domingo

LECCIONES DE VIDA (82) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


10 / LA LECCIÓN DEL JUEGO (6)

DK (2)

El omnipresente teléfono móvil ha convertido gran cantidad de tiempo de ocio en tiempo laboral. Tenemos conversaciones de trabajo mientras comemos en los restaurantes, y ya no sólo conducimos, sino que conducimos y hablamos por teléfono al mismo tiempo.  La gente ya no va simplemente de compras, sino que pasea de un lado para el otro del centro comercial con un teléfono pegado a la oreja. Algunas personas incluso hablan por teléfono en el cine, y hubo una mujer que fue haciendo llamadas con su móvil mientras estaba de parto.

Algunos de nosotros acabamos convirtiendo nuestras aficiones y entretenimientos en trabajo. Una noche, una mujer que había superado un cáncer comentó con su esposo el ingente trabajo que suponía organizar la fiesta anual del instituto de enseñanza secundaria local. Estaba agotada y se acordó de lo que se había prometido a sí misma cuando estaba enferma.

“Creí que organizar aquella fiesta me divertiría -dijo-, pero ahora estoy demasiado ocupada. Me encargo de todo y no pienso ni hablo más que de mis obligaciones. Cuando tenía miedo de que me quedara poco tiempo, me prometí que, si me curaba, me divertiría más. Pero esto no es diversión, es trabajo. Si el cáncer se reproduce, no podré decir que he disfrutado del tiempo que se me ha concedido.”

Hemos olvidado cuál es la finalidad de nuestras aficiones. Supongamos que nos gusta fabricar muebles por el simple placer de hacerlos y un día se nos ocurre convertir esta afición en un negocio. Resulta fantástico trabajar en algo que nos gusta, pero, por definición, una afición es algo que hacemos por placer sin que importe el resultado. Si fabricamos muebles para venderlos, ya no se trata de una afición, sino de un trabajo. Sin darnos cuenta, hemos convertido una actividad que nos gustaba en algo que no disfrutamos ni realizamos por el simple placer de hacerlo.

Nos olvidamos de jugar cuando nos tomamos la vida demasiado en serio. Debemos recordar los tiempos en que jugábamos de una manera auténtica, antes de que aprendiéramos a jugar pensando en producir; un tiempo en el que nuestros corazones eran receptivos y en el que jugábamos sin sentirnos culpables después. Pero la idea de vivir para divertirse se contempla con recelo. Cuando somos jóvenes, nos dicen: “La vida es seria, borra esa sonrisa de tu rostro. ¡Haz algo, conviértete en alguien de provecho!” Entonces, cuando vemos a alguien que, simplemente, practica el surf, nos preguntamos que por qué no hace algo con su vida.

Pero ¿de verdad resulta tan horrible reducir al mínimo las propias necesidades para poder hacer lo que nos gusta durante todo el día? Menospreciamos a los surfistas porque dicen que viven en un mundo en el que la diversión nunca acaba. La verdadera cuestión es, ¿por qué tantas personas viven en un mundo en el que la diversión nunca empieza?

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+