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/ APOTEOSIS (5)
Los siguientes versos
tibetanos, por ejemplo, del poeta y santo Milarepa, fueron compuesto en los
tiempos en que el Papa Urbano II predicaba la Primera Cruzada:
Dentro de la Ciudad
Ilusoria de los Seis Planos del Mundo
El factor principal es el
pecado y la oscuridad nacida de las malas obras;
El Ser sigue los dictados
de sus gustos y de sus repugnancias,
Y nunca halla el tiempo
de conocer la Igualdad:
Huye, oh hijo mío, de los
gustos y de las repugnancias. (113)
Di conocéis el vacío de
todas las cosas, la Compasión
se producirá en vuestros
corazones;
Si perdéis toda
diferencia entre vosotros y vuestros semejantes,
estaréis preparados para
servir a otros;
Y cuando al servirlos
tengáis éxito, entonces me habréis encontrado.
Y si me encontráis,
habréis llegado al estado de Buddha.” (114)
La paz está en el corazón
de todos porque Avalokiteshvara-Kwannon, el poderoso Bodhisattva, el Amor sin
límites, incluye, considera y habita en todos los seres sensibles sin
excepción. Considera la perfección de las delicadas alas de un insecto, rota
por el paso del tiempo, y él mismo es al mismo tiempo su perfección y su
desintegración. La perenne agonía del hombre, sus torturas, sus equivocaciones,
mezcladas en la red de su propio delirio; sus frustraciones, aun cuando tiene
dentro de sí mismo, escondido y absolutamente inutilizado el secreto de su
libertad: también esto lo mira él, y es él mismo. Los ángeles serenos están por
encima del hombre; por debajo, los demonios y los que mueren infelices; a todos
ellos los atrae el Bodhisattva con los rayos de sus manos enjoyadas, y ellos
son él y él es ellos. Los atados y entorpecidos centros de la conciencia, doblados
en millones de dobleces, en cada uno de los planos de la existencia (y no sólo
de este universo presente, limitado por la Vía Láctea, sino más allá, en el reino
del espacio), galaxia detrás de galaxia, mundo detrás de mundo de universos que
nacen de la eterna fuente del vacío, que vienen a la vida y como una burbuja se
desvanecen: una y otra vez: una multitud de vidas: todas sufren: todas ligadas
en el tenue y apretado círculo de sí mismas, odiando, matando, engañando y
deseando la paz después de la victoria: todos estos son los hijos, las
enloquecidas figuras del transitorio pero inagotable, largo sueño universal del
que Todo lo Mira, cuya esencia es la esencia del Vacío: “El señor que mira
desde arriba con Piedad.”
Pero el nombre significa
también: “El Señor que muestra su Interior”. (115) Todos somos reflejos de la
imagen del Bodhisattva. El que sufre de nosotros es ese ser divino. Nosotros y
el padre protector somos uno solo. Esta es la visión interior que redime. Ese
padre protector es cada hombre que encontramos. Así, debe saberse que aunque
este cuerpo ignorante, limitado, que trata de defenderse, puede sentirse
amenazado por algún otro -el enemigo-, ese también es Dios. El ogro nos
destruye, pero el héroe, el candidato idóneo, pasa por la iniciación “como un hombre”;
y he aquí que era el padre: nosotros en Él y Él en nosotros. (116) La madre
querida y protectora de nuestro cuerpo no podría defendernos del Gran Padre
Serpiente; el cuerpo mortal y tangible que ella nos da fue entregado al poder
terrible de él. Pero la muerte no era el fin. La nueva vida, el nuevo
nacimiento, el nuevo conocimiento de la existencia (de manera que no vivimos
sólo en este cuerpo físico, sino en todos los cuerpos, en todos los cuerpos
físicos del mundo, como el Bodhisattva) nos fueron entregados. El mismo padre
ha sido el vientre, la madre, de un segundo nacimiento. (117)
Este es el significado de
la imagen del dios bisexual. Es el misterio del tema de la iniciación. Se nos
aparta de la madre, se nos mastica en fragmentos y se nos asimila al cuerpo
universalmente aniquilador del mundo del ogro para quien todos los seres y las
formas preciosas son los elementos de un festín, pero entonces, milagrosamente
renacidos, llegamos a ser más de lo que éramos. Si el Dios es un arquetipo
racial, tribal, nacional o sectario, somos los guerreros de su causa; pero si
es el señor del universo mismo, seguimos adelante como quien sabe que todos los
hombres son sus hermanos. Y en cualquier caso, las imágenes infantiles de los
padres y las ideas sobre el “bien y el “mal”, se han superado. Ya no deseamos
ni tememos, somos lo que se ha deseado y se ha temido. Todos los dioses,
Bodhisattvas y Buddhas están implícitos en nosotros, como en el halo del
poderoso portador del loto del mundo.
Notas
(114) “Himno de los
preceptos Yoga de Milarepa”, ibid., p. 273. La “vacuidad de todas las
cosas” (sánscrito: shunyata, “vacío”) se refiere, por una parte, a la
naturaleza ilusoria del mundo fenoménico y por otra a la impropiedad de
atribuir las cualidades que podemos conocer por nuestra experiencia del mundo
fenoménico a lo Imperecedero.
En el esplendor Celestial
del Vado
no existe sombra de cosa
o de concepto,
pero penetra todo objeto
de conocimiento;
obediencia al Vado
Inmutable.
(115) Avalokita (sánscrito)
= “mirar hacia abajo” pero también “visto”; ishvara=”Señor”; por lo
tanto, los dos significan “El Señor que mira hacia abajo (con piedad)” y “El
Señor Visto (por dentro)” (a e i se combinan en sánscrito en e;
de aquí Avalokiteshvara). Véase
W. Y. Evans-Wentz, Tibetan Yoga and Secret Doctrine (Oxford University
Press, 1935), o. 233, nota 2.
(116) La misma idea se expresa
frecuentemente en los Upanishads; a saber: “Este ser se da a ese ser, ese ser
se da a este ser. Así ellos se obtienen mutuamente. En esta forma él llega al
mundo de más allá, en esa forma experimenta este mundo” (Aitareya Aranyaka,
2, 3, 7). También es sabido a los místicos del Islam: “Por treinta años el Dios
trascendente fue mi espejo, ahora soy mi propio espejo. Digo que yo soy mi
propio espejo: esto es, aquello que era ya no soy; el Dios trascendente es su
propio espejo. Digo que yo soy mi propio espejo, porque es Dios quien habla con
mi lengua y yo he desaparecido” (Bayazid, como aparece citado en El legado
del Islam, T. W. Arnold y A. Guillaume, editores, Oxford Press, 1931, p.
216 -hay traducción esp.-)
(117) “Llegué de Bayazid
como una serpiente sale de su piel. Miré entonces. Vi que el amante, el amado y
el amor son una sola cosa, porque en el mundo de la unidad todo puede ser uno”
(Bayazid, loc. Cit.)
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