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/ APOTEOSIS (6)
“Venid y volvamos a Yavé:
Él desgarró, Él nos curará; Él hirió, Él nos vendará. Él nos dará vida a los
dos días y al tercero nos levantará y viviremos ante Él. Conoceremos, nos esforzaremos
por conocer a Yavé. Como aurora está aparejada su aparición, vendrá como la
lluvia, como lluvia temprana que riega la tierra.” (118)
Este es el sentido de la
primera maravilla del Bodhisattva: el carácter andrógino de la presencia. Por lo
tanto, se unen las dos aventuras mitológicas aparentemente opuestas: el
Encuentro con la Diosa y la reconciliación con el Padre. Pues en la primera, el
iniciado aprende que el varón y la hembra son (como se expresa en el Brihadaranyaka
Upanishad) “las dos mitades de un guisante partido.” (119) Y en la segunda,
se descubre que el Padre es antecedente de la división del sexo: el pronombre “Él”
era una forma de hablar, y el mito del estado de Hijo una línea guía que debe
ser borrada. Y en ambos casos se descubre (o más bien, se recuerda) que el
héroe en sí mismo es aquello que ha venido a encontrar.
La segunda maravilla del
mito del Bodhisattva es su aniquilación de la distinción entre la vida y la
liberación de la vida, que está simbolizada (como hemos observado) en la
renunciación del Bodhisattva al Nirvana. En pocas palabras, el Nirvana
significa: “La Extinción del Fuego Triple del Deseo, de la Hostilidad y del
Engaño.” (120). Como el lector recordará, en la leyenda de la Tentación debajo
del Árbol Bo (supra, pp. 36-37) el antagonista del Futuro Buddha era
Kama-Mara, literalmente “Deseo-Hostilidad” o “Amor y Muerte”, el mago del
Engaño. Era una personificación del Fuego Triple y de las dificultades de la
última prueba, el último guardián del umbral que debe atravesar el héroe
universal en su suprema aventura al Nirvana. Después de haberse sometido dentro
de sí mismo hasta llegar al punto crítico del último el Fuego Triple, que es la
fuerza que mueve el universo, el Salvador miró reflejadas, como en un espejo a
su alrededor, las últimas fantasías proyectadas de su primitiva voluntad física
de vivir como otros seres humanos: la voluntad de vivir de acuerdo con los motivos
normales de deseo y de hostilidad, en un ambiente engañoso de causas, fines y
medios fenoménicos. Él fue asaltado, pues, por la última furia de la carne despreciada,
en este momento del que todo dependía; de una sola brasa podría levantarse de
nuevo todo el incendio completo.
Esta leyenda tan
celebrada ofrece un ejemplo excelente de la estrecha relación mantenida en
oriente entre el mito, la psicología y la metafísica. Las vívidas
personificaciones preparan al intelecto para la doctrina de la interdependencia
de los mundos interno y externo. No cabe duda de que la atención del lector ha
sido atraída por cierta semejanza entre esta antigua doctrina mitológica de la
dinámica de la psique y las enseñanzas de la moderna escuela freudiana. De acuerdo
con esta última, el deseo de vivir (eros o libido, correspondiente al kama
budista, “deseo”) y el deseo de la muerte (thánatos o destrudo,
que es idéntico al mara budista, “hostilidad o muerte”) son las dos
tendencias que no sólo mueven al individuo desde su interior sino que animan
para él el mundo que lo rodea. (121) Es más, los engaños basados en el
inconsciente, de los que se levantan los deseos y hostilidades, están en ambos
sistemas disipados por el análisis psicológico (sánscrito, viveka) e
iluminación (sánsacrito, vidyâ). Sin embargo, las nietas de las dos
enseñanzas, la tradicional y la moderna, no coinciden exactamente.
Notas
(118) Oseas, 6:1-3.
(119) Brihadaranyaka Upanishad, 1, 4, 3. Cf. Infra,
p. 253.
(120) El verbo nirvâ (sánacrito)
es, literalmente, ‘extinguir de un soplo’, no en forma transitiva, sino como el
fuego se apaga… Privado de combustible, el fuego de la vida se ‘pacifica’, se
extingue; cuando la mente ha sido dominada, se obtiene ‘la paz del Nirvana’, la
‘despiración en Dios’. …Y la paz se alcanza cuando dejamos de nutrir nuestros
fuegos; de esa paz se dice bien en otra tradición que ‘está más allá del
entendimiento’” (Ananda K. Coomaraswamy, Hinduis and Buddhism, Nueva York,
The Philosophical Library, sin fecha, p. 63). La palabra “despiración” se ha
formado por una latinización literal del sánscrito nirvana; nir =”fuera,
aparte, hacia afuera, fuera de, lejos de”; vana=”soplado”; nirvana=”apagado,
extinguido”.
(121) Sigmund Freud, Más
allá del principio del placer (Obras completas, ed. Cit., pp. 1111-1139. Ver también Karl Menninger, Love
against Hate, p. 262.
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