45: EL APRENDIZAJE DE LA IMAGINACIÓN ACTIVA
Barbara
Hannah (3)
Jung
también incluye, en ocasiones, el movimiento y la música entre las distintas
modalidades que nos permiten descubrir estas fantasías aunque también señala
que con el movimiento -de una importancia extraordinaria a veces para disolver
el bloqueo de la conciencia- existe la dificultad adicional de registrar los
movimientos ya que, si no existe registro externo, es asombrosa la velocidad
con la que las cosas que brotan del inconsciente desaparecen de nuevo en él.
Jung
propone la repetición de los movimientos liberados hasta que se hayan fijado realmente
en la memoria y aun entonces conviene dibujar el patrón de la danza o el movimiento
o describirlo en pocas palabras para impedir que vuelvan a desaparecer a los
pocos días.
Existe
otra forma de tratar con el inconsciente mediante la imaginación activa que
siempre he considerado sumamente útil: la
conversación con contenidos personificados del inconsciente.
¡Obviamente,
resulta muy importante saber a quien estamos
hablando y no considerar cualquier cosa que escuchemos como la voz del Espíritu
Santo! Con la visualización esto resulta relativamente sencillo pero también
resulta posible sin ella porque podemos aprender a identificar las voces o la
forma de hablar para no cometer este tipo de errores. Además, estas figuras son
muy paradójicas: las hay positivas y las hay negativas y con frecuencia se
interrumpen mutuamente. En tal caso también podemos juzgarlas por el contenido
de sus mensajes.
Al
trabajar con la imaginación activa debemos recordar una regla muy importante.
En cada ocasión en que entremos en nosotros mismos debemos prestar una atención
plena y consciente a lo que decimos o hacemos, tanta -o incluso más todavía- de
la que prestaríamos a cualquier situación externa importante. De este modo
impediremos que se convierta en una fantasía pasiva. Pero una vez hayamos dicho
o hecho todo lo que queramos debemos también ser capaces de mantener nuestra
mente en blanco para poder escuchar o ver lo que el inconsciente quiera hacer o
decirnos.
La
técnica visual o auditiva consiste fundamentalmente en dejar que las cosas
sucedan. Pero no debemos permitir, sin embargo, que las imágenes cambien
caleidoscópicamente. Si la primera imagen es un pájaro, por ejemplo, no debemos
permitir que se transforme en un león, un barco en medio del océano, el
escenario de una batalla, etcétera. La técnica consiste en mantener nuestra
atención sobre la primera imagen y no permitir que el pájaro desaparezca hasta
que nos haya explicado porqué apareció, qué mensaje nos trae del inconsciente o
qué es lo que quiere saber de nosotros. Resulta evidente la necesidad de entrar
en la escena o de participar en la conversación. Si no lo hacemos así, aunque
hayamos aprendido a dejar que las cosas sucedan, la fantasía podrá transformarse
de modo que describimos o -incluso en el caso de mantener la primera imagen-
permanecer pasivos ante ella como lo hacemos en el cine o al escuchar la radio.
Ser capaz de permitir que las cosas sucedan es muy necesario pero resulta
perjudicial si nos mantenemos en ello durante mucho tiempo. El único objetivo
de la imaginación activa consiste en llegar a un acuerdo con el inconsciente y
para ello debemos dejar que el inconsciente salga a la luz, lo cual nos
obligará, necesariamente, a mantener un punto de vista suficientemente
consolidado.
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