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CÓMO BORRARON A LA GRAN MUJER:
NUESTRO PAPEL EN SU RESTAURACIÓN
DESATANDO A LA MUJER FUERTE
Estar con, ver con
La Gran Mujer
De pequeña sentía un llamado al sacerdocio. Un sacerdocio
que quizás no exista para mí en este mundo, con los códigos que tiene.
Pero definitivamente el carisma que se me dio, y mi promesa al Creador, fue
y sigue siendo intentar, tanto como pueda, y como sea capaz, llevar a la Santa
Madre y sus obras al mundo y, por medio de Ella, las obras de su precioso Hijo,
para ofrecerlos en los mundos anhelantes, brillantes, creativos y a veces
arruinados que tanto Amor e Inclusión necesitan: para ayudar a recordar
suavemente que todos nosotros estamos aquí para caminar juntos, cada quien con
su propia forma personal de bondad.
Así que llevo a mi Guadalupe por doquier, a algún alma, a reuniones,
retiros, escuelas, la calle, las iglesias, algunas son católicas romanas, otras
no lo son. La llevo con quienes tienen la gentileza de pedirme que dé el sermón
o que me hacen un espacio para que sane y bendiga a otros con mis manos durante
ese tiempo reservado en un templo o témenos, lugar dedicado a ser un “espacio
consagrado”, como un bosquecillo, una habitación para enfermos, un estado
meditativo.
Les cuento de su mundo, su vida, sus hijas e hijos, y siempre hay por lo
menos una persona que dice: “Nosotros no ‘creemos’ en Ella”. O “¿Cómo puedes
creer esto?”.
Y contesto: “Yo no creo en Ella. Yo la conozco. Cara a cara, piel a piel. Mi
madre. Ella es mi madre. Nuestra Madre. La nuestra”.
Y muchas veces me preguntan cómo un alma que apenas empieza a estar
verdaderamente con Nuestra Señora puede pensar en María, Nuestra Madre
Grande. Yo digo:
Cómo entenderla, estar cerca de Ella
No es necesario un lugar exótico para aprehenderla.
Ella se encuentra en una astilla de vidrio, en una
banqueta rota, en un corazón lastimado
y en cualquier alma, conocedora o no,
pero locamente enamorada de los misterios,
de la chispa divina, del fuego creativo,
y no tanto de los desafíos mundanos únicamente.
Piensen en Ella no solo en las formas
que les han contado o vendido.
Más bien, búsquenla con sus propios ojos sin anteojeras
y con el corazón sin postigos.
Miren más abajo en lugar de más arriba.
Busquen justo bajo sus narices.
Ella viene con diferentes apariencias y disfraces.
Escondida al aire libre.
Y la conocerán de inmediato por su corazón
Inmaculado e íntegro por la humanidad.
Esta es la Guadalupe que creo que conocen, o perciben, o quieren conocer, o
de la que han estado cerca desde hace años; Nuestra Señora se centra en la
dicha, y cura los pesares. Está presente en todas las formas. Al comprender así
esa atracción hacia la Mujer Santa, desatamos a la Mujer Fuerte.
En este momento, permítanme por favor orar para que entre la fuerza en sus
manos y corazón, y la inspiración y el atrevimiento, y la pasión, para retirar
a la Gran Mujer de cualquier liliputiense que la haya amarrado para darle una
forma más manejable.
Sin importar cuál sea la disertación o disminución que la hayan atado, Ella
es más grande que cualquier Gulliver, por mucho.
En el momento en que pedimos por Ella,
la vemos, conversamos son Ella, la amamos.
Ella se levanta grácilmente
contra todas sus amarras,
y estas revientan mientras que
los clavos vuelan en todas direcciones.
Con mucho amor, algo de ligereza y
definitivamente un profundo anhelo,
juntos, incorporémonos también,
soltando nuestras amarras
hagamos volar también todos los clavos,
liberándonos mientras desatamos
a la Mujer Fuerte.
Ojalá así sea para ustedes en lo profundo.
Ojalá así sea para mí también,
Ojalá así sea para todos nosotros, siempre.
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