Capítulo 19 (I)
Dios no es un Servicio Público
DECIMO NOVENO VERSICULO
Jesús dijo: "Un hombre tenía amigos invitados, y cuando había preparado la cena, envió a su sirviente para llamar a los invitados".
"Este fue donde el primero y le dijo: 'Mi amo te invita'. Él respondió: 'Tengo que hacer algunos reclamos a unos mercaderes; vendrán a verme en la noche; iré y les daré mis pedidos.
Ruego ser disculpado de la cena'.
Fue donde otro y le dijo: 'Mi amo te ha invitado'. Él respondió: 'He comprado una casa y me necesitan por un día. No tendré tiempo'.
Fue donde otro y le dijo: 'Mi amo te invita'. Él respondió: 'Mi amigo va a casarse y tengo que organizar la cena; no podré ir. Ruego ser disculpado de la cena'.
Fue donde otro y le dijo: 'Mi amo te invita'. Él respondió: 'He comprado una hacienda, tengo que cobrar la renta. No podré ir. Ruego ser disculpado'".
"El sirviente regresó, le dijo a su amo: 'Aquellos a quienes has invitado a la cena se han disculpado'".
"El amo le dijo a su sirviente: 'Anda a las calles, trae a aquellos que encuentres para que podamos cenar.
Comerciantes y mercaderes no entrarán a los lugares de mi padre'".
Jesús habla en parábolas. Las parábolas son muy simples pero muy significativas. No son literales, así que tendremos que entender el significado simbólico de ellas. Los versículos de hoy día se refieren a un tipo particular, no exactamente a mercaderes y comerciantes, sino a ese tipo. Puedes no ser un comerciante, pero puedes pertenecer a ese tipo; puedes ser un comerciante y no pertenecer a ese tipo.
Así que recuerda, hay un tipo particular y a ese tipo particular pertenece casi el noventa y nueve por ciento de la gente, negociantes y comerciantes en todas partes. Pueden estar haciendo algo diferente, pero sus mentes son las de comerciante. Así que lo primero que debe ser entendido: ¿quién es un negociante, quién es un comerciante?
Un comerciante es alguien que está ocupado haciendo cosas no significativas, quien está ocupado en trivialidades, quien está ocupado en lo externo, quien está ocupado en las cosas, en los servicios, pero no en sí mismo. Se ha olvidado completamente de sí mismo, se ha perdido en el mundo. Piensa en el dinero, en posesiones, pero nunca en la consciencia, porque la consciencia no es un objeto que dé utilidad, ni puede ser vendido ni comprado, es inútil. Un comerciante es alguien que es utilitario: la poesía no tiene sentido, la religión no tiene sentido, Dios no tiene sentido, porque no pueden ser convertidos en objetos vendibles, no puedes ganar dinero por medio de ellos. Y el dinero es lo más significativo para este tipo. Puede venderse a sí mismo, puede perderse a sí mismo, puede destruir toda su vida, sólo para acumular dinero. Esta es la primera característica de este tipo.
Escuché que dos comerciantes se encontraron en un mercado. Era la mejor temporada de ventas del año. Y uno le dijo al otro: "¿Escuchaste que Sheikh Fakhruddin, el vendedor de ropas, murió esta mañana?".
El otro dijo: "¡Qué! ¿En plena temporada?".
Ni la vida tiene significado, ni la muerte, sólo la temporada de ventas.
Su medida es el dinero, mide a un hombre con dinero; cuánto tienes, no quién eres -eso no tiene significado. Si tienes dinero eres significativo, si no tienes dinero, no eres nadie. Si te respeta, te respeta por tus posesiones, nunca a ti. Si pierdes tus posesiones, ni siquiera te mirará.
Sucedió una vez: Un hombre rico se volvió pobre, estaba en la miseria. Le estaba hablando a su esposa: "Creía que tenía muchos amigos. La mitad de ellos ya me han dejado, y la otra mitad todavía no se ha enterado de que me he vuelto pobre".
Todos van a dejarte, nunca estuvieron contigo. No puedes tener amistad con un comerciante. No, él sólo tiene amistad con el dinero que tienes. En el momento en que ya no esté el dinero, la amistad desaparece -nunca fue contigo.
No puedes relacionarte con un comerciante, eso es imposible: no puedes ser esposa, no puedes ser esposo, no puedes ser hijo, ni puedes ser padre de un comerciante; porque él se relaciona sólo con el dinero. Todo lo demás está al margen, su blanco es el dinero. Si el hijo comienza a ganar dinero, el hijo se vuelve valioso; si el padre es rico, entonces es tu padre; si es pobre no te gustaría que la gente sepa que es tu padre.
Esto realmente sucede en la vida todos los días: podrás reconocer a un padre rico... si es un pobre o un mendigo, no lo reconocerás, reconoces sólo el dinero. El comerciante, este tipo, no puede amar, porque el amor es el fenómeno más anti-dinero en el mundo.
El amor tiene que ver con el ser. El amor es compartir, es un dar -no sólo lo que posees, sino lo que eres. Un comerciante nunca puede ser un amante, los comerciantes siempre piensan que los amantes son un poco locos, que se han vuelto chiflados, que no están en sus sentidos, que están haciendo tonterías. "¿Por qué estás desperdiciando tu tiempo? ¡el tiempo es oro!", -eso es lo que dice un comerciante.
Escuché que un comerciante compró cien relojes y los puso por todas partes en su casa. Alguien le preguntó: "¿Qué estás haciendo?".
Él respondió: "Escuché que el tiempo es oro, ¡así que cuanto más relojes mejor!".
Toda su preocupación es por las cosas, no por las personas. El amor tiene que ver con personas, una mente orientada al dinero se preocupa por las cosas. Y este tipo de hombre continuamente está ocupado; nunca descansa, no puede, porque siempre hay que acumular más y más. Esto no tiene fin.
Un hombre amoroso puede descansar. Hay una satisfacción cuando puedes descansar. Pero un hombre tras el dinero nunca puede descansar, porque eso no tiene fin. Y nunca puede haber satisfacción porque el dinero no puede satisfacer al espíritu; el espíritu permanece vacío, lo interno permanece vacío. Continúas tirando cosas adentro, ellas nunca tocan tu vacío interno. Cuanto más acumulas, más te haces consciente de que estás vacío, tus manos están vacías; el dinero está contigo pero te has perdido a ti mismo. Todo tu esfuerzo es para no mirar a este hecho, porque es muy doloroso.
El comerciante corre tras el dinero más y más. Quiere olvidarse de sí mismo perdiéndose completamente en el dinero; el dinero se vuelve una droga. Siempre está ocupado, un comerciante siempre está ocupado haciendo nada. Digo que haciendo nada, porque al final demuestra ser nada. Todo lo que posees llega a ser como si estuvieras dibujando sobre el agua: desaparece; la muerte viene y todo tu esfuerzo es anulado. La muerte niega al comerciante.
Me gustaría decirte que sólo el comerciante muere, nadie más -pero él es el noventa y nueve por ciento de la gente. Sólo el comerciante muere, porque sólo él acumula cosas, y la muerte puede arrancharte las cosas. La muerte no puede llevarse tu amor, la muerte no puede llevarse tu oración, la muerte no puede llevarse tu meditación, la muerte no puede llevarse a tu Dios. Pero un comerciante puede interesarse incluso en Dios si hay algún negocio que pueda hacerse.
Sucedió una vez: El clima estaba malo y tormentoso, y se había perdido un avión. La neblina estaba tan densa que a todos les dio temor y miedo. Había un sacerdote. Aparte de él, todos estaban llorando, gritando, sudando. El momento era peligroso -en cualquier momento la muerte. Aun el piloto estaba nervioso y sudando. El sacerdote les dijo a todos que se arrodillaran y rezaran. Todos menos un comerciante, un pequeño hombre, todos se arrodillaron y comenzaron a rezar. El sacerdote le preguntó al comerciante: "¿Por qué no estás rezando?".
El hombre dijo: "Perdóneme padre, porque no sé rezar. Nunca he rezado".
Y no había tiempo para enseñarle al hombre: en cualquier momento se iba a caer el avión, en cualquier momento estallaría. Así que el sacerdote dijo: "Bien, no queda tiempo ahora. Así que ahora sólo compórtate como si estuvieras en la iglesia".
El comerciante caminó por los pasillos del avión recolectando la limosna.
Este tipo -aun en el momento de la muerte conoce sólo una forma de comportarse en la iglesia: colectar dinero; en el último momento el dinero aun permanece siendo el foco. Esto es lo primero a entenderse, entonces podrás entender este versículo.
En segundo lugar: en esta parábola Jesús dice que la invitación de Dios siempre está presente. Muchas veces viene y toca, o su mensajero viene y toca tu puerta. Él te invita a venir a la cena, pero siempre estás ocupado y no puedes ir. Quieres ser disculpado.
Piensa en ti mismo: si un mensajero viene y te invita, ¿estás listo a ir? Tienes tantas cosas que hacer y terminar primero -y nunca serás capaz de terminarlas, porque no tienen fin. La invitación es rechazada. Dices: "Habría ido, me habría gustado ir", pero esto es falso. ¿Por qué no puedes aceptar la invitación? Porque hay cosas más importantes que hacer: hay algún matrimonio y tienes que ir porque es una relación de negocios; o has comprado unas tierras y tienes que ir a cobrar la renta; o alguna otra cosa. Dios es siempre el último artículo en la lista de un comerciante. Y él nunca llega al último artículo -antes de eso, viene la muerte.
Dios es el fenómeno más inútil. La gente viene donde mí y pregunta: "¿Para qué meditar? ¿Qué lograremos con eso?". Ellos están preguntando: "¿Cuál es la ganancia? ¿Qué vamos a ganar con esto?". Y si digo: "Nada", simplemente no pueden entender por qué la gente está viniendo a mí. ¿A aprender nada? ¿A ganar nada?
Algo visible, tangible necesita: que medite y que el dinero comience a caer sobre él, entonces vale la pena; que medite y comience a tener éxito en el mundo, entonces vale la pena; que medite y las enfermedades desaparezcan del cuerpo, entonces vale la pena.
Pero si dices: "Nada", o "Dios" -lo cual significa lo mismo, sólo que las palabras difieren, porque Dios es nada- si usas tus valores que usas en este mundo, ¿qué es Dios? No lo puedes categorizar. ¿Dónde lo ubicarás? ¿En qué categoría? ¿Qué etiqueta le pondrás? ¿Y cómo decidirás su precio? El no es nada, él no pertenece a este mundo. ¿Y en qué modo lo puedes usar? No lo puedes usar porque Dios no es un servicio, es un éxtasis.
Un éxtasis no puede ser usado. Puedes gozarlo, pero no puedes usarlo. ¿Cuál es la diferencia entre gozar y usar? Mira a un árbol, al verdor, al amanecer -lo gozas, no lo puedes vender. Mira a una flor, la gozas -pero el comerciante arrancará la flor e irá a venderla al mercado. No puedes arrancar a Dios e ir a venderlo en el mercado. Ya lo has intentado, por eso es que existen los templos, las mezquitas, los gurudwaras, las iglesias. Así es como el comerciante se ha comportado con Dios: ha tratado de venderlo también y ganar algo en eso. Es un gran negocio.
Y el sacerdote es el comerciante convertido en hombre religioso -él no es religioso en absoluto. Por eso es que siempre está contra Jesús, contra Buda, contra Nanak, contra Kabir: está contra todos ellos, porque ésta es la gente peligrosa que destruye todo el negocio. Un comerciante no está interesado en Dios, en la poesía, en la oración, en el amor, en la belleza, en la bondad; no está interesado en el éxtasis. Tan solo gozar no significa nada para él. El dice: ¿Qué gano con eso?
Un millonario visitó una vez una tribu primitiva. Cuando se bajó del tren vio a un hombre primitivo echado en la plataforma bajo un árbol. La mañana era hermosa, con mucho sol, el aire estaba limpio y fresco, los pájaros cantando y el hombre descansando. El hombre de negocios no lo podía tolerar. Dijo: "Oiga jefe, ¿qué está haciendo ahí? ¡Es hora de ir a ganar algo!".
El hombre que estaba descansando abrió sus ojos y preguntó muy dulcemente: "¿Para qué?".
Este para qué no puede ser entendido por un hombre de negocios. Respondió: "¿Para qué? ¡Para ganar algo de dinero!".
El primitivo comenzó a sonreír y preguntó de nuevo: "¿Para qué?".
Esto era demasiado. El hombre de negocios se irritó y dijo: "¿Para qué? Para que tengas una cuenta bancaria y no tengas necesidad de trabajar y puedas descansar".
El primitivo cerró sus ojos y dijo: "Yo ya estoy descansando".
Esto es imposible, descansar ahora es imposible. Un hombre de negocios pospone el descanso para el futuro: "Trabaja aquí y ahora. ¡Ten una cuenta bancaria, después jubílate, después descansa y goza!". Pero eso nunca llega, no puede llegar. Un hombre de negocios nunca puede jubilarse, eso no está dentro del tipo, esa no es la cualidad del tipo. Puede jubilarse de una ocupación -inmediatamente, o aun antes, se conseguirá otra, porque él no puede descansar. Siempre piensa en futuro, pospone su goce. Recuerda, un hombre religioso goza aquí y ahora. El cielo de un hombre religioso no está en algún lugar del espacio sideral, en el futuro. ¡No! Así es como un comerciante mira al cielo.
El cielo de un hombre religioso está aquí y ahora, en este preciso momento. Él lo goza, no lo pospone, porque nadie sabe sobre el futuro. No hay futuro, exactamente sólo existe el presente. El futuro es una falacia; es en alguna forma sólo para consolarse uno mismo de que algún día podrá gozar. Y toda la vida estás entrenándote a ti mismo para no gozar, posponiendo -aun si entras al cielo.
Escuché que sucedió una vez: Cuatro comerciantes entraron al cielo. No sé cómo entraron -deben haber entrado de contrabando, deben habérselas arreglado. Después murió un santo que conocía a esos cuatro caballeros. Entró y los vio en el cielo, pero estaba muy extrañado por lo que veía, porque estaban encadenados, no estaban libres. No lo podía creer, así que le preguntó al portero: "¿Qué es lo que sucede? Porque había oído que en el cielo hay libertad total, ¿por qué han hecho prisioneros a estos hombres aquí? ¿Por qué los has encadenado?".
El portero se rió y dijo: "Estos son cuatro comerciantes y quieren regresar al mundo. Y eso no será bueno para nosotros. De alguna manera ingresaron, pero si los dejamos ahora que regresen al mundo, todo el prestigio del cielo será destruido. Quieren regresar, porque dicen que aquí no hay negocio. ¿Qué hacer? Así que tuvimos que ponerles cadenas".
Un comerciante continúa siendo un comerciante, porque el tipo no puede cambiar tan fácilmente -a menos que llegues a darte cuenta de toda la falacia de posponer, del futuro, del dinero, de las posesiones; a menos que te hagas tan intenso en tu consciencia que la propia intensidad queme tu tipo. Y si no eres un comerciante entonces te vuelves un hombre religioso. La invitación llega todos los días, toca tu puerta todos los días -en cada momento para ser exactos, te toca. Pero tú dices: "Disculpa, tengo muchas cosas que hacer y después iré". El goce, la felicidad, la bienaventuranza, el descanso -no, no son para el tipo del comerciante; tiene que hacer mucho antes de que pueda descansar. Por eso es que la invitación fue rechazada. Ahora trata de penetrar en esta parábola. Es hermosa.
Jesús dijo: "Un hombre tenía amigos invitados, y cuando había preparado la cena, envió a su sirviente para llamar a los invitados.
Este fue donde el primero y le dijo: 'Mi amo te invita'.
Él respondió: 'Tengo que hacer algunos reclamos a unos mercaderes; vendrán a verme en la noche; iré y les daré mis pedidos. Ruego ser disculpado de la cena'".
Una cena es un símbolo del goce de la vida. Y para Cristo, la cena era un fenómeno meditativo. Siempre amaba que sus discípulos y amigos vinieran a cenar juntos. Aun la última noche, el día antes de ser asesinado, tuvo la última cena. El gozó de que comieran juntos, y el cristianismo ha elevado todo el fenómeno a un nivel religioso. Los hindúes están completamente ignorantes de esto. Trata de comprender.
A los animales siempre les gusta comer solos, nunca juntos -eso es parte de la animalidad. Si un perro consigue un pan, inmediatamente escapará buscando alguna esquina. No le gustará que nadie esté presente, porque existe el peligro de que alguien pueda quitarle el pan. Tiene miedo, tiene temor; come, pero come solo. Ningún animal comparte, el compartir es absolutamente humano. Y si tratas de penetrar en tu inconsciente, siempre encontrarás al animal escondido ahí.
A ti tampoco te gusta comer con la gente, te gustaría estar solo. Observa a un brahmin viajando en el tren; dará la espalda a todos los demás cuando está comiendo. Esto es como hace un animal, no invita. Un mahometano invita, a un cristiano le gustará compartir, pero no a un hindú. Los hindúes han perdido algo grande: este sentimiento de estar juntos y compartir. Y cuando comparten comida, se hacen hermanos. ¿Por qué eres hermano de alguien? Porque compartes la misma leche. De otro modo, no hay otra cosa que te haga hermano de nadie. Compartes el mismo pecho, compartes la misma comida de la misma madre -la madre es la primera comida.
Cuando comparten comida se vuelven hermanos, y cuando compartes comida no tienes temor del otro, surge una comunidad. Los hindúes tienen una sociedad, pero no tienen un sentimiento comunitario. Los mahometanos y los cristianos están más orientados a la comunidad, porque pueden compartir su comida. Porque la comida es básica en la vida, porque dependes de ella, morirás sin ella. Compartir la comida con otros, significa compartir tu vida. Y Jesús elevó esto al estatus de la oración: No debes comer solo, deberían estar juntos cuando comen. Esta es una trascendencia de la animalidad en ti.
La última noche, cuando ya le tocaba irse, reunió a sus amigos y discípulos, y tuvieron la última cena. Aun antes de la muerte deberías continuar compartiendo.
Y la comida también es un símbolo de amor. ¿Te has dado cuenta por qué amas a tu madre? ¿Por qué existe tanto amor entre el niño y su madre? Porque la madre es la primera comida: el niño la ha comido, la madre ha entrado en él. Y el niño se hace consciente de la madre primero, no como una fuente de amor, sino como una fuente de comida. Después, cuando crezca en consciencia, después poco a poco sentirá amor por la madre.
Primero es la comida, después le sigue el amor, y la comida y el amor están asociados porque vienen de la misma fuente... Por eso es que si vas a una casa y no te ofrecen comida, no te sientes bien: te han rechazado, no te han dado su amor, no fuiste su invitado. Si te ofrecen comida -pueden ser pobres, pueden no tener mucho que ofrecer, pero te ofrecen lo que tienen- tienes un sentimiento de bienestar; has sido bien recibido, compartieron su comida contigo -porque la comida está asociada al amor.
Cuando una mujer ama a un hombre, a ella le gustará preparar comida para él. Le gustará servirle, le gustará verlo comer. Y si a una mujer no se le permite hacer esto, se sentirá intranquila, porque el amor fluye a través de la comida. El amor es invisible, necesita un vehículo visible. Y la cualidad de la comida cambia inmediatamente: si una mujer que te ama prepara comida para ti, tiene una cualidad diferente. Esa cualidad no puede ser analizada por los químicos, pero tiene una cualidad diferente.
Si un hombre que está con cólera o una mujer que está contra ti y te odia, te prepara comida, ésta ya está envenenada -porque la cólera, el odio y los celos son venenos en la sangre y tienen su propia radiación, y esa radiación fluye de las manos a la comida. Si una mujer realmente te odia y te prepara comida, aun puede matarte, sin saberlo -ninguna corte podrá detectarla. Es muy peligroso vivir con una mujer que prepare tu comida y que te odie; es un envenenamiento lento. Pero si una mujer te ama, ella da su vida a través de la comida, ella da su amor a través de la comida. Ella está fluyendo hacia ti a través de la comida.
La comida es muy básica, puede ser compartida, y al compartirla puedes perder tu animalidad, puedes volverte humano. La sociedad hindú es una de las más antiguas, pero una de las sociedades más inhumanas, tan solo porque nunca les ha interesado compartir. Mas bien, han creado todo tipo de barreras para no compartir: un Brahmin no puede compartir con un Shudra; un Brahmin no puede comer con un Vaishya; un Brahmin no puede comer con alguien de una casta inferior, y si no puedes comer con alguien, lo estás rechazando como humano. Si no puedes comer con alguien, eso muestra que te crees muy superior y que él es muy inferior, y que existe un abismo entre ambos. Ese abismo es de lo más inhumano del mundo.
Jesús basó mucho de su religión en el compartir. Él habla muchas veces de Dios invitándote a cenar. Este hombre invitó a sus amigos a cenar. La cena es un goce, puro goce del ser, del cuerpo; gozar de la comida olvidándose de todo lo demás es un agradecimiento a Dios.
Fue donde el primero, el sirviente fue donde el primero, pero este dijo: "Difícil, no puedo ir, ruego ser disculpado".
"Fue donde otro y le dijo: 'Mi amo te ha invitado'.
Él respondió: 'He comprado una casa y me necesitan por un día. No tendré tiempo'".
Un comerciante nunca tiene tiempo para sí mismo: no tiene tiempo para gozar, no tiene tiempo para meditar, no tiene tiempo para amar. Siempre está apurado. La ambición lo hace tan febril, que no puede tener tiempo. Si eres ambicioso no tendrás tiempo, si no eres ambicioso tienes la eternidad a tus pies. Un hombre no ambicioso tiene tanto tiempo para gozar, danzar y cantar, que no lo puedes imaginar. Un hombre ambicioso no tiene tiempo. Ni siquiera para amar tiene tiempo, porque siempre está el futuro, la cuenta bancaria, el dinero que puede ganarse si este tiempo es usado. Un comerciante incluso sueña sólo con negocios, piensa sólo en negocios.
Dios no es un Servicio Público
DECIMO NOVENO VERSICULO
Jesús dijo: "Un hombre tenía amigos invitados, y cuando había preparado la cena, envió a su sirviente para llamar a los invitados".
"Este fue donde el primero y le dijo: 'Mi amo te invita'. Él respondió: 'Tengo que hacer algunos reclamos a unos mercaderes; vendrán a verme en la noche; iré y les daré mis pedidos.
Ruego ser disculpado de la cena'.
Fue donde otro y le dijo: 'Mi amo te ha invitado'. Él respondió: 'He comprado una casa y me necesitan por un día. No tendré tiempo'.
Fue donde otro y le dijo: 'Mi amo te invita'. Él respondió: 'Mi amigo va a casarse y tengo que organizar la cena; no podré ir. Ruego ser disculpado de la cena'.
Fue donde otro y le dijo: 'Mi amo te invita'. Él respondió: 'He comprado una hacienda, tengo que cobrar la renta. No podré ir. Ruego ser disculpado'".
"El sirviente regresó, le dijo a su amo: 'Aquellos a quienes has invitado a la cena se han disculpado'".
"El amo le dijo a su sirviente: 'Anda a las calles, trae a aquellos que encuentres para que podamos cenar.
Comerciantes y mercaderes no entrarán a los lugares de mi padre'".
Jesús habla en parábolas. Las parábolas son muy simples pero muy significativas. No son literales, así que tendremos que entender el significado simbólico de ellas. Los versículos de hoy día se refieren a un tipo particular, no exactamente a mercaderes y comerciantes, sino a ese tipo. Puedes no ser un comerciante, pero puedes pertenecer a ese tipo; puedes ser un comerciante y no pertenecer a ese tipo.
Así que recuerda, hay un tipo particular y a ese tipo particular pertenece casi el noventa y nueve por ciento de la gente, negociantes y comerciantes en todas partes. Pueden estar haciendo algo diferente, pero sus mentes son las de comerciante. Así que lo primero que debe ser entendido: ¿quién es un negociante, quién es un comerciante?
Un comerciante es alguien que está ocupado haciendo cosas no significativas, quien está ocupado en trivialidades, quien está ocupado en lo externo, quien está ocupado en las cosas, en los servicios, pero no en sí mismo. Se ha olvidado completamente de sí mismo, se ha perdido en el mundo. Piensa en el dinero, en posesiones, pero nunca en la consciencia, porque la consciencia no es un objeto que dé utilidad, ni puede ser vendido ni comprado, es inútil. Un comerciante es alguien que es utilitario: la poesía no tiene sentido, la religión no tiene sentido, Dios no tiene sentido, porque no pueden ser convertidos en objetos vendibles, no puedes ganar dinero por medio de ellos. Y el dinero es lo más significativo para este tipo. Puede venderse a sí mismo, puede perderse a sí mismo, puede destruir toda su vida, sólo para acumular dinero. Esta es la primera característica de este tipo.
Escuché que dos comerciantes se encontraron en un mercado. Era la mejor temporada de ventas del año. Y uno le dijo al otro: "¿Escuchaste que Sheikh Fakhruddin, el vendedor de ropas, murió esta mañana?".
El otro dijo: "¡Qué! ¿En plena temporada?".
Ni la vida tiene significado, ni la muerte, sólo la temporada de ventas.
Su medida es el dinero, mide a un hombre con dinero; cuánto tienes, no quién eres -eso no tiene significado. Si tienes dinero eres significativo, si no tienes dinero, no eres nadie. Si te respeta, te respeta por tus posesiones, nunca a ti. Si pierdes tus posesiones, ni siquiera te mirará.
Sucedió una vez: Un hombre rico se volvió pobre, estaba en la miseria. Le estaba hablando a su esposa: "Creía que tenía muchos amigos. La mitad de ellos ya me han dejado, y la otra mitad todavía no se ha enterado de que me he vuelto pobre".
Todos van a dejarte, nunca estuvieron contigo. No puedes tener amistad con un comerciante. No, él sólo tiene amistad con el dinero que tienes. En el momento en que ya no esté el dinero, la amistad desaparece -nunca fue contigo.
No puedes relacionarte con un comerciante, eso es imposible: no puedes ser esposa, no puedes ser esposo, no puedes ser hijo, ni puedes ser padre de un comerciante; porque él se relaciona sólo con el dinero. Todo lo demás está al margen, su blanco es el dinero. Si el hijo comienza a ganar dinero, el hijo se vuelve valioso; si el padre es rico, entonces es tu padre; si es pobre no te gustaría que la gente sepa que es tu padre.
Esto realmente sucede en la vida todos los días: podrás reconocer a un padre rico... si es un pobre o un mendigo, no lo reconocerás, reconoces sólo el dinero. El comerciante, este tipo, no puede amar, porque el amor es el fenómeno más anti-dinero en el mundo.
El amor tiene que ver con el ser. El amor es compartir, es un dar -no sólo lo que posees, sino lo que eres. Un comerciante nunca puede ser un amante, los comerciantes siempre piensan que los amantes son un poco locos, que se han vuelto chiflados, que no están en sus sentidos, que están haciendo tonterías. "¿Por qué estás desperdiciando tu tiempo? ¡el tiempo es oro!", -eso es lo que dice un comerciante.
Escuché que un comerciante compró cien relojes y los puso por todas partes en su casa. Alguien le preguntó: "¿Qué estás haciendo?".
Él respondió: "Escuché que el tiempo es oro, ¡así que cuanto más relojes mejor!".
Toda su preocupación es por las cosas, no por las personas. El amor tiene que ver con personas, una mente orientada al dinero se preocupa por las cosas. Y este tipo de hombre continuamente está ocupado; nunca descansa, no puede, porque siempre hay que acumular más y más. Esto no tiene fin.
Un hombre amoroso puede descansar. Hay una satisfacción cuando puedes descansar. Pero un hombre tras el dinero nunca puede descansar, porque eso no tiene fin. Y nunca puede haber satisfacción porque el dinero no puede satisfacer al espíritu; el espíritu permanece vacío, lo interno permanece vacío. Continúas tirando cosas adentro, ellas nunca tocan tu vacío interno. Cuanto más acumulas, más te haces consciente de que estás vacío, tus manos están vacías; el dinero está contigo pero te has perdido a ti mismo. Todo tu esfuerzo es para no mirar a este hecho, porque es muy doloroso.
El comerciante corre tras el dinero más y más. Quiere olvidarse de sí mismo perdiéndose completamente en el dinero; el dinero se vuelve una droga. Siempre está ocupado, un comerciante siempre está ocupado haciendo nada. Digo que haciendo nada, porque al final demuestra ser nada. Todo lo que posees llega a ser como si estuvieras dibujando sobre el agua: desaparece; la muerte viene y todo tu esfuerzo es anulado. La muerte niega al comerciante.
Me gustaría decirte que sólo el comerciante muere, nadie más -pero él es el noventa y nueve por ciento de la gente. Sólo el comerciante muere, porque sólo él acumula cosas, y la muerte puede arrancharte las cosas. La muerte no puede llevarse tu amor, la muerte no puede llevarse tu oración, la muerte no puede llevarse tu meditación, la muerte no puede llevarse a tu Dios. Pero un comerciante puede interesarse incluso en Dios si hay algún negocio que pueda hacerse.
Sucedió una vez: El clima estaba malo y tormentoso, y se había perdido un avión. La neblina estaba tan densa que a todos les dio temor y miedo. Había un sacerdote. Aparte de él, todos estaban llorando, gritando, sudando. El momento era peligroso -en cualquier momento la muerte. Aun el piloto estaba nervioso y sudando. El sacerdote les dijo a todos que se arrodillaran y rezaran. Todos menos un comerciante, un pequeño hombre, todos se arrodillaron y comenzaron a rezar. El sacerdote le preguntó al comerciante: "¿Por qué no estás rezando?".
El hombre dijo: "Perdóneme padre, porque no sé rezar. Nunca he rezado".
Y no había tiempo para enseñarle al hombre: en cualquier momento se iba a caer el avión, en cualquier momento estallaría. Así que el sacerdote dijo: "Bien, no queda tiempo ahora. Así que ahora sólo compórtate como si estuvieras en la iglesia".
El comerciante caminó por los pasillos del avión recolectando la limosna.
Este tipo -aun en el momento de la muerte conoce sólo una forma de comportarse en la iglesia: colectar dinero; en el último momento el dinero aun permanece siendo el foco. Esto es lo primero a entenderse, entonces podrás entender este versículo.
En segundo lugar: en esta parábola Jesús dice que la invitación de Dios siempre está presente. Muchas veces viene y toca, o su mensajero viene y toca tu puerta. Él te invita a venir a la cena, pero siempre estás ocupado y no puedes ir. Quieres ser disculpado.
Piensa en ti mismo: si un mensajero viene y te invita, ¿estás listo a ir? Tienes tantas cosas que hacer y terminar primero -y nunca serás capaz de terminarlas, porque no tienen fin. La invitación es rechazada. Dices: "Habría ido, me habría gustado ir", pero esto es falso. ¿Por qué no puedes aceptar la invitación? Porque hay cosas más importantes que hacer: hay algún matrimonio y tienes que ir porque es una relación de negocios; o has comprado unas tierras y tienes que ir a cobrar la renta; o alguna otra cosa. Dios es siempre el último artículo en la lista de un comerciante. Y él nunca llega al último artículo -antes de eso, viene la muerte.
Dios es el fenómeno más inútil. La gente viene donde mí y pregunta: "¿Para qué meditar? ¿Qué lograremos con eso?". Ellos están preguntando: "¿Cuál es la ganancia? ¿Qué vamos a ganar con esto?". Y si digo: "Nada", simplemente no pueden entender por qué la gente está viniendo a mí. ¿A aprender nada? ¿A ganar nada?
Algo visible, tangible necesita: que medite y que el dinero comience a caer sobre él, entonces vale la pena; que medite y comience a tener éxito en el mundo, entonces vale la pena; que medite y las enfermedades desaparezcan del cuerpo, entonces vale la pena.
Pero si dices: "Nada", o "Dios" -lo cual significa lo mismo, sólo que las palabras difieren, porque Dios es nada- si usas tus valores que usas en este mundo, ¿qué es Dios? No lo puedes categorizar. ¿Dónde lo ubicarás? ¿En qué categoría? ¿Qué etiqueta le pondrás? ¿Y cómo decidirás su precio? El no es nada, él no pertenece a este mundo. ¿Y en qué modo lo puedes usar? No lo puedes usar porque Dios no es un servicio, es un éxtasis.
Un éxtasis no puede ser usado. Puedes gozarlo, pero no puedes usarlo. ¿Cuál es la diferencia entre gozar y usar? Mira a un árbol, al verdor, al amanecer -lo gozas, no lo puedes vender. Mira a una flor, la gozas -pero el comerciante arrancará la flor e irá a venderla al mercado. No puedes arrancar a Dios e ir a venderlo en el mercado. Ya lo has intentado, por eso es que existen los templos, las mezquitas, los gurudwaras, las iglesias. Así es como el comerciante se ha comportado con Dios: ha tratado de venderlo también y ganar algo en eso. Es un gran negocio.
Y el sacerdote es el comerciante convertido en hombre religioso -él no es religioso en absoluto. Por eso es que siempre está contra Jesús, contra Buda, contra Nanak, contra Kabir: está contra todos ellos, porque ésta es la gente peligrosa que destruye todo el negocio. Un comerciante no está interesado en Dios, en la poesía, en la oración, en el amor, en la belleza, en la bondad; no está interesado en el éxtasis. Tan solo gozar no significa nada para él. El dice: ¿Qué gano con eso?
Un millonario visitó una vez una tribu primitiva. Cuando se bajó del tren vio a un hombre primitivo echado en la plataforma bajo un árbol. La mañana era hermosa, con mucho sol, el aire estaba limpio y fresco, los pájaros cantando y el hombre descansando. El hombre de negocios no lo podía tolerar. Dijo: "Oiga jefe, ¿qué está haciendo ahí? ¡Es hora de ir a ganar algo!".
El hombre que estaba descansando abrió sus ojos y preguntó muy dulcemente: "¿Para qué?".
Este para qué no puede ser entendido por un hombre de negocios. Respondió: "¿Para qué? ¡Para ganar algo de dinero!".
El primitivo comenzó a sonreír y preguntó de nuevo: "¿Para qué?".
Esto era demasiado. El hombre de negocios se irritó y dijo: "¿Para qué? Para que tengas una cuenta bancaria y no tengas necesidad de trabajar y puedas descansar".
El primitivo cerró sus ojos y dijo: "Yo ya estoy descansando".
Esto es imposible, descansar ahora es imposible. Un hombre de negocios pospone el descanso para el futuro: "Trabaja aquí y ahora. ¡Ten una cuenta bancaria, después jubílate, después descansa y goza!". Pero eso nunca llega, no puede llegar. Un hombre de negocios nunca puede jubilarse, eso no está dentro del tipo, esa no es la cualidad del tipo. Puede jubilarse de una ocupación -inmediatamente, o aun antes, se conseguirá otra, porque él no puede descansar. Siempre piensa en futuro, pospone su goce. Recuerda, un hombre religioso goza aquí y ahora. El cielo de un hombre religioso no está en algún lugar del espacio sideral, en el futuro. ¡No! Así es como un comerciante mira al cielo.
El cielo de un hombre religioso está aquí y ahora, en este preciso momento. Él lo goza, no lo pospone, porque nadie sabe sobre el futuro. No hay futuro, exactamente sólo existe el presente. El futuro es una falacia; es en alguna forma sólo para consolarse uno mismo de que algún día podrá gozar. Y toda la vida estás entrenándote a ti mismo para no gozar, posponiendo -aun si entras al cielo.
Escuché que sucedió una vez: Cuatro comerciantes entraron al cielo. No sé cómo entraron -deben haber entrado de contrabando, deben habérselas arreglado. Después murió un santo que conocía a esos cuatro caballeros. Entró y los vio en el cielo, pero estaba muy extrañado por lo que veía, porque estaban encadenados, no estaban libres. No lo podía creer, así que le preguntó al portero: "¿Qué es lo que sucede? Porque había oído que en el cielo hay libertad total, ¿por qué han hecho prisioneros a estos hombres aquí? ¿Por qué los has encadenado?".
El portero se rió y dijo: "Estos son cuatro comerciantes y quieren regresar al mundo. Y eso no será bueno para nosotros. De alguna manera ingresaron, pero si los dejamos ahora que regresen al mundo, todo el prestigio del cielo será destruido. Quieren regresar, porque dicen que aquí no hay negocio. ¿Qué hacer? Así que tuvimos que ponerles cadenas".
Un comerciante continúa siendo un comerciante, porque el tipo no puede cambiar tan fácilmente -a menos que llegues a darte cuenta de toda la falacia de posponer, del futuro, del dinero, de las posesiones; a menos que te hagas tan intenso en tu consciencia que la propia intensidad queme tu tipo. Y si no eres un comerciante entonces te vuelves un hombre religioso. La invitación llega todos los días, toca tu puerta todos los días -en cada momento para ser exactos, te toca. Pero tú dices: "Disculpa, tengo muchas cosas que hacer y después iré". El goce, la felicidad, la bienaventuranza, el descanso -no, no son para el tipo del comerciante; tiene que hacer mucho antes de que pueda descansar. Por eso es que la invitación fue rechazada. Ahora trata de penetrar en esta parábola. Es hermosa.
Jesús dijo: "Un hombre tenía amigos invitados, y cuando había preparado la cena, envió a su sirviente para llamar a los invitados.
Este fue donde el primero y le dijo: 'Mi amo te invita'.
Él respondió: 'Tengo que hacer algunos reclamos a unos mercaderes; vendrán a verme en la noche; iré y les daré mis pedidos. Ruego ser disculpado de la cena'".
Una cena es un símbolo del goce de la vida. Y para Cristo, la cena era un fenómeno meditativo. Siempre amaba que sus discípulos y amigos vinieran a cenar juntos. Aun la última noche, el día antes de ser asesinado, tuvo la última cena. El gozó de que comieran juntos, y el cristianismo ha elevado todo el fenómeno a un nivel religioso. Los hindúes están completamente ignorantes de esto. Trata de comprender.
A los animales siempre les gusta comer solos, nunca juntos -eso es parte de la animalidad. Si un perro consigue un pan, inmediatamente escapará buscando alguna esquina. No le gustará que nadie esté presente, porque existe el peligro de que alguien pueda quitarle el pan. Tiene miedo, tiene temor; come, pero come solo. Ningún animal comparte, el compartir es absolutamente humano. Y si tratas de penetrar en tu inconsciente, siempre encontrarás al animal escondido ahí.
A ti tampoco te gusta comer con la gente, te gustaría estar solo. Observa a un brahmin viajando en el tren; dará la espalda a todos los demás cuando está comiendo. Esto es como hace un animal, no invita. Un mahometano invita, a un cristiano le gustará compartir, pero no a un hindú. Los hindúes han perdido algo grande: este sentimiento de estar juntos y compartir. Y cuando comparten comida, se hacen hermanos. ¿Por qué eres hermano de alguien? Porque compartes la misma leche. De otro modo, no hay otra cosa que te haga hermano de nadie. Compartes el mismo pecho, compartes la misma comida de la misma madre -la madre es la primera comida.
Cuando comparten comida se vuelven hermanos, y cuando compartes comida no tienes temor del otro, surge una comunidad. Los hindúes tienen una sociedad, pero no tienen un sentimiento comunitario. Los mahometanos y los cristianos están más orientados a la comunidad, porque pueden compartir su comida. Porque la comida es básica en la vida, porque dependes de ella, morirás sin ella. Compartir la comida con otros, significa compartir tu vida. Y Jesús elevó esto al estatus de la oración: No debes comer solo, deberían estar juntos cuando comen. Esta es una trascendencia de la animalidad en ti.
La última noche, cuando ya le tocaba irse, reunió a sus amigos y discípulos, y tuvieron la última cena. Aun antes de la muerte deberías continuar compartiendo.
Y la comida también es un símbolo de amor. ¿Te has dado cuenta por qué amas a tu madre? ¿Por qué existe tanto amor entre el niño y su madre? Porque la madre es la primera comida: el niño la ha comido, la madre ha entrado en él. Y el niño se hace consciente de la madre primero, no como una fuente de amor, sino como una fuente de comida. Después, cuando crezca en consciencia, después poco a poco sentirá amor por la madre.
Primero es la comida, después le sigue el amor, y la comida y el amor están asociados porque vienen de la misma fuente... Por eso es que si vas a una casa y no te ofrecen comida, no te sientes bien: te han rechazado, no te han dado su amor, no fuiste su invitado. Si te ofrecen comida -pueden ser pobres, pueden no tener mucho que ofrecer, pero te ofrecen lo que tienen- tienes un sentimiento de bienestar; has sido bien recibido, compartieron su comida contigo -porque la comida está asociada al amor.
Cuando una mujer ama a un hombre, a ella le gustará preparar comida para él. Le gustará servirle, le gustará verlo comer. Y si a una mujer no se le permite hacer esto, se sentirá intranquila, porque el amor fluye a través de la comida. El amor es invisible, necesita un vehículo visible. Y la cualidad de la comida cambia inmediatamente: si una mujer que te ama prepara comida para ti, tiene una cualidad diferente. Esa cualidad no puede ser analizada por los químicos, pero tiene una cualidad diferente.
Si un hombre que está con cólera o una mujer que está contra ti y te odia, te prepara comida, ésta ya está envenenada -porque la cólera, el odio y los celos son venenos en la sangre y tienen su propia radiación, y esa radiación fluye de las manos a la comida. Si una mujer realmente te odia y te prepara comida, aun puede matarte, sin saberlo -ninguna corte podrá detectarla. Es muy peligroso vivir con una mujer que prepare tu comida y que te odie; es un envenenamiento lento. Pero si una mujer te ama, ella da su vida a través de la comida, ella da su amor a través de la comida. Ella está fluyendo hacia ti a través de la comida.
La comida es muy básica, puede ser compartida, y al compartirla puedes perder tu animalidad, puedes volverte humano. La sociedad hindú es una de las más antiguas, pero una de las sociedades más inhumanas, tan solo porque nunca les ha interesado compartir. Mas bien, han creado todo tipo de barreras para no compartir: un Brahmin no puede compartir con un Shudra; un Brahmin no puede comer con un Vaishya; un Brahmin no puede comer con alguien de una casta inferior, y si no puedes comer con alguien, lo estás rechazando como humano. Si no puedes comer con alguien, eso muestra que te crees muy superior y que él es muy inferior, y que existe un abismo entre ambos. Ese abismo es de lo más inhumano del mundo.
Jesús basó mucho de su religión en el compartir. Él habla muchas veces de Dios invitándote a cenar. Este hombre invitó a sus amigos a cenar. La cena es un goce, puro goce del ser, del cuerpo; gozar de la comida olvidándose de todo lo demás es un agradecimiento a Dios.
Fue donde el primero, el sirviente fue donde el primero, pero este dijo: "Difícil, no puedo ir, ruego ser disculpado".
"Fue donde otro y le dijo: 'Mi amo te ha invitado'.
Él respondió: 'He comprado una casa y me necesitan por un día. No tendré tiempo'".
Un comerciante nunca tiene tiempo para sí mismo: no tiene tiempo para gozar, no tiene tiempo para meditar, no tiene tiempo para amar. Siempre está apurado. La ambición lo hace tan febril, que no puede tener tiempo. Si eres ambicioso no tendrás tiempo, si no eres ambicioso tienes la eternidad a tus pies. Un hombre no ambicioso tiene tanto tiempo para gozar, danzar y cantar, que no lo puedes imaginar. Un hombre ambicioso no tiene tiempo. Ni siquiera para amar tiene tiempo, porque siempre está el futuro, la cuenta bancaria, el dinero que puede ganarse si este tiempo es usado. Un comerciante incluso sueña sólo con negocios, piensa sólo en negocios.
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