6 / LA GRACIA ÚLTIMA (7)
La fábula más grandiosa
de la búsqueda del elixir en Mesopotamia es la tradición prebíblica de
Gilgamesh, un rey legendario de la ciudad sumeria de Erech, que fue a buscar la
planta de la inmortalidad, llamada “Nunca envejece”. Después de que hubo pasado
por los leones que guardaban el pie de las colinas y los hombres escorpiones
que vigilaban las montañas que sostienen el cielo, llegó, en medio de las
montañas, a un jardín paradisíaco de flores, frutas y piedras preciosas. Avanzó
y llegó al mar que rodea el mundo. En una cueva, junto a las aguas, habitaba
una manifestación de la diosa Ishtar, Siduri-Sabitu, y esta mujer, cubierta con
un espeso velo, le cerró las puertas. Pero cuando el rey le contó su historia,
lo admitió a su presencia y le aconsejó que no siguiera buscando, sino que, aprendiera
y se contentara con los goces mortales de la vida.
Gilgamesh ¿por qué
seguiste este camino?
La vida que buscas no la
encontrarás jamás,
Cuando los dioses crearon
al hombre
Pusieron la muerte sobre
él
Y sostuvieron la vida en
sus propias manos.
Llena tu vientre,
Gilgamesh;
Disfruta día y noche;
Prepara para cada día un
buen momento.
De día y noche sé ruidoso
y alegre;
Deja que tus ropas sean
hermosas,
Tus cabellos perfumados y
tu cuerpo limpio.
Considera a la pequeña
que toma tu mano,
Permite a tu esposa ser feliz
sobre tu regazo. (159)
Pero Gilgamesh insistió y
Siduri-Sabitu le dio permiso para pasar y le previno de los peligros del viaje.
La mujer le dijo que
buscara al barquero Ursanapi, a quien encontró cortando madera en un bosque
acompañado por un grupo de ayudantes. Gilgamesh hizo pedazos a los ayudantes
(se les llaman “los que se alegran de vivir”, “los de piedra”), y el barquero
consintió en llevarlo a través de las aguas de la muerte. Fue un viaje de mes y
medio. Se advirtió al pasajero que no tocara las aguas.
La tierra lejana a la que
se aproximaban era la residencia de Utnapishtim, el héroe del diluvio primordial,
(160) que allí habitaba con su esposa en la paz inmortal. Desde lejos
Utnapishtim vio aproximarse a la pequeña barca aislada en las aguas sin fin y
su corazón reflexionó:
¿Por qué “los de piedra”
no están en el bote.
y alguien que no es de mi
servicio se acerca navegando?
Aquel que viene, ¿no es
un hombre?
Gilgamseh, al bajar a
tierra, tuvo que escuchar una larga relación de la historia del diluvio que le
hizo el patriarca. Luego, Utnapishtim invitó a dormir a su visitante y este
durmió seis días. Utnapishtim ordenó a su esposa que cociera siete panes y los
colocó cerca de la cabeza de Gilgamesh y cuando despertó ordenó al barquero
Ursanapi que le diera un baño a su huésped en cierta fuente y ropa limpia.
Después de esto, Utnapishtim anunció a Gilgamesh el secreto de la planta.
Gilgamesh, algo secreto
te he de revelar,
y te daré la instrucción:
Esa planta es como una
zarza del campo,
su espina, como la de una
rosa, te pinchará la mano.
Pero si tu mano alcanza
esa planta,
habrás de regresar a tu
tierra natal.
La planta crecía en el
fondo del mar cósmico.
Urnasapi condujo de nuevo
al héroe hacia las aguas. Gilgamesh ató unas piedras a sus pies y se sumergió.
(161) Se hundió en las aguas, más allá de todo sufrimiento, mientras el
barquero permanecía en el bote. Cuando Gilgamesh hubo alcanzado el fondo del
mar sin fondo, arrancó la planta aunque mutiló su mano, soltó las piedras y
subió a la superficie. Cuando hubo llegado y el barquero lo ayudó a subir al
bote, anunció triunfante:
Urnasapì, esta es la
planta única…
Con ella, el Hombre obtiene
todo su vigor.
Volveré con ella a Erech,
el país de los rebaños…
Su nombre es: “El hombre
de edad rejuvenece.”
He de comerla para
retornar a la condición de mi juventud.
Atravesaron el mar.
Cuando llegaron a tierra, Gilgamesh se bañó en una poza de agua fresca y se
acostó a descansar. Mientras dormía, una serpiente olfateó el maravilloso
perfume de la planta, se le acercó y se la llevó. En cuanto la hubo comido, la
serpiente mudó de piel y por lo tanto renovó su juventud. Cuando Gilgamesh
despertó, se sentó a llorar “y las lágrimas corrieron por las paredes de su
nariz.” (162)
Notas
(159) Este pasaje, que
falta en la edición asiria asiria común de la leyenda, aparece en un texto
babilónico fragmentario muy anterior (ver Bruno Miesnner, “Ein altababylonisches
Fragment des Gilgamosepos”, Mitteilungen der Vordersaiatischen Geselleschaft,
VII, 1; Berlín, 1902, p. 9). Se ha hecho notar frecuentemente que el consejo de
la sibila es hedonístico, pero debe notarse también que el pasaje representa
una prueba de iniciación y no la filosofía moral de los antiguos babilonios. Como
en la India, siglos después, cuando un discípulo se acercaba a su maestro para
preguntarle el secreto de la vida inmortal, se le recibía con una descripción
de los júbilos de los morrales (Katha Upanishad, 1: 21, 23-25). Sólo si
persistía era admitido en la siguiente iniciación.
(160) Prototipo babilonio
del Noé de la Biblia.
(161) Aunque al héroe se
le previno que no tocara estas aguas en el viaje de ida, puede ahora entrar en
ellas con impunidad. Esta es una medida de la fuerza ganada por medio de su
visita a los ancianos Señor y Señora de la Isla de la Eternidad. Utnapishtim-Noé,
el héroe del diluvio, es una figura paterna arquetípica; su isla, el ombligo
del mundo, es un anticipo de las posteriormente llamadas “Islas de los Benditos”
de los griegos y romanos.
(162) Lo apuntado arriba
se basa en el libro de P. Jensen, Assyrischbabylonische Mythem und Epen (Keinlinschriftliche
Bibliothek, VI; Berlín, 1900), pp. 116-273. Los versos citados aparecen en las
pp. 223, 251, 251-253. La versión de Jensen es versión línea por línea del
principal de los textos existentes, una versión asiria de la biblioteca del rey
Sardanápalo (668-626, a. c.). Fragmentos de una versión babilonia mucho más
antigua (ver supra, p. 170) y un original sumerio todavía más antiguo
(3er. Milenio a. c.) también han sido descubiertos y descifrados.
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