Primera edición:
Caracol al Galope / elMontevideano Laboratorio de Artes (2009)
Primera edición WEB:
elMontevideano Laboratorio de Artes (2018)
Retrato de portada:
Horacio Herrera.
TRES: LA SOLEDAD DEL PARAÍSO
16 / LA MISA
La séptima viñeta de LA HEROICIDAD URUGUAYA diálogo con Demian
Díaz Torres se llama MISA: Hacía más
de treinta años que no iba a misa. Entré casi corriendo y me paré detrás de un
perfumado pelo botticelliano. Pero cuando iba a completar la visualización
machista del cuerpo de la muchacha escuché un pensamiento: Aquí no. Me concentré en la misa y después que
cantamos el Padrenuestro sobre la música de Sounds of silence ella se dio vuelta para besarme y sonrió: La
paz contigo. Lo único que le faltaba era
llamarse María.
En el capítulo 24 de la
segunda parte puntualicé que el padre
Fidel eligió usar la espada del Vaticano para partir un nudo dogmático y darme
la comunión a pesar de mi divorcio. Lo que todavía falta aclarar es que mi
primer confesor, Aniano Álvarez Suárez, el que me propuso construir un Hombre
Nuevo, no me consideró apto para comulgar. Y me dijo algo así como que igual
podía vivir la eucaristía junto con
la comunidad, y que hacer el trámite para que la curia me rehabilitara iba a
ser muy complicado.
Todo bien. Mi hijo Nacho,
que tenía doce años, empezó a acompañarme los domingos y a los catorce se
bautizó y tomó la comunión. Aniano volvió enseguida a Roma y yo le propuse al
párroco, Fidel Gil, dar clases de guitarra en la sacristía dos o tres veces por
semana a precios populares, con la posibilidad de becar a los chiquilines de
los asentamientos de Carrasco Norte y se interesó mucha gente, incluidos
algunos sacerdotes y seminaristas del convento.
Y un día le comenté a
Fidel la prohibición de Aniano y él decretó con una mansedumbre de dientes
peleadores: Ah, no. En mi parroquia
comulgás. Porque sos un hombre bueno. Te confiesas y vale.
En el capítulo 17 de mi
novela Jesús de Punta del Este la
productora posmo que termina asesinando a Leonardo Regusci le pregunta al Judas
de la Banda del Pez: ¿Vos también sos
cristiano? Y el otro la corrige: Católico.
Desde chico. Y ella se pone histérica: ¿Pero
cómo pueden creer que Jesús resucitó? Entonces el traidor le explica con
una simpleza máxima: Para eso hay que ir
a misa.
Y es así. Después de un
tiempo de compartir la eucaristía empezás a vivir
en el ámbito de la nueva dimensión de la materia que empezó a reinar
doloridamente hace dos mil años y sentís que esa noticia es lo más importante del mundo. Y no se
necesita pertenecer a ninguna aristocracia intelectual como la de Spinoza and
Co. para sentirse eterno. Yo canté
años en el coro de la parroquia y veía a la gente de frente, y a la hora de
revivir la sencillísima cena donde resucitó la humanidad entera somos todos
Hijos únicos, más allá de que pertenezcamos a la high class carrasquense o a un asentamiento del Paso Carrasco. Quien lo probó, lo sabe.
Vale la pena citar
algunas reflexiones que concantena Jung en la segunda parte de Psicología y simbólica del arquetipo, subtitulada
El simbolismo de la transformación en la
misa. La concepción de la Iglesia supone la siguiente situación: la conciencia
(representada por el sacerdote y los fieles) está confrontada con un proceso
autónomo, que se desarrolla sobre una base trascendente a la conciencia (esto
es, con un proceso “divino” e “intemporal”). (…) ¿Qué podría imponer al hombre
durante siglos el mayor refinamiento del espíritu, la más amorosa configuración
de la belleza, la más profunda devoción, el más heroico autosacrificio, la más
amplia servicialidad? ¿Qué otra cosa que un milagro puede tener esos efectos? (…)
Milagro es aquello que asombra el hombre
porque le parece inexplicable. En efecto, no se puede explicar a través de la
naturaleza presuntamente conocida del hombre por qué y cómo este tiene
necesidad de tal manifestación y de tal fe. (…) Se puede suponer que una
opinión improbable pronto será rectificada. Pero las manifestaciones religiosas
son las más improbables de todas y se mantienen durante siglos. Con su
imprevisible fuerza vital demuestran la existencia de una causa suficiente,
cuyo conocimiento científico se ha sustraído hasta ahora al espíritu humano.
Como psicólogo, en un comienzo sólo puedo señalar la existencia del fenómeno y
expresar mi convicción de que tales fenómenos no se acomodan a ninguna
explicación cómoda…”
Y no olvidemos que Jung,
cuando John Freeman le pregunta en la célebre entrevista filmada para la BBC en
marzo del 59, si todavía creía en Dios, contestó: ¿Ahora? Lo sé. No tengo necesidad de creer. Lo sé.
Así contestó el científico.
Y en los frisos de su tumba mandó inscribir la misma sentencia tomada de un
escrito de Erasmo que presidía su casa: Lo
llamemos o no lo llamemos, Dios estará presente.
17
/ BOCCANERA
Mi cuarto poemario, El cielo entre los dientes, apareció en
el 89 dentro de la recopilación titulada Puro
verso, y está dedicada al relevante escritor argentino Jorge Boccanera, que
nació en Bahía Blanca en el 52 y nunca va a encontrar donde quedarse quieto en
este mundo.
Y dentro del libro hay un
texto que creo que lo retrata: Un hombre
que organiza grandes palabras dulces / y las hace brillar desesperadamente /
como si un maremoto se azulara en los ojos / emigrados de un niño / jamás podrá
saber por qué frente al madero / la Virgen le ofrendó una sonrisa de piedra.
Nos conocimos en Buenos
Aires en el 83, cuando volvió del exilio mexicano. Él ya me me mandaba sus
libros porque se habían hecho muy amigos con Saúl, que siempre lo consideró un tremendo poeta. Y unos años después nos
visitó en Montevideo y de nuna manera completamente inexplicable rompió una de
las poderosas sillas de guacambú que tenemos en el comedor nada más que
levantándose y mi tercer ojo no entendió que era un hombre-pararrayos.
Entre el 99 y el 07 ni
siquiera nos escribimos. Y en 2004 publiqué un Manifiesto minmalista en un volumen colectivo que sacamos con el
taller y voy a reproducir cuatro numerales imprescindibles para visualizar la
sismografía de mi radicalismo:
11) La gente va tan poco a las librerías porque se vende demasiada caca
mater. Los verdaderos bailarines no pasan
el rato en escena: nos sosiegan los vértigos volando revolucionariamente. Y también estamos cansadísimos de la
farandulitis ingeniosa. Hace falta tango hermafrodita y muy bueno.
13) La búsqueda de una completud
estética geometrizada, depurada y despojada de facilismos o desviaciones
discursivas de cualquier tipo (sociologizar o filosofar ensayísticamente,
complacer o épater) es un viaje hacia
el escándalo de la Purificación, la meseta discriminatoria que se autodesinfecta (a puro escalofrío
y palabra abismal) de la barbarie
escatológica.
14) El vértice estético que no amenace al gusto oficial como una espada crística, será puntualmente envainado por el olvido.
15) La indiferente, ciega o cobarde incomprensión (o su reverso: la alabanza boba) será, casi en la totalidad de los
casos, la paga del establishment para el
mago-profeta que minimalizó y conjuró la amenaza del bisonte interior. Al hombre-masa le importa el oro, pero no el minero.
Y hace un par de meses me
llamó Jorge desde la redacción de la revista bonaerense Nómada para reenganchar la conversa
y le pedí que me mandara el último poemario, Bestias en un hotel de paso, que nunca llegué a pescar, y durante
el traqueteo del vagón telefónico me di cuenta que nos queremos más de lo que
parece. Porque a él le encanta socializar teatralizando chistes, por ejemplo,
pero es un callado eterno. Los que
viven tragándose los rayos que amenazan a la tribu para alquimizarlos y
tallarlos como implosiones dulcemente sordomudas en la pared de las cavernas
tienen digestiones ermitañas.
Y cuando me llegó Bestias en un hotel de paso ablocado en
un volumen con las reediciones de Sordomuda
y Polvo para morder fue como si
se rompiera otra silla y recién ahora senti
que la poesía de Jorge es uno de esos poquísimos trapecios que sobresaltan dimensionalmente al circo
hasta transparentar el estrellerío.
Y nos cuesta mucho entrarle a esos saltos de tensión, porque viven
mañana. Vallejo, García Lorca, Dylan Thomas, Homero Manzi, Silvio Rodríguez
o el Indio Solari.
En la portada del libro,
además, Boccanera me dedica sus bestias que
también gritan: “que se siga creyendo”. Y eso me hizo pensar que su Virgen
interior ya no le está ofrendando una sonrisa de piedra.
Yo
tuve otros empleos, gruñe al final de Servicios del insomnio: Eso está en otro cuerpo. / Ahora dedicación, la
lengua muda. / Soy el que apila noches toda la santa noche. / El que traslada
escombros de una carta a la otra.
Y en Labios de ramas quebradas termina de aparecer un cautísimo triunfo:
Sabemos que el ruido de un río / es el
ruido del río, / y que no tiene nombre / y lo reconocemos. / Es igual que ese
nombre / que llamamos tu nombre, / que llamamos tu nombre, / y lo reconocemos,
/ y es el ruido de un río.
Y en El extranjero (uno) se redondea el tango hermafrodita, el casamiento
con nuestro otro que reclama mi
manifiesto: Un extraño, un aullido
enterrado en mi cuerpo. / Lo he visto dibujado en las hojas de un libro. / Se
llama corazón. / Nos vamos pareciendo, poco a poco. / Ya no tengo diez dedos en
las manos. / Él a veces camina como yo.
18
/ LA HEROICIDAD
En el 99 publicamos con
el Caracol las dos primeras novelas de Isabelino Pena reunidas en el volumen El resoro de Ronaldinho, la segunda
edición de Puro verso ampliada y
prologada por Jorge Boccanera y la cuarta edición de Morir con Aparicio.
Y una mañana de 20000 me
desperté pensando: No puede ser que la
sabiduría de Demian no quede constelada por escrito. Aunque si le propongo
hacerle un libro-reportaje no le va a interesar.
Entonces pasó algo: todavía era tempranísimo, y cuando
volví a apoyar la cabeza en la almohada vi
a Jung. Yo no estaba dormido, pero tenía los ojos cerrados y sentí la presencia de la mascarilla del suizo brillando en lo alto del
placard que hay al lado de mi cama. Aquel mismo mediodía llamé a Demian y
aceptó encantado la propuesta.
Yo en ese momento ni
sabía que él había hecho su posgrado en la Universidad Católica recién entre el
94 y el 97 y pasado a integrar la Fundación Carl G. Jung del Uruguay y la
International Asociation Analytical Psychology en calidad de analista.
Las grabaciones se
hicieron rápido, y en un principio también participó la brillante Dra. y docente
Pilar Amézaga. Pero nos íbamos los tres por las ramas y tuve que resolverlo
charlando en una sola dirección con mi terriblemente intravertido terapeuta.
Había necesidad, además,
de intercalar lo que ellos llaman cuentitos
ilustradores, y organicé los textos reflexivos-narrativos con mi viejo
sistema de las cábulas liceales: dieciséis
viñetas. Los símbolos naturales de la
totalidad, tal como aparece entre nosotros, en sueños y visiones y en el Oriente
como mandalas, son cuaternidades, que pueden ser múltiplos del cuatro, o
círculos cuadrados, se especifica en Psicología
ny simbólica del arquetipo.
Y como el tema vertebral
del libro era la conquista de la heroicidad a nivel general y comunitario
después de me ocurrió ilustrar las ilustraciones
con un correlato fotográfico del monumento La lucha de Eduardo Díaz Yepes, en base a la distorsión y la
fragmentación de fenomenales tomas hechas por mi compañero del alma Héctor Marrone, plástico y música de olfato
cósmico. El principal sponsor fue mi otro alumno de guitarra Mario Barbé, un
hombre que sabe gestualizar su generosidad con una pureza desconcertante, y
Héctor aportó lo que hacía falta por propia iniciativa para llegar a un tiraje
de quinientos ejemplares sin saber que se estaba delantando cuatro años en
regalárselo a su nieto Caetano, porque el libro está dedicado a los niños del
2000.
La elección del monumento
circular que corona el horizonte del río-mar uruguayo se inscribía,
complementariamente, en la profunda significación alquímica del Ouroboros, la serpens mercurialis de los latinos.
También
el Ouroboros es padre, madre, hijo e hija, hermano y hermana desde “los
primeros tiempos hasta el fin de la alquimia”, anota
Jung en El simbolismo de la
transformación en la misa: El Ouroboros es su propio creador y sacrificador y
su propio instrumento sacrificador, pues es un símbolo del agua mortal y
vivificante.
Una de las primeras
viñetas de LA HEROICIDAD URUGUAYA se
llama TILO: El gomero que reinaba frente a los apartamentos fue talado de raíz
porque nos deshacía la vereda y esa noche tuve la sensación de que acabábamos
de enterrar por segunda vez a mi padre. Después plantaron un tilito y hace años
que lo riego mucho más con los ojos que con los puntuales baldazos nocturnos.
Ya mide el doble que cualquier mortal y calla y resplandece como un hermano enorme
de mi corazón.
Y la última se llama,
precisamente, LUCHA: Cómo creció este
tilo. Está el doble de grande, me comenta
la esposa del vecino-jardinero una noche muy clara, cuando vuelve de sacar al
perro. Pepe dice que es por las raíces podridas que quedaron enterradas, señalo uno de los muñones sobrevivientes del
gomero. Pero ella mira el balde que llevo en la mano y sonríe: No. Casi
nunca crecen así. Lo que pasa es que usted lo regó con amor.
La portada de LA HEROICIDAD URUGUAYA lleva una especie
de faja sobreimpresa que anuncia ENFRENTANDO
AL MISIL DE LA DEPRESIÓN, sobre tres pequeños rostros de Obdulio Jacinto
Varela, José Gervasio Artigas y Joaquín Torres-García.
Para redondear la
reconexión generacional lo presentamos en el museo del abuelo de Demian junto
con el Dr. Mario E. Saiz, y esa noche mi terapeuta agradeció el trabajo y la
presencia de sus colegas junguianos y remató la intervención clarinando con su
chillona parquedad que se sentía orgulloso del libro y de mí. Y yo sentí que el
poeta descalzo acababa de meterle un gol de oro al 34 oriental.
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