UN JOVEN POETA
¡Hay tanta cosa
buena para leer y la vida es tan corta! Aquello de “Ars longa vita brevis”, que
en su sentido primero significa que no nos da la vida para todo lo que nuestro
oficio requiere y, por ende, nos morimos inconclusos, y que algún tonto ha
interpretado también en el sentido vanidoso de que en una vida corta puede
crear uno obras de arte que lo trasciendan y eternicen (como si eso importara,
como si las obras de arte fueran para eso ), debe también interpretarse como un
lamento por el hecho de que nuestro poco tiempo de vida nos condena a no poder
apreciar más que una ínfima parte de la belleza creada por los hombres. Y esto
ocurre muchas veces, en el caso de la literatura, teniendo noticias por
referencias de la existencia de tal o cual autor, de cuyos libros, sin embargo,
no podemos hacernos (y no me vengan con Internet: aunque soy gran partidario
del libro electrónico, lo cierto es que no todos está digitalizados).
Escribo esto de las referencias porque del poeta cuyo libro* comentaré tuve yo mi primera referencia por una canción de Serrat, la musicalización del “Epitafio para Joaquín Pasos”, de Ernesto Cardenal, incluido en ese gran disco de 1975, “Para piel de manzana”. A partir de Internet a cualquier curioso le ha sido fácil documentarse sobre el poeta aludido. Pero al menos para para este lector, entre el '75 y el '90 y pico largo, salvo por algún poema en antologías, poco pude saber de este poeta nicaragüense.
Y por eso es buena
cosa que Solazul publique este librito -el diminutivo se refiere sólo a la
brevedad del volumen, porque se trata de una publicación valiosa- que acerca
una selección de la obra de un poeta que joven (nacido en 1914, murió antes de
cumplir los treinta y cuatro años) que conjuga en su obra estética de
vanguardia, énfasis neorrománticos, lucidez que bordea el cinismo sin caer en
él, gran desenfado y un profundo dolor por la injusticia del mundo y el
sufrimiento de los más humildes, como se evidencia en varios de los poemas
recogidos en esta muestra (véase especialmente “India caída en el mercado”).
Nota para lectores de poesía y poetas: aun no hemos terminado de “digerir”, en
todo su desafío y modernidad, el aporte de la vanguardia literaria
latinoamericana, de la que Pasos es interesantísimo exponente. Segunda nota:
debe prestarse especial atención auditiva al modo en que Pasos es capaz de usar
una rima juguetona, casi tonta, para decir las cosas más terribles.
Debe saludarse que este volumen se publique en Uruguay. Primero, y muy relacionado con las notas que cierran el párrafo precedente, porque en un país en el que tenemos abundancia de poetas, este nicaragüense al que la muerte congeló joven puede ser una influencia valiosa. En segundo lugar, porque no es posible ser uruguayo y culto sin ser cosmopolita -aquello de que descendemos de los barcos- pero nuestro cosmopolitismo no debe confundirse con cabeza europea, por lo que es imprescindible atender la literatura del continente, riquísima. Hay mucho que leer, y es un deber de los editores orientar, acercar autores, trabajar para que lo bueno y valioso -que tarde o temprano se ha de olvidar, del mismo modo que tarde o temprano todos los hombres morimos- demore un poco más en perderse, de manera que pueda sobrevivir en la dinámica natural de la literatura, esto es, influyendo en algún lector que a su vez sea escritor, o para este caso, poeta.
Y como el libro es breve, sólo una muestra, a modo de invitación:
CANCIÓN CANCIÓN A LA MUJER MUJER
Yo vi a una mujer
esta mañana
en una ventana.
Ella quería cantar,
pero el sol se le
hizo agua en la boca.
(Aquí se dicen todas
las imprudencias.)
Yo vi a una mujer
a todo correr.
Qué viento más
horroroso!
(Aquí se grita y se
patea.)
Yo vi a una mujer
haciendo así, sin
querer,
(aquí se pregunta:
¿cómo hizo?)
Yo vi a una mujer
sentada
zurciendo una
ilusión desgarrada.
(Aquí no se dice
nada.)
Yo vi a una mujer.
Mujer mujer.
(Aquí cae uno
muerto.)
* CANTO DE GUERRA DE
LAS COSAS. Solazul Ediciones, Montevideo, 2017. 40 págs.
No hay comentarios:
Publicar un comentario