El amor
inmaculado de la Madre Bendita por el alma salvaje
Primeras palabras (2)
NUESTRA GRAN MADRE ANCESTRAL
Bendición inicial:
Totus Tuus, te pertenezco
Madre Bendita
Con este trabajo espero volverla visible para aquellos que aun no la ven,
hacer una cálida invitación a los que se han apartado y alejado de Ella por
demasiado tiempo, ayudar a calmar un poco a los que buscan fosilizar su ser
viviente y ayudar a componer un poco a quienes fueron avergonzados por aseverar
que no solo existe, sino que es fundamental para sus seres y que ha dado forma
a sus esfuerzos por la seguir la vida sagrada de modos que nutren profundamente
el alma, y que a veces no se ven de manera obvia.
Escribí este trabajo para dejar que otros más, que tanto la aman y han
estado con Ella por toda una vida, y aquellos que tienen anhelos aun
innombrados por lo sagrado, sepan que están en el camino correcto, ese camino a
menudo difícil y cuesta arriba para seguirlo.
Así, todas las historias, oraciones e imágenes encerradas sobre las que
escribo aquí, acerca de Ella, sus maneras ejemplares, las instrucciones que nos
da, sus modos ancestrales en nuestros tiempos modernos, para todas las almas,
se idearon como ventanas abiertas por explosiones en los gruesos muros de
concreto que algunas culturas han construido alrededor de Ella y sobre su
presencia viva, intentando aislarla, “desaparecerla” por medio de apariciones
solo debidamente “preaprobadas”, permitiendo que diga apenas palabras
examinadas previamente.
Este trabajo se formó de manera especial para permitir que cualquier alma
que la añore, que camine con Ella, que sueñe con acercarse a Ella, todas sepan
que están rodeadas de compañeros de viaje que no “creen” que camina con
nosotros: desde lo más profundo, los compañeros de viaje la conocemos y
la vivimos en directo, mejilla con mejilla. Somos, todos juntos, los
centelleantes brillos de luz en su océano de amor. Juntos somos el destellar de
innumerables estrellas en su manto. No están solos. Estamos juntos: con Ella y
dentro de Ella.
Este escrito sigue la tradición en la que me criaron y me consagraron: a Ella,
Nuestra Madre Santísima. Allá en las tierras rurales donde vivíamos todos, de
niña me llevaron ante el altar de una diminuta capilla del tamaño de una
cocina. Me apadrinaron las ancianas mujeres de mi familia de inmigrantes, con
sus grandes zapatos destartalados, y dos monjas aun más ancianas con sus faldas
y velos negros y polvorientos.
Siempre he tenido la sospecha de que nuestra consagración a la Madre
Santísima derivó de las tradiciones étnicas más antiguas de los pueblos del
País Viejo. Y que, quizás, la consagración de por vida de niñitas a la Santa
Madre, haciendo que estas criaturas aladas, con cuerdas para saltar y pelo
desgreñado, declaren sus votos solemnes a Nuestra Señora -votos de Castidad,
Obediencia y Lealtad de por vida, cuando solo tienen seis años-, se algo que
probablemente no se hacía en las congregaciones más ordenadas y reservadas, que
eran más bien un crisol y de inmigrantes menos valientes.
Sin embargo, en ese entonces asumí mi juramento como esposa del Espíritu
Santo con toda la seriedad de mi brillante y tranquilo corazón de niña, y ahora
intento llevar esa promesa con ese mismo corazón de niña: teniendo éxito,
fracasando, intentándolo otra vez. Como casi todos los ángeles enlodados, tengo
que hacer un esfuerzo; no para dedicarme a la Señora, pues eso es fácil,
sino por recordar que hay que vivir lo que se conoce, y eso incluye
deslumbrarme por aprenderla, verla concretamente, ver cómo habla a todos, si
deciden tener un oído y un corazón que escuchen. Espero tanto que lo hagan
ahora y en el futuro, y que yo lo haga, siempre.
Así, he intentado arduamente vivir la hermosa devoción que me dieron para
llevarla en esta vasija de barro en bruto y resquebrajada de la que estoy
hecha. En este trabajo espero compartir con ustedes lo que ha sido ese viaje
con Ella -ciertas ventanas al interior de lo sagrado- para ayudar a presentar a
la Madre Santísima a quienes tienen nociones de Ella pero poca experiencia.
Espero volver a presentársela a aquellos que quizás se han alejado, pero
están en busca de la veta madre otra vez, y a los que han sido sus devotos toda
la vida, con la esperanza de deleitar y fortalecerlos a todos.
Espero que estas palabras despierten, ya sea un poquito o mucho, cualquier
rincón del corazón que esté sin usar, cualquier porción que se sienta
desamparada. En todo caso, eso es verdaderamente la Madre Santísima: la amiga
máxima para el que está desamparado.
Por eso, si me lo permiten, quisiera enviarles una bendición, no para “terminar”
este capítulo, sino para abrir la puerta. Si así lo deciden, solo inclinen sus
cabezas un poquito y abran una mano con la palma hacia arriba, de modo que les
resulte cómodo, o coloquen la palma abierta de su mano sobre su corazón o
cualquier parte del cuerpo de la vida que necesite fuerza, cuidado, sanación.
Los ancianos devotos de mis familias de inmigrantes me enseñaron a rezar así
para recibir la gracia sanadora de la Madre Santísima.
Bendición de la Madre Santísima (2)
Mi oración por, y para, y sobre la corona
de tu vida es esta…
Te elevamos para que la Madre
de Misericordia pueda ver tu alma,
Ella que revisa umbrales, vislumbra entre las grietas
y en los rincones donde a menudo se esconden
las almas, en busca de refugio.
Ella que es el Inmaculado Corazón te ve fácilmente,
te saluda cálidamente, te recuerda con amor,
pues Ella es
el Espejo de los Cielos,
la Torre de Marfil,
la Hoja de Obsidiana,
Estrellas de las Aguas,
Trono de Sabiduría…
Te elevamos para que la Santísima Madre pueda ver
todo lo que necesitas ahora
para traerte bondad y satisfacción,
sanación y salud,
comprensión y amor,
-a ti y a tus amados-
de todas las maneras posibles.
Y, especialmente, que todas estas cosas te den
en forma que puedas ver y entender
de la manera más sencilla…
en formas que puedas poner en buen uso
de inmediato.
Te elevamos porque fuiste tejida
en el vientre de tu madre terrenal
por Uno Más Grande….
no solo naciste ya bendita…
sino que naciste también como una bendición para
todos nosotros…
No lo olvides,
pues no te hemos olvidado
ni tampoco lo ha hecho ni lo hará
tu Madre más Grande.
Camina ahora al interior de este día,
profundamente bendecida y bendiciendo
a otros también
con la magnitud del amor de Nuestra Santa Madre.
Aymen
…que en el idioma ancestral significa
“Que así sea”.
Notas
(1) Algunas palabras la autora las escribió en español en la versión
original en inglés. A lo largo del libro aparecerán en cursiva para que el
lector sepa que así fueron escritas. (Nota de la Traductora.)
(2) Esta es una oración que rezo todos los días junto con el Ángelus. Así
como elevo a todas las almas valientes y queridas, así el Creador, Jesucristo y
la Señora pueden ver lo que más necesita cada quien para poder guiarlos. A la
Madre Santísima le pido en particular que todas las almas reciban señales,
ángeles que caminen con ellos, direcciones, fuerzas y gracia en maneras que
puedan entender y usar de buena forma de inmediato.
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