EL ARTE REVOLUCIONARIO, ARTE DE MASAS Y FORMA ESPECÍFICA DE LA LUCHA DE CLASES
1. En el actual período
social de la historia, por la agudeza, la violencia y la profundidad que ofrece
la lucha de clases, el espíritu revolucionario congénito del artista no puede
eludir, como esencia temática de sus creaciones, los problemas sociales,
políticos y económicos. Estos problemas se plantean hoy con amplitud y
exasperación tales en el mundo entero, que penetran e invaden en forma
irresistible, la vida y la conciencia del más solitario de los eremitas. La
sensibilidad del artista, sensible por excelencia y por propia definición, no
puede sustraerse a ellos. No está en nuestras manos dejar de tomar parte en el
conflicto, de uno u otro lado de los combatientes. Decir, pues, arte y, más
aun, arte revolucionario, equivale a decir arte clasista, arte de lucha de
clases. Artista revolucionario en arte, implica artista revolucionario en
política.
2. ¿De qué lado se halla
hoy el frente revolucionario en la lucha de clases? ¿En qué clase social están
encarnados el movimiento, la idea y la fuerza revolucionaria de la historia?
Supongo que nadie osará suponerlos encarnados en el frente capitalista, en la
clase burguesa. La revolución social está fecundándose con la sangre y las
batallas de la clase proletaria, y el frente que en la lucha de clases lo
encarna, no es otro que el frente bolchevique, vanguardia de las masas
trabajadoras. El puesto del combate del artista revolucionario está, por
consiguiente, en las filas proletarias, en los rangos bolcheviques, entre las
masas laboriosas.
3. Siendo el arte
revolucionario, forma específica de la lucha de clases y arte de masas, ¿cuáles
deben ser el punto de partida, la forma, el contenido y los fines sociales de
la obra de arte?
a) El punto de partida de
la obra de arte revolucionaria deben coinstituirlo las posiciones estratégicas
y tácticas que, en el decurso de la lucha de clases, tome según los trances y
virajes que impongan las circunstancias de cada momento, la clase proletaria
mundial. O en otros términos: la obra de arte ha de situarse siempre en la más
reciente peripecia de la lucha y debe partir de las necesidades e intereses del
día de esta lucha. De aquí que el artista o escritor debe seguir íntimamente y
de cerca las directivas y consignas del Partido Comunista y estar al tanto,
hora por hora, de los acontecimientos.
b) La forma del arte
revolucionario debe ser lo más directa, simple y descarnada posible. Un
realismo implacable. Elaboración mínima. La emoción ha de buscarse por el
camino más corto y a quema-ropa. Arte de primer plano. Fobia a la media tinta y
al matiz. Todo crudo, -ángulos y no curvas, pero pesado, bárbaro, brutal, como
en las trincheras.
c) El contenido de la
obra de arte debe ser un contenido de masas. La sorda aspiración, la
turbulencia, el frenesí solidario, las flaquezas y los ímpetus, las luces y las
sombras de la conciencia clasista, el vaivén de los individuos dentro de las
multitudes, los potenciales frustrados y los heroísmos, los triunfos y las
vigilias, los pasos y las caídas, las experiencias y las enseñanzas de cada
jornada, en fin, todas las formas, lagunas, faltas, aciertos y vicios de las
masas en sus luchas revolucionarias. Al efecto, es necesario crear y
desenvolver una vasta red de organismos y contactos de arte revolucionarios
entre los rangos proletarios, como son, entre otros, los corresponsales de
fábricas, corresponsales campesinos, el control obrero en las secciones
nacionales de la U.I.R.E., en los órganos de prensa y en las editoriales
revolucionarias; los círculos obreros y campesinos de lecturas, las “Camisas
azules” teatrales, la crítica de masas, los clubs obreros, las exposiciones del
pequeño artesanado campesino y proletario, las academias ambulantes, las
brigadas de artistas y escritores en las organizaciones de los trabajadores, en
las trincheras de las guerras civiles, etc. etc.
d) Los fines concretos e
inmediatos del arte revolucionario varían, según las necesidades cambiantes del
momento. No hay que olvidar que el público de este arte es múltiple: la masa
aun no radicalizada y que forma en las filas del fascismo o del anarco-sindicalismo
y hasta de los partidos de izquierda burgueses; la masa sin conciencia
clasista, la masa ya radicalizada y bolchevique y, por último, la pequeña
burguesía y la propia alta burguesía. Una táctica fina, hábil, aguda y dúctil
hay que observar en este terreno, ya que el objetivo práctico de la obra
artística o literaria depende de los medios que se empleen para cada público y
según las necesidades del instante. Tratándose, por ejemplo, de la burguesía en
general, el fin revolucionario se realiza atacando a muerte o persuadiendo.
“Los compañeros de ruta” -de que habla Romain Rolland- no se pueden suscitar ni
atraer en un terreno de franca cordialidad. Ya sabemos los grandes servicios
que estos artistas e intelectuales liberales o simpatizantes de la causa
proletaria, aportan al movimiento revolucionario, cuando, como en muchos casos,
no acaban radicalizándose y hasta proletarizándose. Sabemos, por último, que la
mayoría de los miembros de la “Unión Internacional de Escritores
Revolucionarios” la integran actualmente “les compagnons de route”.
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