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/ APOTEOSIS (7)
El psicoanálisis es una
técnica para curar a los individuos que sufren en forma excesiva a causas de
sus deseos y hostilidades inconscientemente mal dirigidos que tejen a su alrededor
sus privadas telarañas de terrores irreales y de tracciones ambivalentes; el
paciente liberado de ellas se encuentra capacitado para participar con cierta
satisfacción en los temores más reales, las hostilidades, las prácticas eróticas
y religiosas, empresas comerciales, guerras, pasatiempos y tareas domésticas
que le ofrece su cultura, particular. Pero para aquel que ha escogido
deliberadamente la difícil y peligrosa jornada que sobrepasa el acervo de su
pueblo, ha de considerarse también que estos intereses están basados en un
error. Por lo tanto, la meta de la enseñanza religiosa no es curar al individuo
para adaptarlo al engaño general, sino apartarlo del engaño; y esto no se logra
reajustando el deseo (eros) y la hostilidad (thánatos) porque eso
sólo origina un nuevo contexto de engaño, sino extinguiendo esos
impulsos desde la raíz, de acuerdo con el método del celebrado Camino óctuple
de los budistas:
Creencia Recta, Intención
Recta,
Palabra Recta, Acción
Recta,
Modo de Vida Recto, Esfuerzo
recto,
Pensamiento Recto,
Concentración Recta.
Con la final “extirpación
del engaño, del deseo y de la hostilidad” (Nirvana), la mente sabe que no es lo
que había pensado: el pensamiento desaparece. La mente descansa en su verdadero
estado. Y allí puede quedarse hasta que el cuerpo se desvanezca.
Estrellas, oscuridad, una
lámpara, un fantasma, rocío, una burbuja,
Un sueño, un relámpago y
una nube:
Así deberíamos mirar todo
lo que se ha hecho. (122)
El Bodhisattva, sin embargo,
no abandona la vida. Vuelve su mirada desde la esfera interior de la verdad que
trasciende el pensamiento (que sólo puede ser descrita como “vacío”, ya que
sobrepasa el lenguaje) de nuevo hacia el mundo de los fenómenos exteriores, lo
percibe sin el mismo océano de ser que encontró adentro. “La forma es el vacío
y el vacío es, sin dejar lugar a duda, la forma. El vacío no es diferente de la
forma y la forma no es diferente del vacío. Lo que es forma es vacío, lo que es
vacío es forma. Y lo mismo se aplica a la percepción, al nombre, a la
concepción y al conocimiento.” (123) Habiendo sobrepasado los engaños de su ego
anteriormente autoafirmativo, autodefensivo, preocupado por sí mismo, él siente
afuera y adentro el mismo reposo. Lo que observa hacia afuera es el aspecto
visual del inmenso vacío que trasciende al pensamiento sobre el cual cabalgan
sus propias experiencias del ego, la forma, las percepciones, la palabra, las
concepciones y el conocimiento. Y se siente lleno de compasión por los seres
aterrorizados de sí mismos que viven en temor de su propia pesadilla. Se
levanta, vuelve a ellos y con ellos habita como un centro sin ego, a través del
cual el principio del vacío se manifiesta en su propia simplicidad. Este es el
gran “acto de compasión”, por medio del cual se revela una verdad: la de que en
el entendimiento de aquel en quien ha muerto el Fuego Triple del Deseo, la
Hostilidad y el Engaño, este mundo es el Nirvana. “Olas de dones” salen de ese
ser para la liberación de todos nosotros. “Esta vida mundana de nosotros es una
actividad del Nirvana mismo y no existe entre ambos ni la más ligera
distinción.” (124)
De manera que puede
decirse que la meta terapéutica moderna de la curación de regreso a la vida se
obtiene, después de todo, a través de la antigua disciplina religiosa, sólo que
el círculo seguido por el Bodhisattva es un círculo grande; y el apartamiento
del mundo se ve no como una falla sino como el primer paso en ese doble camino
que lleva a la curva más remota en el cual la iluminación ha de ganarse acerca
del profundo vacío del universo que nos rodea. Este ideal es bien conocido
también en el hinduísmo: aquel que ha sido liberado en vida (jivan mukta),
desprovisto de deseos, compasivo y sabio, “con el corazón concentrado por el yoga,
que considera todas las cosas de la misma manera, se ve a sí mismo en todos los
seres y a todos los seres en sí mismo. De cualquier manera que lleve su vida,
ese hombre vive en Dios”. (125)
Notas
(122) Vajracchedika, 32; “Sacred Books of the
East”, op. cit.., p. 144.
(123) La Prajña-Paramita-Hridaya
Sutra, más pequeña, ibid., p. 153.
(124) Nagarjuna, Madhyamika
Shastra.
“Lo que es inmortal y lo
que es mortal están armoniosamente mezclados, porque ni son uno, ni están
separados” (Ashvaghosha).
“Este punto de vista
-escribe el doctor Coomaraswamy, citando otros textos- está expresado con
fuerza dramática en el aforismo Yas kieshas so bodi, yas samsâras tat
nirvânam, ‘Aquello que es pecado es también sabiduría, y el reino de lo que
vendrá es también Nirvana” (Ananda K. Coomaraswamy, Buddha and the Gospel of
Buddhism, Nuieva York, G. P. Putnam’s Sons, 1916, p. 245).
(125) Bhagavad Gita,
6:29, 31.
Esto representa la perfecta
realización de lo que llamó la señorita Evelyn Underhill “la meta del Camino
Místico: la Verdadera Vida Unificadora: el estado de la Divina Fecundidad: la Deificación”
(op. cit., passim). La señorita Underhill, sin embargo, como el profesor
Toynbee (supra, p. 26, nota) comete el popular error de suponer que este
ideal es peculiar a la Cristiandad. “Puede decirse con certeza -escribe el
profesor Salmony- que el juicio occidental ha sido falsificado, hasta el
momento, por la necesidad de autoafirmación” (Alfred Salmony, “Die Rassenfrage
in der Indienforschung”, Sozialistiche. 8, Berlín, 1926, p. 534.
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