47: ESCRIBIENDO SOBRE EL OTRO
Deena Metzger (2)
Hay
otro camino para descubrir a este personaje interno: imagine que su vida está
amenazada y que para escapar del peligro debe crear otra identidad, una
apariencia falsa.
Esta
fachada debe ser perfecta, una identidad tan parecida a sí mismo y, sin
embargo, tan diferente, que le permita estar completamente disfrazado mientras
da vida a ese personaje. Ese personaje tendrá cualidades completamente ajenas
aunque confortables y familiares. ¿En quién se convertiría si tuviera que
disfrazarse para salvar su vida? Imagínese invisible y escoltando a ese
personaje día tras día, observándole en su soledad y en su relación con los
demás. ¿Qué es lo que piensa cuando sigue sin dormir a las tres de la
madrugada? ¿Qué secretos y pesares le afligen? ¿Cuál es la parte esencial de su
Yo que se oculta tras ese personaje?
No
le quepa duda de que si es escrupuloso y amable la sombra aparecerá. Por consiguiente,
pregunte, observe, interésese y acepte todo lo que vea y llegue a conocer. Sea
cuidadoso y trate de que sus juicios, sesgos y temores no terminen contaminando
o destruyendo sus descubrimientos.
Cuando
crea que sabe tanto -o más- de la sombra como de usted mismo imagine que este
personaje es un hermano suyo, alguien nacido del mismo padre y madre. Describa
sus relaciones con él. ¿Cuándo comenzaron a separarse sus vidas? Elabore una
historia que exprese el momento en que se distanciaron. Imagine a su padre y a
su madre evocando el pasado de sus dos hijos y hablando de sus similitudes y de
sus diferencias.
Finalmente
permita que ese hermano/otro/enemigo/fachada le observe. Deje que ese personaje
hable con su propia voz de usted mismo. ¿Cuál es su aspecto desde esta
perspectiva? Dialogue con ese personaje. ¿Qué es lo que quiere saber?
En
la medida en que este familiar, este otro, esta sombra penetre en su vida, en
su familia, por decirlo así, permita que su imaginación y su vida real se
fundan. Tenga cuidado de la necesidad de ser literal porque esto siempre oculta
el conocimiento profundo. Por otra parte, no permita que la imaginación le
distraiga o le distancie de la forma en que la sombra es, de hecho, su familia,
su otro, su Yo.
Ese
Yo oscuro no está, en modo alguno, separado de nosotros, ni siquiera como lo
está un hermano. Esta es la sombra que proyectamos, la única que permanece
siempre con nosotros. Observe la imagen de esa persona, reflexione en su vida
tanto desde fuera como desde dentro. Entre en esta ironía: la única persona con
quien hemos creado una isla común de comprensión mutua es absolutamente otra o,
lo que es lo mismo, la única persona absolutamente ajena es aquella a quien
podemos comprender perfectamente. Imagínese a sí mismo viviendo su vida.
Imagine,
por último, la muerte de su sombra. Conociendo ya cómo ha sido su vida, ¿cómo
supone que morirá?
La
sombra, por supuesto, nunca muere, la sombra siempre nos acompaña. Pero nuestra
forma de relacionarnos con ella y viceversa depende de nuestro conocimiento.
Este conocimiento implica la inevitable pérdida de una inocencia que jamás
recuperaremos y la comprensión de la complejidad de nuestra naturaleza. Este
conocimiento es el que puede despertar la amabilidad y la tolerancia por los
demás e incluso, en ocasiones, por nosotros mismos.
A
fin de cuentas, lo que permanece con nosotros es aquello que sólo podemos
conocer cuando estamos solos, desnudos, y la luz está en nuestro interior.
* * *
Entro en el bosque y me asiento en el
silencio.
En torno de mí las inquietudes se
sosiegan
como las ondas sobre la superficie
del lago,
y las preocupaciones se aquietan
como el ganado que pace tranquilo.
Entonces aparece aquello que me teme
y permanece un instante ante mis ojos
para desaparecer un momento después
llevándose consigo sus temores.
Canta y escucho su canción.
Luego surge aquello a lo que temo
y perdura un instante ante mis ojos
para desaparecer un momento después
llevándose consigo mis temores.
Canta y escucho su canción.
WENDELL
BERRY
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