CANCIÓN 27
Entrado
se ha la esposa
en
el ameno huerto deseado,
y
a su sabor reposa,
el
cuello reclinado
sobre
los dulces brazos de el Amado.
.
DECLARACIÓN
(3)
5
/
El cuello (como arriba queda dicho) denota la fortaleza (porque mediante la fortaleza que ya aquí el alma tiene se hace esta
unión, que no se puede recibir en estrecho abrazo, sino por alma fuerte, y
porque en esta fortaleza) es con la que el alma trabaja y obra las virtudes
y vence los vicios. Y así, es justo que el alma repose y descanse en aquello
que trabajó, y recline su cuello.
sobre
los dulce brazos de el Amado.
6
/
Reclinar el cuello en los brazos de Dios es tener ya unida su fortaleza, o, por
mejor decir, su flaqueza, en la fortaleza de Dios; porque los brazos de Dios
significan la fortaleza de Dios, en que reclinada y transformada nuestra
flaqueza tiene ya fortaleza de el mismo Dios. De donde muy cómodamente se
denota este estado de el matrimonio espiritual por esta reclinación de el
cuello en “los dulces brazos de el Amado”, porque ya Dios es la fortaleza y
dulzura de el alma, en que está guarecida y amparada de todos los males y
saboreada en todos los bienes. Por tanto, la esposa en los Cantares, deseando
este estado, dijo al Esposo: “Quis det te mihi fratreum meum surgentem uvera
matris meae, et inveniam te solum foris, et deosculer te, et jam me nemo
despiciat!” (8,1); como si dijera: “¡Quién te me diese, hermano mío, que
mamases los pechos de mi madre, de manera que te hallase yo solo afuera y te
besase, y ya no me despreciase nadie!” En llamarle “hermano”, da a entender la
igualdad que hay en el desposorio de amor entre los dos antes de llegar a este
estado. En lo que dice “que mamases los pechos de mi madre” quiere decir que
enjugases y apagases en mí los apetitos y pasiones, que son los pechos y leche
de la madre Eva con nuestra carne, los cuales son impedimento para este estado;
y así, esto hecho, “te hallase yo solo
afuera”; esto es, fuera yo de todas las cosas y de mí misma en soledad y
desnudez de espíritu -lo cual viene a ser enjugados los apetitos ya dichos- “y
allí te besase sola a ti solo”, es a saber, se uniese mi naturaleza, ya sola y
desnuda de toda impureza temporal, natural y espiritual contigo solo, con su
sola naturaleza, sin otro algún medio. Lo cual solo es en el matrimonio
espiritual, que es el beso de el alma a Dios, donde no la desprecia ni se le
atreve ninguno, porque en este estado, ni demonio, ni carne, ni mundo, ni
apetitos molestan. Porque aquí se cumple lo que también se dice en los
Cánticos: “Jame nim hiems transiit, imber abiit et recessit, flores
apparuerunt”, etc.; que quiere decir: “Ya pasó el invierno, y se fue la lluvia,
y parecieron las flores en nuestra tierra” (2,11).
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