lunes

CÁNTICO ESPIRITUAL (102) - SAN JUAN DE LA CRUZ


CANCIÓN 39

Que nadie lo miraba…
Aminadab tampoco parecía;
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía…

DECLARACIÓN (2)

4 / Por el cual “cerco” entiende aquí las pasiones y apetitos del alma, que, cuando no están vencidos y amortiguados, la cercan y combaten en derredor, por lo cual los llama “el cerco”. El cual dice que también está ya “sosegado”, que, pues así es, no deje de comunicarle y hacerle las mercedes que le ha pedido, pues el dicho cerco no puede ya impedir la paz interior que se requiere para recibirlas, poseerlas y conservarlas. Esto dice porque en este estado es necesario que las pasiones de él ánima estén compuestas y los apetitos y afecciones mortificadas, de manera que ninguna molestia ni guerra hagan, antes todo este cerco ya dicho con sus operaciones se conformen con el espíritu interior y en su manera se recojan a gozar de los deleites que él goza. Por lo cual dice luego:

Y la caballería
a vista de las aguas descendía.

5 / Por las cuales “aguas” entiende aquí los bienes y deleites espirituales de Dios de que en este estado goza el alma. Por la “caballería” entiende las potencias de la parte sensitiva, así interiores como exteriores. Las cuales dice la esposa que en este estado descienden a vista de estas aguas espirituales, porque de tal manera está ya en este estado purficada y espiritualizada en alguna manera la parte sensitiva de el alma, que ella con sus potencias sensitivas y fuerzas naturales se recogen a participar y gozar en su manera de las grandezas espirituales que Dios está comunicando al espíritu, según lo quiso entender David cuando dijo: “Cormeum et caro mea exultaverunt in Deum vivum”; que quiere decir. “Mi espíritu y mi carne se gozaron y deleitaron en Dios vivo” (ps. 83,3).

6 / Y es de notar que no dice aquí la esposa que la caballería descendía a “gustar” las aguas, sino “a vista” de ellas; porque esta parte sensitiva con sus potencias no pueden esencial y propiamente gustar los bienes espirituales -porque no tienen proporcionada capacidad par eso, no sólo en esta vida, pero ni en la otra-; sino por cierta redundancia de el espíritu reciben la recreación y deleite de ellos, por el cual son atraídas estas potencias y sentidos corporales al recogimiento interior, en que está bebiendo el alma los bienes espirituales. Lo cual más es descender a la vista de ellos que al gusto esencial de ellos. Pero gustan (como habemos dicho) la redundancia que de el alma se comunica en ellos. Y dice aquí el alma que “descendían”, y no otro vocablo alguno, para dar a entender que todas estas potencias descienden y bajan de sus operaciones naturales, cesando de ellas, al recogimiento interior. En el cual sea servido el Señor Jesús, Esposo dulcísimo, poner a todos los que invocan su santísimo Nombre; al cual es honra y gloria juntamente con el Padre y el Espíritu Santo in saecula saeculorum. Amén.

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