10 / LA LECCIÓN DEL JUEGO (8)
DK (4)
Debemos recordar que el
juego es algo más que un momento de alegría aquí y otro allá: es tiempo real
dedicado al juego. Tenemos que distanciarnos del trabajo y del lado serio de la
vida. Disponemos de miles de maneras para introducir de nuevo el juego en
nuestra vida. Por ejemplo, en lugar de contemplar el estado de la Bolsa a
primera hora de la mañana, podemos leer la tira cómica. También podemos ver una
película de risa, comprarnos ropa divertida o una corbata vistosa. Si nuestra
vida y nuestro trabajo son muy formales, podemos vestir ropa interior original.
Debemos practicar diciendo que sí a las invitaciones que recibamos y siendo más
espontáneos. De vez en cuando, hay que hacer algo absurdo.
Todo puede ser un juego,
pero hay que estar alerta, porque podemos convertir cualquier pasatiempo en
algo productivo. Si damos paseos porque realmente nos gusta, se trata de un
juego, pero si caminamos a diario porque es el ejercicio rutinario que creemos
que debemos realizar, ya no es un juego.
Los deportes y los juegos
de mesa son fuentes maravillosas de diversión. Con ellos dejamos salir al niño
que llevamos dentro. Correr por un campo de fútbol o concentrarnos en una
partida de bridge puede ayudarnos a construir nuestra identidad, liberar
tensiones y relacionarnos con los demás.
Muchas personas se reúnen
para jugar a algo. Invitan a los amigos para jugar al Monopoly, al trivial
Pursuit o al Risk, y los invitados se sorprenden de lo bien que se lo pasan y
de los recuerdos maravillosos que estos juegos despiertan en ellos. La
competición suele ser un componente esencial de los deportes y los juegos de
mesa, y puede constituir una motivación estupenda. Sólo si nos lo tomamos
demasiado en serio perdemos la alegría del juego. ¿Ha jugado alguna vez a un
juego de mesa con alguien que se lo tomaba demasiado en serio? No resulta nada
divertido, y tampoco lo es la vida si nos la tomamos así.
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