LAS CARTAS DE MOZART COMO ESPEJO DE SU POSICIÓN FRENTE AL MUNDO (2)
EL JUSTO MEDIO (3)
Con cuánta exaltación
busca Beethoven reconciliarse con un amigo ofendido:
Mi Wegeler querido,
anímate una vez y arrójate en los brazos de tu Beeethoven. Construye sobre las
buenas cualidades que solías encontrar en él. Te prometo que el nuevo templo de
la santa amistad que erigirás sobre ellas será fuerte, eterno. Ninguna
casualidad ni tormenta podrá conmoverlo de sus sólidos cimientos -fuerte
-eterna - ¡nuestra amistad! ¡Perdón, olvido, nueva vida para la amistad moribunda!
(1)
Mozart, en cambio, piensa
audaz y sensatamente en que tenía derecho de estar de mal humor:
¡Seguramente está usted
enojado conmigo pues no me contesta! Si comparo sus demostraciones de amistad y
mis pretensiones encuentro que usted tenía absoluta razón. Pero si comparo mis
desgracias (sin tener yo la culpa) y nuevamente sus sentimientos encuentro,
también, que merezco una disculpa. (2)
Casi con matemática
simetría se han pasado las frases. Nunca hubiera llegado Mozart a los
siguientes extremos:
¡No venga más a mi casa! ¡Es
un perro falso y a los perros falsos los lleve el desollador!
Beethoven.
Algunos días más tarde:
¡Consuelo de mi corazón!
Eres un tipo honrado y
tienes razón, de eso me doy cuenta. Ven, pues, esta tarde a mi casa… (2)
En el curso de dos días
Beethoven reparte odio y amor. Según sea su estado de ánimo ofende o hace
feliz. Mozart, en cambio, siempre encuentra el justo medio dando muestras de un
inefable sentido del tacto. Citaremos un solo ejemplo de la extraordinaria sensibilidad
de Mozart. Le es penoso ser amonestado innecesariamente, pero domina el arte de
exponer sin herir. Veremos en el siguiente párrafo con cuánta amabilidad sabe
enfrentar tales situaciones:
Usted me escribe que
ahora debo pensar en mi padre, descubrirle sinceramente mis pensamientos y
poner mi confianza en él -¡qué desgraciado sería yo si necesitara que me lo
recuerden!- Es muy útil para mí que me lo recordara, sólo que estoy contento -y
usted también lo está- porque no lo necesito. (3)
Otra prueba de la
cuidadosa moderación de Mozart es su riqueza de medios de expresión. Su estilo
no es recargado ni pobre. Su redacción muestra equilibrado contenido, pero no
es ambigua o sin compromiso. Mozart se expresa con precisión y justeza. Emplea todos
los medios para no dejar lugar a dudas.
Su juicio bien definido
cobre Clementi, el pianista a quien ovacionaba todo el mundo, vuelve dos y
hasta tres veces casi con las mismas palabras en las cartas de Mozart:
Clementi toca bien,
cuando se trata de la ejecución son la mano derecha -su fuerte son los pasajes
en tercera-, por lo demás no tiene un kreutzer (*) de sentimiento ni de gusto,
toca mecánicamente.
Notas
(1) Beethoven, a Fr.
Wegeler, Viena, 1794-1796, pág. 11.
(2) A Puchberg, Viena, 17-VII-1789, II, 433.
(3) Beethoven a I. N. Hummel, Viena, ?-1778, pág. 12.
(4) Al abate Bullinger,
París, 7-VIII-1778, II, 350.
(5) A su padre, Viena,
12-I-1782, II, 150.
(*) Kreutzer, moneda
de poco valor. (N. del T.)
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