2. MAGIA HOMEOPÁTICA O IMITATIVA (4)
Uno de los grandes méritos de la magia homeopática está en permitir que la
curación se ejecutada en la persona del doctor en vez de la de su cliente,
quien se alivia de todo peligro y molestia mientras ve al médico retorcerse de
dolor. Por ejemplo, los campesinos de Perche, en Francia, obran bajo la
impresión de que los espasmos prolongados del vómito son efecto de la caída del
estómago, por haberse descolgado, según dicen ellos, y de acuerdo con esto,
llaman a un práctico en estas cuestiones para que devuelva el órgano a su lugar
propio. Después de escuchar los síntomas, el práctico se entrega a las más
espantosas convulsiones con el propósito de desenganchar su propio estómago.
Habiendo tenido éxito en un esfuerzo, vuelve en seguida a colgar su estómago
con otra serie de contorsiones y batimanes mientras el paciente experimenta el
correspondiente alivio; precio, cinco francos. Con semejante método un médico
dayako, llamado por un enfermo, se tiende en el suelo y pretende estar muerto,
y, suponiéndolo así, se le trata como corresponde a un cadáver, envolviéndolo
en esterillas, sacándole de la casa y tendiéndole en el suelo. Pasada una hora,
los otros curanderos desenvuelven de sus cubiertas y devuelven la vida al
pretendido muerto; según va recobrándose este, suponen que se mejora también al
enfermo. En los principios de la magia homeopática se funda la cura de un tumor
prescrita por Marcelo de Burdeos, médico de la corto de Teodosio I, en su
curiosa obra sobre medicina. Dice así: “Tómese una raíz de verbena, córtese por
la mitad y cuélguese una parte alrededor del cuello del paciente y la otra
sobre el fuego de la chimenea. Conforma va secándose la raíz entre el humo del
hogar, va secándose el tumor hasta desaparecer. Si después el paciente es
ingrato para el buen médico, el diestro conocedor puede vengarse muy fácilmente
sin más que arrojar la verbena al agua, pues, a medida que la raíz absorbe otra
vez la humedad el tumor se reproduce”. El mismo escritor sapiente recomienda
que si está molesta por la erupción de barrillos, se aceche la caída de una
estrella y en aquel momento preciso en que la estrella corre todavía por el
cielo, se restrieguen rápidamente los granos con la primera tela que se
encuentre a mano. Del mismo modo que las estrellas caen del cielo, así caerán
los barrillos del cuerpo, pero tendrá el paciente mucho cuidado de no
restregarlos con mano desnuda, pues los granos pasarían a ella.
Por otra parte, la magia homeopática y en general la simpatética juegan una
gran parte en las precauciones que el cazador o pescador toma para asegurar una
abundante provisión de alimento. Según la máxima de que “lo semejante produce
lo semejante”, él y sus compañeros hacen muchas cosas imitando deliberadamente
aquello que quieren conseguir y, por el contrario, evitan otras con cuidado por
su parecido más o menos imaginario a las que serían desastrosas si se
realizasen.
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