por Katherine Subirana
Es posible que “Piece of my Heart”, más que una canción, sea una triste
declaración de principios. Janis Joplin llegó a entender la vida como un
desgarro, una entrega constante, por lo que escucharla cantar Take
another little piece of my heart now, baby! o Break another little bit of my
heart now, darling puede entenderse como algo más que una rítmica
sucesión de palabras envueltas en una cadente melodía.
El corazón de Janis Joplin empezó a
despedazarse durante su adolescencia en Port Arthur, Texas, la ciudad petrolera
que la vio llegar al mundo un 19 de enero de 1943. Seth Ward Joplin, su padre,
era ingeniero; y su madre, Dorothy Bonita East, maestra de escuela. La pareja
viajó tres años antes desde Arizona al polvoriento Port Arthur, cuando a Seth
le ofrecieron un trabajo en la gran compañía petrolera Texaco. Decidieron que
ese pueblito de la conservadora Texas era un buen lugar para establecerse y
formar una familia. Seis años después de Janis, nació Laura; y cuatro años más
tarde, su hermano Michael.
Dorothy Bonita East, que tenía una
voz encantadora y poderosa, se emocionó cuando descubrió el talento de su hija
mayor para el canto, y le compró un piano vertical. Este primer impulso musical
de la familia acabaría cuando Janis tuvo seis años: Dorothy perdió la voz tras
una operación a la tiroides. Impedida de cantar, escuchar a su hija agudizaba
su pena, por lo que le pidió a su marido que desapareciera el piano. Tal vez
las primeras grietas en el corazón de Janis Joplin provengan de aquella época.
Su paso por el coro de la iglesia fue
breve. Sin embargo, como cuenta Alice Echols en su libro Janis Joplin. Las
cicatrices de un dulce paraíso (2001), Janis solía invitar a sus
amigos de la escuela para que la escuchen y se volvió popular. Destacaba en el
coro, era linda, muy inteligente, su familia perteneciente a la clase media
conservadora se suponía estable… ¿Qué podía estar mal?
La adolescencia llegó para quebrar el
orden. Apareció el acné, sus facciones cambiaron y empezó a convertirse en el
centro de las burlas en el instituto. Cayeron los primeros pedazos de su
corazón, y ella decidió repartirlos entre lo que amaba y temía.
En ocasiones es difícil ubicar el
momento exacto en el que la vida cambia, pero sabemos que la de Janis Joplin lo
hizo durante la adolescencia, cuando empezó a construir el camino que la
llevaría a morir de una sobredosis de heroína en un hotel de Los Ángeles el 4
de octubre de 1970. Pero eso lo ignoraba la muchacha que optó por mirarse al
espejo y ver una imagen distinta de sí misma. Elegir ser diferente no era fácil
en los Estados Unidos de los sesenta, y menos si se era una chiquilla de
pueblo. “Lo que sucede nunca sucede allí”, decía.
“Para Janis y sus amigos, el lugar
era una ciénaga pestilente y asfixiante, plagada de mosquitos […] El pueblo que
se jactaba de ‘proveer de petróleo al mundo entero’ era un desierto cultural e
intelectual para ella y sus amigos; la única librería que había era cristiana.
Es probable que Port Arthur estuviera en la vanguardia del progreso
tecnológico, pero en todos los demás aspectos era un lugar tan yermo como
planas eran sus tierras”, cuenta Alice Echols.
Batallando con el desprecio que sus
colegas sentían por ella, Joplin formó un grupo de amigos con los desadaptados
de la escuela. Con ellos huía de la ciudad, cruzaba el río e iba a Louisiana a
beber y charlar de la vida que querían vivir fuera de Port Arthur, porque en
esa tierra desangelada no había poesía para ellos. “Janis tenía amigos con los
que hablaba sobre libros, música e ideas, pero necesitó ir a los lugares donde
se escribieron esos libros, se hizo esa música, donde nacieron esas ideas”,
cuenta su hermana, Laura Joplin, en el documental Little Girl
Blue (2015), producido por la BBC y dirigido por Amy J. Berg.
Según el libro de Echols, el primer disco que Joplin compró en su vida fue uno
de Leadbelly, músico de blues y folk. Pero a la primera cantante que imitó fue
a Odetta, reina del folk hasta que apareció en escena Joan Baez. Para Joplin
fue básica la influencia de Bessie Smith, Otis Reedding o Aretha Franklin, pero
cuenta la leyenda que descubrió que podía cantar de ‘verdad’ cuando dominó a la
perfección una canción de Odetta. Dave Moriaty, amigo de entonces, recuerda al
ser entrevistado por Echols: “Los chicos, alelados por la sorpresa, guardaron
silencio. Janis se puso a cantar y sonó exactamente como Odetta. Eso dejó al
descubierto nuestra limitación. Nosotros solíamos cantar canciones folk cuando
íbamos a alguna parte, pero, aunque seguimos haciéndolo, desde entonces no fue
lo mismo. Ya no estábamos todos a la misma altura”.
Este descubrimiento se asentó durante
el paso de Joplin por la Universidad de Austin, Texas, donde se inscribió para
estudiar Arte, aunque no terminó. Es más, a duras penas aprobó un par de
cursos, pero empató inmediatamente con aquellos estudiantes dedicados a mover
la vida universitaria fuera de las aulas, por lo que participaba en los
conciertos que frecuentemente se organizaban en cafeterías, salones o en el
cuarto de cualquier estudiante. Joplin comenzó a destacar como cantante folk.
Ante su desinterés por el estudio en
la universidad, volvió a casa, donde se comprometió a estudiar secretariado
para complacer a sus padres. Para entonces ya la vida se le escapaba de las
manos sin sentir que tenía mayor sentido. Su andar por el mundo fue errático.
Viajó a San Francisco en 1966 buscando quién sabe qué, y se encontró con la
oportunidad de pertenecer a la Big Brother & The Holding Company. Fue su
amigo texano, el productor y manager Chet Helms, quien le consiguió la audición
con esta banda que iba del folk y al rock. Esto cambiaría la vida de Joplin y,
de paso, de parte de la música contemporánea. La química no fue inmediata, pero
se logró, y Joplin empezó su camino a la fama y los excesos.
La infelicidad crónica de la que sufría Janis Joplin ha sido, es, y, seguro,
será motivo de especulaciones, estudios y teorías. Se ha tratado de buscar el
origen en su infancia, en las relaciones con una madre recta y conservadora,
con un padre silencioso y probablemente alcohólico, pero no es posible
establecer una causa real en el pasado. Se ha especulado que sufría de
depresión y que era bipolar, aunque ella acudió al psicólogo y al psiquiatra y
no se tiene rastro de un diagnóstico al respecto. Tal vez necesitaba atención.
Tal vez quería ser querida. Tal vez se sentía sola. Tal vez solo necesitaba
entregar su corazón a los demás, esperando que alguien le entregara el suyo con
la misma incondicionalidad con la que ella se daba en el escenario. Tal vez se
cansó de esperar.
El documental Little Girl
Blue incluye en su hilo narrativo cartas que Janis Joplin le enviaba a
su familia en distintos momentos de su vida. Desde sus primeras escapadas casi
adolescentes hasta sus últimas batallas, las cartas guardan un tono culposo.
Aun siendo una estrella, aun convertida en ícono de la rebeldía femenina más
allá de los movimientos de liberación, parece que a Janis Joplin siempre le
costó desprenderse de su educación formal y conservadora cincuentera. Aun
buscaba la aprobación de mamá y papá, disculpándose por no ser lo que ellos
habrían esperado, prometiendo que sería alguien importante, y que por fin
encajaría en el mundo. Pedazos de su corazón iban en cada una de las cartas que
llegaban de distintas partes de Estados Unidos a la casa de Port Arthur.
El 16 de junio de 1967 se celebró en la ciudad de Monterey, California, un concierto que se convertiría en un hito en la historia de la música. Durante ese fin de semana miles de jóvenes se agolparon para ver a grandes bandas como The Who o Grateful Dead, aunque los grandes triunfadores de entonces fueron Jimi Hendrix y Janis Joplin junto a The Big Brother.
El 16 de junio de 1967 se celebró en la ciudad de Monterey, California, un concierto que se convertiría en un hito en la historia de la música. Durante ese fin de semana miles de jóvenes se agolparon para ver a grandes bandas como The Who o Grateful Dead, aunque los grandes triunfadores de entonces fueron Jimi Hendrix y Janis Joplin junto a The Big Brother.
“Cuando Janis abrió la boca y empezó
a cantar, fue como si la tierra se abriese y partiese en dos. Su voz hacía
cambiar de dirección el viento […] Luchando contra un átono riff de
guitarra, construyó un cataclismo de emociones, sentimientos y espasmos sin el
que Monterey nunca hubiera sido lo que fue”, escribió el crítico musical Joel
Selvin en el libro Monterey Pop (1992).
The Big Brother salió de Monterey con
la propuesta de grabar un disco y nuevo manager, Albert Grossman, quien también
representaba a Bob Dylan. El periodista español Mariano Muniesa, en su
libro Janis Joplin (2002), cuenta que Grossman, al igual que
muchos otros, opinaba que Joplin era el único talento real de la banda, y
auguraba que más tarde que temprano ella abandonaría el grupo. Así sucedió. El
grupo grabó dos discos, y fue, según Muniesa, durante la producción del
segundo, que ella empezó a consumir heroína: la tensión de la grabación era
tanta que el alcohol no le bastaba.
La vida de Janis Joplin continuó. En
1969, luego de una exitosa gira europea con su nueva banda, la Kozmic Blues
Band, llegó a triunfar a Woodstock. Estaba grabando un nuevo disco cuando se
reencontró con la heroína y conoció la muerte. Se trató del Pearl,
editado tres meses después de su muerte, el 11 de enero de 1971, y que incluyó
hermosos hits como “Me and Bobby McGee” y “Cry Baby”.
Janis Joplin, “la mujer que en el escenario le hacía
el amor a 25 mil personas diferentes”, se iba luego a casa sola. Y murió sola.
Los pedazos de su corazón quedaron regados, al lado de una botella de Southern
Comfort, en un cuarto de hotel y en la historia de la música y la cultura
popular.
(El Comercio / 21-1-2018)
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