por Alberto López
Orgullosa siempre
de haber sido autodidacta, la vida de Virginia Woolf se
puede resumir en una de sus obras: Fin de viaje.
Escrita 26 años antes de morir, tardó ocho en publicarlo pero puede definirse
como el libro sobre la vida de su vida. En él, la reconocida autora británica,
refleja sus preocupaciones, las propias y las del momento social que le tocó
vivir a principios del siglo XX, sus pasiones, sus desvelos y hasta guarda
similitudes con ella en el final prematuro de la protagonista de la obra, que
también resultó premonitorio con una carta con palabras similares de despedida.
Y todo ello, con un estilo literario en constante experimentación y buscando
siempre la identidad propia de unos personajes con gran sensibilidad y
nostalgia.
Virginia Woolf está
considerada como una de las escritoras más importantes del siglo XX. Su técnica
narrativa del monólogo interior y su estilo poético destacan como las
contribuciones más importantes a la novela moderna. La publicación de sus
cartas, ensayos y diarios una vez fallecida, y a pesar de los esfuerzos de su
marido por evitarlo, han significado un legado muy valioso tanto para los
futuros escritores como para lectores que buscan obras que se salgan de lo
convencional.
Pero toda su
atribulada existencia se entiende mejor conociendo la raíz de su vida, en el
seno de un ambiente familiar tan culto y liberal como complejo en sus
circunstancias, ya que Adeline Virginia Stephen, su verdadero nombre, nació en
Londres el 25 de enero de 1882. Fue la tercera de cuatro hermanos. Su padre era
sir Leslie Stephen, un destacado crítico literario, historiador y también
alpinista famoso. Su madre, por su parte, Julia Duckworth, era miembro de una
familia de importantes editores.
Sus hermanos la
llamaban cariñosamente "the goat" (la cabra) y todos tuvieron una
educación en casa impartida por tutores. Crecieron en un ambiente frecuentado
por artistas, literatos y políticos, y con una biblioteca que era considerada
el gran tesoro del hogar.
Sin embargo, la
complejidad de la vida de Virginia vino dada porque además de sus hermanos
tenía tres hermanastros, hijos del primer matrimonio de su madre. Todo indica,
y así lo reflejó de manera velada y autobiográfica en una de sus obras, que
tuvo que soportar abusos sexuales de dos de ellos y que jamás pudo superar la
desconfianza hacia los hombres, decantándose por una inclinación romántica por
las mujeres.
Como muestra de la
creatividad de la pequeña Virginia, a los nueve años creó una especie de
periódico familiar que se tituló The Hyde Park Gate News,
haciendo mención a la dirección de la casa familiar, el número 22 de Hyde Park
Gate, en el barrio de Kensington, y que distribuía entre la familia.
Según las memorias
de la escritora, sus recuerdos más intensos de la infancia no fueron de la
vivienda de Londres, sino de Cornualles, donde la familia pasó sus vacaciones
de verano hasta que tuvo 12 años. En aquella casa de verano, con vistas a la
playa de Porthminster y al faro de Godrevy, Virginia Woolf coleccionó
sus primeros recuerdos literarios con paisajes y personajes, especialmente el
faro de Godrevy, que ambientaron la ficción que escribió años después, sobre
todo en su obra Al faro.
Cuando Virginia
tenía 13 años, en 1895, su madre murió de forma repentina por fiebre reumática.
Desde ese momento, aun adolescente, y pese a su curiosidad por aprender alemán,
griego y latín, comenzó a sufrir estados anímicos depresivos que se
convirtieron en crónicos y que con frecuencia le hacían cambiar de ánimo, lo
que hoy está diagnosticado como trastorno bipolar de la personalidad. Sin
remedio, su vida estuvo ya siempre marcada por ese vaivén emocional que influyó
de manera decisiva en su obra y que la obligó a pasar algunas temporadas en lo
que en aquellos años se conocía como casas de reposo, y que no eran más que
psiquiátricos. Esta enfermedad se agravó con la muerte de su hermanastra Stella
dos años después y por el fallecimiento posterior, en 1905, de su padre a causa
de un cáncer.
Los cambios de
humor y las enfermedades asociadas que sufrió influyeron en su vida social pero
no así en su productividad literaria, que mantuvo con pocas interrupciones
hasta su muerte.
Junto a varios
hermanos, tras las muerte de sus familiares más queridos Virgnia se trasladó
entonces al barrio londinense de Bloomsbury, en la zona oeste de Londres, y la
vivienda se convirtió en un centro de reunión de antiguos compañeros
universitarios de su hermano mayor, entre los que figuraban intelectuales de la
talla de escritores como Forster o Strachey, el economista Keynes, el pintor
Grant y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. Todos ellos
formaron el conocido como grupo de Bloomsbury.
Esta heterogénea élite intelectual tuvo entre sus objetivos la búsqueda del
conocimiento y del placer estético entendidos ambos como la tarea más elevada a
que debe tender el individuo, así como un anticonformismo político y moral con
lo que les rodeaba.
Virginia Woolf empezó
a escribir artículos y críticas regularmente en el periódico The Guardian y para el suplemento literario
de The Times, algo que continuó haciendo el resto de su
vida. También fue invitada a dar clases en el Morley College, una escuela para
mujeres y hombres de la clase trabajadora, donde esporádicamente enseñó
literatura e historia inglesa.
A pesar de sus
dudas sobre el matrimonio, en 1912 se casó con el economista e historiador
Leonard Woolf, a quien conoció en las charlas intelectuales en Bloomsbury, y
del que tomó su apellido. Cinco años más tarde ambos fundaron la célebre
editorial Hogarth Press, que editaría, entre otras, la obra de la propia
Virginia y la de otros relevantes escritores, como Katherine Mansfield o T.S.
Elliot.
Su primer trabajo
en el campo de la literatura fue con una obra de teatro titulada Melymbrosia, en 1908. Este trabajo fue la base para su
primera novela, publicada en 1915 (cuando ya tenía 37 años) bajo el
título Fin de Viaje.
Cuatro años más
tarde publicó Noche y día, una novela romántica
de estilo realista y que se desarrolla a través de cuatro personajes que
componen un cuarteto amoroso muy particular, con relaciones cruzadas. En
ella Virginia Woolf aborda los cambios sociales
experimentados en esos años en Inglaterra, especialmente los que tienen que ver
con la situación de la mujer y con los conflictos entre la modernidad y la
tradición. Como en todas sus obras, deja caer un velado autobiográfico en el
que se cuestiona si es necesario que haya amor dentro de un matrimonio y si
todavía puede hablarse de amor en una época en la que ya se ha dejado atrás el
romanticismo.
Desde sus inicios
en la literatura, Virginia Woolf siempre quiso ampliar sus perspectivas
de estilo más allá de la narración al uso, con hilos conductores guiados por el
proceso mental del ser humano: pensamientos, consciencia, visiones, deseos y
hasta olores. Perspectivas narrativas, en definitiva, inusuales, que incluían
estados de sueño y prosa de asociación libre.
En 1922
publica El cuarto de Jacob, la primera gran novela de su
editorial Hogarth Press, y en la que empezó a experimentar el estilo literario
que perpetuó, con un argumento sin demasiado sentido, lleno de metáforas y
simbolismos y en el que los personajes adquieren protagonismo a través de sus
monólogos interiores.
En 1925 Virginia Woolf logra un gran éxito con La señora Dalloway, posiblemente su obra más conocida.
El tiempo en la obra abarca solo doce horas en las que explora la personalidad
de la protagonista, Clarissa Dalloway. En ese año también conoció a la
escritora Vita Sackville-West, con quien mantuvo una relación amorosa a pesar
de que también estaba casada. Aunque la relación terminó sin que se disolvieran
sus matrimonios, la amistad continuó durante el resto de sus vidas.
Woolf encontró una
musa literaria en su relación con Sackville-West, hasta el punto de que fue su
inspiración para la novela Orlando (1928),
que supuso un nuevo avance en su estilo y por la que recibió elogios de la
crítica por su innovador trabajo, logrando ampliar aún más su popularidad.
En Al faro (1927), Virginia aborda una
discusión familiar sobre si realizar o no una excursión a un faro, lo que le
sirve a la escritora para liberar todos sus fantasmas familiares y luchas de
poder entre el hombre y la mujer al frente de la familia.
Woolf mantuvo su
frenesí escribiendo al publicar Una habitación propia en
1929, un ensayo feminista basado en las conferencias que había impartido en
universidades de mujeres, y en el que examina el papel femenino en la
literatura, planteando la idea de que “una mujer debe tener dinero y una
habitación propia si quiere dedicarse a escribir ficción”. Más tarde publicó su
siguiente trabajo: Las olas, (1931),
considerada por muchos críticos la mejor y de las más difíciles creativamente
hablando. Su última novela publicada en vida fue Los años, (1937), sobre la historia de una familia
a lo largo de una generación. El año siguiente publicó Tres Guineas, un ensayo en el que continuó con los
temas feministas de Una habitación propia y
donde también dirigió su mirada al fascismo y la guerra.
Woolf hablaba
regularmente en colegios y universidades, escribía cartas dramáticas, ensayos y
hasta publicó una larga lista de cuentos. A mediados de los años 30 era
considerada una intelectual, además de una escritora innovadora e influyente y
una feminista pionera. Sin embargo, a pesar de su éxito literario, ella
continuó sufriendo regularmente episodios depresivos y cambios de humor
dramáticos.
Entreactos (publicado de
manera póstuma en 1941) fue la última novela que terminó, pero que no pudo
corregir antes de su muerte, y también es su narración más amarga, al poner de
manifiesto la inestabilidad y lo difícil que resulta asimilar lo vivido, para
concluir sobre la inutilidad de la existencia.
El esposo de
Virginia, Leonard, siempre estaba a su lado porque era muy consciente de que
cualquier mínima señal podía apuntar al descenso de la escritora a una nueva
depresión. Así ocurrió mientras ella trabajaba en Entreactos, que su marido percibió que se hundía en una
desesperación cada vez más profunda. En ese momento, la Segunda Guerra Mundial
se estaba desatando y la pareja decidió que si Inglaterra era invadida por
Alemania se suicidarían juntos, temiendo que Leonard, que era judío, corría
verdadero peligro. Por si fuera poco, en 1940 la casa londinense de la pareja
fue destruida en un bombardeo alemán, lo que abatió más aun a Virginia.
Estos últimos
sucesos dejaron sin camino de retorno el descalabro emocional que sufría Woolf,
quien, a sus 59 años e incapaz de hacer frente a su desesperación, el 28 de
marzo de 1941 se puso el abrigo, llenó los bolsillos de piedras y se adentró en
el río Ouse para acabar con su vida hasta que la corriente se la llevó. Antes
de su trágica decisión dejó dos cartas, una para su hermana Vanessa Bell y otra
para su marido Leonard Woolf, las dos personas más importantes de su vida,
cumpliendo la premonición de su libro Fin de viaje al
emplear unas cariñosas palabras a su marido, tal y como hizo la protagonista de
su novela antes de morir.
Su cuerpo fue
encontrado tres semanas después y su maridó incineró sus restos y esparció sus
cenizas en el jardín de la casa en la que vivían.
Con ocho novelas
escritas y más de una treintena de libros de otros géneros, Virginia Woolf continúa siendo una de las
escritoras más influyentes de la literatura, la autora que más revolucionó la
narrativa en el siglo XX y quien más defendió los derechos de las mujeres a
través de sus textos.
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