DECIMOTERCERA ENTREGA
JUAN FLÓ / INTRODUCCIÓN (10)
El hermetismo simbolista resulta, en gran medida, del rechazo de la claridad, tantas veces acusada de destruir la poesía, por eso es que esa ambigüedad construida adrede es un campo bastante indefinido de interpretaciones más o menos persuasivas. Con Vallejo se trata de lo opuesto: una interpretación no es la explicitación de uno los tantos sentidos previstos o admisibles, sino que los límites de lo traducible está determinado por los apoyos expresos que el autor nos proporciona. El resto, precisamente la textura verbal presumiblemente hermética, es lo que debe ser preservado porque su valor de comunicación es uno con ella y toda interpretación lo destruye. En esos casos la interpretación genera un problema donde no lo había: el poema opera sobre nosotros, precisamente, en tanto no lo transformamos en un acertijo cuyo sentido debe ser indagado.
Si lo anterior es cierto, la tarea hermenéutica, en el caso de la poesía de Vallejo, no debe apuntar a la interpretación del texto sino, si se quiere emprender una tarea casi irrealizable, al descubrimiento de las asociaciones o contactos que permiten explicar de qué modo esos textos fueron producidos, es decir de qué modo se los pudo inventar. Y, sobre todo, por qué extraños mecanismos es que pueden tener el poder que tienen sobre nosotros. En todos los casos serán hipótesis no comprobables, pero parte legítima de nuestra lectura de los poemas. Obsérvese, que esta propuesta no innova en cuanto al sentido del término ‘interpretación’. No se trata de un redefinición de dicho término, sino de una definición más general que incluye la tradicional interpretación que podemos llamar ‘traductora’. Puesto que siempre debemos explicar las motivaciones del autor que produce un texto estrictamente referencial, en lo que hace a la elección de sus palabras, por el simple hecho de que su motivación no es otra que comunicar lo que ellas comunican usualmente.
Después de este paseo por algunos problemas centrales de la poética vallejiana, debo retornar a los manuscritos, algunos de los cuales nos plantean un problema que, en gran medida, fue eludido al considerar de qué modo Vallejo opera con los vocablos. Anteriormente evité considerar detenidamente el uso del azar por parte de Vallejo y me limité a sostener que, probablemente, la proposición de palabras puestas a prueba incluye una parte de azar (en un sentido muy amplio que comprende también las palabras que surgen sin conexión aparente con lo que el autor tiene en mente, aunque, desde luego que, en sentido estricto, pueden estar determinadas de manera inconsciente) y, dado el tipo de correcciones y sustituciones, comporta un procedimiento de selección abierto a descubrimientos y ampliaciones capaz de rechazar algunas propuestas demasiado vallejianas, y de remitir a un sistema selectivo de alzada las propuestas cuya aceptación implica una ampliación de los criterios del primer nivel de selección.
Pero, además, hay en los manuscritos cuatro poemas en los cuales Vallejo ha intentado (por lo menos esa es la única hipótesis que me parece consistente con los hechos) aplicar voluntaria y expresamente un procedimiento aleatorio. Tres de esos poemas, integran el conjunto publicado póstumamente como Poemas humanos y otro es un borrador que no fue recogido en la versión final de l poema ‘Batallas’ tal como fue publicado en España aparte de mí este cáliz. Fueron escritos el 16, 19 y 22 de setiembre y el 8 de octubre de 1937 y hay, en fechas intermedias, otros poemas en los cuales no aparecen estas listas. Los cuatro textos que he estudiado in extenso en la publicación en que di a conocer la existencia del conjunto de los manuscritos, (28) se destacan del conjunto porque exhiben en el margen derecho de la página sendas listas de palabras, todas ellas tachadas, ubicadas cada una en un renglón de la página de cuaderno escolar en la cual están escritos. La mayor parte de esas palabras están incluidas en el verso escrito en el mismo renglón, con la excepción del que tiene la última fecha. A la pregunta de qué papel cumplen esas listas de palabras creo que es posible responder, sin lugar a dudas, que son un procedimiento ideado por el poeta para introducir constricciones aleatorias a la composición del poema. Los argumentos que sostienen esta hipótesis pueden resumirse de la siguiente forma. En primer lugar hay que tener en cuenta que el dato relevante es la reiteración de cada una de las palabras de la lista en el verso que ocupa la misma línea, lo que explica que la palabra fue extraída del verso una vez que éste ha sido compuesto o que ha sido escrita previamente en la lista y se la ha utilizado luego al escribir el verso escrito en ese renglón. Esas dos posibilidades permiten dos hipótesis excluyentes: o las listas fueron escritas antes que el poema y son parte de su forma de producción, o fueron escritas después que éste y, entonces, algo tienen que ver con una reflexión sobre el poema o un análisis del mismo. Por lo tanto, para resolver la cuestión, debemos, ante todo, establecer si las palabras precedieron a los versos que las incluyen o viceversa.
Notas
(28) Juan Fló, ‘Acerca de algunos borradores de Vallejo: reflexiones sobre el surgimiento de la novedad’, Nuevo Texto Crítico, vol. 8, Nro 16-17 (1995-1996), 93-127.
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