46: DIBUJANDO LA SOMBRA
Linda
Jacobson (1)
Es una artista residente en Los
Angeles y profesora en una delegación de UCLA.
Una
enorme y oscura figura aparece de pronto en mi idílico jardín. Estoy aterrada.
Me doy cuenta temblando de que estoy a du disposición. Yo soy suya. Es mi
padre, el hombre que me violó repetidas veces cuando era una niña. Conteniendo
a duras penas las lágrimas dibujo una imagen de ese hombre lascivo que está
dispuesto a devorarme a menos que haga lo que desea. Entonces dibujo la sombra
de esta figura que ha atormentado y ha puesto una mortaja sobre toda mi vida.
Este es el resumen de la experiencia
de N. R., una de mis alumnas, durante un ejercicio de visualización guiada
orientado a dibujar la sombra. El trabajo con la visualización pretende que las
imágenes puedan emerger espontáneamente del inconsciente, la fuente de tanto
arte.
Las imágenes que se “ven” mediante
las técnicas junguianas de imaginación activa pueden servirnos para acceder a
aquellos aspectos de nosotros mismos que permanecen alejados de nuestra
conciencia vigílica. Estas personas representan a personajes imaginarios, a
facetas oníricas o a persona de nuestra vida cotidiana que simbolizan aquellas
partes de nosotros mismos que nos resultan más inquietantes y menos atractivas.
Con mucha frecuencia suele tratarse de aspectos completamente opuestos a la
imagen que tenemos de nosotros mismos. No se trata de facetas exclusivamente
negativas sino que representan aquellas cualidades que nos hemos visto
obligados a reprimir.
El dibujo facilita la toma de
conciencia de nuestros aspectos más enajenados al permitirnos verlos en el
marco seguro y objetivo de un pedazo de papel. Cuando podamos reconocer estas
cualidades oscuras también podremos integrar otras facetas más positivas -tales
como el poder, la sexualidad, la asertividad y la ternura, por ejemplo- y de
ese modo expandir nuestra identidad.
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