“Poesía”, editado por la Universidad de Valparaíso, contiene la creación
poética de una de las grandes voces de la literatura latinoamericana
Si la poesía es vendaval, ¿cómo caracterizar la fuerza y la belleza de los versos escritos por Violeta Parra? ¿Suaves como la brisa o potentes como un huracán? Tal vez, un poco de ambas.
Todo ese material cantado, tarareado y leído por generaciones y
generaciones se reunió en un libro editado por Ernesto Pfeiffer y Cristián
Warnken y publicado por la editorial chilena de la Universidad de
Valparaíso. Se titula simplemente Poesía y contiene una
de las grandes influencias de la literatura latinoamericana: la voz poética de
la artista chilena.
Además de los poemas cantados (¿o canciones poetizadas?), el libro
cuenta con tres textos previos. Un prólogo, un ensayo y una nota de los
editores, donde aseguran que, "más que un acto de reparación con la obra
poética de Violeta Parra, este libro es un regalo para los lectores
de poesía".
En el prólogo, Rosabetty Muñoz asegura que la artista
chilena "presta su voz a la cotidiana lucha de un pueblo contra la
adversidad y, en una épica particular, participa de la fundación de una
identidad al recoger savia en el habla de los vivientes, en sus gustos y
dolores para darles un lugar nuevo, una estatura visible y ennoblecedora".
"La riqueza de su poesía, entonces, radica en ese diálogo intenso
que mantuvo con tradiciones de distintas épocas y espacios, enriqueciendo las
virtudes proteicas de la canción con las cualidades expresivas de la poesía
moderna", escribe Paula Miranda H., en el ensayo que se
incluye en el libro, y resalta también el vínculo que Violeta Parra ha
tenido con "la palabra sagrada, mutimedial, comunitaria y con el canto, en
todo su resplandor conmemorativo, ritual y comunitario".
Hay también composiciones inéditas de VIoleta y, sobre el
final, varios epílogos: sentidos textos de Pablo de Rokha, Braulio
Arenas, José María Arguedas y Gonzalo Rojas, y poemas de Pablo
Neruda y Nicanor Parra.
Nació en 1917 y murió a los 49 años, un 5 de febrero de 1967, de un
disparo en la sien. Faltaban algunos minutos para las seis de la tarde cuando,
en su carpa de La Reina, se despidió del mundo y apretó el gatillo.
Fue cantautora (de las mejores que dieron estas tierras) pero también
pintora, escultora, ceramista y bordadora. Le gustaba coser, tejer, bordar: un
arte ancestral. Eso se ve en la tapa de este libro, Poesía,
casi como un homenaje a su estética.
(infobae / 27-6-2019)
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