UNO: FINAL EN EL OBELISCO (5)
(crímenes y milagros en el 83)
25
Isabelino Pena acompañó a Peluca hasta la escalera y después cerró con llave el living-comedor-oficina y entró en el dormitorio chico sin golpear. Juan de la Cruz toma mate contemplando el rebrillo goteante del pino que sobrepasa la altura de los bloques.
-Padre -se agachó el viejo. -Anoche hizo cuatro años que volví muy borracho de El reenganche y me pasé soñando que tenía que resucitar a mi esposa: le agarraba las manos azules y me salía una especie de rosario de dichos de la Fonte, hasta que Chela empezó a señalar estrellas vaporizadas con forma de arcángel y me desperté como si ya estuviéramos en el reino. Y recién cuando volví del baño me di cuenta que ella se había suicidado tomando pastillas antes que yo llegara y ni siquiera tuve tiempo de avisarle a mis hijos y terminé enterrándola yo solo.
-Tome -hace crujir la cama turca el santico. -Y no se olvide que a la tarde nos examinarán en amor.
El detective se clavó la bombilla en los dientes color aguja de pino y tiritó.
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Isabelino Pena, Ma-Sa y Peluca de Oro fueron a festejar el éxito de Leonardo Regusci al Lobizón y se encontraron con Paris Cruz y el Juglar. Nos invitan aparatosamente a juntar las mesas y después de hacer las presentaciones brindo con agua tónica y defino:
-Leonardo es esa clase de artista que nos despeina como una flotación de Amadeus en los tilos: la invasión de la paloma invisible que trasmuta el trajecito de novia condenado a pudrirse!!!! Y LO HACE FLAMEAR SIN TREN FANTASMA NI MONTAÑA RUSA!!!!
El detective carraspeó retocándose su jopo estilo Presley y le sonrió a su vaso:
-Y cuando nos vuelve a peinar sentimos el gran Gel en el lomo del alma.
-Permiso -bajó la cara muy colorada Ma-Sa. -Tengo que ir al baño.
-Ah Reconquistadora, Reconquistadora -se taponeó la nariz el viejo. -Cuántas veces quise juntar a tus plumíferos, Y NO LES IMPORTÓ UN CARAJO EL KIKIRIKÍ DE JUAN EN EL CACTUS DE ADÁN!!!!
-Adoro cómo hablás -me hace una guiñada Tribilín.
-Y a mi me vinieron ganas de cantar Las cuarenta en el palacio Peñarol -se sirvió más clarete Peluca.
-Se enteró de lo del Chueco -me presiona retóricamente una muñeca el Juglar.
-Lo encontré yo. A dos cuadras de tu casa.
-Estaba clavado que iba a terminar así: se metió con las pirañas.
Ma-Sa volvió del baño pero no se sentó enseguida.
-Perdoname -desnuda el triangulito-tercer ojo de las paletas frente a Tribilín. -¿Vos no actuaste en La pesadilla de la mujer pájaro?
-¿Dónde la viste? -se electrizó el gigante. -¿En La Habana?
-No. En Porto Alegre.
-Y qué te pareció.
-Interesantísima. En la facultad analizamos el enganche arquetípico de los personajes con la pareja Ishtar-Gilgamesh y todo.
-Qué emoción -fluorece Paris. -Fue mi primer trabajo. Y nobleza obliga reconocer que lo conseguí porque en Cuba todavía hay mucho prejuicio actoral. Y un marica sale mejor si el actor no es marica.
Peluca entornó una miopía muy irónica en dirección al investigador y el Juglar hizo una seña con el whisky vacío para pedir otra vuelta:
-Esta sí que es una noche de gloria, compañeros. Y todavía nos falta candombear un rato con Luz Adrogué. ¿Se animan a acompañarnos? En el jeep cabemos todos. Y además allí viven los dueños de la estrellera. ¿Ya le pudo sacar la foto?
-No. El arreglo sigue demorado: los luthiers son peores que los imprenteros. Pero van a avisarme cuanto esté pronta.
-Yo le confieso que no pierdo la esperanza de que me la vendan -se saca la boina para escurrirse la pelada y la pelambre el pintoresco.
-Ta bien. Pero no te olvides del verso más hermoso que nos acaba de cantar Leonardo en el Palacio: Una gloria es una gloria y otra gloria es otra gloria.
Peluca de Oro aplaudió el retruco y Ma-Sa miró al padre como si se le hubiese evaporado el rencor.
27
Isabelino Pena abrazó a los lubolos que acababan de salir del Penal de Libertad y se los presentó a Peluca y Ma-Sa:
-Estos son los famosos Coutiño y Garrincha, hinchas de Liverpool hasta el fin del mundo.
Coutiño está muy canoso y siento que me taladra el páncreas con el ojo desguazado por la tortura:
-Cómo anda Abel.
-Marchando. Le publican una novela en México.
-Parece que sale un acto grande en noviembre -se calzó el repique Garrincha.
-El más grande de la historia -murmuro. -Y podría ser en el Obelisco.
En ese momento los vecinos empezaron a aplaudir a Luz Adrogué, que apareció en la puerta del conventillo emplumada y pintarrajeada. Atrás sale el Juglar, escorado por un majestuoso tamboril-piano.
-Pitucaje subido al carruaje -gruñó Ma-Sa.
Después se largan a tocar y candombeamos todos entre la flotación de los plátanos hasta que los chorizos crujen fragantemente en el medio tanque.
-Mirá, Peluca -levantó un brazo el detective para saludar a Alondra y a Camilo, que ya recogían sus sillas. -Ahí tenés a los dueños de la guitarra.
-Qué ojos tiene esa mujer. Parecen de otro mundo.
-Y se larga a ronquear un candombe que hace acercarse enseguida a la vedette:
-Yo digo que es un tesoro de plata y oro tu corazón!!!! / Tu corazoooón!!!! / TU CORAZOOOÓN!!!! -terminaron berreando entre la euforia borracha de los lubolos.
-Esto tenemos que volver a cantarlo todos juntos en la Punta cuando tengamos la estrellera -me soba un hombro el Juglar.
-Sí. Hay que festejar la gloria de vi-vir -se le empezó a trabar la lengua a Paris. -Le puedo asegurar que su hija es un soneto del cisne de Avon, señor Isabelino.
-Pero un soneto corto -carcajeó Ma-Sa.
-Mirá: a mí no vuelvan a joderme nunca más con Los negros de Artigas -empujó de golpe Luz Adrogué a un muchacho con boina guevaresca. -Eso ya fue. Y fue contra los milicos. ¿Comprendiste, rapaz? Este país no tiene alma desde Maracaná y lo que ustedes quieren ahora es salir presidentes. Como los pelucones. Así que si querés ico ico vení a la pieza pero no me encajés las ubres en la parrilla de los cagalotodo.
Y se mete en el corredor soberanamente sola.
28
Isabelino Pena encontró entreabierta la primera puerta del conventillo y carraspeó:
-¿Se puede?
-Vos lo único que podrías es despacharme un medio y medio de uña y bemba. Y yo hoy preciso palo -sigue entrompadísima la diosa. -Pero pasá un momento, aunque sea. Me queda medio Juite.
El detective aprovechó el fuego del velón para prender un Republicana mientras ella rugía:
-Se acabaron Los negros de Artigas, beibi. Y chau. Acá ya no nos queda ni fóbal con alma: ¿comprendiste? Vas a ensayar con la comparsa y parece que te metieras en una jaula de Jolivu hecha pa empatotarle musulas a Tarzán. ¿Qué andás pispeando?
-¿Supiste lo del Chueco?
-Sí. Me acaba de contar Picasín. Y me acaba de invitar a flambearme unos días los frutillones en la casa-torta y voy a ir. Qué joder. Mirá: el Chueco siempre supo que en el circo de la falopa sos león o sos fiambre.
-¿Y qué onda con la Moria?
-Bruto carromato, che -se sirve caballito como si fuera vino. -En Casamar me hizo mojar hasta los caracuses.
-¿No sabés si laburaba con el padre?
-Achicala, ratón: Yemanjá sopla velas y gracias. ¿Sabés lo que soñé la otra vuelta? Que Artigas estaba sentado abajo de una de esas campanas de vidrio que le ponen a los sánguches y nos miraba. ¿Okey? A ese choma y a Obdulio no les pudieron reventar el alma ni a cañonazos. Dale, Runi: sentate y brindá por los fracasos del amor. Que es lo único que importa.
-Parece mentira pero ya no puedo ni oler el caliborato -tiró el pucho Isabelino Pena en una escupidera.
Entonces ella se techa los ojos para junarme el aura y acepto mansamente que ya me queda poco.
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