BURLA-LA-MUERTE (3 / 13)
El presidio con sus
costumbres y lenguaje, con sus bruscas transiciones de lo horrible a lo cómico,
su espantosa grandeza, su familiaridad y su bajeza, se vio de pronto
representado en aquel hombre, que no fue ya un hombre sino el tipo de toda una
nación degenerada, de un pueblo salvaje y brutal En un momento Collin pasó a
ser un poema infernal, donde se pintaron todos los sentimientos humanos menos
el arrepentimiento. Su mirada era la del arcángel caído que quiere estar en pie
de guerra. Rastignac bajó los ojos aceptando aquel parentesco criminal como una
expiación de sus malos pensamientos.
-¿Quién me ha delatado?
-dijo Collin paseando su terrible mirada por la asamblea-. ¿Has sido tú, vieja
bruja? -dijo fijando sus ojos en la señorita Michonneau.-. Sí, tú has sido la
que ha provocado mi accidente. Diciendo dos palabras podría hacer que
estuvieras muerta dentro de ocho días; pero te perdono porque soy cristiano.
Además, no eres tú la que me ha vendido. Pero, ¿quién? ¡Ah!, ¿estáis
registrando el cuarto? -exclamó al oír que los oficiales de policía judicial
abrían los armarios yse apoderaban de sus efectos-. Los pájaros volaron ayer y
no sabréis nada. Mis libros de comercio están aquí -dijo golpeándose la
frente-. Ahora ya sé quién me ha vendido. Sólo ha podido ser ese maldito Hilo
de Seda, ¿verdad, padre apresador? -le dijo al jefe de policía-. La cosa
concuerda demasiado con la permanencia de los billetes de banco allí arriba.
Pero ya no hay duda, amigos míos. Respècto de Hilo de Seda, estará muerto antes
de quince días, aunque lo custodie toda la gendarmería. ¿Qué le habéis dado a
esa bruja? ¿Mil escudos? -preguntó a los agentes de policía-. Vieja cascada,
Pompadour andrajosa, Venus de cementerio, yo te hubiera dado más, y si me
hubieses advertido tendrías ahora seis mil francos. ¡Ah, ni lo sospechaste
siquiera, o si no hubieras acudido a mí! Pero sí, te los hubiera dado para
evitar un viaje que me contraría y que me hace perder dinero -decía mientras le
ponían las esposas-. Esta gente se va a complacer en retenerme una infinidad de
tiempo para aturdirme. Si al menos me enviasen en seguida a presidio, no
tardaría en reanudar mis ocupaciones, porque todos se desharían para que el
general Burla-la-Muerte se evadiese. ¿Hay alguno de vosotros que tenga como yo
más de diez mil hermanos dispuestos a sacrificarse? -preguntó con orgullo-.
¿Sabéis de qué depende esto? De que aquí hay algo bueno -dijo golpeándose el
corazón-. Yo no he hecho nunca traición a nadie. Mira, lechuza -dijo
drigiéndose a la solterona-, todos me miran con terror, mientras que tú les
inspiras asco. Recoge el premio de tu acción. ¿Sois tontos vosotros? ¿No habéis
visto nunca un presidiario? -dijo después de una pausa dirigiéndose a los
pensionistas-. Un presidiario del temple de Collin es un hombre que vale más
que los otros y que protesta de las profundas decepciones del contrato social,
como dice Juan Jacobo, de quien soy discípulo a mucha honra. En fin, yo lucho
sólo contra el gobierno, con sus tribunales, oficinas y gendarmes, y me burlo
de él.
-¡Diantre! -dijo el
pintor-. Qué buen cuadro podría sacarse ahora.
-Dime, menino del señor
verdugo, gobernador de la Viuda (nombre lleno de terrible poesía que los
presidiarios dan a la guillotina), sé buen muchacho -añadió drigiéndose al jefe
de policía- y dime si fue Hilo de Seda el que me vendió. Sentiría que pagase
por otro, lo cual sería injusto.
En este momento, los
agentes que habían inventariado y abierto todo en su cuarto, hablaron en voz
baja al jefe de policía. El proceso verbal había acabado.
-Señores -dijo Collin
dirigiéndose a sus compañeros de pensión-, van a llevarme; todos ustedes se han
portado bien conmigo, y yo se los agradezco y les digo adiós. Ya me permitirán
que les mande higos de Provenza.
Dicho esto dio algunos
pasos y se volvió para mirar a Rastignac.
-Adiós, Eugenio le dijo
con voz amable y triste que contrastaba con el tono brusco de sus palabras-. Si
necesitas ayuda, te dejo un amigo adicto.
A pesar de las esposas,
Collin pudo ponerse en guardia, y gritando “¡uno, dos!”, se tiró a fondo.
-En caso de desgracia,
dirígete allí. Hombre y dinero, puedes disponer de todo.
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