DECLARACIÓN
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Esto es, por la altura de tu contemplación que tienes en ese vuelo. Porque la
contemplación es un puesto alto por donde Dios en esta vida se comienza a
comunicar al alma y mostrársele, mas no acaba. Que por eso no dice que acaba de
parescer, sino que asoma, porque, por altas que sean las noticias que de Dios
se le dan a la alma en esta vida, todas son como unas muy desviadas asomadas. Y
síguese la tercera propiedad que decíamos de el ciervo, y es la que contiene el
verso siguiente:
al
aire de tu vuelo, y fresco toma.
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Por el “vuelo” entiende la contemplación de aquel éxtasis que habemos dicho, y
por el “aire” entiende aquel espíritu de amor que causa en el alma este vuelo
de contemplación. Y llama aquí a este amor causado por el vuelo “aire” harto
apropiadamente, porque el Espíritu Santo que es amor, también se compara en la
divina Escritura al aire, porque es aspirado de el Padre y de el Hijo. Y así
como allí es aire de el vuelo, esto es, que de la contemplación y sabiduría de
el Padre y de el Hijo procede y es aspirado; así aquí, a este amor de el alma
llama el Esposo “aire”, porque de la contemplación y noticia que a este tiempo
tiene Dios procede. Y es de notar que no dice aquí el Esposo que viene al
vuelo, sino “al aire del vuelo”, porque Dios no se comunica propiamente a la
alma por el vuelo de el alma, que es (como habemos dicho) el conocimiento que
tiene de Dios, sino por el amor de el conocimiento; porque así como el amor es
unión de el Padre y de el Hijo, así lo es de la alma con Dios. Y de aquí es
que, aunque una alma tenga altísimas noticias de Dios y contemplación, y “conociere
todos los misterios, si no tiene amor, no le hace nada al caso”, como dice San
Pablo (1 Cor. 13,2), para unirse con Dios; porque, como también dice el mesmo: “Charitatem
habete, quod est vinculum perfectionis”; es a saber: “Tened esta caridad, que
es vínculo de perfección” (Col. 3,14). Esta caridad. pues, y amor de la alma
hace venir al Esposo corriendo a beber de esta fuente de amor de su esposa,
como las aguas frescas hacen venir al ciervo sediento y llagado a tomar
refrigerio. Y por eso se sigue: “y fresco toma”.
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Porque, así como el aire hace fresco y refrigerio al que está fatigado de el
calor, así este de amor refrigera y recrea al que arde con fuego de amor, que
el aire con que toma fresco y refrigerio es más fuego de amor; porque en el
amante el amor es llama con apetito de arder más, según hace la llama de el
fuego natural. Por tanto, al cumplimiento de este apetito suyo de arder más en
el ardor de el amor de su esposa, que es el aire de el vuelo de ella, llama
aquí tomar fresco. Y así, es como si dijera: al ardor de tu vuelo arde más,
según hace la llama de el vuelo natural. Por tanto, al cumplimiento de este
apetito suyo de arder más en el ardor de
el amor de su esposa, que es el aire del vuelo de ella, llama aquí tomar
fresco. Y así, es como si dijera: al ardor de tu vuelo arde más, porque un amor
enciende otro amor. Donde es de notar que Dios no pone su gracia y amor en el
alma sino según la voluntad y amor de el alma. Por lo cual, esto ha de procurar
el buen enamorado que no falte, pues por este medio (como habemos dicho) moverá
más, si así se puede decir, a que Dios le tenga más amor y se recree más en su
alma. Y para seguir esta caridad hace de ejercitar lo que de ella dice el
Apóstol (1 Cor. 13,4-7), diciendo: “la caridad es paciente, es benigna, no es
envidiosa, no hace mal, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no busca sus mesmas
cosas, no se alborota, no piensa mal, no huelga sobre la maldad, gózase en la
verdad; todas las cosas sufre” que son de sufrir, “cree todas las cosas”, es a
saber, las que se deben creer, “todas las cosas espera, y todas las cosas
sustenta”, es a saber, que convienen a la caridad.
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