SEGUNDA ENTREGA
LAS MISIONES
2
Dialéctica de Evangelio y dominación
CONQUISTA DE LAS INDIAS Y CRISIS CRISTIANA
Sólo en el segundo viaje de Colón vienen clérigos al Nuevo Mundo, encabezados por el benedictino Fray Bernal Boyl, como tanteo de la nueva realidad. Aquí ya se abre la historia de las tensiones entre los poderes civil y eclesiástico en esta tierra. En su Historia Eclesiástica Indiana anota Mendieta que "estuvo Fray Boyl dos años en1 Isla Española, y lo más de este tiempo se lo pasó el1 pendel1cias COl1 el Almirante", defendiendo a sus compañeros, enfermos y desesperados, de los rigores disciplinarios. Pero de los indios, Fray Boyl ni pudo aprender la lengua, ni quiso volver nunca más al Nuevo Mundo: en rigor, el verdadero nudo de la cuestión se va preparando con el paso rápido de los años, madura y estalla más avanzada la conquista española.
Ya Colón en 1495 intenta vender algunos indios como esclavos, pero la Corona se lo impide y ordena su libertad. Pero luego las "reparticiol1es" de Colón, precursoras del régimen de el1COmiel1das" son confirmadas como el mal menor al servicio del evangelio y provecho económico. Aunque la Corona en la Real Orden de 1503 disponía que los indios "hagal1 y cumplal1 como persol1as libres que son, y 110 como siervos", en la realidad de los hechos cundía una desenfrenada explotación Fue así que en la Catedral de Santo Domingo, en la Navidad de 1511 el domínico Fray Antonio de Montesinos apostrofó en su célebre sermón a los colonos. ¿Qué les decía la voz de Cristo? "que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis COl1 estas inocentes gentes. Decid, c'con qué derecho y con qué justicia tenéis el1 tal1 cruel y horrible servidumbre aquestos il1dios? ¿Cómo los tel1éis tal1 opresos y fatigados, sin darles de comer 1Ú curarlos en sus el1fermedades, que de los excesivos trabajos que les dáis il1curren y se os muerel1, y por mejor decir los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tel1éis de quiel1 los doctrine, y COl1ozcan a su Dios y Criador, seal1 bautizados, aiRan misa, gttardel1 fiestas y domil1gos? Estos /110 SOl1 hombres? c'No tiel1el1 ánimas raciol1ales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto 110 lo entendéis, esto 110 rentís? ¿Cómo estáis el1 tal1ta profundidad, de sueño letárgico, dormidos? Tened por cierto que, en el estado en que estáis, 110 os podéis más salvar que los moros o turcos que carecel1 y no quierel1 la fe de Jemcristo".
Así, la tad de la pre:licación de Montesinos, y su discípulo fray Bartolomé de las Casas, es el signo de la honda crisis de la conciencia cristiana hispánica ante la nueva conquista de las Indias. Incluso dará pie a la "leyenda negra" contra la acción de España.
La extraordinaria polémica de los "justos títulos", para justificar o no la dominación de las Indias, que hasta hace vacilar a los Reyes que apelan a la consulta de juntas de teólogos y juristas, enseñorea la escena española hasta mediados del siglo XVI. Las posiciones antitéticas de Las Casas y Sepúlveda, el uno por la libertad indígena, el Otro por el desconocimiento de su condición humana, se resuelve finalmente en las "Relectiones" del teólogo dominico Victoria que, ante los hechos consumados de la conquista, afirma sin embargo la necesaria libertad y racionalidad de los indios, la responsabilidad del Estado, la no validez del poder temporal del Papa, etc., y echa las bases modernas del Derecho Internacional. El jesuita Suárez será su magistral continuador. De tal modo, el impacto del "mundo ancho y ajeno" en los viejos moldes de la cristiandad europea, en crisis, imponía a ésta nuevas dimensiones y problemas de hecho más ecuménicos.
Por otra parte, la cuestión no sólo se abría a lo internacional sino a lo social, y allí está el impulso de las "Leyes Nuevas" de 1542 en defensa del indio, que provocan el alzamiento de Gonzalo Pizarro en Perú. Bien conocido es el largo conflicto de las "Leyes de Indias" con la realidad facmal de las encomiendas, y los disturbios incesantes que se produjeron. Pero la verdadera respuesta, en el orden práctico, la réplica a las encomiendas fueron las "misiones".
Oreste Popescu delimita bien esa dualidad: "La conquista y colonización española de América se lograron mediante el empleo de dos sistemas concomitantes: laico y religioso; el uno valiéndose del sable, el otro dejándolo a la Cmz: en uno privó la fuerza material, en·el otro la fuerza espiritual. Expresión del primero fiteron las encomiendas, del último las misiones".
Se toma aquí "misiones" en su acepción más amplia, que abarca la acción de varias órdenes religiosas y comprende "reducciones" y "doctrinas". Pero es obvio señalar que no hay una dicotomía pura entre lo laico y lo religioso, pues se presenta de continuo el hecho de la degradación clerical, de provechos y pompas, en contraste con la acción gubernativa de grandes laicos cristianos. Entonces Estado e Iglesia estaban en íntima simbiosis, e intercambiaban sus lacras y virtudes. Fray de las Casas, en su escrito parcialmente perdido ''Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión" y en su acción en Tuzutlán, que convierte de "Tierra de Guerra" -por las tribus feroces que allí merodeaban- en "Tierra de Vera Paz", centra todo el apostolado en el testimonio de vida y la predicación de la Palabra.
Persuadir, respetar, no forzar. Esta difícil y auténtica vía misional tendrá su culminación en los “pueblosHospitales" de Méjico, maravillosa empresa del obispo Don Vasco de Quiroga, inspirado en la "Utopía" de Tomás Moro, el decapitado santo de la reforma anglicana. Y ya estamos aquí en las puertas de nuestro objeto principal, las Misiones Jesuíticas del Paraguay, que serán como la apoteosis de una larga, compleja y áspera historia preparatoria. Será la Cuenca del Plata el vasto escenario de la máxima hazaña de la conciencia cristiana en las Indias.
Con los Jesuitas y Guaraníes, tendrá su plenitud trágica la dialéctica Evangelio y Dominación.
Y bien, para ir entrando por orden al centro del asunto: ¿qué son los jesuitas?
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