LAS CARTAS DE MOZART COMO ESPEJO DE SU POSICIÓN FRENTE AL MUNDO (2)
EL
JUSTO MEDIO (1)
Busoni no sabe cómo encomiar
la mesura clásica de Mozart. Busca nuevas formas para expresar con justicia la
magnitud de este fenómeno estilístico.
“No comete temeridades.”
“Posee extraordinaria
riqueza de medios, pero no se malgasta.”
“Sabe decir mucho, pero
nunca dice demasiado.”
“Es apasionado, pero
guarda las formas caballerescas.” (1)
La disciplina moderada no
se manifiesta solamente en la música mozartiana. Es el signo de todo su ser.
Las cartas lo testimonian. Su estilo se diferencia fundamentalmente del
arranque patético de un Beethoven, cuyas cartas elegimos para comparar:
El pecho está lleno de
muchas cosas para decirte. -Ay- hay momentos en que me parece que el idioma no
es nada. (2)
Sufres. Ay, donde estoy
yo, estás tú conmigo; contigo y conmigo hablo. ¡Haz que pueda vivir contigo!
¡Qué vida!!!, ¡así ¡!!, sin ti, perseguido por la bondad de la gente aquí y
allá, que creo desear ganar tan poco, como a ellos mismos. Humillación del
hombre por el hombre, ello me duele. Y cuando me contemplo en relación con el
Universo, qué soy yo y qué es Aquel, ¡a quién llaman el Más Grande! Y, sin
embargo, también en esto aparece lo divino en lo humano. Ay, Dios, ¡tan
cercano!, ¡tan lejano! ¿No es un edificio celeste nuestro amor?, tan fuerte,
como los fuertes del cielo. (3)
Tu amor me hace el más
feliz de los hombres y el más infeliz al mismo tiempo. A mis años necesitaría
alguna uniformidad alguna igualdad de la vida… Estate tranquila, ¡ámame! ¡Hoy,
ayer, qué ansia mojada en lágrimas de ti, de ti, de ti, mi vida, mi todo! (4)
Se suceden los signos de
admiración que no demuestran nada más que el desmayo desamparado, la necesidad
de constreñir en una forma la supremacía de los sentimientos. Tres y cuatro
signos de admiración después de cada frase sin sentido propio. Los guiones
representan la resignación ante la impotencia del lenguaje. Es evidente que
este expresa demasiado poco. Comparaciones exageradas, “como los fuertes del
cielo”, tratan de dar la medida de su amor. Para el estilo de los Stürmer
und Dränger tales citas son ejemplares. Son característicos los vuelcos de
uno a otro extremo: “tu amor me hace el más feliz de los hombres y el más
infeliz al mismo tiempo. A mis años necesitaría alguna uniformidad, alguna
igualdad de la vida”, Beethoven ansía un equilibrio que Mozart posee gracias al
dominio adquirido. Este es bien consciente de tal ventaja:
…hasta el presente no
hemos sido nunca felices o infelices, ni lo somos, por lo que doy gracias a
Dios. (5)
Notas
(1) Busoni, Von der Einheit der Musik, Berlín,
1922.
(2) Beethoven a ?, Teplitz, 6-VII-1812, pág. 87.
(3) Beethoven a ?. Teplitz, 6-VII-1812, pág. 87.
(4) Beethoven a ?, Teplitz, 7-VII-1812, pág. 88-89.
(5) A su padre, Mannheim,
29-XI-1777, I, 313.
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