era un país generoso con los extranjeros. La patronal estaba obligada a pagar buenos sueldos. Se podía vivir trabajando medio día, por ejemplo. Y me fui quedando con unos pocos familiares. Claro que no podía adivinar lo que vendría después, y cómo me quedaría atrapado hasta hoy, sin salida, y sin adaptarme a esta otra cultura.

¿Encontraste en Argentina lo que fuiste a buscar?

Yo vine a buscar una sensación de libertad (que es lo que te puede dar el capitalismo) y, como te dije, tiempo libre para escribir y tratar de desarrollarme en el aspecto que quisiera. Sin tiempo libre no existe literatura, ni nada se puede hacer. Pero, dado mi carácter poco aventurero, me fui quedando, aunque no encontré la forma de ganar dinero para tener ese tiempo libre tan buscado. Lo único, al fin, que encontré, fue un abismo terrible, peor del que venía. Un abismo que hasta ahora no tiene fondo.

¿En qué pensás que nos parecemos y nos diferenciamos los uruguayos y los argentinos?

Nos parecemos en las cosas rastreras de la vida, como la adoración por el fútbol, o las cortesanas de la farándula, en la música amanerada y de mal gusto que se escucha. Y nos diferenciamos en cosas profundas que en este momento ni conviene mencionar. Luego de 30 años, repito, aún no me he adaptado a esta otra idiosincrasia. La mayor parte del tiempo vivo como en un sarcófago.

¿Por qué decís que los uruguayos "creemos" conocer a los argentinos?

Porque uno siempre tiende a la superficialidad. Lo esencial siempre está oculto. Y la desinformación es lo que abunda. Un uruguayo podría creer que viendo los teleteatros o leyendo las revistas del corazón que llenan los kioskos de Montevideo conocería la idiosincrasia de otro pueblo. El pueblo paraguayo o boliviano, o el que fuera. No es así. Además del hecho de que, en general, la gente mira, pero no observa ni analiza. No basta con pensar que la contigüidad de los países sea un argumento para una amistad auténtica (las guerras más atroces han ocurrido entre hermanos). No, yo pienso que todos estos países podrían a llegar, por nimiedades, como un campeonato de fútbol, a trenzarse en una guerra fratricida, si sus gobernantes lo quisieran. Y podría ocurrir aprovechando la rivalidad futbolística, en un contexto de tal demencia mundial por las pelotas. Además de las cargas históricas, de creer que uno es dueño del otro por tal o cual cosa ocurrida hace 200 años, y temas de este calibre, que siempre están presentes en la mente de gente de mucho poder e influencia, que es la que pesa en definitiva.

"No existe la crítica literaria"

¿Qué significó para ti vincularte con el círculo argentino de c.f. y la obtención de los premios Más Allá?

Cuando volvió el sistema democrático acá, en 1983, hubo un pequeño renacimiento y esperanza en general, y eso llevó a que también se agruparan los amantes de la c.f.. Yo tuve la suerte de conocer, un poco por el ajedrez también, al escritor vel Hartman, y me convidó a reunirme con otros escritores. Bueno, después esas reuniones aumentaron y se publicaron un montón de revistas, y mucha gente escribía y publicaba sus cuentos. Pero muy pronto empezó la conspiración, la inflación, siguieron tremendas devaluaciones, la quiebra económica periódica y crónica, en fin. Y todo se volvió a terminar. Ahora, sobre algunos premios no cabría decirte mucho. Todas estas cosas, en todos los países, si no son vistas, apreciadas y apoyadas por la cultura general y estable del país, caen en saco roto. Máxime cuando todo lo domina el mercado, y el mercado vende lo que ya está impuesto. Sobreviven las imágenes, los nombres hechos, en general del pasado; lo demás muere de inanición. No existe la crítica literaria. Existen profesores cuyo propósito es ganarse viajes a Europa, y unos euros, armando refritos de refritos de los mismos escritores de siempre. (Tengo algunos amigos que juegan a ser grandes literatos viviendo vergonzosamente de esas limosnas.) Ése es el sistema que nuestros países han elegido para su cultura. Al no fructificar los premios y los méritos en algo concreto, digamos, por lo menos, la publicación de lo que uno escribe, todo lo demás es la muerte de la voluntad del escritor, o pintor, o el creador que sea. Es la naturaleza de estas cosas literarias y artísticas en países ratonescos, que no defienden a sus valores. Defienden a los valores extranjeros, o los mercachifles ordeñan a los nombres "consagrados", por llamarlos así.

"La literatura canónica está atrasada casi setenta años"

Se ha dicho que tenés influencias de Arlt, Onetti, etc. Pero me gustaría saber qué influencias reconocés vos.

Me gustan esos autores, pero en seguida me libré de unas influencias superficiales que percibí después de editar El Hombre Olvidado. Arlt está un poco lejos, aunque es muy interesante y generoso con el tiempo del lector, y Onetti es excesivamente denso y anticuado en su estilo, para mi gusto. Hace tiempo que me parece mejor un estilo más práctico, adecuado al presente y al futuro, un estilo que viene de Chejov, Mark Twain, Bierce. Actualmente leo con mucho gusto a Bukowski, por ejemplo. Pero, si esto fuera posible, y no creo que lo sea dada la suerte, me gustaría seguir un camino que abrieron Swift, Poe, Bierce, Celine, Kafka, Ballard, Quiroga, Felisberto Hernández.

Tu obra de ciencia ficción es más que nada una extrapolación crítica de la sociedad actual. No tan vinculada a la tradición anglosajona de c.f., más preocupada del impacto de los cambios científicos en la sociedad, cuando no de la mera aventura. Sin embargo, me gustaría saber si lees o leías a autores extranjeros de c.f.

Bueno, el asunto es que la ciencia ficción no es un descubrimiento del siglo XX. Por ejemplo, ¿Swift es o no un autor de c.f.? Parece que sí, o algún cuento de Bierce, de Poe, y no hablemos de Julio Verne o a Wells. Creo entender que te referís a la literatura que floreció a partir de Hugo Gernsback. Y ahí sí la respuesta es no. No conocí hasta 1984 a Ballard, a Dick, a Bradbury, etc. Hay que observar, con este tipo de acontecimientos, lo difícil que es ampliar (no ya cambiar) la visión de cierta parte de la cultura de los países. La literatura canónica, digamos así, está atrasada casi setenta años, respecto a las joyas literarias que ha dado ese género fantástico que los norteamericanos llamaron c.f., pero que, para mí, lo engloba todo, aparte de la literatura realista convencional. No me importan los cambios tecnológicos para nada, además salvo las cuestiones de la medicina, lo demás no veo que mejore el corazón de nadie y por lo tanto la forma en que vivimos. Y si esto no se modifica, nada más importará.

La Pintura y la Búsqueda de la Belleza

¿Qué encontraste en la pintura?

A mí siempre me gustó la pintura, e incluso durante años, de noche, fui a la Escuela Nacional de Bellas Artes, que estaba, en los sesenta, en Pocitos, y que después, creo, la dictadura clausuró. Tuve muchos amigos pintores, y trabajé durante años con el pintor Washington Ledesma, que vive ahora en EE.UU. Pero, no sé por qué, nunca tomé a la pintura como una posible actividad seria. Eso fue entonces. Ahora hace unos años que pinto, con una visión más completa gracias a tantos años de ver de todo en arte. Además, dejé de escribir, de estudiar y jugar al ajedrez. Pero he seguido con la costumbre de no detenerme nunca, habiendo tanta cosa para aprender y hacer. Lamentablemente, el arte de la pintura fue totalmente destruido, tal vez a principios del siglo XX, porque lo clásico y bello era considerado posesión absoluta de la burguesía a la que había que destruir. Y entonces la pintura se enganchó con la locura autodestructiva del siglo. Quiero decir que siempre tengo hasta miedo de decir que pinto cuadros, porque pintar puede significar hacer cualquier cosa, o no hacer nada. El "pintor" ruso Malevich fue el primer individuo que fue al extremo. Pintó una tela totalmente de blanco. Después, un americano, si no me equivoco, un tal Reinhardt, pintó otro cuadro, pero todo negro. Desde entonces, teniendo dinero para comprar la imagen, la fama, la trayectoria, o como quiera llamársele, cualquier cosa es arte. Lo que importa es solamente el dinero que uno tenga para comprarse la imagen, la fama, etc. Y hay cantidad de tipos que se las dan de críticos de arte, con muy buenos contactos, que venden obras maestras de la retórica y el gran arte de escribir hojas y hojas sin decir absolutamente nada, elevando a absolutos impostores a pedestales de grandes artistas. Y es todo un fabuloso negocio en combinación con los marchantes de turno. En fin, a pesar de todo, en los colores y las formas siempre se encuentra la belleza en forma pura, incontaminada de lo humano, casi. Con la literatura no puedes saltear lo humano, pero con la pintura sí, y puedes dedicarte solamente a la belleza. Por suerte todavía es posible apreciar y producir alguna belleza, en último caso para una pared propia.

"La Exposición de la Maldad es el Fundamento de toda buena Literatura"

¿Realmente tenés tan poca fe en el ser humano como podría desprenderse de la lectura de tu obra? ¿O es más que nada una advertencia y una forma de exponer la maldad para condenarla?

Como me considero un sobreviviente, gracias al estoicismo, no puedo a esta altura esperar nada que no pueda comprar a un precio altísimo. Más que nunca, sé que todas estas cosas del arte, sobre todo la difusión de nuestra obra, es una cuestión de dinero y de influencias, de amigos obradores y poderosos. Y si no los tenés, no podés esperar absolutamente nada de los humanos. Eso por un lado. Por el otro lado, no podría escribir algo como advertencia, porque no hay cosa más inútil que un buen consejo. Pero sí pienso en la validez absoluta de la exposición de la maldad, por medios indirectos, alusivos, y artísticos. No sé si para condenarla, porque está por encima de todo, y se enseñorea en el mundo más que nunca. Es más, opino que la exposición de la maldad es el fundamento de toda buena literatura.

"El Sistema es el nutriente de los Corazones de los Hombres"

¿Es posible la felicidad? ¿Qué fue para vos, o qué es, o cómo podría ser?

Casi no conozco a la felicidad, me parece, porque cuando la tuve, de joven, fue demasiado breve y retaceada. Pero creo que es posible ser feliz, y mucho, mucho tiempo, si tienes salud y bastante dinero. Por eso es que el dinero es el rey del mundo para cualquiera. Claro que hay distintos tipos de felicidad, de acuerdo al que la experimenta. Un atorrante, por ejemplo, se conformaría con una mesa llena de carne y vino, o con un poco de circo, que hoy por hoy, digamos, sería un partido de fútbol. Otro u otra se conformaría con andar velozmente en auto. La mayoría, incluido yo, se conforman muy bien con el acto sexual, por ejemplo (¿quién puede escapar así nomás al imperio glandular?). Después, pienso, están las edades de la vida, y la salud. Cuando mayor sea uno es más difícil ser feliz. Y cuanto más sepas y más cultura tengas más difícil aún. Hasta que al fin la única felicidad podría ser la paz, el silencio, la oscuridad. O, digamos, la muerte. Pero he notado, además, que la felicidad es en todo efímera, y se da en pequeños sorbos, y que siempre vuelve al problema del dinero. Salvo que uno sea un yogui, o un asceta, o esa clase de persona que no abunda en occidente. Y como veo que tu pregunta busca la práctica, pienso que se puede ser feliz no deseando mucho. Como me considero un modesto budista nihilista (lo que no es contradictorio), estoy seguro de que cuando menos se desee más alejado de las ilusiones puede estar uno. Aunque es verdad que esto no es para todos. Y si no lo es, hay que resignarse a ser casi feliz con pequeñas cosas, y de a tramos. En mi caso, en estos días, soy casi todo el tiempo un infeliz (lo que alegrará a algunos). Pero puedo ser casi feliz durante unas horas, un domingo, cuando no trabajo y puedo recostarme a leer un buen libro, o algo que me interese. O cuando tengo unas horas para mí, por semana, y si logro suspender el pensamiento de que tengo que seguir guerreando el lunes con mil problemas para ganarme la vida. También puede uno ser feliz durante un acto sexual (lo cual es una vulgaridad, pero común al mundo entero, o casi). Pero, si la persona fuera adinerada, y hacendosa, puede ser muy muy feliz haciendo obras, o mil cosas productivas y enriquecedoras; puede evitar muchísimos conflictos familiares o con la mujer, librarse de todas las presiones del mundo real, como impuestos a pagar, gastos que hacer, etc. Este es el motivo que todos los artistas queramos vender nuestras obras y tener dinero, porque te da la libertad para la obra, que se nutre del ocio y la despreocupación. De todas maneras, también para resumirlo, es muy compleja la felicidad y tan particular como seres vivos haya con cierta conciencia. Hay que considerar también lo que sostenía Freud. Más o menos que el hombre está hecho para el displacer y que lucha constantemente para obtener lo contrario. Lo cual es difícil, si el ser no tiene a quien sacrificar para ello, o lo que roba y mata es de poca monta o es inexistente. El sistema de nuestra vida es así. No es lo mismo la felicidad si trabajas para vivir, que si cien personas trabajan para tu felicidad. Justamente es como la ley de la selva. El Capitalismo tiene esa esencia. Y no hay que tratar al sistema con desprecio o ironía, porque es algo superior, es la médula del mundo conocido, el nutriente de los corazones de los hombres. De ahí que Jesucristo o Buda niegan la vida que conocemos, y la búsqueda de "felicidad" común, o la felicidad material. En fin, es un tema para algunos libros.

"El Mundo es Infernal por Naturaleza"

En algunos de tus cuentos, se advierte que leíste libros sobre ocultismo. En algún momento creíste en lo que planteaban o sólo los utilizaste como material para tus ficciones.

Empecé leyendo, con unos 14 años, digamos, o antes, los libros de Krishnamurti. (Mis abuelos tenían bibliotecas surtidas.) Me gustaban esos libros, pero no sé si entendía mucho, poco o nada, visto el asunto desde acá. Pero este pensador era un poco vago en el momento de llevar sus consejos a la realidad. Igualmente siempre me fascinó lo misterioso, y lo que está detrás de la realidad, y leí de todo detrás de los misterios. Y usé todo lo que pude en algún cuento. Por otro lado, toda esa religiosidad, como las promesas políticas, los ovnis, y los mismos dioses, todo eso no sirve para nada si no va acompañado con pruebas y hechos. Y las pruebas y los hechos jamás han aparecido. Bertrand Russell dijo que una taza podía perfectamente orbitar Marte, sin cambiar para nada nuestras vidas, y sin que fuera discutible su existencia. Y el problema es cómo cambiar el mundo efectivamente, imposibilidad que te deja, además, totalmente agnóstico.

En alguien que ha hecho de la ironía y el escepticismo un estilo, cuesta pensar que tenga una visión idílica del más allá. ¿Cómo te imaginás la muerte y después...?

Imaginar, es lo único que podemos hacer sobre este asunto de la muerte. Pero imagino que hay dos posibilidades. Que no haya nada. O que sea verdadera la teoría de la reencarnación. Hay algunos hechos rarísimos que sólo se explican por la reencarnación. De todas maneras, también en esto soy agnóstico. Da lo mismo cualquier cosa, desde el momento que se nos niega como animales humanos el más mínimo indicio de la verdad sobre el tema. Nacemos y morimos cegados. Opino que lo único lícito es hacer de cuenta, ilusionarse o engañarse, con el pensamiento de que "algo" superior a esta vida pueda existir, y que, por lo tanto, la toma de posición, o la elección de un estilo o una ética de vida, es lo mejor que se puede hacer. Mi elección ha sido esta. Que haya o no haya nada después me importa un rábano, porque el mundo es infernal por naturaleza, y su cese tiene que ser por fuerza moralmente mejor. Al fin, irse del infierno no puede ser tan malo, y más si nos van a echar inexorablemente a todos.

"La buena literatura siempre gira alrededor del dolor"

Un amigo que tenemos en común, Pestarini, me repitió algo que tú le dijiste, que en literatura sólo te interesaba lo que fuese "sórdido". Me gustaría que ampliaras un poco más ese concepto.

Creo que Sartre dijo que la literatura no se hace con buenas intenciones, y eso requiere cierta interpretación no muy fácil. No sé si "sórdido" sería la palabra, porque es un concepto limitado. Más bien parece ser que la buena literatura siempre gira alrededor del dolor, del sufrimiento, del error, de las dudas, del llamado pecado, del temor, de la muerte, de la tragedia, de los horrorosos dramas de cama, y demás temas de esta índole. Por eso es aconsejable no escribir sandeces. Quiero decir con esto que me parece que la esencia de la vida podría ser sórdida. Es sórdido el egoísmo, el dinero, la vanidad, los placeres estúpidos, el trabajo explotado, las guerras y torturas, las mentiras, etc., es decir, el motor de la vida en la tierra. De otra cosa no sería interesante escribir para mí.

¿Podría ser esta sordidez un rasgo de estilo de los escritores del Río de la Plata, como Lautréamont, Arlt, Onetti...?

Creo que es contingente el hecho de que en el Río de la Plata surgieran tan importantes escritores. Ocurrió en una época, y probablemente no ocurra nuevamente jamás. Tenemos la suerte de ser de acá, y no de otro país que a lo peor no produjo nada cultural, y estos países son muchos. Por otro lado, si son buenos los escritores, son sórdidos (aunque uno puede ser sórdido y no ser bueno), aunque yo no esté, repito, de acuerdo con esta palabra limitada para describir el fenómeno. Fijate que todos los grandes escritores son "sórdidos". Digamos, Dostoievsky, Tolstoy, Balzac, Kafka, Celine, Swift, Flaubert, Shakespeare, Shopenhauer, Moliere, etc. Lo que nos llevaría a pensar que la esencia es la misma en los buenos, o grandes escritores. Hay algunos escritores, como Borges, que serían nada sórdidos, pues hay excepciones. Otros escritores le temen mucho a la política y tratan de escribir sin mancharse los puños. Por otro lado, como en español hubo tres centros editoriales muy importantes, que fueron México, Argentina y sobre todo España, podríamos pensar que fue por eso, por ser un centro cultural importante. Pero no lo creo. Porque ni México ni España, en esas décadas del siglo XX, dieron mucho para recordar.

"El Inconsciente da los mejores frutos en materia de Arte"

Cuando escribís siento que jugás con el lado oscuro, y te ponés una y otra vez el traje de "malvado", ¿a qué conduce eso?

No, eso es una impostura, o una técnica (palabra presuntuosa pero útil) para hacer más creíble lo que se cuenta. La primera persona produce esa sensación, y muchos autores sólo lo hacían así. La tercera persona presenta otras ventajas, y alguna desventaja. Dick, por ejemplo, siempre usaba la tercera persona. Es raro, pero ocurre a veces que determinadas cuestiones sólo se pueden narrar en tercera persona, por ejemplo. La primera persona tiene la contra de que puede hacer creer, aun subconscientemente, a algunos lectores, de que el autor tiene algo de esa persona parlante. Pero no siempre hay que tomarlo así. Aprecio mucho la opinión rigurosa de Flaubert: por lo menos conscientemente, no hay que poner nada de uno en lo que se narra. Esto parece un contrasentido, pero hay que saber manejar este asunto y así las cosas salen mejor, si uno es minucioso cuando escribe. De todas maneras, nadie puede escapar a la fuerza del inconsciente, y en verdad, siempre deberíamos escribir con la ayuda de esta potencia fenomenal contenida en las profundidades desconocidas de nuestro ser. El inconsciente da los mejores frutos en materia de arte, y no la cosa muy elaborada o calculada, que pierde el atractivo de lo espontáneo, de lo natural, y el aspecto de fácil que tiene lo difícil.

En muchos de tus relatos el sexo cobra un papel muy importante. ¿Qué importancia le das al sexo en el andamiaje de la sociedad?

Opino que todo el mundo sabe más profundamente, desde Freud, Adler, y otros, que esto es lo fundamental, junto a la voluntad de ser en vanidad, y de tener poder y cosas materiales. Supongo que el sexo es la parte de la animalidad, del instinto más fuerte en la naturaleza, por razones obvias, y todo lo otro es más de naturaleza mental. Podemos imaginar a un conejo muy copulador, pero no a un conejo muy vanidoso, o muy corredor detrás del dinero, o el poder, por ejemplo. Para contestar precisamente a tu pregunta sería bueno ver al humano como a un gran conejo cegato que corre atrás de cualquier vagina todo el tiempo; y cree que es un fenómeno, o sea: tonto egoísta y orgulloso de serlo. Y para resumir, esas tres o cuatro cosas bastante estúpidas, y con sospechoso hedor a perversidad, son las que motivan y han motivado al hombre desde siempre. Ha hecho la humanidad igualmente grandes obras, todas de arte, y es lo único que la justifica. Para mí, las grandes obras son todas a su pesar, porque siempre buscó otra cosa, o sea, en singular, ser el conejo más copulador y egoísta imaginable. Así es de importante la vagina, cosa, por lo demás, que avergüenza mencionar por lo obvia.

¿Qué es para vos la literatura, una espada, un espejo, una lámpara...?

Una espada que, a veces, le estropea el disfraz a la perversidad.

En varios de tus relatos los protagonistas son artistas. Me gustaría repasar algunos conceptos que viertes allí, para ver en qué medida te haces eco de los mismos. Es decir, si podemos, a partir de esas ficciones, rescatar aquellos elementos que también forman parte de tu manera de enfocar lo artístico.

Muchas veces he escrito sobre esa clase de personas porque son las más ricas espiritualmente, y también en lo intelectual y en lo sensible. Igualmente, he escrito sobre la otra parte de las personas, el vulgo o la generalidad, que no observa nada, ni siente nada salvo su egoísmo, su vanidad, etc. La persona culta y sensible es infinitamente más rica en sensaciones y por lo tanto ofrece mucho más a un escritor, sobre todo si se escribe más bien desde adentro, o más del punto de vista de la primera persona.

"La Literatura es la Historia Verdadera de la Humanidad"

En el relato Ogendinrof, se puede leer "parece que escribir es una manera de desencadenarse, a veces vengarse sutil y secretamente". ¿Así lo pensás vos? Y en ese caso, ¿de quién te vengás?

El escribir es muchas veces darse voz, en verdad, cuando no se tiene posibilidades de voz. No me gusta la palabra "denuncia", pero la mejor literatura historia situaciones, y como son situaciones sobresalientes, en general excepcionales o dolorosas, graves, etc., que siempre van a quedar en la nada, bueno, entonces el que escribe tiene casi el deber de rescatarlas del olvido. He pensado siempre que la literatura es la historia verdadera de la humanidad, porque cuenta las cosas desde adentro, desde donde importa, desde lo práctico para la vida sensible. La otra Historia, la de los hechos ocurridos y sus interpretaciones, no es más que una fusión de hechos fríos, muertos, a los que se puede ver desde distintos ángulos y decir lo que se quiere por conveniencias políticas, nacionales, etc., cosa que sabemos de sobra. Pero la literatura es de otra materia, es verdadera, paradójicamente, aunque sea ficción. Acerca de la venganza, eso quizá se refiera al hecho de que la Justicia es una venganza también, pero efectiva. La literatura, en cambio, es pasiva y, repito, más historiadora de otra manera porque denuncia y juzga o no, simplemente narrando algo que supuestamente ocurrió, y conlleva una verdad implícita. Y eso tiene que enriquecer tremendamente la memoria y el caudal cultural de una sociedad que ha superado en cierto grado el estado animal.

"Siempre me identifico con mis protagonistas perdedores"

En "Los labios de la Felicidad" tenemos a un artista incomprendido, que incluso hasta a veces duda del valor de su obra, y finalmente deja de cuestionarse el valor del arte y de la vida y se sumerge en la nada absoluta. Recién ahí, en esa negación, encuentra la felicidad. En que medida te podés sentir identificado con el protagonista.

Siempre me siento identificado no sólo con "mis" protagonistas tan perdedores, sino con todos los perdedores de la literatura, o del mundo que percibimos. Pero el cuento es una alegoría, acerca de la muerte anticipada, que es algo que no está tratado ni en literatura ni en ningún lado. La muerte anticipada es algo que se puede elegir o sufrir. La mayoría absoluta lo sufre. Cree que vive, cuando en verdad está muerta, como está muerto un animal que nace y crece exclusivamente para ser devorado por otro más poderoso en determinado momento. Es lo que ocurre con los trabajadores verdaderos de todo el mundo que conocemos (no de los vagos que siempre se las rebuscan para zafar y que otro vaya al frente). Son muertos con una ilusión, la zanahoria, que es el símbolo de sus deseos carnales que satisfagan el egoísmo que le exige la misma naturaleza. Pero en realidad son individuos, que, si bien construyen todo lo material que existe, no disfrutan de su esfuerzo. Su vida verdadera tiene la finalidad de servir para que "otro" sea el que lo goce a través de toda la historia conocida. Por eso los grandes maestros espirituales propugnan la muerte en vida como elección. Sería la forma más sabia de rechazar de plano el Infierno en el que siempre ha vivido la mayoría de la humanidad. Por ejemplo: Jesucristo lo expresó con la sencilla frase: Yo no soy de este mundo, y por ejemplo: El que lo pierda lo ganará. Y, por lo tanto, esa entrega a Cristo que piden algunos religiosos significa justamente "abandonar" lo infernal de la vida. Y un maestro tan maravilloso como Buda lo expuso en sus llamadas "4 nobles verdades", o algo así. Pero volviendo al cuento, bueno, si bien no se menciona para nada esto de las religiones, o filosofías (cosa que haría fracasar de plano al cuento), trata indirectamente sobre esta encrucijada de una persona enferma de sensibilidad que está pasando a cierto estado de locura, al no poder manejar lo que siente y que quiere a través de una cosa comunicársela a otros.

En "Percepciones extrañas" es quizá donde hay un corpus de ideas más explícito. Los "sopladores" son un paradigma del artista así como los "globos" lo son de la obra de arte. Por ejemplo, allí leemos: "Los sopladores eran vidas oscuras, lastimeras, mezcladas con el alcohol". ¿Es mejor que un escritor haya tenido una vida sacrificada o incluso dolorosa, eso puede favorecerlo como artista? ¿Es eso imprescindible? ¿Tiene que haber dolor para que haya arte?

No, lo mejor o lo deseable es una vida lo más cómoda posible, en un mundo infernal totalmente comprobable. Muy pocos artistas logran las dos cosas, romper la infelicidad y hacer arte verdadero. Muchísimos artistas logran la mentira, es decir, pasar por tales con obras falsas, que, gracias a la ignorancia de la verdadera lectura, pasan por ser individuos geniales, monstruos sagrados, elefantes blancos y esas cosas que dicen los adulones. Con la consiguiente bolsa bien provista. Pero esto es totalmente contingente. Porque además el mundo siempre estuvo locamente dominado por el azar, que es el juego de lo perverso, y que automáticamente produce una injusticia y sinrazón cósmicas. Esto impacta especialmente en el resto inmenso de artistas que se mueren sin recibir ni una migaja de la hiperopulenta mesa de los privilegiados. Y esta es la fuente de los grandes sufrimientos para sensibilidades altamente desarrolladas, como la de los artistas verdaderos. En Rusia hubo dos casos más que notorios. El de Tolstoy, nacido conde y millonario, y el de Dostoyevsky, cuya vida tuvo padecimientos terribles por la pobreza. Los dos son fenómenos que no se darán más. Y se puede percibir que la contigencia de esas vidas no afectaron sus calidades artísticas. De todas maneras, aquellas eran otras épocas. Existe, igualmente, la impresión de que una vida desgraciada es más rica en experiencias que puedan ser traducidas luego en arte. Tal vez esos sentimientos sean más potentes, y así puedan ser mejor expresados. Pero, en mi opinión, es tal la influencia del azar en la vida, que ni siquiera estos aspectos escapan a su escandaloso capricho y a las infinitas injusticias de produce. Resumiendo, como la literatura está apegada totalmente a los dramas humanos, el escritor que ha sufrido mucho, por lo que sea, tiene más posibilidades y experiencias para expresarse y complementarse de acuerdo a la naturaleza de su arte. De todas maneras, una destacada sensibilidad siempre será necesaria, más allá de la vida llevada o de las pedradas recibidas.

"El Maravilloso Estado de Soledad"

¿Alguna vez sentiste que te recostabas en la tristeza o en el dolor para escribir?

No existe otro motivo en mi caso. Además, mentalmente, y lo repito, creo que todo lo grande y que uno quisiera imitar, o que admira en arte, está fundado en eso, aun en el caso de artistas tan forrados de dinero como Tolstoy, Miguel Angel, y tantos otros. Lo que cuenta es la sensibilidad, la capacidad para ponerse en el lugar del otro (he oído que a veces le dicen empatía, creo), o el instinto para captar lo que es artístico de lo que no lo es.

¿Qué significa para vos la soledad?

Es el estado en el que uno es realmente uno. Considero, sin ser médico, que una persona que no puede estar sola, es una persona enferma. Uno nace solo, y muere solo. Siempre en lo espiritual uno está solo. Pero más allá de lo que pudiera expresar sobre esto, vale el hecho de que a la muerte hay que enfrentarla solo, y a una obra de arte también, y a la percepción de cualquier cosa profunda también, etc. Además, al maravilloso estado de soledad, yo le agregaría, hoy por hoy, el maravilloso estado del silencio. Un manicomio siempre será más soportable en soledad y en silencio; y si no hubiera manicomios también la soledad sería fortalecedora.

"A un Escritor Verdadero tiene que agrandársele la Cabeza"

Los "globos de Slater" conmueven a la gente porque parecen tener vida propia. Quiroga, en su decálogo del perfecto cuentista, tenía sus ideas acerca de cómo conseguir la "vida" en un cuento. Para vos, ¿qué debe hacer el escritor para conseguir esa "vida"?

Si alguien pudiera enseñar como dar esa vida, se acabaría el arte y la literatura, porque la comprarían los "gordos", es decir los ricachos (está casi demás decir, que a los ricos les encanta "pasar" por grandes cosas que no son. Aunque Scott Fitzgerald sostenía que eran grandes cosas). El decálogo de Quiroga es muy útil, pero demasiado resumido para tratar un asunto tan complejo. De todas maneras, hay opiniones diversas, como siempre. Faulkner, por ejemplo, ni hablaba del tema, como tantos y tantos artistas que creen que se nace y no se hace. Hay otros que creen en la técnica, quizá porque ellos mismos están enamorados de la técnica, y anteponen este amor por el amor al arte. Dalí dijo algo así cierta vez sobre el pintor Mondrian: "Esa arquitectura es formidable, maravillosa, impresionante, con su precisión, su concepción, su prolijidad, sus colores, etc. Pero me pregunto: ¿dónde está la obra?" Modestamente, en mi opinión, a pesar del azar en la naturaleza, por suerte se puede abonar la tierra donde nace esa "vida", o esas líneas virtuosas con verdadero talento. Eso requiere, ante todo, un trabajo interno personal. Un chequeo sincero para ver qué tipo de personalidad y de apetito tenemos como seres sensibles que se desarrollan en un mundo más que complicado y casual. Y se requieren decisiones radicales. Porque es dificilísimo observarse a uno mismo, y tomar una decisión honesta. Por ejemplo: no tengo talento, pero quiero ser escritor. Entonces, ¿qué hago? ¿Voy por la vulgar impostura sucia, o me decido por la honestidad y no escribo más? Otro caso: tengo talento, lo he demostrado limpiamente, pero todo me rechaza (la mala suerte o casi siempre la envidia de mis contemporáneos). ¿Qué hago? Sigo insistiendo, o me corrompo y voy por la sucia. ¿O dejo de escribir porque no puedo corromperme? Bueno, estos serían los primeros dilemas. Después habría que entendérselas con la técnica, que sería lo más fácil. También habría que considerar el volumen de sentimientos y de sensibilidad propios, cosa difícil de mensurar. Y, quizá lo más importante, la imaginación. Para Bierce, por ejemplo, lo que había que tener era imaginación, imaginación e imaginación. Yo incluiría, para cerrar un tema demasiado extenso para tratarlo acá, el asunto de la atención perceptiva sobre lo que nos rodea. La capacidad para captar lo máximo. O sea, la capacidad para observar y asimilar, comparar y evaluar a la vez todo, todo lo que nos rodea. (Entre tantos otras cosas, al principio leerse todo lo de Sherlock Holmes.) A un escritor verdadero tiene que agrandársele la cabeza. Tiene que tener una mirada de águila para todo. Percibir todo en el comportamiento de su materia prima, que son los demás, los otros. En fin, después viene la cultura, el conocimiento de muchísimos autores. Y finalmente, si uno es un genio, tipo Lautreamont, quizá no necesite nada porque lo azaroso lo favorece ampliamente, y chau. Es decir, y permitime está brutalidad, va al baño, lo hace, y levanta oro. Tan complejo así, y mucho más, es el problema del talento, o sea la capacidad de dar esa "vida" que mencionaba Quiroga.

"El único certificador serio es el Tiempo"

El viejo soplador de "Percepciones extrañas" sabe cuáles globos valen y cuáles no. ¿Vos sabes? O por lo menos, ¿qué idea tenés sobre eso?

Roberto Arlt afirmaba que leía una página de un individuo y ya sabía que tipo de escritor podría ser, o no ser. Onetti, también sugería tener la percepción de Arlt. Creo, además, que es una percepción que tienen muchos buenos lectores, sobre todo viejos, y además, como en la vida, un buen ojo observa en seguida las tendencias del candidato. Son cosas parelelas, el conocimiento humano y el conocimiento literario. (Aunque eso, al margen, no importa mucho, porque para la sociedad y el mundo, y creo que siempre fue así, lo que más valió fue la categoría del padrino del autor de la página.) Aparte de esto, está el tema del desarrollo feliz de un artista, de su destino, o su fracaso en la realización, por más talento que tenga y más se espere de él. Uno puede hacer algo que vale (es más, casi todos los escritores que conozco creen que valen bastante, reconocidos o no), pero que eso sea valorado depende de los otros. Pero solamente hay un certificador serio en todo el mundo, y es el tiempo. Y así mismo la mala suerte puede burlar al certificador y al tiempo juntos (el genial pintor Caravaggio, por ejemplo, estuvo varias centurias sin ser reconocido pero por nadie).

Dice el viejo soplador, siempre en "Percepciones extrañas", qué los globos ya vienen con un tamaño determinado. Ahora bien: ¿Es esto válido para los cuentos y las novelas? ¿Estás de acuerdo con esa teoría que dice que al escritor es como si alguien le dictara algo que ya está escrito?

No, porque no se puede generalizar en este punto para llegar a la verdad. Algunas personas lo reciben del inconsciente, supongamos, como si alguien se lo dictara, y otros lo reciben del inconsciente y otras influencias más diversas e indefinibles, todo entremezclado. Esto también depende del azar, de la suerte, de mandatos locos que existen y que nunca logramos dominar, y que, además, casi siempre ni sospechamos que pesan tanto. Y además está la posibilidad de un escritor que no tenga talento, pero que lo compense ampliamente con una gran técnica y cultura, y un gran trabajo de planeamiento y estructuración de la obra. Este caso es muy común. Es más, hay quienes creen que este es el verdadero arte, un trabajo absolutamente mental y nada subterráneo. Son simples teorías y preferencias. Lo difícil es hacerlo bien, sin teorías ni prejuicios.

Un globo pequeño y de una belleza más sutil suele ser mejor que uno bien grande y llamativo. He notado precisamente que entre el primer y el segundo libro de cuentos abandonás la violencia cruda por una mucho más sutil. La propia escritura, incluso, sugiere a veces más de lo que dice. ¿Qué pasó después? En los cuentos tuyos que todavía están inéditos, ¿por cuál de los dos caminos transitaste con más insistencia?

Ocurre que no se calculan bien estas cosas. Uno actúa como mejor cree poder actuar a determinada edad. Al poco tiempo ya se es otra persona y lo que se produce, si bien puede tener lo que se llama sello propio, es algo distinto. Salvo que uno sea alguien que no tiene mucho que dar y termina copiándose a sí mismo. Tragedia que le pasa a la mayoría absoluta de los que hacen cosas interesantes. Así que, pensándolo bien, me siento favorecido porque me ha ocurrido lo que no le ocurre a casi nadie. Nunca releo, prácticamente, lo que ya se editó. Cuando lo he hecho, en otro tiempo, ya estoy pensando algo distinto sobre el estilo y quizá en el cómo hay que escribir, y en el cómo habría que desarrollar el tema o al personaje, etc. Así que prefiero dejarlo todo como está, porque en definitiva nunca pude ser un profesional con libertad para mejorar infinitamente un cuento (como hacen otros y tal vez sería lo deseable). Y por supuesto, es porque no tengo la menor gana de hacerlo, y mucho menos disposición tengo para pensar en lo que escribí, o cómo debería escribir en el futuro o en el presente. Es más, me he olvidado de todos los detalles de todos mis cuentos prácticamente. Si tuviera que responder preguntas precisas, estaría en un problema con mi mala memoria. Por eso no puedo contestar con precisión esta pregunta, salvo decirte que somos como un río, que nunca es el mismo en ningún punto en momentos distintos.

La ausencia de referentes

En algunos de tus relatos se nota una ausencia llamativa de referentes. Es decir, no se menciona ni fecha, ni lugar, e inclusive voluntariamente se esconden datos que podrían ayudar a visualizar con más precisión lo que se está contando. Parece entonces como si lo que te interesa mostrar estuviese más allá de una anécdota específica, como si lo importante fuera el ser humano "en abstracto". ¿Es así?

En mi primer libro usé y tal vez abusé de muchos datos, aparentemente veraces, mezclados con hechos veraces, pero fue por un asunto de técnica inconsciente y por ciertas influencias literarias no del todo meditadas. Pero después, con el tiempo, fui hacia otro lado más universal. Donde ya no importan las referencias, sino las circunstancias y los trances, etc., que le ocurren a todo el mundo. Igualmente he huido espantado de cualquier tipo de muleta de segunda mano con la cual trabajan tantos prestigiosos y conocidos escritores. Porque si uno tiene cosas que expresar, no necesita ninguna muleta, referencia, cita, caricia a cabecitas de niño, lugar común, intersección de calles, y otras cosas tan comunes y simpáticas. Y además, usar estas cosas para congraciarse con los malos lectores es algo de lo más rastrero. Sí se puede concebir como "caza bobos" y efectiva herramienta política vergonzante, pero no como literatura tolerable. Si es necesario el dato hay que ponerlo, pero si es innecesario debe omitirse a rajatabla (así dicen los libros).

"El Fin del Mundo es un acto mínimo"

¿Qué tanto te importa el Hombre, el destino de la humanidad? ¿Cómo visualizas el destino de la humanidad?

Acerca del destino de la Humanidad, o la importancia del Hombre, bueno, solamente sé que puedo observar algo, muy poco, y tratar de sufrir lo menos que pueda. El destino termina, por otro lado, con la vida de uno, y entonces eso es el fin del mundo, un acto mínimo. Horroroso, pero sencillo. Después, la Humanidad como ente no se aflige por nadie con algo de respeto por la ética, y, en cambio, uno se aflige demasiado todo el tiempo. Porque son tan infinitamente diminutas nuestras vidas y nuestros tiempos de vida comparados con el Universo, que lo inconcebible es creer que tenemos importancia, que vamos a cambiar algo en unos años, que vamos a aprender magia, que vamos a hacer rascacielos, murales, forjar bronces, etc., que sobrevivan mucho tiempo, y eso sin considerar que más allá el sol va a explotar y todo será vaporizado. Así que el destino va a seguir siendo una copia del pasado con unas variantes gatopardistas. Los animales que piensan son los únicos que tropiezan siempre con la misma piedra. Y quizá, quizá, si antes la Humanidad se ha mostrado incapaz, pero totalmente incapaz de autodestruirse, al fin, como tiene el cuero más duro de roer que las cucarachas, quizá huya, puede ser que logre huir, más que diezmada, con el rabo entre las patas, llevando sus taras hacia otros planetas habitables del Universo, cuando ya la Tierra sea un estercolero inhabitable. Pero este, en todo caso, sería el más benéfico final de película, siempre y cuando el planeta receptor esté deshabitado, o contenga habitantes totalmente "sonados". Pero, ¿quién lo sabe? Quizá se despierte alguien y salve a la Humanidad, y le de baja al azar, a molestias como la enfermedad, la vejez y la muerte. En fin, el optimismo es tan bien considerado.


(Revista Axxón / Buenos Aires)

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