16 relatos
HUGO GIOVANETTI VIOLA
CUARTA ENTREGA
DESNUDO
para M. M.
RABÍ LLEGA de hacer una guardia al amanecer y encuentra a su esposa tapada enteramente con una sábana. Me di cuenta que no estaba durmiendo.
-Esta tarde llamó Rosso -dice Brenda después que Rabí se acuesta.
-¿Rosso?
-El escritor. Está produciendo una película y me ofreció un papel.
-Qué bien.
-Pero no puedo hacerlo.
-Por qué.
Brenda demoró mucho en contestar:
-Rosso se cree que los profesores de educación física no nos desfiguramos por dentro.
-No te entiendo.
-Es tan fácil. Yo todavía puedo dar treinta años en una pantalla, pero no puedo hacer un personaje que termina en una playa sintiéndose más eterno que una estrella.
-No está mal.
-No me jodas.
-¿Cómo que no te joda? Siempre dijiste que el privilegio de los actores es estar obligados a ser lo que no son y sentir lo que no sienten.
La mujer se frota la cara con la sábana y camina hasta el espejo del placard.
-Tengo que hacer un desnudo, doctor Rabí -me gritó casi con odio. -¿Todavía no te diste cuenta? ¿Te parece que puedo hacer un desnudo resplandeciente así nomás?
-Bueno -murmura el hombre. -Con lo preciosa que sos no veo por qué no hacerlo.
-Porque cuando voy a ver Sabrina salgo del cementerio sintiendo que le llevé flores a un tesoro que se me terminó.
Entonces Brenda dejó caer la sábana y se observó los pechos como si tuviera que darse de mamar a sí misma.
LLANTO
in memorian L.R.
-QUÉ PASÓ, Pali? -le pregunta Rabí a la chiquilina que mira el techo del móvil como si fuera el cielo.
El enfermero le iba limpiando la herida del brazo pero a ella todavía no le dolía.
-Yo vi que se caía un pedazo del techo de la piscina y me tiré al agua -le cuesta contestar a Pali. -Lo que no entiendo es cómo fue que no me lastimé.
-No tenés nada -dijo el enfermero. -Vas precisar una suturita, nomás.
-Me parece que una chiquilina de mi grupo se ahogó.
Rabí se pone blanco y murmura:
-Quién sabe. Había demasiada gente. Pali es tu sobrenombre, ¿no es cierto?
-Sí. Yo me llamo María de la Paz.
-Mirá que ya localizamos a tus padres. Deben estar esperándote en el sanatorio.
La chiquilina volvió a mirar para arriba y dijo:
-Cuando me hundí vi a mi hermana Lucía. Estábamos bailando El amor después del amor con mis padres y mi hermano, como la noche que ella se murió. Pero hoy la vi bailando con nosotros.
Rabí mira al enfermero igual que si dijera:
-¿Escuchaste?
Y recién me di cuenta que él también había perdido un hijo.
VIP
para Guillermo Fernández y Leonel Roche
-MIRE QUE no pusimos la sirena porque usted esté grave -le explica Rabí al paciente de perfil venerable. -Lo que pasa es que hoy llega la Sub-20 del Mundial y el tránsito es un infierno.
El hombre setentón me escrutó con dulzura y después de unas cuadras le hizo una seña al enfermero para que le sacara la máscara de oxígeno.
-Tranquilo -ordena Rabí. -No le conviene hablar.
-Ya pasó lo peor -sonrió el hombre encrestado por un sedoso orgullo juvenil. -Con el asma cardíaca ya nos entendemos mejor que con mi esposa.
Y después de regularizar casi agónicamente el ritmo respiratorio agrega:
-Quería decirle que usted se está portando como un ángel. Perdón: le estoy hablando en serio. No se agite, arquitecto.
Y me encorvé para agarrar la máscara de oxígeno pero el Very Important Person ordenó:
-Necesito decir lo que le estoy diciendo, doctor. Mire que los políticos somos tristes actores. Tenemos que esconder los sentimientos en lugar de expresarlos.
-Hay mucha gente así. Y no todos son políticos. Ahora hágame caso y trate de respirar tranquilo, por favor.
-No me ponga la máscara -enseña los colmillos postizos el arquitecto. -Preferiría morir expresando mis verdaderos sentimientos.
-Bueno: igual vamos a tratar de no dejarlo morir, en todo caso.
-Los grandes sentimientos son la verdad del mundo, doctor. Y mire que me refiere a los tesoros espirituales de la gente. El odio es otra cosa.
-Totalmente de acuerdo.
-Y una cosa es luchar por conservar los tesoros sociales provectos de espiritualidad y otra ser conservador.
-También estoy de acuerdo.
-Yo nunca fui conservador. Yo estuve en la derecha, en la izquierda y en el centro. Pero nunca defendí las fortunas personaleeeeeeees-
-QUÉ LO parió -comentó el enfermero cuando arrancamos para hacer el siguiente llamado. -Nunca había visto un VIP tan gente. Y pensar que siempre me pareció un pelucón de mierda.
-A mí también -baja la papada arcillosa Rabí. -Lástima que haya sido imposible salvarlo.
-Disculpe que me meta, pero usted estuvo bien en dejarlo largar el sermón de despedida. Y lo más triste es que estos viejos no le deben importar un carajo a los tiburoncitos que vienen atrás de ellos. Para la mayoría de los otros VIP debe ser como un ascenso.
No me pude reír.
TABOR
para Jorge Boccanera
-PARA MÍ esto no Atlántida. Este es el barranco de la trasnfiguración -dice el hermano de Rabí, cebando el primer mate. Como si uno ya estuviera afuera del mundo. Y sano. Hay momentos que me parece que podría hablar con papá, por ejemplo.
-Pero estamos en el mundo -dije estúpidamente.
-No. Yo acampé en la montaña para siempre, botija.
Rabí recibe el mate y porfía:
-Lástima que tengas que laburar toda la semana en Montevideo.
-No importa. Yo sigo aquí. Y esculpo a toda hora poemas transfigurados por la granulosidad de la más dimensión. Son levadura pura.
-Levadura del reino -sentí que quería a Jerónimo tanto como a papá.
-Carne pura del reino.
Entonces aparece un Rover rojo último modelo y estaciona polvorientamente frente a la casita. No pude reconocer a la ex-mujer de Jerónimo hasta que dio unos cuantos pasos largos por el jardín: parecía una modelo disfrazada de nena, aunque estaba más linda que nunca.
-Sabía que iba a encontrarte soñando -grazna la mujer estrábica, separando las piernas igual que en una pasarela.
-Qué querés.
-Ya sabés lo que quiero. Quiero los dólares que me corresponden por la traducción al finlandés de Los montes de Tabor. Aunque sean cinco dólares.
-Basta -me paré. -Fuera.
-Ale -sonrió Jerónimo, agarrando la pantorrilla lampiña de su hermano. -Ya te dije por teléfono que no te corresponde nada por ese libro.
Alejandra subió el rostro y dejó que dos gotas le quedaran colgando de las mandíbulas como pezones de oro. Suena el viento en los pinos. Entonces ella se fregó la mirada vacía y siseó:
-Ladrón loco borracho egoísta castrado decile a tu hermano cuáles eran los montes de Tabor para vos, desde que nos conocimos. Decíselo, basura.
Jerónimo me soltó la pierna y tuve la sensación de que el pajarerío era una maquinaria destinada a armonizar los derrumbes humanos.
-Bueno -chista Rabí, mirando con piedad el escote de la mujer. -Yo puedo imaginármelo.
Pero ella alzó el mentón y antes de salir corriendo hacia el auto gritó:
-Me las vas a pagar, judío degenerado. Yo no doy nada gratis. Y si seguís enamorado de la más dimensión de mis tetas pagá y chau. O no escribas. Mi marido te va a mandar un abogado a ver si aprendés a no sacarle tajadas a la gente.
-¿TE ACORDÁS cómo era ella hace menos de cinco años? -vuelve a cebar un mate tembloroso Jerónimo.
Yo estaba tragando cicuta en el portón y grité:
-Hablá más fuerte. No te oigo.
Pero el otro incrusta la mirada en la flotación solar de la callecita y murmura sonriendo:
-Contestame, papá.
1997
HUGO GIOVANETTI VIOLA
CUARTA ENTREGA
DESNUDO
para M. M.
RABÍ LLEGA de hacer una guardia al amanecer y encuentra a su esposa tapada enteramente con una sábana. Me di cuenta que no estaba durmiendo.
-Esta tarde llamó Rosso -dice Brenda después que Rabí se acuesta.
-¿Rosso?
-El escritor. Está produciendo una película y me ofreció un papel.
-Qué bien.
-Pero no puedo hacerlo.
-Por qué.
Brenda demoró mucho en contestar:
-Rosso se cree que los profesores de educación física no nos desfiguramos por dentro.
-No te entiendo.
-Es tan fácil. Yo todavía puedo dar treinta años en una pantalla, pero no puedo hacer un personaje que termina en una playa sintiéndose más eterno que una estrella.
-No está mal.
-No me jodas.
-¿Cómo que no te joda? Siempre dijiste que el privilegio de los actores es estar obligados a ser lo que no son y sentir lo que no sienten.
La mujer se frota la cara con la sábana y camina hasta el espejo del placard.
-Tengo que hacer un desnudo, doctor Rabí -me gritó casi con odio. -¿Todavía no te diste cuenta? ¿Te parece que puedo hacer un desnudo resplandeciente así nomás?
-Bueno -murmura el hombre. -Con lo preciosa que sos no veo por qué no hacerlo.
-Porque cuando voy a ver Sabrina salgo del cementerio sintiendo que le llevé flores a un tesoro que se me terminó.
Entonces Brenda dejó caer la sábana y se observó los pechos como si tuviera que darse de mamar a sí misma.
LLANTO
in memorian L.R.
-QUÉ PASÓ, Pali? -le pregunta Rabí a la chiquilina que mira el techo del móvil como si fuera el cielo.
El enfermero le iba limpiando la herida del brazo pero a ella todavía no le dolía.
-Yo vi que se caía un pedazo del techo de la piscina y me tiré al agua -le cuesta contestar a Pali. -Lo que no entiendo es cómo fue que no me lastimé.
-No tenés nada -dijo el enfermero. -Vas precisar una suturita, nomás.
-Me parece que una chiquilina de mi grupo se ahogó.
Rabí se pone blanco y murmura:
-Quién sabe. Había demasiada gente. Pali es tu sobrenombre, ¿no es cierto?
-Sí. Yo me llamo María de la Paz.
-Mirá que ya localizamos a tus padres. Deben estar esperándote en el sanatorio.
La chiquilina volvió a mirar para arriba y dijo:
-Cuando me hundí vi a mi hermana Lucía. Estábamos bailando El amor después del amor con mis padres y mi hermano, como la noche que ella se murió. Pero hoy la vi bailando con nosotros.
Rabí mira al enfermero igual que si dijera:
-¿Escuchaste?
Y recién me di cuenta que él también había perdido un hijo.
VIP
para Guillermo Fernández y Leonel Roche
-MIRE QUE no pusimos la sirena porque usted esté grave -le explica Rabí al paciente de perfil venerable. -Lo que pasa es que hoy llega la Sub-20 del Mundial y el tránsito es un infierno.
El hombre setentón me escrutó con dulzura y después de unas cuadras le hizo una seña al enfermero para que le sacara la máscara de oxígeno.
-Tranquilo -ordena Rabí. -No le conviene hablar.
-Ya pasó lo peor -sonrió el hombre encrestado por un sedoso orgullo juvenil. -Con el asma cardíaca ya nos entendemos mejor que con mi esposa.
Y después de regularizar casi agónicamente el ritmo respiratorio agrega:
-Quería decirle que usted se está portando como un ángel. Perdón: le estoy hablando en serio. No se agite, arquitecto.
Y me encorvé para agarrar la máscara de oxígeno pero el Very Important Person ordenó:
-Necesito decir lo que le estoy diciendo, doctor. Mire que los políticos somos tristes actores. Tenemos que esconder los sentimientos en lugar de expresarlos.
-Hay mucha gente así. Y no todos son políticos. Ahora hágame caso y trate de respirar tranquilo, por favor.
-No me ponga la máscara -enseña los colmillos postizos el arquitecto. -Preferiría morir expresando mis verdaderos sentimientos.
-Bueno: igual vamos a tratar de no dejarlo morir, en todo caso.
-Los grandes sentimientos son la verdad del mundo, doctor. Y mire que me refiere a los tesoros espirituales de la gente. El odio es otra cosa.
-Totalmente de acuerdo.
-Y una cosa es luchar por conservar los tesoros sociales provectos de espiritualidad y otra ser conservador.
-También estoy de acuerdo.
-Yo nunca fui conservador. Yo estuve en la derecha, en la izquierda y en el centro. Pero nunca defendí las fortunas personaleeeeeeees-
-QUÉ LO parió -comentó el enfermero cuando arrancamos para hacer el siguiente llamado. -Nunca había visto un VIP tan gente. Y pensar que siempre me pareció un pelucón de mierda.
-A mí también -baja la papada arcillosa Rabí. -Lástima que haya sido imposible salvarlo.
-Disculpe que me meta, pero usted estuvo bien en dejarlo largar el sermón de despedida. Y lo más triste es que estos viejos no le deben importar un carajo a los tiburoncitos que vienen atrás de ellos. Para la mayoría de los otros VIP debe ser como un ascenso.
No me pude reír.
TABOR
para Jorge Boccanera
-PARA MÍ esto no Atlántida. Este es el barranco de la trasnfiguración -dice el hermano de Rabí, cebando el primer mate. Como si uno ya estuviera afuera del mundo. Y sano. Hay momentos que me parece que podría hablar con papá, por ejemplo.
-Pero estamos en el mundo -dije estúpidamente.
-No. Yo acampé en la montaña para siempre, botija.
Rabí recibe el mate y porfía:
-Lástima que tengas que laburar toda la semana en Montevideo.
-No importa. Yo sigo aquí. Y esculpo a toda hora poemas transfigurados por la granulosidad de la más dimensión. Son levadura pura.
-Levadura del reino -sentí que quería a Jerónimo tanto como a papá.
-Carne pura del reino.
Entonces aparece un Rover rojo último modelo y estaciona polvorientamente frente a la casita. No pude reconocer a la ex-mujer de Jerónimo hasta que dio unos cuantos pasos largos por el jardín: parecía una modelo disfrazada de nena, aunque estaba más linda que nunca.
-Sabía que iba a encontrarte soñando -grazna la mujer estrábica, separando las piernas igual que en una pasarela.
-Qué querés.
-Ya sabés lo que quiero. Quiero los dólares que me corresponden por la traducción al finlandés de Los montes de Tabor. Aunque sean cinco dólares.
-Basta -me paré. -Fuera.
-Ale -sonrió Jerónimo, agarrando la pantorrilla lampiña de su hermano. -Ya te dije por teléfono que no te corresponde nada por ese libro.
Alejandra subió el rostro y dejó que dos gotas le quedaran colgando de las mandíbulas como pezones de oro. Suena el viento en los pinos. Entonces ella se fregó la mirada vacía y siseó:
-Ladrón loco borracho egoísta castrado decile a tu hermano cuáles eran los montes de Tabor para vos, desde que nos conocimos. Decíselo, basura.
Jerónimo me soltó la pierna y tuve la sensación de que el pajarerío era una maquinaria destinada a armonizar los derrumbes humanos.
-Bueno -chista Rabí, mirando con piedad el escote de la mujer. -Yo puedo imaginármelo.
Pero ella alzó el mentón y antes de salir corriendo hacia el auto gritó:
-Me las vas a pagar, judío degenerado. Yo no doy nada gratis. Y si seguís enamorado de la más dimensión de mis tetas pagá y chau. O no escribas. Mi marido te va a mandar un abogado a ver si aprendés a no sacarle tajadas a la gente.
-¿TE ACORDÁS cómo era ella hace menos de cinco años? -vuelve a cebar un mate tembloroso Jerónimo.
Yo estaba tragando cicuta en el portón y grité:
-Hablá más fuerte. No te oigo.
Pero el otro incrusta la mirada en la flotación solar de la callecita y murmura sonriendo:
-Contestame, papá.
1997
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