DECIMOTERCERA ENTREGA (CAPÍTULOS 28 AL 32 DE DOS)
28 / ALGO
Soy el padre que abraza su miseria de amor.
Toy más solo que nunca.
Del mismo modo, sufro con gran cuidado, a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos poseen, independientemente de uno sus pobrezas, quiero decir, su oficio, algo que resbala del alma y cae al alma.
Olvidate de lo que viste en Carumbé, Caciquillo. A veces uno quiere morirse en demasía y no ve la guidaí escudada por la sierra.
¿Quedará algo, muchachos?
Cuando rechacé por oficio el acuerdo donde Pueyrredón nos proponía reconocer su égida y sustituir los Gobernadores Intendentes en las Provincias gruñí que no vendería el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidá.
Hasta el pobre Miguel del Corro, que siempre me fue afecto, cayó en la paparruchada de procurarme un pliego donde el caranchaje congresal me aseguraba un apoyo de fruslería.
Satanás usa resortes reservados para cascabelear.
Y dizque hasta el vándalo Dorrego protestó cuando supo a través del rapiñero Tagle la intención del chanchullo y le costó el exilio.
No trepides en paragonarte con Moisés, Andresito. Cada uno carga el hondo del coletivo humano y por eso sabemos desplegar las partidas en alones de guerrilla perfeta y encorralar la loma.
¿Quién les enseñó a los patos a diseñar su chuza en el cielo del bañado pa penetrar al mar?
Lo alto se hace por fe en lo que nos late, macho.
Una vez le contesté al currutaco Álvarez Thomas que serían los pueblos y el mundo entero quienes iban a juzgar y distribuir las intenciones y los principios que fazían diferencia entre Vuesa Merced y tu Oweráwa Karaí.
Y la noche que dentramos al Paraguay Joaquín craneó un acróstico que recién conocí en San Isidro y llamó La Candelaria.
Y se supone que el que habla soy yo:
Adónde vas? / Redotado a / Tierra / Indígena / Guaraní con / Ansina seguiré / Soñando.
Ahora me insto a rebatir el gemido de los urutaú y los aguará lucinando que comemos tierra granjeada en maná por los muchachos.
Lástima que el ujero del pulmón me lo ocupa una espada entacuarada como la que le atravesó Frutos a un Voluntario Real en la retirada de India Muerta.
Lo contaba contento.
Y después me mató a mí.
Mais anoche sortié al galope toda desperación y volvió a mitigarme aquel huevo celeste y gigantesco que posaba sobre las Ánimas para espejar una Nuestra Sonrisa en la barra solisense.
La pura preciosura.
29 / EXPULSO
Así calificaron los propios porteños a Sarratea cuando resultó depuesto en el segundo Sitio.
Pero no es triste hablar de la esperanza cuando uno ya está expulso.
Hoy muero solamente.
Y no olvido que mejor es sufrir por Dios que hacer milagros, y me arde prevenir a la tribalidá de este Uruguay sin plumas que inventó la gordura política: no hay vuelo sin dolorazo.
Y no hay Venus sin cielo.
Mi pasión es del viento norte y del viento sur, como esos huevos neutros que algunos aves raras ponen contra el barro.
Y ahora cargo las vestiduras vaciadas de mi ánima y reblandezco en blancores de cementerio al sol.
Cuanto más me contemplo más me ahogo.
¿Pero con qué tijeras se le cortan los tules a las niñas que vuelan donde no quedan más que ujeros de pupilas?
Miro el cepo del hambriento y siento que su infierno anda tan lejos de mi laceración, que aun quedándome ayuno hasta el sinfondo saldría siempre una brizna esperanzada dende el País con mi cruz.
Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he aquí que mi dolor de hoy no es padre ni hijo. La falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en la estancia oscura, no daría luz y si lo pusiesen en una estancia luminosa, no daría sombra.
Hoy llago la bondá ruede lo que me ruede.
Porque lambí una perla entoldando a los cuzcos y mastiqué jardines pero no pretendí inorarme la negrura.
Yo no me rindo ahora como Protector ni como simple bestia rujidora siquiera.
Hoy me colijo desde la verdá.
Si no fuese un pingajo tirado bajo este mosquitero también me llagaría de amor como un loco resúcito de lo que ni nació.
Y si no fuese un confederado también adoraría a los que me adoraron mientras no hubo cadalso.
Naides sabe vivir.
Y hoy apenas me siento como un huevo de berá que no se rompió nunca pero debió vaciarse cuando asoló lo astuto.
No hay perdón ni culpables.
Hay Purificación.
Y no me nuembren que es pecao, porque ni muerto me callo. Yo me voy con voz de gallo pal lao donde el sol se pierde. Tal vez alguno se acuerde que aquí pelió un uruguayo.
Aura dicen ansí.
30 / ODIO
Siempre pensé que la palabra paz es más blanca y más feliz que la oronda felicidad.
Y lo que uno aprende de últimas es que a la verdadera paz se la gana sufriendo.
Pero cuando Lecor dentró en Montevideo y a Larrañaga se le desbarrigaron las rodillas de vicario logiero y las damas fernandistas hicieron llover las flores más caras del Miguelete sobre el Barón que vino a buscar nenas me trepidé asesino.
Ya me importaba un chápiro haber reculado con la orden de arrasar los muros del chiquero.
Y Barreiro encantó de no desvalijar su plaza, aunque después arremetiera por extramuros articulando un bando de resistencia perfetamente al pedo.
Y Monterroso me floreaba precioso las calificaciones emitidas a Durán y Giró aunque lo de la conducta criminal y reprensible de Buenos Aires y los pactos que ignominian el mérito sangrado por nuestros defensores fue casi todo mío, porque ya me había vuelto un escribidor hueco.
Pepe acuñando gloria.
Y lo que alabó Vera después de visitar Purificación esperando encontrarme en estado de imbecilidad fue nada más que mi odio organizado.
Yo conocía muy bien los sainetes montados por los yaguaretés cuando ya malferidos disimulan mortandad en aras al infinito instinto de destrozar lo que queda del otro por gualiche, nomás.
Y cuando en el 16 le comuniqué al Cabildo la conveniencia de hostilizar despachando corsarios, me sentí orgullecido del Sabeyro y el Valiente.
Pero cuando cundió el reguero de la depredación defensiva del Sistema expedía cada patente soñando con oleajes purpúreos y nunca supe bien si la amistá con Campbell fue cebo pa la causa o el piratismo pícaro.
Pepe el amurallado.
No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda pero no hay olvido ni sueño: carne viva. Los besos atan las bocas en una maraña de venas recientes y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.
No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. Pero si alguien cierra los ojos, ¡azotadlo, hijos míos, azotadlo! Haya un panorama de ojos abiertos y amargas llagas encendidas. No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie. Ya lo he dicho. Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes abrid los escotillones para que vea bajo la luna las copas, el veneno y la calavera de los teatros.
Después de Güiritingay se generalizó el desbande guaranítico y los portugos saquearon el pleno templo donde resistió Andresito y dizque jaraneaban denunciando el botín como si fuera un parte de batalla y un viejo fraile se quebró frente a tal pervesidá y le rogó perdón a las alturas para esas bestias que no sabían lo que hacían.
Lo horrible es que los humanos barbarizados, al revés que los tigres, sabemos lo que hacemos al jarretar los últimos zarpazos.
31 / BODA
Cuando López nos alojó en Ibiray Clara fizo construir un criadero de palomas belgas como en los buenos tiempos, y en el atardecer zurean azul cerca de mi ventana y pienso en los mensajes que escribí en San Isidro cuando se namoramos.
Son doce coplas mínimas labradas por medida de jaikú japonés que solía cultivar un fraile de San Isidro.
Hay bodas inmortales.
Aura caigo a ricordar que el noviembre posterior a que Bentos Manuel Ribeiro me corriera del Queguay Chico, donde tenía engrillados a Barreiro y a su esposa, recibí un chasque dende Maldonado cuyo Alcalde me elevaba un pedido que me sobredoró la ánima.
Una esclava del ballenero y camellero Francisco Aguilar quiso comprar su libertad para casarse según el Sistema y el currutaco ni siquiera prestose a exponer documento adquisitivo, interviniendo el defensor de los pobres y menores Manuel Rodríguez, quien forzole a mostrar una escritura valor 300 pesos.
La muchacha se llamaba Ana Gasquén, era natural de la Isla de Francia y había sido adquirida en Tenerife.
Pero obstó que el mandón Aguilar, dispués de haber expuesto el papelito canta no se avino a venderla por ultrajar, nomás.
Tonce a mí me rejuciló en la sesera aquel remate barroso ande asistí con padre y me embelesé de ternura por nuestro entuavía vigente Sistema y chasquié al punto ordenando que se favoreciera a la Criada, por motivo de un deber que dinificaba a la humanidá y los derechos naturales.
Y a los muy pocos días me llegó otro reclamo donde la desdichada protestaba que Aguilar había subido el precio considerando el cambio del valor del peso corriente en vellón castellano por el que fue adquirida y machaqué con juria perentoria que la exorbitancia exigida era malandrinaje despótico y que se diera trámite al negocio sin aborrecer las leyes naturales.
Nuestra confederación era capaz de amar a los que aman, carajo.
Y Ana Gasquén había confiado dos veces en el Caudillo Salvaje y Proletario y Anarquista y Degollador y se pudo casar.
Dónde andarás, muchacha.
Yo he demorado añares en dejar de latiguear el odio que me abrasaba cada vez que los traidores me hacían montar al escuro de Satanás.
Tente con la coplilla que me dio Garafales y cordioné de párvulo:
Si a los reyes da nobleza / el sentarse sobre el trono / puedo también darme el tono / yo a pesar de mi nobleza / y no agachar la cabeza / de hombre libre y vagabundo / pues hay un sentir profundo / que me sirve de consuelo / y es que al sentarme en el suelo / yo me siento sobre el mundo.
Te agradezco la fe que me depositaste.
Fue una Nuestra Sonrisa.
32 / TRAPO
Yo ya había columbrado mi derrota en el 17, cuando bajé por última vez al Paso de la Arena y se me ceremonió como en el segundo Sitio y hasta fize ilusión de recuperar el chiquero.
Pero delante de la zanja reyuna acollarada por Lecor encontré el invadeable abismo de la poca fe tragándose a mi gente.
Y yo no nací pa intrigas, por más cancha que lleve.
No calculo bien el mal.
Y cuando recibí la proposición de Barreiro y Bauzá de reconocerle autoridá al Directorio me barbotó la espuma canaria y nombré Comandante General a Frutos, pensando que él creía.
Ahí arreció el desmadre, porque el resto de la oficialidá intransigió a envidiar verde y se me retobaron en Santa Lucía petitoreando el cargo pal ya más que dudoso Tomás García de Zúñiga y tonce los hubiese empalado a lo França y formado una Jefatura Mayor con perrada cimarrona.
Se me acababa todo.
A veces en el Hervidero solía calarme un trapo blanco con visera que me obsequió un corsario pa que no se me hablara.
Pepe el Supremo, vale.
Los héroes Oribe y Bauzá se empijaron la raja con el mismísimo Pueyrredón en aras a liberar la América y zafar del monstro montonero.
Y después del libelo de Cavia adoré recordando que El mejor triunfo es una derrota santa.
Los indios sabían eso tanto como Pérez Castellano.
Y me estremeció catar que Frutos no iba a peliar jamás por la verdá que le silenció Jesús al imperial Pilato.
Un hombre vertical sabe quién lo compriende.
Y tiemblen cada vez que traten de desenmierdarse las manos festejando repúblicas que no vuelan, muchachos.
¿Qué sopla en lo lejísimo?
Suena antigua / una música perfecta / y en el cielo temblorosas / lloran de amor las estrellas.
Suena antigua / una música tan alta / y en el cielo las estrellas / van mirando lo que pasa.
¿Así que aura quieren chuparme los caracuses pa enfriar las Guerras Grandes, uruguayos?
Tate, tate, republicanos con coronitas.
¿Yo lujié en rechazarle asilo a los norteamericanos y ustedes se creen dioses y me invocan a mí?
Ojo que dejé alzada una Purificación Celeste entre los tristes.
Y hoy tengo el trapo puesto.
28 / ALGO
Soy el padre que abraza su miseria de amor.
Toy más solo que nunca.
Del mismo modo, sufro con gran cuidado, a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos poseen, independientemente de uno sus pobrezas, quiero decir, su oficio, algo que resbala del alma y cae al alma.
Olvidate de lo que viste en Carumbé, Caciquillo. A veces uno quiere morirse en demasía y no ve la guidaí escudada por la sierra.
¿Quedará algo, muchachos?
Cuando rechacé por oficio el acuerdo donde Pueyrredón nos proponía reconocer su égida y sustituir los Gobernadores Intendentes en las Provincias gruñí que no vendería el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidá.
Hasta el pobre Miguel del Corro, que siempre me fue afecto, cayó en la paparruchada de procurarme un pliego donde el caranchaje congresal me aseguraba un apoyo de fruslería.
Satanás usa resortes reservados para cascabelear.
Y dizque hasta el vándalo Dorrego protestó cuando supo a través del rapiñero Tagle la intención del chanchullo y le costó el exilio.
No trepides en paragonarte con Moisés, Andresito. Cada uno carga el hondo del coletivo humano y por eso sabemos desplegar las partidas en alones de guerrilla perfeta y encorralar la loma.
¿Quién les enseñó a los patos a diseñar su chuza en el cielo del bañado pa penetrar al mar?
Lo alto se hace por fe en lo que nos late, macho.
Una vez le contesté al currutaco Álvarez Thomas que serían los pueblos y el mundo entero quienes iban a juzgar y distribuir las intenciones y los principios que fazían diferencia entre Vuesa Merced y tu Oweráwa Karaí.
Y la noche que dentramos al Paraguay Joaquín craneó un acróstico que recién conocí en San Isidro y llamó La Candelaria.
Y se supone que el que habla soy yo:
Adónde vas? / Redotado a / Tierra / Indígena / Guaraní con / Ansina seguiré / Soñando.
Ahora me insto a rebatir el gemido de los urutaú y los aguará lucinando que comemos tierra granjeada en maná por los muchachos.
Lástima que el ujero del pulmón me lo ocupa una espada entacuarada como la que le atravesó Frutos a un Voluntario Real en la retirada de India Muerta.
Lo contaba contento.
Y después me mató a mí.
Mais anoche sortié al galope toda desperación y volvió a mitigarme aquel huevo celeste y gigantesco que posaba sobre las Ánimas para espejar una Nuestra Sonrisa en la barra solisense.
La pura preciosura.
29 / EXPULSO
Así calificaron los propios porteños a Sarratea cuando resultó depuesto en el segundo Sitio.
Pero no es triste hablar de la esperanza cuando uno ya está expulso.
Hoy muero solamente.
Y no olvido que mejor es sufrir por Dios que hacer milagros, y me arde prevenir a la tribalidá de este Uruguay sin plumas que inventó la gordura política: no hay vuelo sin dolorazo.
Y no hay Venus sin cielo.
Mi pasión es del viento norte y del viento sur, como esos huevos neutros que algunos aves raras ponen contra el barro.
Y ahora cargo las vestiduras vaciadas de mi ánima y reblandezco en blancores de cementerio al sol.
Cuanto más me contemplo más me ahogo.
¿Pero con qué tijeras se le cortan los tules a las niñas que vuelan donde no quedan más que ujeros de pupilas?
Miro el cepo del hambriento y siento que su infierno anda tan lejos de mi laceración, que aun quedándome ayuno hasta el sinfondo saldría siempre una brizna esperanzada dende el País con mi cruz.
Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he aquí que mi dolor de hoy no es padre ni hijo. La falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en la estancia oscura, no daría luz y si lo pusiesen en una estancia luminosa, no daría sombra.
Hoy llago la bondá ruede lo que me ruede.
Porque lambí una perla entoldando a los cuzcos y mastiqué jardines pero no pretendí inorarme la negrura.
Yo no me rindo ahora como Protector ni como simple bestia rujidora siquiera.
Hoy me colijo desde la verdá.
Si no fuese un pingajo tirado bajo este mosquitero también me llagaría de amor como un loco resúcito de lo que ni nació.
Y si no fuese un confederado también adoraría a los que me adoraron mientras no hubo cadalso.
Naides sabe vivir.
Y hoy apenas me siento como un huevo de berá que no se rompió nunca pero debió vaciarse cuando asoló lo astuto.
No hay perdón ni culpables.
Hay Purificación.
Y no me nuembren que es pecao, porque ni muerto me callo. Yo me voy con voz de gallo pal lao donde el sol se pierde. Tal vez alguno se acuerde que aquí pelió un uruguayo.
Aura dicen ansí.
30 / ODIO
Siempre pensé que la palabra paz es más blanca y más feliz que la oronda felicidad.
Y lo que uno aprende de últimas es que a la verdadera paz se la gana sufriendo.
Pero cuando Lecor dentró en Montevideo y a Larrañaga se le desbarrigaron las rodillas de vicario logiero y las damas fernandistas hicieron llover las flores más caras del Miguelete sobre el Barón que vino a buscar nenas me trepidé asesino.
Ya me importaba un chápiro haber reculado con la orden de arrasar los muros del chiquero.
Y Barreiro encantó de no desvalijar su plaza, aunque después arremetiera por extramuros articulando un bando de resistencia perfetamente al pedo.
Y Monterroso me floreaba precioso las calificaciones emitidas a Durán y Giró aunque lo de la conducta criminal y reprensible de Buenos Aires y los pactos que ignominian el mérito sangrado por nuestros defensores fue casi todo mío, porque ya me había vuelto un escribidor hueco.
Pepe acuñando gloria.
Y lo que alabó Vera después de visitar Purificación esperando encontrarme en estado de imbecilidad fue nada más que mi odio organizado.
Yo conocía muy bien los sainetes montados por los yaguaretés cuando ya malferidos disimulan mortandad en aras al infinito instinto de destrozar lo que queda del otro por gualiche, nomás.
Y cuando en el 16 le comuniqué al Cabildo la conveniencia de hostilizar despachando corsarios, me sentí orgullecido del Sabeyro y el Valiente.
Pero cuando cundió el reguero de la depredación defensiva del Sistema expedía cada patente soñando con oleajes purpúreos y nunca supe bien si la amistá con Campbell fue cebo pa la causa o el piratismo pícaro.
Pepe el amurallado.
No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda pero no hay olvido ni sueño: carne viva. Los besos atan las bocas en una maraña de venas recientes y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.
No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. Pero si alguien cierra los ojos, ¡azotadlo, hijos míos, azotadlo! Haya un panorama de ojos abiertos y amargas llagas encendidas. No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie. Ya lo he dicho. Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes abrid los escotillones para que vea bajo la luna las copas, el veneno y la calavera de los teatros.
Después de Güiritingay se generalizó el desbande guaranítico y los portugos saquearon el pleno templo donde resistió Andresito y dizque jaraneaban denunciando el botín como si fuera un parte de batalla y un viejo fraile se quebró frente a tal pervesidá y le rogó perdón a las alturas para esas bestias que no sabían lo que hacían.
Lo horrible es que los humanos barbarizados, al revés que los tigres, sabemos lo que hacemos al jarretar los últimos zarpazos.
31 / BODA
Cuando López nos alojó en Ibiray Clara fizo construir un criadero de palomas belgas como en los buenos tiempos, y en el atardecer zurean azul cerca de mi ventana y pienso en los mensajes que escribí en San Isidro cuando se namoramos.
Son doce coplas mínimas labradas por medida de jaikú japonés que solía cultivar un fraile de San Isidro.
Hay bodas inmortales.
Aura caigo a ricordar que el noviembre posterior a que Bentos Manuel Ribeiro me corriera del Queguay Chico, donde tenía engrillados a Barreiro y a su esposa, recibí un chasque dende Maldonado cuyo Alcalde me elevaba un pedido que me sobredoró la ánima.
Una esclava del ballenero y camellero Francisco Aguilar quiso comprar su libertad para casarse según el Sistema y el currutaco ni siquiera prestose a exponer documento adquisitivo, interviniendo el defensor de los pobres y menores Manuel Rodríguez, quien forzole a mostrar una escritura valor 300 pesos.
La muchacha se llamaba Ana Gasquén, era natural de la Isla de Francia y había sido adquirida en Tenerife.
Pero obstó que el mandón Aguilar, dispués de haber expuesto el papelito canta no se avino a venderla por ultrajar, nomás.
Tonce a mí me rejuciló en la sesera aquel remate barroso ande asistí con padre y me embelesé de ternura por nuestro entuavía vigente Sistema y chasquié al punto ordenando que se favoreciera a la Criada, por motivo de un deber que dinificaba a la humanidá y los derechos naturales.
Y a los muy pocos días me llegó otro reclamo donde la desdichada protestaba que Aguilar había subido el precio considerando el cambio del valor del peso corriente en vellón castellano por el que fue adquirida y machaqué con juria perentoria que la exorbitancia exigida era malandrinaje despótico y que se diera trámite al negocio sin aborrecer las leyes naturales.
Nuestra confederación era capaz de amar a los que aman, carajo.
Y Ana Gasquén había confiado dos veces en el Caudillo Salvaje y Proletario y Anarquista y Degollador y se pudo casar.
Dónde andarás, muchacha.
Yo he demorado añares en dejar de latiguear el odio que me abrasaba cada vez que los traidores me hacían montar al escuro de Satanás.
Tente con la coplilla que me dio Garafales y cordioné de párvulo:
Si a los reyes da nobleza / el sentarse sobre el trono / puedo también darme el tono / yo a pesar de mi nobleza / y no agachar la cabeza / de hombre libre y vagabundo / pues hay un sentir profundo / que me sirve de consuelo / y es que al sentarme en el suelo / yo me siento sobre el mundo.
Te agradezco la fe que me depositaste.
Fue una Nuestra Sonrisa.
32 / TRAPO
Yo ya había columbrado mi derrota en el 17, cuando bajé por última vez al Paso de la Arena y se me ceremonió como en el segundo Sitio y hasta fize ilusión de recuperar el chiquero.
Pero delante de la zanja reyuna acollarada por Lecor encontré el invadeable abismo de la poca fe tragándose a mi gente.
Y yo no nací pa intrigas, por más cancha que lleve.
No calculo bien el mal.
Y cuando recibí la proposición de Barreiro y Bauzá de reconocerle autoridá al Directorio me barbotó la espuma canaria y nombré Comandante General a Frutos, pensando que él creía.
Ahí arreció el desmadre, porque el resto de la oficialidá intransigió a envidiar verde y se me retobaron en Santa Lucía petitoreando el cargo pal ya más que dudoso Tomás García de Zúñiga y tonce los hubiese empalado a lo França y formado una Jefatura Mayor con perrada cimarrona.
Se me acababa todo.
A veces en el Hervidero solía calarme un trapo blanco con visera que me obsequió un corsario pa que no se me hablara.
Pepe el Supremo, vale.
Los héroes Oribe y Bauzá se empijaron la raja con el mismísimo Pueyrredón en aras a liberar la América y zafar del monstro montonero.
Y después del libelo de Cavia adoré recordando que El mejor triunfo es una derrota santa.
Los indios sabían eso tanto como Pérez Castellano.
Y me estremeció catar que Frutos no iba a peliar jamás por la verdá que le silenció Jesús al imperial Pilato.
Un hombre vertical sabe quién lo compriende.
Y tiemblen cada vez que traten de desenmierdarse las manos festejando repúblicas que no vuelan, muchachos.
¿Qué sopla en lo lejísimo?
Suena antigua / una música perfecta / y en el cielo temblorosas / lloran de amor las estrellas.
Suena antigua / una música tan alta / y en el cielo las estrellas / van mirando lo que pasa.
¿Así que aura quieren chuparme los caracuses pa enfriar las Guerras Grandes, uruguayos?
Tate, tate, republicanos con coronitas.
¿Yo lujié en rechazarle asilo a los norteamericanos y ustedes se creen dioses y me invocan a mí?
Ojo que dejé alzada una Purificación Celeste entre los tristes.
Y hoy tengo el trapo puesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario