LAS CARTAS DE MOZART COMO ESPEJO DE SU POSICIÓN FRENTE AL MUNDO (2)
REALISMO
(7)
Mozart no siente
necesidad de hacer abstracción del mundo concreto. Si para Beethoven, lo finito
significa un peso y la meta está en el mundo ideal, Mozart vive, sin
reflexionar mucho, las contingencias diarias con todas sus imperfecciones. Lo
que para Beethoven es materia muerta, Mozart le confiere alma. Hasta lo más
insignificante es digno de su amor.
Cuando manda un saludo a
su amigo no olvida a Pimperl, su perro. Considera al animalito como si fuera
una persona:
…a
Pimperl dele usted una porción de tabaco español, un buen pan y tres besitos. (1)
Pero no sólo los
animales, sino hasta los objetos reciben vida y son encerrados en su más tierno
amor:
…este
único día no nos ocasionó molestias, porque mi coche (quisiera darle un beso)
es maravilloso. (2) Le
ruego me mande de vuelta en la próxima diligencia la caja de sombreros, porque
la he prestado. Para que la pobre loca no viaje tan sola le ruego vuelva a
poner dentro el Rondeaux. (3)
El calificativo cariñoso
de “pobre loca” muestra una vez más con qué humor Mozart atrae todo el círculo
de los humanos sentimientos.
No se hunde en abstraída
contemplación del retrato de su esposa Constanza como si tratara de convertirlo
en realidad. No, el retrato mismo es un ser vivo, con el que juega tiernamente:
…si
te contara todo lo que hago con tu querido retrato te reirías. Por ejemplo,
cuando lo saco de su calabozo, le digo: ¡Buen días, tesoro!, buen día, buen
día; mocosa, pícara, nariz en punta, chichecito -¡schluck! und druck!- y cuando
lo vuelvo a guardar, lo dejo deslizar despacito, y digo siempre: ¡Stu! ¡Stu!
¡Stu!, pero con la determinada expresividad que requiere esta palabra tan
significativa. Y por último digo rápidamente: Buenas noches, ratoncito, felices
sueños. (4)
Todo lo que pasa por las
manos de Mozart recibe vida. También saben cuidar y atesorar lo que se le
regala, con su innato respeto por todo y por todos:
…hasta
el momento Gylofsky no me ha traído ningún pañuelo, pero cuando me lo traiga no
dejaré de ponerlo prolijamente y bien chato en el medio de la valija entre la
ropa, para que no se arrugue o se arruine. (5)
Beethoven, en cambio,
sólo parece apreciar medianamente los objetos, sólo los ama si le recuerdan a
una persona querida.
En
el final de mi carta me atrevo a un pedido: es que me gustaría volver a tener
la felicidad de poseer un chaleco de pelo de conejo tejido por sus manos,
querida amiga. Perdone usted este pedido tan poco modesto de su amigo. Nace de
la gran predilección por todo aquello que sale de sus manos… (6)
Notas
(1) A su padre, Munich,
24-XI-1780, II, 17.
(2) A su esposa,
Francfort del Mein, 28-IX-1790, II, 268.
(3) A su padre, Viena,
23-III-1782, II, 158.
(4) A su esposa, Dresde,
16-IV-1789, II, 256.
(5) A su padre, Viena,
28-IV-1781, II, 83.
(6) Beethoven a Eleonora
v. Breuning, Viena, 2-XI-1793, pág. 62.
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